viernes, 25 de noviembre de 2016

31. Tras las puertas de lo irracionable.

Nota: Treintaiunavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1


Accedimos pues, todos juntos mediante unas portillas chirriantes algo endebles de madera, al conjunto de casas construidas con el mismo anodino material que nos daban la bienvenida con alguna que otra luz encendida desde su interior. Al parecer nuestro escándalo de ahí fuera había despertado a algunos de los vecinos de mis captores haciendo que curioseasen desde las ventanas nuestra improvisada visita tan inesperada por todos los miembros de la aldea.

Por raro que parezca nadie salió si quiera a ver si sus compañeros estaban bien aunque nuestros ropajes sugiriesen que habíamos salido recientemente de un gran enredo. Todos permanecieron en sus casas observando atónitamente desde la seguridad del acristalado hasta que uno de los campesinos que venía en nuestro grupo se atrevió a decir. –“¡Ya no hay peligro! ¡Podéis salir todos!”- Fue entonces cuando automáticamente una afluencia de gente abrigada con lo que podía y sujetando unas velas como lumbre comenzó a salir de sus hogares cautamente para observar la escena que se les presentaba de sorpresa entre sus tierras.



En el grupo donde yo estaba reunido todos esperaban pacientes la reacción de sus compañeros confrontándolos en hilera para hacerse claramente visibles entre la escasa luz que nos acompañaba. Esta no tardó en hacerse llegar de una manera claramente atronadora. La gente al vernos a Cameron y a mí tan distinguidos de sobremanera con nuestro vistoso vestuario que resaltaba notablemente entre la uniformidad de los suyos, empezaron a hacerse preguntas iracundas sobre nuestra intencionalidad de visitarlos a estas horas intempestivas de la madrugada.

Comenzaron a lanzarse preguntas entre ellos que apenas podía distinguir entre el tumulto de voces que se alzaban alarmadas en torno a nuestra presencia. Tan solo algún –“¿Han venido a por nosotros?”- o –“Pero, ¿qué hacen estos aquí?”- llegaban nítidos a mis oídos haciéndome saber de inmediato que tampoco éramos tan cordialmente recibidos como habría pensado en un pasado antes de encontrarme con la fatalidad de sus gentes instantes antes en la espesura del mortecino bosquejo que separaba nuestros diferenciados mundos afincados en la misma tierra.

Mientras uno de los acompañantes intentaba mitigar los ánimos de los presentes yo me dediqué a esperar en silencio mientras observaba el devenir de los acontecimientos. Sabía que si decía algo a nuestro favor la cosa se pondría realmente fea como ya había sucedido antes de que la bestia nos atacase furtivamente en las lindes de sus dominios. En mí estaba claro que no confiaban de antemano, pero si explicaba la situación uno de los suyos podría ser que sí entrasen en razón mediante sus clarificadoras palabras.

-“¡Eh! ¡Callaos! ¡No os he llamado para que arméis este jaleo! ¡Peter acaba de caer, y Lucas está gravemente herido! ¡No tenemos tiempo que perder! ¡Tenemos que organizarnos! Vamos a ver ¿quién puede vigilar a estos dos mientras tratamos las heridas de Lucas? ¿Eh? ¡No os oigo, joder! ¡Centraos y hablad de uno en uno!”-

El campesino se desgañitaba gritando improperios para hacerse escuchar, mientras desde el otro lado las incredulidades y las molestias seguían volando hacia nuestra dirección como dardos envenenados de diversa índole que tan solo tenían en común la molestia acusada por la incomodidad que les causaba nuestra presencia establecida en sus preciadas tierras. –“¿Pero por qué estáis a su lado tan tranquilos? ¡Atadles o algo!”- gritaba uno de ellos, señalándome directamente mientras otro le acompañaba exponiendo –“¿Por qué les habéis dejado entrar siquiera después de todo lo ocurrido? ¿¡¿Es que estáis locos?!? ¡Si Larson se entera de que tenemos a su hijo ya podemos darnos por muertos!”-



Las voces se unían a las acrecientes quejas que no podía seguir escuchando sin más. Una cosa era que el susto colindante a nuestra presencia acarrease unos minutos de desconcierto pero esto ya era pasarse. Nosotros habíamos venido a verlos por propia voluntad aguantando de por medio de horrendas calamidades para ahora tenernos que enfrentarnos a una muchedumbre totalmente volcada en nuestra contra sin causa alguna. Debían saber al menos nuestras intenciones para que luego debatieran en consecuencia nuestra manera de actuar para con nosotros en estos delicados momentos.

Para ello rompí con mi anterior protocolo de no interactuar en esta situación tan delicada, y  alcé la voz para hacerme oír entre el tumulto establecido en esta locura de noche que parecía no tener fin. –“Por favor. Por favor, escuchadme. Hemos venido a hacer un trato. Nada más. No hace falta que os sintáis tan amenazados. De verdad… si tan solo me dejaseis hablar un min…un minuto comprenderíais que…”- Nada. No había manera. Todos estaban enfrascados en sus quejas que mis ecos pasaban totalmente desapercibidos en el tumulto de voces que se había originado con la espontaneidad del momento. Tan solo un campesino pareció haberse decidido a contestar a mi propuesta de la peor manera inimaginable.

-“¡Tú cállate cazador que aquí nadie te ha llamado para que vengas con tus ropas caras a traernos la muerte a nuestras tierras! ¡La próxima vez que te vea abrir esa bocaza os mato a los dos y acabo con esto de una vez por todas!”- El viejo hostigador levantó el puño tras sus palabras haciéndome ver que sus amenazas iban completamente en serio para nuestra desgracia. Yo por mi parte tan solo atraje al chico hacia mí a modo de protección pensando que estaba todo nuevamente perdido. Antes, con una decena de hombres había podido ingeniármelas para lidiar a duras penas con ellos, pero ahora con todo un pueblo en mi contra empezaba a plantearme de nuevo que no había solución posible para intentar una conciliación con el bando contrario por mínima que fuese en la comprensión de nuestra situación.

Cansado, iba a informar de todo esto a los campesinos que seguían pidiendo calma a mi lado de la batalla. Pero en cuanto intenté hacerme oír entre las quejas de los campesinos, una voz femenina claramente reconocible irrumpió con fuerza entre el alboroto expuesto, haciendo que milagrosamente todo el mundo captase su atención ante la atonitación que dejaban sus palabras en el aire.

-“En realidad sí que alguien los ha invitado a venir a nuestras tierras. Yo misma estaba presente cuando Freyja se abrazó a ese tipo estirado y le dijo que por favor la ayudase, ¿verdad Freyja?”- En cuanto la compañera de Freyja completamente visible desde mi posición anunció tal misiva, centenares de ojos comenzaron a buscar a la muchacha entre la multitud haciendo cuestiones imperiosas sobre su supuesta implicación con nuestra repentina aparición. Al principio he de decir que me constó dar con su paradero, ya que todo el mundo parecía moverse demasiado en la búsqueda y eso estaba poniendo claramente nerviosos al resto de los campesinos que estaban a mi lado, haciendo que se preguntasen audiblemente que relación tenía la chica en todo esto. No fue hasta que alguien la empujó al frente cuando la pude ver nítidamente en medio de sus vecinos claramente asustada ante lo que se le veía encima por parte de aquellos rudos hombres que ella consideraba apasionadamente de los suyos.

Nada más verla la gente se le echó encima inmediatamente para someterla a una rueda de preguntas caóticas a la que solo respondía con balbuceos. Desde la distancia pude ver como lo pasaba claramente mal en ese momento tan difícil para ella. Sus respuestas no pasaban de las dos sílabas antes de ahogarse en sollozos que reprimía con las manos, mientras los campesinos no le dejaban ni un respiro entre una respuesta y otra. Ignoraba porque su compañera había podido echarla a ese enjambre de bárbaros tan así por las buenas, sin hacer si quiera nada por defenderla cuando ella misma la había acompañado en la mañana a nuestro hogar, para escuchar su petición hacia mi persona de una manera tan neutral, que creía que estaban juntas en el mismo bando, de la misma manera en que podíamos estarlo mis amigos y yo en cualquier situación similar, en que llegado el caso se nos hubiera podido presentar a la contra en una situación similar a la vivida.

Parece ser que una vez más me había equivocado en mis predicciones, ya que mientras la chica lo estaba pasando realmente mal, la mujer estaba de pie mirando hacia su dirección sin hacer absolutamente nada para detener el tremendo sufrimiento que estaba atormentando su amiga injustamente por su culpa.

Fue ahí donde decidí romper una vez más con mi tentativa de mutismo al ver que una injusticia de tal calibre se exponía delante de mis narices de una manera tan maliciosamente abusiva. No iba a permitir que en mi presencia se tratase así a una persona inocente por muy poco que me concerniese el asunto, así que intenté gritar todo lo que pude para hacerme oír en medio del tumulto de una manera un tanto impropia en mi persona, e intenté exponer con firmeza los hechos desafortunados que nos habían traído hasta aquí de una manera claramente sentenciadora. –“¡No hostiguéis tanto a la pobre chica que esto no tiene nada que ver con ella! ¡Nosotros hemos venido aquí solo por fines asociados a nuestra causa. Si queréis hacer negocios con nosotros estamos abiertos a la discusión. Sino decídmelo que no perderemos ni un segundo más en estas tierras. Nos iremos por donde hemos venido y no nos volveréis a ver jamás!”-.  

En cuanto formulé la sugerencia mil improperios se volvieron hacia mí de una manera totalmente aplastante dejándome ver que ni con mis advertencias podría conseguir nada en claro de ellos. Esta gente parecía no ser capaz de comprender toda la magnitud que implicaba el asunto por mucho que les insistiera en su importancia, así que solo me quedaba cortar por lo sano e irme con el chico hacia un lugar mejor fuera de dichos límites tan hostiles.

Sabía que era un pensamiento totalmente radical pero no me cabía otra si quería salvar la poca ventaja que aun sacábamos a Larson y compañía con nuestra huida hacia otras tierras desconocidas. Miré por ello a los asistentes de la reunión por última vez, y sin decir una palabra me giré con rapidez, tirando suavemente del chico para que siguiera mis pasos, y juntos comenzamos a ir hacia la portilla de la entrada mientras los gritos aumentaban de volumen al ver nuestra determinada acción sentenciadora. Al escucharlos hice oídos sordos y seguí firmemente hacia adelante. No estaba dispuesto a seguir en este juego banal en el que todos salíamos perjudicados mientras el tiempo corría en nuestra contra. Me iría hacia algún lugar a pasar la poca noche que nos quedaba y ya por la mañana idearía un nuevo plan que nos sacase de ese atolladero en el que estábamos totalmente implicados.

Tenía todo totalmente definido en mi cabeza. La recomposición de los nuevos hechos me dejaron ver que otras posibles opciones podrían abrirse ante mí como un nuevo abanico de opciones. Aquí ya todo estaba perdido. O al menos eso pensaba yo, pues al iniciar mi marcha, una voz cascada por la edad detuvo tanto mi avance como el estupor de sus compañeros con estas chocantes palabras que desentonaban vivamente entre la uniformidad de los improperios establecidos por el resto de los campesinos. -“Espera muchacho no te vayas. Eres el único que puedes sacarnos de la terrible angustia que vivimos cada día”-.



En cuanto escuché sus palabras volteé mi cabeza hacia la dirección de la voz en busca de mi alentador, quedándome súbitamente helado por la sorpresa al ver la estampa que se desarrollaba ante mis ojos. En ella una señora invidente de avanzada edad que miraba hacia la nada con sus pupilas blanquecinas se intentaba abrir paso entre la muchedumbre para dar la cara de su autoría mientras sus compañeros ya le rebatían aunque de manera más comedida, sus extrañas palabras. Al principio sentí lastima de la pobre mujer pero para mi sorpresa esta no se achantó ante sus semejantes. Sin apresurarse la anciana ignoró el tumulto de voces que la rodeaban y siguió hablando sobre las evidencias más claras que se habían pasado por mi mente nada más ver el caos montado por esas extrañas gentes que tan solo expresaban hostilidad hacia mi presencia.

–“No me gritéis. Por mucho que os duela, estos chicos han venido a plantearnos una alternativa al desastre que se nos viene encima. Puede que al final no llegue a nada, pero al menos deberíamos escucharlos para ver si lo que nos proponen nos beneficia. Además habéis dicho que Lucas está malherido y no le he oído decir nada en todo lo que llevamos aquí parados. Seguro que apenas puede mantenerse en pie. Se nos va a acabar desmayando mientras nos dejamos la piel gritando. Yo propongo que nos vayamos todos a dormir que ya son horas, y mañana ya seguimos discutiendo los problemas que tenemos encima. Los forasteros pueden quedarse en nuestra casa. Asumo el riesgo. Sé que si Freyja fue a pedirles ayuda no pueden ser tan peligrosos como decís.”-.

Todos la miraron atónitos incluido yo. No podía creer que la única persona con sentido común en medio de esta vorágine de locura nos estuviera ofreciendo cobijo después de escuchar las duras increpaciones de sus compañeros. Era un gesto digno de admirar y más en esas circunstancias tan duras para con nosotros, por lo que no lo dudé ni un segundo en exponerle mi gratitud ante su gesto tan sumamente compasivo hacia nuestras personas. –“Tanto Cameron como yo le agradecemos su generoso ofrecimiento señora. Le aseguro que la molestaremos lo menos posible para no causarle más molestias de las necesarias”-.

En cuanto expuse mis agradecimientos muchos de ellos volvieron a mostrarse indignados por el transcurso de los acontecimientos, pero para mí alivio no solo nosotros estábamos de acuerdo con dicha conclusión, sino que uno de los campesinos que me habían encontrado en el bosque y me había custodiado hasta entonces, habló por primera vez para exponer la siguiente conclusión –“Cleo tiene razón. Deberíamos irnos a dormir un poco para despejar las ideas. Este tipo es bastante raro pero si ella quiere tenerle en casa es su decisión. Venga, que sigan los de la siguiente guardia que la nuestra ya se ha acabado desde hace un buen rato”-.

En cuanto el aldeano habló no todo el mundo parecía estar conforme con la decisión pero al menos la mitad de ellos sí comenzaron a irse hacia sus hogares, por lo que el resto se resignó y se fue evadiendo también poco a poco, dejando la zona mucho más aliviada de lo que estaba hacía unos instantes. Yo por mi parte como no sabía muy bien que hacer, comencé a andar con el chico en dirección a la señora que ya estaba esbozando una leve sonrisa al aire mientras anunciaba su presencia con su mano en otra dirección distinta a la nuestra. En cuanto llegamos a su lado toqué suavemente su hombro para que intuyese mi dirección, mientras le exponía las siguientes palabras de cortesía para su buen gesto. –“Muchas gracias por su hospitalidad señora. Intentaré pagárselo de alguna manera en que le sea grata lo más pronto posible”-.

Al sentirme se dio la vuelta hacia mi ubicación totalmente risueña exponiendo –“De nada muchacho. No tienes que darnos nada con vuestra presencia nos basta, que desde que estamos las dos solas es todo muy aburrido. Venga preparaos que en cuanto llegue mi nieta nos iremos a casa a descansar que ya son horas”-. Al oírla sonreí innecesariamente ya que estaba enfocando sin ver a la lejanía detrás de mi espalda, y me dispuse a esperar a la otra compañera que compartiría lecho con nosotros. Por suerte no se hizo de rogar, pues para mi sorpresa, la propia Freyja se abría hueco hacia nosotros con paso rápido y sin decir palabra. Al verla pensé en saludarla con la mano, pero ese pensamiento quedó abortado al ver que me ignoraba completamente centrándose solamente en la señora que nos acompañaba. En cuanto llegó a nuestro lado la agarró del brazo y con un escueto –“Vamos abuela que es tarde y hace frío”- se encaminaron hacia las profundidades de las hileras de casas que rodeaban del campo, seguidas por mí y por el cansado chico que ya le costaba mantener el ritmo frenético al que habíamos estado sometidos toda la noche.



Caminamos a paso algo lento pero no tardamos en llegar a una casita de madera idéntica a las demás que la rodeaban excepto por unas florecitas plantadas alrededor de la puerta principal. Cuando entramos la señora ya estaba dirigiendo las cosas para que pudiésemos descansar lo más pronto posible en su humilde hogar. –“Espero que no os importe compartir un cuarto. Solo tenemos dos habitaciones así que Freyja dormirá conmigo para dejaros su zona de la casa para vuestras cosas. El baño está al final del pasillo y la cocina es esto que veis. Usad todo lo que queráis. Freyja, os dará todo lo que necesitéis para instalaros. Yo os veré ya por la mañana que como siga despierta mucho rato más mañana no podré ni levantarme de la cama. Qué tengáis todos buenas noches.”-.

La señora volvió a sonreírnos al sentir nuestro despido de vuelta y ayudada por un bastón que le había pasado su nieta se fue hacia un cuarto que daba a la derecha. Freyja sin embargo nos condujo hacia la izquierda sin decir una palabra hasta que llegamos a una habitación sencilla pero funcional en la que no reinaba ningún detalle que desvelase que allí dormitaba una chica de su edad. Al entrar la muchacha comenzó a sacar mantas y paños limpios que soltó abruptamente encima de la cama diciendo –“Con esto será suficiente. No me toquéis nada y no intentes alguna locura de las tuyas porque te mato. Aviso”-.

Sabía que estaba nerviosa por la inseguridad que le daba el tenernos en su casa así que no quise ponerle las cosas más difíciles explicando mis intenciones. Tan solo asentí y le di unas buenas noches que solo fueron respondidas con un portazo bien sonoro tras su salida. Parecía que tras su marcha todo había acabado ya. Solo me quedaba acostar a un Cam destrozado que me miraba cabizbajo sin enterarse como siempre de lo que estaba ocurriendo en dichos momentos de desconcierto para ambos.

Si digo la verdad yo también estaba completamente exhausto después de todo lo terriblemente vivido, así que no me demoré mucho en asearnos y prepararlo todo para empezar nuestro merecido reposo. En el proceso me había propuesto no pensar ni en Peep, ni en nadie más. Debía focalizarme en descansar y nada más, para que al día siguiente pudiese seguir con el plan establecido de ayudarlos a todos en la medida de lo posible.

Yo había dado un paso enorme viniendo hasta estas tierras de la mano del chico, y no podía echarlo todo a perder por un mal humor fruto de un insatisfactorio descanso. Debía centrar la mente y confiar a ciegas en que el resto y sobretodo Jason, estarían haciendo las cosas bien en estos momentos en los que estaban enfrentándose a sus demonios por cuenta propia mientras yo estaba postrado en el suelo amoldado para el descanso intentando conciliar la inconsciencia de una vez por todas.

Fue así como dejé que mis pensamientos me amortiguasen las preocupaciones dejando que poco a poco el sueño me invadiera por completo en el final de una noche que se nos había presentado totalmente apocalíptica con la escapada de mi amigo que paradójicamente fue el principio y el fin de mis pensamientos en esa madrugada de octubre donde ya nada será lo que fue en nuestros momentos gloriosos de antaño.

Esto es todo por hoy, si se adentran en estos tortuosos parajes no olviden que aunque todo esté perdido siempre habrá alguna luz en la lejanía que guíe tu camino en esta terrible oscuridad llena de horrores.
Con afecto.

Tomek Sikorski

viernes, 18 de noviembre de 2016

30. Bajo la presión de la nocturnidad (Tercera parte).

Nota: Treintavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del treintavo capítulo pulse aquí:  Primera parte


Antes de traspasar los bordes del poblado yo iba totalmente confiado de que todo saldría como era conveniente. Sabía que si hacía las cosas como debía y exponía los hechos con claridad no habría ningún problema al que atenerse a parte de la negociación vigente. Pero he de decir que me equivocaba enormemente. No solo la entrada se nos antojó un tanto dificultosa tanto para mi amigo como para mí, en el estado exhausto en el que nos encontrábamos, sino que además, a parte de los inconvenientes ya relatados, no me esperaba ni por asomo que las personas de ese lugar parecieran más insanas e irracionales que cualquiera que hubiese estado ingresado en el sanatorio de Dunwich por verdaderos motivos razonables.

Todo comenzó cuando ya estábamos en frente del poblado que conformaban los campesinos. Al ver por fin sus lindes me extrañó que en una noche tan cordial como la vivida, sus delimitaciones estaban totalmente reforzadas por sus gentes en un intento de barrera humana para no dejar entrar a nadie ajeno a sus tierras. Más tarde me enteraría de que ese procedimiento se iba efectuando por turnos cada noche en una ley de seguridad ordinaria que se había impuesto desde la quema de sus terrenos hacía ya casi una década. Pero ese no era el punto a seguir en esa taciturna noche. El que sí debía ser tocado, y en el que yo no había reparado hasta ese preciso momento por tener una cordura diferente a la de esas gentes, era lo que iba a pasar en cuanto vieran que mi persona y sobretodo Cameron que era el hijo de su querido alcalde, apareciéramos por sorpresa en sus cercanías como rehenes de esos tipos que nos acompañaban llenos de orgullo.

En cuanto nos visualizaron los gritos ahogados de sorpresa acompañados de unos cuchicheos de asombro completamente audibles pasaron a ir subiendo rápidamente de tono de forma notable hasta formar parte de un griterío de júbilo y una muchedumbre completamente enloquecida por la locura, que se nos acercaba a pasos agigantados hacia nuestra dirección, mientras sus amigos situados a nuestro lado les correspondían horriblemente con las mismas misivas.



Al ver lo que se avecinaba en medio de ese caos reinante, observé con nerviosismo a nuestro alrededor para sopesar la situación. Me había confiado demasiado y no había previsto una resolución tan fatalista como la que estaba teniendo lugar en estos instantes. No tenía duda alguna de que llegado el caso podría defenderme notablemente si a algún malnacido se le ocurría hacerme algo llevado por el impulso de la emoción, pero también sabía que el chico no podía decir lo mismo que yo. Mientras lo observaba podía notar como su nerviosismo iba en aumento hasta tal punto que temía que en el momento en que aflojaran un poco su agarre se escapase de nuevo creando el caos absoluto entre esa panda de maniáticos.

Por ello, solo se me ocurrió la única solución que se me antojaba posible en esos momentos aunque no fuera la más factible para mi persona. Comprendía que ahora mi prioridad era proteger a mi amigo impedido por encima de todo, así que sin pensármelo demasiado para no descartar la descabellada idea que cruzaba mi mente en esos momentos, aproveché el descuido momentáneo de mi captor dado por el calor del momento, y saqué mi arma del bolsillo para alzarla al aire y disparar al cielo dos balas consecutivas, las cuales silenciaron de inmediato el júbilo creado por nuestra llegada de una manera totalmente instantánea en el que una decena de personas pasaron de verme como un rehén importante, a un enemigo peligroso que cargaba contra ellos en esa tensa estampa que yo mismo había creado con mis osados actos al cielo.

En cuanto escucharon los disparos todos parecieron cubrirse de alguna manera agachándose en un intento de esquivar de manera instintiva el impacto que en realidad no iba dirigido a ninguno de ellos. Ese fue el momento clave donde aproveché su desconcierto para echar a correr en dirección a Cameron que se revolvía más que nunca en un intento de escapar de esa terrible locura.

Una vez a su lado me delimité a agarrarlo por el brazo y a tirar con cierta brusquedad de su cuerpo para poder sacarlo del lado de su semi recuperado captor que al verme intentó frustrar mi tentativa sin éxito alguno ya que increíblemente, al verme luchar por él, el chico se unió a mi fuerza para venirse conmigo, dejando al campesino totalmente sin recursos a la hora de vencer en esa corta lucha en la que nos habíamos metido los tres en cuestión de segundos.

Gracias al conjunto de nuestras fuerzas logramos rápidamente librarnos de su captor que bramaba de furia al ver su autoridad truncada, y nos alejamos rápidamente sin perder el tiempo, para no ser raptados nuevamente por la muchedumbre que había empezado a rodearnos con gran furia en la mirada al sentirse indignados por nuestros actos más osados. Yo al verlos, agarré a Cameron firmemente por el brazo, y comencé a alejarme de su círculo mientras les exponía la siguiente sentencia. –“He venido aquí por voluntad propia con el chico para intentar hacer un trato con vosotros acerca de este tormento que nos afecta a todos, pero como vea que volvéis a amenazarnos con vuestra peligrosidad os juro que no tendré piedad. Os dispararé para protegernos aunque me lleve la vida en ello”-.

Mientras exponía tales ecos avanzaba hacia atrás con la vista fijada en mis contrarios que intentaban cautelosamente acortar distancia entre nosotros sin dejar de mirar silenciosamente hacia nuestra ubicación. Por raro que parezca al saber que nos sobrepasaban ampliamente en número, no veía que tuviera todas las de perder conmigo. Salvo por los dos individuos que nos habíamos encontrado en el bosque, solo otro llevaba consigo un revolver y no parecían ninguno muy sueltos a usarlos. Los demás estaban ataviados con rastrillos y demás indumentarias que podría sortear sin problemas, por lo que veía que solo tenía que mantenerme firme en mis convicciones e intentar salir de ahí si la cosa se ponía fea. Lo que no esperaba es que mientras lo intentaba hubiese un incidente mayor que por medio del caos formado, se hubiera instalado entre nosotros sin darnos cuenta, esperando dicha oportunidad para hacer aflorar su maldad en medio de esa infructuosa reunión que estaba teniendo lugar en medio de dicho descampado desolado apartado de la civilización durmiente, que en esos momentos nos era totalmente ajena a nuestros oscuros designios suspendidos en el aire frío del otoño tardío.



Bajo ese tenso mato que nos envolvía intenté volver a exponer mis explicaciones sobre lo que quería de este encuentro pero al ver mis intenciones uno de los aldeanos me frenó en seco con el siguiente mensaje amenazador. –“Será mejor que te calles y colabores cazador, o no tendremos piedad con vosotros dos por muy protegidos que estéis”-.

Esa era mi sentencia. Ya no podía hacer nada más que determinase un contacto cordial con los campesinos como yo esperaba en un principio, así que tan solo me quedaba intentar irme de una pieza antes de que se abalanzasen sobre mí y el chico hasta destrozarnos por completo. Por lo que miré a mi alrededor en busca de una salida que nos permitiese escapar de su encerrona mientras ellos aún seguían avanzando con cautela hacia nuestra dirección. Fue entonces cuando me di cuenta de su presencia al ver de soslayo los mismos ojos amarillos que caracterizaban a la anterior, y la misma curvatura que me indicaban que eran de la misma especie. Esta estaba agazapada entre unos matorrales salientes situados peligrosamente cerca del extremo izquierdo del semicírculo que los campesinos habían creado para rodearme.

Al verla me di cuenta de que lo que se nos venía encima era algo mucho más grande que aquella trifulca originada por una exaltación poco menos que desacertada. La bestia oculta entre la naturaleza, aguardaba su momento para dar paso a la destrucción del corrillo en cuanto tuviese la más mínima oportunidad de atacar. Por ello, al desolarme por completo ante esta inminente amenaza, mi mente cambió inmediatamente sus prioridades haciendo que todo lo que me rodeaba quedara rezagado a un segundo plano, y con un escueto –“¡Cuidado!”- de advertencia, desaté sin querer toda su furia contra los hombres que estaban demasiado ocupados temiendo a mi persona como para haberse parado a pensar que quizás un mal mayor les acechaba entre las sombras.

Tras mi grito la bestia se abalanzó contra el campesino más cercano mordiéndole directamente la cabeza entre gritos y correteos que indicaban que todos la habían visualizado ya entre la oscuridad de la noche. En cuestión de segundos se había instalado ya el caos más absoluto llenando la estancia de sangre, empujones, y caídas en un intento de salvar la vida por todos los medios posibles. Yo por mi parte aparté la mirada del horror que me provocaba esa imagen tan dantesca, y eché a correr en dirección contraria a su posición dejando que los compañeros de la víctima fueran a por ella de inmediato y acabaran con todo ese sin dios cuanto antes, pero para mi sorpresa no lo hicieron. Al alejarme yo con el chico, estos imitaron mis actos echando a correr esta vez hacia sus dominios en una especie de huida masiva que claramente iban a perder, teniendo en cuenta de que la criatura les perseguía raudamente a ellos, y no a mí.

Al verlos me quedé de lo más estupefacto por sus actos. No entendía como no abrían fuego contra ella para salvar al resto de sus compañeros que quedaban todavía lejos del alcance de sus garras. Era algo de lo más insólito que me dejó completamente petrificado sin saber qué hacer ante el horror que se desenvolvía frente a mi persona. Al principio pensé claramente en aprovechar la oportunidad y huir a algún sitio seguro en donde nos pudiéramos esconder de tal masacre, pero al visualizar la idea mentalmente, mi moralidad comenzó a gritar a la contra en mi interior, haciéndome ver que no podía dejar que ese monstruo acabase con toda esa gente por muy mal que me hubieran tratado con anterioridad. Ellos eran víctimas al igual que yo en esa situación, así que no podía darles la espalda e ignorar su sufrimiento por muy bien que me viniese la huida en esos momentos de confusión y desolación colectiva.

Al llegar a esa determinación intenté actuar lo más rápido posible para poner las cosas en orden sin pensar si quiera en las consecuencias que acarrearían mis actos después de mi intervención. Para ello primero solté al chico dejándolo cerca de mí para comprobar que esta vez no se iría asustado con el ruido que se iba a realizar a continuación, y después, apuntando vacilante hacia la dirección de la trifulca, vacié el cargador contra la criatura que ya se abalanzaba contra la segunda persona que huía despavorida de su mortal abrazo, dejando a la bestia malherida en medio de su ataque, al acertar alguno de mis disparos contra ella.

En cuanto el resto se dio cuenta de mis actos enseguida dieron media vuelta para rematar al demonio con los utensilios de campo que llevaban como arma, dejándola en cuestión de segundos tendida en el suelo en un estado más que muerto del que no cabía duda de que no se volvería a levantar de su lecho dormitorio. Al acabarla faena todos y cada uno de ellos se giró para mirarnos al chico y a mí en un silencio sepulcral que no me indicaba ningún buen augurio.

Yo ya tenía descargada mi arma así que solo pude proteger a Cameron poniéndome decididamente delante de él para que el ataque de nuestros enemigos me diese a mi primero y el chico pudiese escapar a tiempo mientras yo apuraba mis últimos instantes de vida. Estaba dispuesto a dar la vida por él si hiciese falta. Al fin y al cabo yo le había conducido hacia esa paupérrima situación. Sabía que me lo merecía con creces, así que no me atemoricé en absoluto, y me preparé para mi final con honra en el corazón y la cabeza bien alta, pero para mi sorpresa tales ataques no sucedieron. Los campesinos tras mirarse entre ellos replegaron sus armas y con un tono más suave del utilizado con anterioridad, me expusieron una sentencia que jamás creí oír de su boca después de toda la locura vivida en su compañía. –“No entendemos porque nos has salvado pero no nos vamos a quejar por ello. Vamos entra con nosotros hablaremos de lo que tengas que hablar y buscaremos un acuerdo para acabar de una puñetera vez con esta situación”-.



Al escucharles me quedé totalmente de piedra. Lo había conseguido. Había logrado el propósito por el que a tantas cosas había renunciado al venir hacia aquí. Por fin volvía la esperanza a nuestras vidas y lo agradecía más que nunca al ver los hechos vividos en esta noche que parecía no tener fin. Estaba completamente aliviado por que se dignaran a escucharme así que, para que vieran mi conformismo a su idea, me guardé el arma descargada, y con un asentimiento de cabeza agarré suavemente a Cameron y nos unimos a ellos en la entrada de sus designios, dejando atrás toda una escena de perdida y horror que nos acompañaría desoladamente por siempre en nuestras vidas.

Eso ha sido todo por hoy. Si os adentráis en estos parajes procurad seguir a vuestro corazón. Puede que con vuestros actos llevéis la duda de la certeridad en el alma, pero siempre haréis que vuestra convicción quede patente en vuestra persona, haciendo que los demás se planteen sus prejuicios para con vosotros al ver la determinación implícita en vuestro tortuoso camino.
Con afecto.
Tomek Sikorski

viernes, 11 de noviembre de 2016

30. Bajo la presión de la nocturnidad (Segunda parte).

Nota: Treintavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del treintavo capítulo pulse aquí:  Primera parte



Cuando descubrieron mis intenciones se miraron entre ellos extrañados. Estaba claro que mi cambio de humor les había parecido cuanto menos notable en este escenario tan tirante que estábamos teniendo. Podría ser incluso que llegasen a pensar que los rumores destapados por los testaferros acerca de mi desequilibrio mental eran ciertos, pero eso a mí sinceramente me daba lo mismo. Lo único que deseaba era terminar con esto cuanto antes, a poder ser sin más percances de por medio. Así que me dispuse a avanzar por mi cuenta hacia la aldea de los campesinos al ver que la perplejidad que sufrían mis acompañantes les estaba tomando más tiempo del que podía permitirme en esta aventura.

-“Si no vais a moveros dadme al chico que nos vamos adelantando nosotros y ya os esperamos allí con los demás”- Mis palabras eran un poco directas teniendo en cuenta que nos tenían amenazados. Podría ser que el desencuentro que tanto quería evitar lo incentivase yo con mis actos. Aunque realmente ese era el menor de mis problemas ahora mismo. Lo que de verdad me preocupaba en estos momentos era la criatura que nos había perseguido hace unos minutos por el bosque, por lo que no tenía alternativa de sonar algo brusco si quería evitar males innecesarios.

Al escucharme, el que me tenía encañonado me agarró del hombro con la mano que tenía libre, mostrándome con ello un atisbo de malestar que me daba cuenta de que no le había gustado mi tono empleado con anterioridad, y con desdén expuso su esclarecedor argumento hacia mi persona en un intento de lograr recuperar el control que amenazaba con perder bajo mi insubordinación. –“De eso nada. No sé qué pretendes pero no te creas que te vas a ir de aquí sin nosotros. Venga vámonos hacia la aldea”- Su compañero al oírle asintió a su sentencia, llevando en primera línea a Cameron a su lado. Yo por mi parte iba con el susodicho del arma en la retaguardia, sintiéndome completamente vigilado por su sinuosa mirada hacia mi dirección, y sabiendo muy ciertamente que no me libraría de él en el resto del camino que nos quedaba para llegar a ese lugar lleno de misterios y esperanza.



Si soy sincero no puedo decir en qué momento exacto decidí que ir al valle de los campesinos era mejor idea que quedarme resguardado en la cabaña con Magda y Peep a la espera de las noticias que fueran llegando del exterior. Supongo que el hecho de que mi compañero se comportase tan raro, llegando a ocultarnos cosas a mí y a Jason, seguido de que Freyja y su amiga nos hubieran dicho que ellos eran capaces de curar a Cam, hizo que me decantase finalmente por ir a visitarlos en vez de buscar un plan conjunto a mis amigos como cabría esperar en un principio. Aunque si he de concretar más repasando todas y cada una de las certezas que me llevaron a este momento, se podría decir que el punto de inflexión había sido la despedida que Jason me había profesado hacía tan solo unas horas en la seguridad de nuestro cobertizo.

En sus palabras había habido un mensaje implícito que de ser descifrado certeramente como creía que lo había hecho, transmitía un terror mucho más grande que cualquiera de los horrores que hubiera podido vivir en estos parajes. Jason sin dudarlo un momento me había pedido que me marchase de este lugar. Y para ello no había reparado en la seguridad de ninguno de los presentes, ni si quiera del chico que se encontraba en ese estado tan paupérrimo después de haber pasado por las inquisitivas manos de Hyter. Eso solo podía derivar en un pensamiento muy propio de su criterio, en el que su único principio estaba focalizado en salvarnos la vida en todo momento necesario.

En todo lo que llevaba en este pueblo ni una vez lo había visto dudar en quedarse atrás haciendo frente al enemigo para que el resto pudiésemos escapar con vida. Por eso tenía claro que si sus palabras se focalizaban tanto en mi huida dejando al resto desamparados, era porque nos veía a todos y cada uno de nosotros muertos. Y al único que creía tener esperanza de salvar era a mí.

Soy consciente de que mis duras palabras pueden suponer una verdadera locura para aquél que no esté acostumbrado a estos desmesurados designios, pero para mí era algo tan claro como el agua que resplandecía en un día de verano. Teniendo en cuenta que su vida y la de Jack estaban siempre pendientes de un hilo tanto por las amenazas de los testaferros como por la de los cazadores, respectivamente. Jason parecía haberse auto impuesto una coraza defensiva que le hacía no pensar en ello a no ser que fuese totalmente inevitable. Pero en estos días, después de hablar con Larson en el ayuntamiento pude ver como su armadura se resquebrajaba al palpar el peligro inminente que corría entre ellos dos como la mecha que recorre la estela de pólvora hasta la destrucción más inminente. Después de eso pude observar sin gran asombro como su aparente tranquilidad respecto al tema de los peligros familiares se rompió del todo cuando las campesinas nos expusieron la ausencia de Jack en la casa. Ese impedimento no solo daba a mi amigo un motivo para preocuparse de su hermano, sino además por todos nosotros en general, al ser los próximos a tratar por la furia de Larson al verse despojado de su hijo por nuestro grupo de amigos.



Al conocerse la noticia, cada uno tuvo instantáneamente la marca de la muerte impresa en su alma. Jack por su traición. Jason por la cuestión de que los testaferros estaban perdiendo fuerza y su cabeza era lo que más anhelaba Larson de todos nosotros para reestablecer el orden haciendo perder a los cazadores a uno de sus miembros más amenazantes en estos tiempos inciertos. Cameron por su parte lo amenazaba su propia enfermedad que lo asolaba día y noche consumiendo su cordura a cada día que pasaba implacablemente. Magda estaba claro que aunque nos tuviese un afecto avasallador tenía el corazón dividido entre nosotros y su familia instalada del lado de Larson. Peep era cuestión de tiempo que cayese también al andar confabulando con el bando rival en busca de información. Y por supuesto mi persona que parecía estar en el ojo del huracán viéndolo todo venir de una manera imparable, y sin saber que hacer al ser simplemente un extranjero venido a menos que intentaba por todos los medios adecuarse a la incordura de este lugar, mientras todos anhelaban un pedazo de su alma para fines totalmente dispares entre sí.

En definitiva, yo era el único al que objetivamente se podía salvar mandando lejos de este lugar sin lamentar males mayores por ello. Mis amigos se las habían arreglado a la perfección en todos estos años sin estar acompañados por mi presencia, por lo que sabía a ciencia cierta que dejarlos solos no iba a marcar ninguna diferencia en sus seguridades personales. Pero eso por más que Jason quisiese no pensar en ello, no quitaba que yo me sintiese francamente mal por ello. No pensaba abandonar a nadie por más que fuera totalmente prescindible en esa escena dantesca que se abría insoldable ante mí. Así que lo único que podía hacer en estos momentos era ayudarles uno a uno en sus determinados problemas para así salvarles de cualquier atrocidad que se presentase en el camino, y librarnos al fin de esta inmensa desgracia en la que estábamos totalmente consumidos.

Por eso, después de que Jason se fuera de mi habitación comencé a pensar de la manera más objetiva que mi alma pudiese profesar, sobre quién era el miembro de los cazadores que necesitaba la ayuda más inmediata para poder salvarle a él primero de las garras de la muerte. En cuanto me expuse dicho dilema dos nombres a la par me vinieron a la mente de seguido. Estos eran Cameron y Jason.  El último acababa de irse por la puerta asegurándome que no necesitaba mi respaldo en dichos momentos, y el chico no estaba en condiciones ni si quiera de poder pedírmelo si así se diese el caso, así que me encontraba en una encrucijada difícil de resolver.

Comencé pues a darle vueltas durante horas hasta que rememorando el día pasado, me di cuenta de que podía salvarles la vida a ambos. Podía llevar a Cameron a los campesinos para que le aplicasen esa curación de la que habían hablado en el interior de la cabaña, mientras yo al dejarle con ellos iba en busca de los hermanos Avery en un intento de ayudar en todo lo que pudiese a su causa.

Era una solución completamente arriesgada pero como decía el dicho, a grandes males grandes remedios. Cameron malamente podría estar peor de lo que ya estaba, y aunque me habían hablado grandes temeridades de los campesinos, había conocido el carácter de Freyja, y aunque sabía que era un torbellino de emociones, estaba convencido de que si trataba el tema con ella llegaríamos finalmente a un mutuo acuerdo en el que nos beneficiásemos ambos. Al fin y al cabo ellos también eran víctimas del alcalde y sus designios. Estábamos por tanto forzados a entendernos para abordar el tema de que un enemigo común nos amenazaba a ambos con arrebatarnos aquello que nos era amado. Solo necesitábamos darnos cuenta de ese detalle, y afanarnos a lo que nos unía para hacerle frente a ese titán que asolaba estas tierras desesperanzadas por los horrores que la amenazaban y su dictatorial conducta.

Yo por mi parte ya había comenzado mi tentativa yendo hacia ellos, lo que el resto decidiese ya no estaba en mis manos. Me encontraba por tanto, una vez más, en manos del destino despiadado que amenazaba de nuevo con arrebatarme lo poco que tenía en este pueblo maldecido por su desdicha.



Así que sin perder el ritmo avanzamos por una ladera próxima al pueblo, atravesando todos los límites de la espesura a través de un cansancio acumulado que ya iba haciendo meya en mi persona. Ahora que ya habíamos salido de la peligrosidad de la profundidad del bosque y de la búsqueda inquisitiva de Peep, mi cuerpo comenzó a reclamar otras atenciones como el poderoso descanso que me pedían las piernas a cada paso que daba en un toque lastimero de que estaba forzando mis articulaciones más de lo que debería. Necesitaba tomar descanso pronto o mi mente comenzaría a forzarme a hacerlo. Intenté no pensar en ello y centrarme en los pasos que me quedaban por delante, ya que si pedía un respiro no solo me exponía a mostrar mi debilidad ante el contrario sino que además perderíamos un tiempo glorioso que podría ser utilizado para otros fines más importantes en el conjunto de la situación.

Al virar por la centralidad del pueblo, descendimos por un caminito de tierra hasta dar con lo que parecía un pequeño poblado totalmente diferente a la arquitectura expuesta en estos parajes. Al verlo suspiré gratamente aliviado al observar las diminutas casitas de madera que nos daban la bienvenida situadas conjuntamente en los extremos de un extenso campo que parecía brillar con luz propia. No sé si fue el consuelo que me otorgó ver que al fin llegábamos a nuestro destino, o que el ambiente era de lo más tranquilizador, que no vi venir lo que tristemente ocurrió a continuación.

Continuará

viernes, 4 de noviembre de 2016

30. Bajo la presión de la nocturnidad (Primera parte).

Nota: Treintavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1



En cuanto salimos al helador frío de la madrugada se me contrajeron los músculos del impacto. El cambio respecto al calor de la casa había sido muy brusco haciendo que el frío resultase un aliciente más en nuestros inconvenientes añadidos, por lo que tuve que frenar en seco junto a la portilla y abrocharme el abrigo que llevaba totalmente descuidado sobre los hombros.

Tras realizar dicho acto en mí y en el chico, me quedé mirando hacia la negrura inexorable que se abría ante nosotros de una manera reinante en el ambiente, bañando el campo de mi visión en casi toda su totalidad. Tan solo una luz tintineante al fondo del bosque brillaba con fulgor, indicándome con ello que Peep ya estaba retornando a la cabaña de su infructuosa búsqueda de nuestro amigo, al que de seguro no había dado alcance ni de manera mínimamente remota.



Sabía de sobra que no había dado con su paradero porque yo mismo dejé tiempo más que suficiente a Jason para huir a donde quisiese ir, antes de si quiera empezar a prepararme para efectuar mi plan, e ir a avisar a Peep de su desaparición. Así que por mucho que le hubiese buscado había sido claramente una pérdida de tiempo, teniendo en cuenta que iba con una clara desventaja de tiempo, y de conocimiento de la situación.

Eso hacía que al no preocuparme por mi amigo pudiese seguir centrándome en el chico y mi persona para acabar como es debido con el objetivo fijado para esta apoteósica misión. Ahora que tenía la dirección de Peep bien fijada en la mente, me apresuré a rodear por el borde contrario de la cabaña para llegar al bosque desde un ángulo distinto. Para ello, sujeté al chico con fuerza, asegurándome de tenerle bien agarrado para que no se me escapase en medio de la penumbra, y echamos a andar sibilinamente en medio de ese caos instalado en esa fría noche de octubre.

Debíamos darnos prisa. El tiempo apremiaba a cada paso que dábamos. Sabía que nos encontrábamos en una contrarreloj que jugaba en nuestra contra a la hora de escapar de ese dichoso lugar. Estaba seguro que en cuanto Peep regresase al hogar y se diese cuenta de que no estábamos no tardaría ni un segundo en intentar dar con nosotros en las lindes de la cabaña. Por lo que debíamos irnos lo más rápido posible, poniendo toda la tierra posible de por medio en estos momentos de ventaja entre nuestro compañero y nosotros mismos, si no quería que todo lo hecho fuese realizado en balde.

Avanzamos por la ladera contraria a su posición en un intento de pasar desapercibidos a su búsqueda, la cual parecía estar regresando de su punto finalizado en el bosque según nos informaba el movimiento de la luz avanzando hacia nuestra dirección. Al ver su aproximación creciente por momentos, tiré del chico con fuerza por el brazo y aligerando considerablemente el paso, avanzamos medio a ciegas por el terreno complicado, tropezando más de lo que debiéramos para acabar ganando toda la distancia que nos fue posible en ese ambiente tan oscurecido y mordaz.

Continuamos nuestro silencioso avance solamente interrumpido por nuestras respiraciones pesadas y el continuo movimiento de cabeza dado por mi parte para cerciorarme que nuestro compañero no nos seguía por ningún sendero alternativo. Tenía muy claro a donde dirigirme y que camino debía tomar desde el principio de la expedición. Pero la oscuridad de la madrugada y la excesiva carga de Cameron en mis brazos me hacía preguntarme con cierto temor si esta había sido la mejor manera de conseguir mi objetivo. Podía haber hecho las cosas de diferente manera. Podría por ejemplo, haberme enfrentado a mis compañeros de cabaña ante mi decisión de irme con el chico antes de hacer una locura como la que estaba haciendo. Había mil alternativas distintas. Todas y cada una de ellas válidas para este proceso. Pero en dicho momento estas situaciones se me habían antojado como un problema en vez de como otra vía de escape, teniendo esta como única posibilidad factible de llevar a cabo. Así que debía ser consecuente con mi propia lógica por muy cuesta arriba que se estuvieran poniendo las cosas, y no dudar de mi decisión ya encaminada en esta noche taciturna en lo que todo parecía estar cambiando a un ritmo que hasta mi propia persona le costaba seguir con entereza y aplomo.



Seguí por el encrespado camino intentando ver las cosas con más objetividad. Mi mecánica de mantener un ojo puesto en el cazador se fue reduciendo progresivamente al notar que la luz de su guía apenas se veía ya desde nuestra posición. En el momento que conseguí perderla de vista comencé a relajarme un poco y tomarme las cosas con más calma. A estas alturas Peep podría estar cerca de la cabaña, o dentro de la misma, lo que nos dejaba ya total libertad de movimiento por la espesura en la que ya nos estábamos adentrando. En ella la oscuridad era más profunda si cabía, por lo que tuve que dejar al chico sujeto con una mano nada más mientras con la otra palpaba a mi alrededor el camino abierto por el escueto sendero para asegurarnos de que no nos perdíamos en medio de ese sinuoso bosquejo.

Mientras nos adentrábamos en sus fauces comenzamos a notar los ecos nocturnos propios de la naturaleza que solían poner nervioso a Cameron desde que estaba en este estado. En el momento de escucharlos como si se sintiera aún más amenazado en dichos terrenos naturales, comenzó a zarandearse sin control entre la mano con la que le sujetaba, como si necesitase salir de ahí instantáneamente. Yo por mi parte, sin sorprenderme ya de su reacción intenté por todos los medios hacerle entender que sus miedos eran completamente irracionales, y que se encontraba totalmente a salvo estando a mi lado. –“Cam… vamos Cameron tranquilo. No pasa nada. Es solo el arrullo de los árboles. No hay nada que temer, de verdad. Estamos a salvo. Vamos, tenemos que seguir. No. Venga, no me lo pongas tan difícil que no podemos perder el tiempo. Vamos. Tranquilo, Cam. Tranquilo”-.

Mis palabras parecían no hacer efecto en su inquietud, pues con sus diversos espasmos intentaba gritar a través de la mordaza que le había impuesto con anterioridad. Yo por mi parte intentaba agarrarle lo más fuerte que podía para proseguir de nuevo con nuestro avance, pero al intentar rodearle con fuerza entre mis brazos me quedé totalmente petrificado ante la visión que acechaba a sus espaldas, dejándome a mí también completamente atónito a la información que estaba intentando procesar en ese momento tan caótico donde ya nada más podía ocurrir para que una fatalidad como esa nos arruinase el poco espíritu que nos quedaba vigente.

Allí como si nos hubiera sentido y estuviese esperando su momento para darnos caza. Unos ojos amarillos relucían en la penumbra con gran fulgor entre los árboles, haciendo que nuestra prioridad principal quedase reducida a un segundo plano con la intención de salvarnos de su inminente ataque.



Con sumo cuidado, dejé a Cameron a mi lado siendo consciente de su presencia en todo momento, y cautelosamente comencé a sacar el revólver que me había dado Peep con anterioridad en la cabaña para defendernos, estirando muy lentamente el brazo hacia la posición de los ojos, teniendo siempre en cuenta que un solo error podría ser fatal para los dos.

Bajo mi concentración sentía la respiración forzada del chico a mi lado como único sonido que me permitía focalizar para saber que no se iba de mi lado mientras hacía frente a ese ser que al ver mi determinación se había quedado completamente estático esperando a mi reacción. Esta por mi parte no se hizo de rogar pues, una vez enfocado con claridad mi objetivo, deslicé mi dedo por el seguro del arma para dejarlo desenganchado, y una vez liberado, con gran fulgor lancé tres disparos consecutivos hacia su dirección.

Al realizar la ráfaga de munición hacia ella, un reconocible pitido se instaló por un momento en mis oídos, ahogando el grito prolongadamente agudo que había expuesto la bestia antes de deslizarse raudamente hacia el interior del bosque, dejando un gran olor a sangre en su camino. Le había dado, de eso estaba seguro, pero sabiendo lo impredecible que eran esos monstruos no estaba seguro de si volvería o no a por nosotros, ahora que la habíamos amenazado de tal manera. Debíamos por ello darnos prisa si queríamos evitar problemas innecesarios en nuestro plan. Por lo que sin perder el tiempo me giré para recoger al chico y proseguir nuestro camino, pero para mí desgracia mi amigo ya no se encontraba a mi lado. Había desaparecido en el transcurso del acto, pasando totalmente desapercibido con todo el ruido organizado por mis disparos.

Maldiciendo mi suerte, busqué a mi alrededor a tientas, en un intento de encontrarle en dicho momento. Seguramente se había asustado al oír el tiroteo y había echado a correr lejos del embrollo causado por mi persona. No podía andar muy lejos de mi posición si acababa de desaparecer de ese modo, así que inmediatamente eché a andar en círculos fijando mi vista en el movimiento aparente, con la esperanza de que apareciese mi amigo sin problema alguno y pudiéramos irnos de este inhóspito lugar de una vez por todas.

Mis pasos al principio ligeros para no enturbiar a mi oído en pleno proceso de búsqueda, comenzaron a resultar cada vez más apresurados a medida que pasaba el tiempo y el chico no aparecía por el extrarradio del sendero donde nos encontrábamos ubicados. Estaba empezando a desesperarme ante la idea de no encontrarle a tiempo, sabiendo de sobra los peligros que emanaban a nuestro alrededor, cuando un discreto crujido me sobresaltó a mi izquierda haciéndome ver que no estaba solo con su disimulada presencia.

Nada más escucharlo sentí como la alarma de la defesión crecía en mi interior, y con una gran rapidez encañoné mi arma hacia el lugar donde había sentido tal eco para defenderme en el acto. Pero en vez de encontrarme como pensaba en un principio, con una silueta deforme causante del ruido sordo, o el fulgor ocular de alguna criatura. Mis ojos percibieron gratamente que una figura humana se encontraba en la lejanía en dicha dirección. Por fin había encontrado al niño en medio de esa vorágine de locura que nos rodeaba impasiblemente a estas horas de la madrugada.



Cayendo en la cuenta de que era él, sonreí abiertamente y dejé el arma otra vez en mi bolsillo para ir a su encuentro lo más rápidamente posible. Ahora solo tenía que cogerle de nuevo para volver a retomar nuestra huida. No podíamos perder más tiempo del que nos había tomado encontrarnos en medio de esta oscuridad insoldable, así que sin pensármelo dos veces emprendí directamente la marcha olvidándome de todo lo anterior, corriendo hacia su ubicación todo lo rápido que pude.

Al principio con la emoción del rencuentro no reparé en detalles, pero en cuanto estuve lo suficientemente cerca caí en el hecho de que a lo mejor me había precipitado en mi análisis pues un varón mucho más ancho que mi amigo me daba la bienvenida desde el lugar señalado con el chasquido de un arma apuntándome directamente al pecho.

Viendo su gesto me quedé totalmente estupefacto y frené en seco mi avance. El hombre en cuestión parecía sorprendido de encontrarme, pero por mucho que me impactase tanto su presencia como para él la mía, el individuo en cuestión se mostraba mucho más tranquilo que yo ante esa extraña situación. –“Alto. No te muevas”- fue lo único que me dijo al verme venir por el sendero en su dirección. Yo que había detenido mi avance al sentir su arma amenazándome directamente, levanté las manos para insinuarle que no quería hacerle daño, y aprovechando el anonimato que me otorgaba la noche, le lancé la pregunta que me tenía totalmente atormentado en esos momentos. –“Perdone, no pretendo hacerle daño se lo aseguro. Le había confundido con otra persona. ¿Ha visto usted pasar a un chico por los alrededores hace tan solo un momento?-.

Cuando terminé mi pregunta vi como el hombre se me acercaba silenciosamente en respuesta. Yo al ver sus intenciones, ya había bajado las manos acercándolas cuidadosamente a mi bolsillo donde tenía habilitada mi arma como modo de protección. Por la voz sabía que no conocía a ese hombre de nada, pero por lo que me dijo a continuación sabía que no era mutuo, pues con gran cautela, mi acompañante acabó de salvar la distancia que nos separaba, y situándose en frente de mí expuso las siguientes palabras que me dejaron completamente atónito en esa situación tan surrealista que estábamos viviendo. –“Esa voz… tú eres Sikorski, ¿verdad?”-.

Al escucharle frené mi tentativa de recoger el revólver y me fijé en su silueta extrañado. Me había cerciorado de que no era ningún testaferro, ni nadie en general que yo conociese, así que debía ser alguien que me conociese de oídas como ya me había ocurrido en otras ocasiones. Esto me molestó especialmente ya que no tenía tiempo de andar con esas curiosidades en estos momentos tan delicados, sobre todo cuando el chico seguía perdido por estos peligrosos caminos. Por lo que me dispuse a contestarle rápidamente a su pregunta para poder proseguir por el sendero ciñéndome a mi búsqueda. Pero por desgracia tanto apuramiento por mi parte no hizo realmente falta, ya que unos pasos amortiguados a su espalda me indicaban que no estábamos solos de la peor manera posible.

En cuanto escuché el sonido en la lejanía saqué mi arma instintivamente, sintiendo la presión del revolver de mi acompañante impactar contra mi pecho en un intento de frenar mi avance hacia la peligrosidad del asunto. No podía comprender como realizaba tal acto contra mi persona teniendo la amenaza totalmente a su espalda. O al menos eso me extrañaba en un principio pues, en cuanto los pasos comenzaron a acercarse por la hierba tierna que llegaba hasta nuestro terreno, me di cuenta de que no era la presencia de una bestia lo que nos acosaba, sino otro hombre que surgía de entre la negrura con Cameron a su lado.



Al verle quise correr a su lado de inmediato olvidándome totalmente del resto de los presentes que nos tenían rodeados. Pero entonces el arma que me apuntaba en los momentos anteriores al encuentro, ahora estaba haciendo presión en mi pecho devolviéndome a la realidad de que ya no estábamos tan a salvo como me creía en un principio. –“¡Cameron!... ¡Eh, suéltame! ¡¿¡Qué haces!?! ¡No os hemos hecho nada malo. Devolvédmelo!”- Mis palabras resonaron entre los sinuosos árboles como una sentencia amenazadora. Había llegado demasiado lejos sacrificando muchas cosas por el camino, para que ahora unos cualquiera me arrebatasen lo poco que tenía. Si querían luchar estaba dispuesto a hacerles frente con lo poco que tenía si de esa forma conseguía liberar a mi amigo y seguir con el plan estipulado de sacarlo de ese embrollo para siempre.

Tras la sentencia de mis ecos, mi supuesto enemigo golpeó una vez más el arma contra mi cuerpo a modo de advertencia para que no se me ocurriese moverme, mientras su compañero me contestaba con unas esclarecedoras palabras dándome a entender que quien mandaba ahora en el lugar eran ellos, no yo. –“Déjate de hacerte el valiente que los que tenemos la sartén por el mango somos nosotros, cazador. Si quieres que el chico viva vendréis los dos con nosotros a los campos de nuestras tierras. Una vez allí ya veremos qué hacemos con vosotros.”-. Al exponerme tales sentencias el acompañante de Cameron miró hacia su amigo, el cual se encontraba ya afirmando con la cabeza a sus palabras, dándole a entender que estaba completamente de acuerdo con su decisión, dejándonos al chico y a mí a merced del destino que ellos habían escogido para nosotros.

Sus explicitas amenazas tenían un tono sentenciador que sonó a dulce victoria en mi fuero interno. Por lo que me habían contado asumía que estos hombres formaban parte del grupo de campesinos que labraba estas tierras, lo que me facilitaba las cosas mucho más de lo que creía en un principio donde no conocía todavía su identidad. Si era completamente innecesario crear tensión en ese momento tan irascible. Así que, dando ejemplo como respuesta, bajé mi arma, y mirándolos a ambos expuse la siguiente resolución que estoy seguro que no dejó indiferente a nadie. –“Si sois los hombres del campo no hace falta que nos amenacéis. Gustosamente os acompañaremos, pues este era nuestro destino final en esta horrible noche. Venga, vámonos antes de que alguna bestia nos ataque sin pudor al estar aquí tan expuestos hablando. Vosotros guiais en el camino. Adelante.”-.
Continuará…