viernes, 15 de enero de 2016

8. La cara oculta de la verdad.

Nota: Octavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Tras lograr escapar buscamos cobijo en nuestra posada para resguardarnos de la búsqueda que seguramente, habían emprendido hacia nuestras personas, y poder además, descansar del tremendo día que habíamos vivido.

Según nos acercábamos al antiguo caserón, sentía como el dolor y el cansancio iban haciendo mella en mi maltrecho cuerpo. Haciendo la vista atrás, me di cuenta que hacía semanas que no dormía en condiciones, ni me alimentaba como era debido. Además, había sido sometido a diversas caídas y luchas que habían deteriorado mi cuerpo hasta límites jamás conocidos. No entendía como había sido capaz de aguantar tal ritmo durante tanto tiempo, había sobrevivido milagrosamente durante estos días, pero sabía que esa racha se había acabado. Me encontraba al límite de mis fuerzas. No podía pedirle mucha más resistencia a mi estado físico, así que me concentré en llegar cuanto antes, para poder tomar el gran reposo merecido en mi ansiada habitación.

Sin arriesgarnos, caminamos por sendas secundarias arropados por la más absoluta oscuridad de la madrugada, con el fin de que no pudieran encontrarnos. Rodeamos por las afueras del campo, la plaza del pueblo y sus alrededores, hasta dar con la zona colindante a la posada. En ese momento, cambiamos con un desvío abrupto el rumbo, y nos dispusimos a entrar por la puerta principal con la mayor premura posible. Hacía frío y comenzaba a tener la paranoia de que algo nos seguía. Sabía que era algo imposible ya que comprobábamos nuestras espaldas a cada paso que dábamos, pero aun así, me adelanté a mis compañeros y en unos segundos estaba golpeando con premura la puerta principal anunciando con ello nuestra presencia.

En cuanto, las primeras llamadas se hicieron sonar, se encendieron las luces y una sombra encorvada emergió de entre ellas. Era nuestra casera. Podía reconocer sus andares lentos y sinuosos atravesando la estancia hacia la entrada. Mis compañeros llegaron a mi lado justo en el momento en que la mujer abría la puerta y nos miraba con el ceño fruncido. Sin mediar una palabra, nos hizo señas para que entrásemos y selló la puerta principal con tantos cerrojos como pudo encontrar. Nosotros la esperábamos en el pasillo, empapándonos con el aliviado calor que desprendía la chimenea, y sintiéndonos más sucios que nunca. Una vez terminada su tarea, la señora se dio la vuelta, y con gesto cansado pidió a Jason que la acompañara en busca de una habitación, explicando de manera general, a qué hora se servía el desayuno en esa posada. Henry y yo, por nuestra parte, nos retiramos a nuestros respectivos cuartos, dando por finalizada la que había sido la noche más agotadora de todas nuestras vidas.

A la mañana siguiente me desperté cerca del alba debido a la luz que se adentraba por la ventana. Era el día de navidad, y en la casa predominaba un agradable olor adulzado que hacía preguntarse si lo vivido en estos días no había sido fruto de una mala pesadilla. Por desgracia, dicho pensamiento se esfumó de mi mente al levantarme de la cama y sentir como mi cuerpo se resentía notablemente por ello. Lo ocurrido había sido real, muy real, y había llegado el momento de hablar en profundidad del tema con mis compañeros.

En cuanto estuve listo descendí las escaleras con un paso más moderado a lo habitual, y me adentré en la cocina para dar acopio del delicioso desayuno que me esperaba en la mesa junto a mis amigos.

Al parecer había sido el último en despertarme. En cuanto entré por la puerta observé que Henry y Jason ya estaban sentados a la mesa tomándose su segundo café del día, mientras nuestra casera se tomaba su tiempo en preparar lo que parecía una especie de tarta almendrada. Al verme, Henry hizo un gesto con la mano, para que me sentase a su lado con una leve sonrisa en su cara. - “vamos, ven a desayunar marmota, que seguro que te viene bien comer algo decente después de soportar la asquerosa comida que servían los testaferros”-. En cuanto Henry nombró la palabra “testaferros” me giré nervioso en busca de la reacción de la casera. Malo sería que después de todos los contratiempos que habíamos sufrido, tuviéramos que enfrentarnos a un destierro por parte de la señora, o lo que es peor, que esta revelase nuestra ubicación y ese maldito medico viniese a por nosotros mientras aun estuviésemos convalecientes.


Al ver mi gesto, Henry me tranquilizó explicándome que la mujer estaba al tanto de todo el asunto. -”No te preocupes por Magda, es de fiar, no comulga mucho con nuestra causa pero su marido estaba con nosotros en la orden de los cazadores hace tiempo, antes de que desapareciese tras un ataque al pueblo, así que desde entonces, esta maravillosa mujer nos echa una mano dándonos cobijo y alguna que otra idea de lo que se cuece en el pueblo.”- Henry señaló a nuestra casera con una sonrisa que ella no pudo apreciar puesto que no levantó la vista de su labor. No podía entender si con ello quería decirnos que le había molestado que se hablase del tema, o que simplemente no quería participar en la conversación. Fuera como fuese, me sentí de lo más afligido por su historia. No solo había sufrido el horror del pueblo en sus carnes, sino que había perdido a un ser querido por ello. Debió ser durísimo para ella. Con un gesto sincero, le di mis condolencias y pasé a preguntarme cuantos sucesos más habría como el suyo en este pueblo bañado en la desgracia. Magda por su parte, simplemente me agradeció el gesto, y me aconsejó prudencia para que no siguiese el mismo camino que su marido, a lo que Jason no tardó en darle la razón. -”Magda tiene razón Tomek, no puedes ponerte a curiosear por el pueblo haciendo preguntas incomodas a todo el mundo porque es como ponerte una diana en el pecho. Los testaferros llevaban días buscándote para capturarte cuando se lo pusiste en bandeja yendo a dar un paseito por el bosque en plena noche. Tuviste suerte de que Henry anduviese por allí, pero ya ves que ni con él al lado pudisteis escapar de sus garras. A partir de ahora cuida tus pasos si no quieres ser pasto de sanatorio o algo peor. Estoy seguro de que Hyter y los demás, no serán tan benévolos contigo ahora que sabes la verdad”.- Jason parecía satisfecho con su imposición, sin embargo yo sentía como me hervía la sangre a cada palabra que decía. No era culpa mía el hecho de que nadie me hubiese advertido de la situación, más sabiendo que ese grupo de fanáticos iban tras de mí. Así que con un enfado más que considerable se lo expuse a Jason - “Siento haber causado problemas, y enturbiado vuestras vidas, por supuesto, pero no esperes que me disculpe por mi comportamiento curioso solo porque en este pueblo impere la locura entre sus gentes. Solo soy un humilde investigador que venía en pos de la verdad. Eso no merece castigo ni por parte de los testaferros, ni por ninguna persona humana”.- Mientras iba exponiendo mi defensa, él me miraba a través de su normalizada expresión de absoluta calma, como si mis palabras no surgiesen en él efecto alguno. Henry sin embargo intentó mediar entre el tenso frente que se había abierto entre nosotros. - “Vamos hombre dejadlo ya. Ambos estáis en el mismo bando. En vez de discutir deberíamos poner a Tomek al día por si surgiese algún que otro contratiempo”.- Esta vez se estaba dirigiendo solo a Jason que le estaba aguantando la mirada de una forma totalmente desaprobativa pero que acabó aceptando con una breve afirmación de cabeza.- “Esta bien, lo haré. Pero bajo tu responsabilidad Henry. Si este tío acaba dándonos problemas no seré yo quien se haga responsable de ello”- Henry no contestó, parecía tan despreocupado como de costumbre, aceptando en silencio la propuesta. Jason por su parte giró la cabeza hacia mi dirección, y me expuso toda la información como si no fuera con él la cosa. - “No sé si habrás llegado a darte cuenta, pero cuando llegaste al pueblo fue toda una sorpresa para los lugareños el tenerte entre nosotros. Jamás solemos recibir visitas de otros recovecos del mundo, y menos gente tan... “insistente” como tú”- La palabra insistente salió de sus labios de una manera remarcada, acentuando una connotación negativa que dejaba ver el poco aprecio que este hombre tenía hacia mi curiosidad. En cuanto la expuso, ojeó rápidamente mi rostro taciturno y continuó. - “Tus preguntas comenzaron a despertar los murmullos de unos y los temores de otros. Pero no te sientas atacado. En un pueblo como este, cualquier anormalidad se considera síntoma de catástrofe o de maldición. Y más, si esta anomalía viene acompañada de un ataque al pueblo como fue en tu caso”- Jason me señaló vagamente y Henry decidió proseguir en su lugar. - “No estamos sugiriendo que el ataque haya sido por tu culpa, ni mucho menos. Nadie en su sano juicio creería algo así.”- Intentaba ser comprensivo y yo se lo agradecía, pero una pequeña parte de mi estaba empezando a dudar si era realmente cierto que yo no había provocado inconscientemente, nada de esto. - “¿Alguien creyó que el ataque había sido realizado por mi culpa?”- pregunté intentando aclarar mis ideas al respecto. Esta vez, fue Jason por voluntad propia el que me respondió. - “Si Tomek, tus queridos amigos del sanatorio y sus simpatizantes estaban convencidos de que tu eras el culpable de que esas bestias entrasen en el pueblo a atacarnos”- Era increíble la manera en que Jason exponía los hechos sin tacto alguno, como meros datos que deben ser expuestos sin tener en cuenta los sentimientos del receptor que se está empapando de ellos. Henry en cambio, como si visualizase mis dudas, volvió a aclarar los términos en pos de que me sintiese en paz conmigo mismo. - “En realidad el ataque tiene una explicación sencilla. Siempre que hay algún fenómeno importante, estas malditas bestias intentan entrar en nuestro pueblo a través del bosque. Los testaferros intentan controlarlas a base de rituales y rezos que incluyen alguna que otra víctima. Nosotros, por nuestra parte, vigilamos los bosques, y nos cargamos a toda maldita cosa que intente atravesarlos. Ese día había luna llena pero Peep, nuestro armero ya lo conocerás es un gran tipo, se abrió una brecha colocando una trampa cerca de la cabaña, por lo que en el tiempo que lo atendíamos, se nos colaron dos de esos bichos que fueron los que originaron tales destrozos.”- Henry explicaba los hechos de una manera que hacía que me preguntase como esos hombres veían tan normal el hecho de tener que cazar a esas criaturas traídas de la mano del mismísimo Satán, cada cierto intervalo de tiempo. Me parecía una actitud admirable, dicha de envidiar.

Jason sin embargo parecía molestarle las interrupciones de Henry puesto que en cuanto vio que su explicación llegaba a su fin, le hizo una seña para indicar que debía ser él el que prosiguiese con la historia. - “Como iba diciendo, los testaferros creyeron fervientemente que los ataques fueron provocados por tu impertinencia, así que esa misma noche, con sus rituales truncados por el ataque, decidieron engañarte para llevarte hasta el bosque y que las criaturas rezagadas se encargasen de ti”- No me podía creer lo que Jason me estaba contando. ¿Todo había sido un engaño para eliminarme? Miré a Henry en busca de su opinión pero solo se limitó a confirmar las palabras de Jason. - “Está diciendo la verdad Tomek, esos bichos no dejan ningún rastro, matan y devoran a su víctima sin dejar nada de ella. El camino de sangre, y los posteriores objetos que encontraste en el bosque habían sido colocados por ellos en un intento de dejarte en el punto clave, donde las criaturas que no logran retornar a tiempo se esconden durante el día hasta la siguiente noche para volver a donde sea que vayan. La llamamos “la frontera del alba” y nadie menos tú, ha salido con vida de ella. Ni si quiera el marido de Magda que era uno de nuestros mejores cazadores”- Henry señaló a nuestra casera que seguía sin mediar palabra aunque al menos ahora nos escuchaba con atención. Jason a su vez, aprovechando la aclaración de Henry, expuso un dato que me devolvía hacia una duda pasada. - “Creí que te habías dado cuenta de ello al conocer a Hyter. Tiene el símbolo de los testaferros tatuado en su antebrazo. El mismo que lucía el medallón que te encontraste en el bosque”.- ¡Era cierto! Cuando conocí al doctor Hyter me di cuenta de que su tatuaje me evocaba algún recuerdo, pero no me percaté de ello hasta que Jason me lo expuso. Eso confirmaba que decían la verdad. Las historias coincidían, pero también era muy extraño que Jason conociera todos esos datos sin yo haberlos comentado a su persona, en ninguna ocasión. Algo se me escapaba, así que sin perder tiempo pregunté sobre su conocimiento acerca de mis hechos vividos para aclarar dicha duda, a lo que él me respondió. - “Si estoy al tanto de tu vivencia es porque tenemos un espía dentro de los testaferros. Él fue uno de los que ayudaron a elaborar tu trampa, y luego nos comunicó la noticia para que estuviésemos alerta. Henry dijo que él se ocuparía, pero al ver que el día comenzaba y no regresabais, me fui hacia su cabaña y ahí pude ver el desastre originado, así que me puse en contacto con nuestro hombre infiltrado para saber si estabais con los testaferros, y como podíamos hacer posible vuestra huida.”- Mi cara debía reflejar el desconcierto que sentía en mi interior ya que al fijarse en mí, Jason añadió - “Sé que debes de pensar que somos unos animales por mandar a alguien a la base del enemigo pero como dice el dicho, si quieres combatir a los demonios tienes que saber a dónde van. El sujeto en cuestión, decidió por voluntad propia ser un espía, así que nosotros no somos nadie para rebatirle.” - Henry asintió a la cabeza conformemente hablaba Jason, dándole con ello la razón. Por mi parte era incapaz de comprender como había alguien tan suicida para pensar en ingresar en una organización tan sangrienta como esa, solo para espiarles, pero era lo que decía Jason, era su voluntad. Así que no podía hacer nada más al respecto que apoyar su decisión. Al fin y al cabo, gracias a él seguía vivo. Debía dar las gracias por encontrarme con personas tan bondadosas y altruistas, en vez de sorprenderme por sus actos.


Mientras estos pensamientos afloraban en mi interior, me daba cuenta de que todos los ojos de la sala estaban posados en mi persona. Mi reflexión debió durar más de lo esperado por lo que todos se debían estar preguntando como había encajado todo esto. Por ello, sin hacerme más de rogar, expuse mis impresiones de manera clara y concisa. - “No soy capaz de entenderlo pero acepto que es vuestra manera de actuar. No soy nadie para juzgaros, y menos después de que hayáis salvado mi vida entre todos, en innumerables ocasiones.”- Me quedé mirándolos mientras hablaba. Me parecía algo increíble que en un lugar como este, donde la desesperanza reinaba en el lugar, hubiera gente con unas alianzas tan fuerte como las suyas. Me preguntaba si los testaferros tendrían ese mismo afecto entre ellos. Este lugar parece tener el poder de unir hasta los corazones más enturbiados. - “Me parece increíble que ese hombre haya podido infiltrarse en una organización tan fuerte como la de los testaferros. Tiene mucho mérito hacer lo que hace por vuestra causa. ¿Hay alguien más ahí dentro con el que tengáis algún tipo de contacto?”- En el momento en el que expuse mi pregunta puse mis ojos en Jason el cual, me miraba directamente, enmarcando para sí en una mueca burlona - “Sí, a mi hermano gemelo. Pero ese solo intentará visitarnos para darnos muerte a todos.”-.

Esto es todo por hoy en el valle de la desesperanza. Si os acercáis a Dunwich tened cuidado con quien habláis, puede que la misma cara albergue intenciones muy distintas para con vosotros.
Con afecto.
Tomek Sikorski

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sábado, 2 de enero de 2016

7. Sanatorio de Dunwich (Cuarta parte).

Nota: Cuarta parte del séptimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1
Para ir a la primera parte del séptimo capítulo pulse aquí: Primera parte

-“¡Tomek, deprisa! ¡tenemos que salir de aquí!”- Henry me hacía señas con el brazo desde su posición junto a un tipo larguirucho de lo más extraño. Ambos tenían pinta de haber pasado por tremendos obstáculos hasta llegar a mi posición. Tenían la ropa raída, y estaban cubiertos de polvo oscuro. Fuera lo que fuese lo que estuviese al otro lado de la puerta, no parecía muy acogedor.

Sorprendido de volver a verle, me apresuré a llegar a su lado, sentía un inmenso alivio al encontrarme con Henry de nuevo y ver que estaba bien, pero también sabía que si nos demorábamos en aquella estancia podía ser fatal para nosotros, así que con un rápido gesto de afecto, le di por saludado y emprendimos la huida más vertiginosa vivida hasta la fecha.

Mientras desandábamos el camino recorrido por Henry y su amigo con premura, me pusieron al día de lo ocurrido en este hospital de mala muerte. Resulta que nos encontrábamos en el sanatorio Saint Helling, hogar y trinchera de los llamados “los testaferros del mal”. Un grupo de lugareños de Dunwich que respondieron a los misteriosos ataques de distinta manera a los cazadores.

- “Poco sabemos de ellos”- explicaba Henry - “llevan en el pueblo tanto como nosotros y jamás hemos sido capaces de encontrarle sentido a sus actos”- en ese momento Henry cortó su explicación para preguntarle a su amigo sobre la dirección que debíamos tomar en ese momento. El hombre en cuestión solo se limitó a señalar a la izquierda hacia una habitación que se encontraba en el fondo, y nos dispusimos a encaminarnos hacia ella mientras Henry continuaba con su relato. - “Como iba diciendo, estos tíos son de lo más extraños. En vez de unirse a nuestra caza de las bestias creyeron que sería mejor venerarlas para ver si así salvaban la vida. Al principio eran cuatro locos a los que nadie hacía caso, pero ahora, con los continuados sucesos que se dan en el pueblo, la gente está empezando a hacerles caso, y a lo que es peor, a ayudarles a eliminar a aquellos que creen que son los culpables de que esas bestias inmundas se enfaden y nos ataquen. Osea, nosotros”- con una risa burlona como si no tuviera sentido alguno lo que estaba relatando, culminó esta fascinante historia, y se dispuso a ayudar al estaño hombre a abrir la puerta de la habitación que se encontraba ante nosotros- “Este es Jason, por cierto. Es un colega de la orden. Fue él el que se coló en este infierno para poder sacarnos de aquí”- El tal Jason solo se limitó a saludarme con la cabeza con una leve sonrisa, antes de seguir enfrascado en la ardua tarea de abrirnos la cerradura que bloqueaba la estancia. Por mi parte le devolví el saludo sin dejar de pensar en lo extraño que parecía con ese aspecto sombrío y esa elegancia inoportuna al momento que estábamos viviendo, y el embrollo en el que me había metido sin quererlo en ningún momento.


Después de varios intentos, logramos tirar la puerta abajo, y colarnos en la sala sin mucha demora. Según el tal Jason, en ella había una salida que daba a la parte posterior del hospital. Solo debíamos atravesarla para poder acceder a dicha zona, y colarnos después por la escalera de incendios para lograr salir del exterior. Parecía sencillo, solo debíamos cerciorarnos de que nadie nos viese. Así que vigilando nuestras espaldas nos dispusimos a cruzar  su umbral donde nos encontraríamos con la realidad más cruda de todas.

En cuanto cruzamos la puerta, un intenso olor dulzón a hierro me hizo retroceder. La estancia se encontraba en la más absoluta de las penumbras pero, gracias a a la luz del pasillo que se filtraba en la habitación, pudimos visualizar el escenario dantesco que se abría ante nosotros. Lo que parecía un simple habitáculo de hospital se había transformado en una sala llena de símbolos arcanos dibujados con una especie de sustancia roja pegajosa, que parecía ser sangre. Rudas cadenas oxidadas se sujetaban a las paredes, y unas extrañas máscaras de color ennegrecido, apiladas en un rincón acompañaban a los símbolos en la habitación más terrorífica que había contemplado hasta la fecha.

En cuanto visualicé dicho escenario me pegué a la pared de manera instintiva a modo de protección, mi mente era incapaz de procesar dicha imagen, y me dejó completamente atónito sin saber el por qué esta atrocidad estaba implantada en lo que parecía un hospital ordinario.

Al ver mi reacción, Jason le hizo un gesto a Henry para que me tranquilizase, mientras él seguía con su tranquilidad particular, buscando la salida que nos llevaría al otro lado del edificio. - “Tomek tranquilo, estás a salvo. Aún faltan unos minutos para que se den cuenta de que no has sido capturado y vayan en tu búsqueda. Debemos apresurarnos para ganar el mayor tiempo posible antes de que puedan encontrarnos”.- ¿A salvo?, ¿capturado?, las palabras de Henry resonaban como un eco distante en mis oídos mientras me encontraba en una especie de parálisis nerviosa. Todo mi cuerpo comenzó a ser como una cuerda tensa de la cual yo era presa. No era capaz de poder decir ni una palabra, y mi respiración entrecortada comenzaba a marearme. Esto comenzaba a superarme. La correlación de los acontecimientos estaba haciendo trizas mi espíritu.

Estaba a punto de derrumbarme. Sentía mis piernas flaquear ante la presión que reinaba en mi interior, pero por suerte, una mano firme sujetó mi brazo con rigor, y me dio las fuerzas necesarias para sostenerme en pie. Era Jason, había encontrado la salida y me arrastraba literalmente, hacia ella. - “Escúchame bien porque solo lo explicaré una vez.”- Jason me hablaba con una voz tan profunda y seca que tenía un cierto tono amenazante en su impertérrita tranquilidad - “No se quién eres ni que haces aquí, pero has venido al lugar equivocado en el momento equivocado. Estos tipos son peligrosos. Más de lo que tu diminuta mente de ciudad pueda procesar. Si te mantenían con vida en esa infame habitación de hospital, era para entregarte más tarde como sacrificio a lo que ellos llaman los dioses primigenios, en un intento de salvar sus insignificantes vidas”- Sus palabras iban calando en mi como una gota helada de un frío día de invierno en la desnuda piel. Intenté explicarle como me habían intentado convencer de que todo estaba en mi cabeza, y la dichosa cena de navidad para buscarle a todo un sentido, pero él solo se limitó a decirme - “Es la misma historia que les cuentan a todos los cazadores, se inventan una excusa para desmoralizarles. Les atiborran a calmantes para que apenas puedan moverse, y los mantienen con vida lo suficiente para llevarles a su muerte en alguna fecha señalada ¿o acaso crees que si fueran unos médicos ordinarios, iban a dejar que un enfermo mental anduviese a su aire por el hospital después de un intento de fuga?”- después de lanzar la pregunta frenó su andadura para mirarme fijamente - “sé que puede resultar duro, y más para un extranjero como tú. Pero ahora ellos te consideran uno de los nuestros. Así que compórtate como tal, y salgamos de este apestoso lugar de una maldita vez”- me soltó al fin, y proseguimos la huida hasta la parte posterior del hospital donde se encontraba la esperanza de la salvación a unos pocos pasos de distancia.

Avanzamos unos metros por un corredor maltrecho que parecía haber sido fabricado para unir las dos partes del edificio en un época más gloriosa. Aún no entendía como conocían tan bien la infraestructura del hospital pero no se podía decir que no me viniese a la perfección. En menos de quince minutos habíamos evitado los puntos concurridos y estábamos deambulando por la zona sur en busca de las escaleras de incendios que daban a la parte exterior del edificio. - “A éstas alturas ya deben haberse dado cuenta de nuestra huida”- dijo Henry mientras avanzábamos a paso ligero por lo que parecía una planta ordinaria de hospital. - “Debemos darnos prisa si no queremos tener problemas”- Jason se limitó a asentir con la cabeza y aceleró el ritmo. Parecía saber muy bien a donde nos dirigíamos. Yo por mi parte me limité a exprimir el aguante de mi maltrecho cuerpo, siguiendo el ritmo de los demás.

Después de lo que parecieron unos interminables minutos zigzagueando por oscuros pasillos, encontramos una sala de consulta que tenía una especie de escalera adosada a la parte posterior de la ventana. Solo necesitábamos cruzar su pórtico clausurado, y podríamos salir de aquí. Henry y Jason se pusieron a manipular la cerradura mientras yo vigilaba nuestras espaldas. Era increíble que estuviésemos tan cerca de la libertad. Casi era capaz de palpar la sensación de triunfo que nos embargaba a los tres en esos momentos. Unos cuantos pasos más y estaríamos a salvo por primera vez en mucho tiempo. La cerradura se resistía pero gracias a la habilidad de Jason lograron abrirla a tiempo de que nadie nos alcanzara en el pasillo. Lo que ignorábamos es que al abrir la puerta terminaríamos con la espera de nuestros captores.


-“Buenos días caballeros, me alegra verles tan recuperados y llenos de ánimo en esta noche tan... festiva”- El doctor Hyter se encontraba dentro del despacho con el rostro triunfante de la victoria. Su atuendo reflejaba en la penumbra de la noche mientras el reflejo de sus cristales ópticos le daba un aire más amenazador si cabía. Sabía desde el primer momento a donde nos dirigíamos, simplemente atajó y se dedicó a esperarnos al filo de la esperanza para desmoralizarnos más si cabía. Se le notaba glorioso ante su captura, nos observó uno a uno con una amplia sonrisa, y se permitió danzar a sus anchas por la sala mientras nuestras caras atónitas llenas de resignación le seguían por su paseo en alerta por si le ocurría hacernos algo.

- “oh, vamos, no me pongan esas caras. ¿De verdad no se esperaban que en toda su aventura no había nadie que les vigilase? Que inocentes”- Nuestro enemigo sonrió para sí mientras se metía la mano en el bolsillo y sacaba de él un pequeño revolver. - “Ahora si hacen el favor de dar media vuelta se lo agradecería. Tenemos muchas cosas que hacer esta noche con ustedes”- Alzó la mano señalándonos la puerta, y no nos quedó más remedio que obedecer. Con el sentimiento de la derrota azorándonos el pecho, nos dimos media vuelta y comenzamos a andar, pero justo antes de que el doctor Hyter nos alcanzara, Jason nos susurró de manera casi inaudible - “En cuanto lo tenga agarrado huid sin mí”. Fue apenas un segundo lo que duró la frase pero hizo que la sangre helara todo mi cuerpo. Lo miré con una expresión atónita mientras él parecía de lo más tranquilo con su vista fijada en la lejanía. Henry por su parte le miró de reojo, y se acercó lo más posible a mí sin razón aparente. El doctor Hyter parecía no haberse enterado de nada. Con paso seguro se encaminaba detrás de nosotros con la pistola en ristre ganando terreno a cada paso que daba. Fue cuando al situarse a nuestras espaldas cuando Henry captó su atención diciéndole - “Púdrete en el infierno asqueroso matasanos”- En ese mismo instante, su brazo me apartó de su camino mientras el furioso Hyter se disponía a apuntarnos con la pistola y Jason, aprovechando la ocasión, lo agarraba desde detrás lanzando a ese musculado doctor al suelo en una aparatosa caída para ambos. Henry me mandó correr hacia la escalera mientras él recogía la pistola, y me seguía a unos pasos. Jason por su parte, lo intentaba pero Hyter aun tumbado lo tenía aprisionado, y ambos se enzarzaban en una lluvia de puñetazos para ver quien saldría victorioso. Temí gravemente por Jason pero si Henry había decidido seguir su voluntad yo también debía hacerlo para que todo esto llegase a buen puerto. Entramos en el despacho sintiendo los estragos de la pelea a nuestras espaldas, y salimos a la escalera de incendios donde la libertad nos aguardaba con la mayor esperanza de nuestra salvación.

Bajamos las escaleras con premura, y nos encontramos con una tierra gélida que daba la bienvenida a nuestras zapatillas con un húmedo crujido. Observando el panorama solo nos quedaba cruzar el césped y saltar valla que separaba la institución del pueblo. La oscuridad era total y Jason seguía sin aparecer por las escaleras, así que junto a Henry nos dedicamos a abordar algún rincón donde poder escaparnos. - “Según la información que me dio antes de encontrarte, la verja tiene un agujero cerca de la parte oeste. Si queremos pasar desapercibidos, debemos ir pegados a la pared sin sobresalir por la ventana, ¿me has entendido Tomek?”- Henry se me quedó mirando a la espera de una respuesta. Por su puesto que le había entendido, y así se lo hice saber, pero también expuse mi preocupación por dejar a Jason atrás. Por suerte, Henry ya había pensado en todo y me calmó con sus palabras - “Claro que vamos a esperarle. Si alguna vez me ves abandonar a un amigo a su suerte, te pido que me pegues un tiro. Solo vamos a esperarle junto a la salida para no perder tiempo. Si nos quedamos por aquí seremos como gallinas torpes en un corral. Venga vamos”- Henry me apresuró a seguirle bordeando el edificio, como había expuesto con anterioridad, hasta que encontramos unos matorrales donde detenernos. Pasaron unos diez minutos en la fría intemperie cuando una alarma comenzó a resonar por toda la zona. Nos habían descubierto. Hyter debió ganar la pelea y se fue corriendo a alertar a los demás. Podía ser incluso, que ya estuvieran a punto de cogernos. Estábamos en un callejón sin salida del cual solo podíamos huir si nos íbamos en ese momento. Sin dudarlo un segundo Henry y yo nos pusimos de acuerdo en que esperaríamos a que Jason regresase, o nos íbamos todos, o no nos íbamos ninguno. Sentimos las puertas principales abrirse y ya nos temíamos lo peor cuando la figura de Jason malherido apareció a nuestra derecha. - “Se dónde está la salida. Seguidme”- Nos apresuramos a seguirle aliviados de que estuviese bien, y juntos logramos huir de ese infierno blanco que nos capturaba.

Esto es todo por hoy. Si alguna vez visitan Dunwich no se olviden de evitar el sanatorio Saint Helling, en él se alberga la locura más insana de todas. La desesperación.
Le desea felices y prosperas fiestas.
Tomek Sikorski

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