viernes, 15 de enero de 2016

8. La cara oculta de la verdad.

Nota: Octavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Tras lograr escapar buscamos cobijo en nuestra posada para resguardarnos de la búsqueda que seguramente, habían emprendido hacia nuestras personas, y poder además, descansar del tremendo día que habíamos vivido.

Según nos acercábamos al antiguo caserón, sentía como el dolor y el cansancio iban haciendo mella en mi maltrecho cuerpo. Haciendo la vista atrás, me di cuenta que hacía semanas que no dormía en condiciones, ni me alimentaba como era debido. Además, había sido sometido a diversas caídas y luchas que habían deteriorado mi cuerpo hasta límites jamás conocidos. No entendía como había sido capaz de aguantar tal ritmo durante tanto tiempo, había sobrevivido milagrosamente durante estos días, pero sabía que esa racha se había acabado. Me encontraba al límite de mis fuerzas. No podía pedirle mucha más resistencia a mi estado físico, así que me concentré en llegar cuanto antes, para poder tomar el gran reposo merecido en mi ansiada habitación.

Sin arriesgarnos, caminamos por sendas secundarias arropados por la más absoluta oscuridad de la madrugada, con el fin de que no pudieran encontrarnos. Rodeamos por las afueras del campo, la plaza del pueblo y sus alrededores, hasta dar con la zona colindante a la posada. En ese momento, cambiamos con un desvío abrupto el rumbo, y nos dispusimos a entrar por la puerta principal con la mayor premura posible. Hacía frío y comenzaba a tener la paranoia de que algo nos seguía. Sabía que era algo imposible ya que comprobábamos nuestras espaldas a cada paso que dábamos, pero aun así, me adelanté a mis compañeros y en unos segundos estaba golpeando con premura la puerta principal anunciando con ello nuestra presencia.

En cuanto, las primeras llamadas se hicieron sonar, se encendieron las luces y una sombra encorvada emergió de entre ellas. Era nuestra casera. Podía reconocer sus andares lentos y sinuosos atravesando la estancia hacia la entrada. Mis compañeros llegaron a mi lado justo en el momento en que la mujer abría la puerta y nos miraba con el ceño fruncido. Sin mediar una palabra, nos hizo señas para que entrásemos y selló la puerta principal con tantos cerrojos como pudo encontrar. Nosotros la esperábamos en el pasillo, empapándonos con el aliviado calor que desprendía la chimenea, y sintiéndonos más sucios que nunca. Una vez terminada su tarea, la señora se dio la vuelta, y con gesto cansado pidió a Jason que la acompañara en busca de una habitación, explicando de manera general, a qué hora se servía el desayuno en esa posada. Henry y yo, por nuestra parte, nos retiramos a nuestros respectivos cuartos, dando por finalizada la que había sido la noche más agotadora de todas nuestras vidas.

A la mañana siguiente me desperté cerca del alba debido a la luz que se adentraba por la ventana. Era el día de navidad, y en la casa predominaba un agradable olor adulzado que hacía preguntarse si lo vivido en estos días no había sido fruto de una mala pesadilla. Por desgracia, dicho pensamiento se esfumó de mi mente al levantarme de la cama y sentir como mi cuerpo se resentía notablemente por ello. Lo ocurrido había sido real, muy real, y había llegado el momento de hablar en profundidad del tema con mis compañeros.

En cuanto estuve listo descendí las escaleras con un paso más moderado a lo habitual, y me adentré en la cocina para dar acopio del delicioso desayuno que me esperaba en la mesa junto a mis amigos.

Al parecer había sido el último en despertarme. En cuanto entré por la puerta observé que Henry y Jason ya estaban sentados a la mesa tomándose su segundo café del día, mientras nuestra casera se tomaba su tiempo en preparar lo que parecía una especie de tarta almendrada. Al verme, Henry hizo un gesto con la mano, para que me sentase a su lado con una leve sonrisa en su cara. - “vamos, ven a desayunar marmota, que seguro que te viene bien comer algo decente después de soportar la asquerosa comida que servían los testaferros”-. En cuanto Henry nombró la palabra “testaferros” me giré nervioso en busca de la reacción de la casera. Malo sería que después de todos los contratiempos que habíamos sufrido, tuviéramos que enfrentarnos a un destierro por parte de la señora, o lo que es peor, que esta revelase nuestra ubicación y ese maldito medico viniese a por nosotros mientras aun estuviésemos convalecientes.


Al ver mi gesto, Henry me tranquilizó explicándome que la mujer estaba al tanto de todo el asunto. -”No te preocupes por Magda, es de fiar, no comulga mucho con nuestra causa pero su marido estaba con nosotros en la orden de los cazadores hace tiempo, antes de que desapareciese tras un ataque al pueblo, así que desde entonces, esta maravillosa mujer nos echa una mano dándonos cobijo y alguna que otra idea de lo que se cuece en el pueblo.”- Henry señaló a nuestra casera con una sonrisa que ella no pudo apreciar puesto que no levantó la vista de su labor. No podía entender si con ello quería decirnos que le había molestado que se hablase del tema, o que simplemente no quería participar en la conversación. Fuera como fuese, me sentí de lo más afligido por su historia. No solo había sufrido el horror del pueblo en sus carnes, sino que había perdido a un ser querido por ello. Debió ser durísimo para ella. Con un gesto sincero, le di mis condolencias y pasé a preguntarme cuantos sucesos más habría como el suyo en este pueblo bañado en la desgracia. Magda por su parte, simplemente me agradeció el gesto, y me aconsejó prudencia para que no siguiese el mismo camino que su marido, a lo que Jason no tardó en darle la razón. -”Magda tiene razón Tomek, no puedes ponerte a curiosear por el pueblo haciendo preguntas incomodas a todo el mundo porque es como ponerte una diana en el pecho. Los testaferros llevaban días buscándote para capturarte cuando se lo pusiste en bandeja yendo a dar un paseito por el bosque en plena noche. Tuviste suerte de que Henry anduviese por allí, pero ya ves que ni con él al lado pudisteis escapar de sus garras. A partir de ahora cuida tus pasos si no quieres ser pasto de sanatorio o algo peor. Estoy seguro de que Hyter y los demás, no serán tan benévolos contigo ahora que sabes la verdad”.- Jason parecía satisfecho con su imposición, sin embargo yo sentía como me hervía la sangre a cada palabra que decía. No era culpa mía el hecho de que nadie me hubiese advertido de la situación, más sabiendo que ese grupo de fanáticos iban tras de mí. Así que con un enfado más que considerable se lo expuse a Jason - “Siento haber causado problemas, y enturbiado vuestras vidas, por supuesto, pero no esperes que me disculpe por mi comportamiento curioso solo porque en este pueblo impere la locura entre sus gentes. Solo soy un humilde investigador que venía en pos de la verdad. Eso no merece castigo ni por parte de los testaferros, ni por ninguna persona humana”.- Mientras iba exponiendo mi defensa, él me miraba a través de su normalizada expresión de absoluta calma, como si mis palabras no surgiesen en él efecto alguno. Henry sin embargo intentó mediar entre el tenso frente que se había abierto entre nosotros. - “Vamos hombre dejadlo ya. Ambos estáis en el mismo bando. En vez de discutir deberíamos poner a Tomek al día por si surgiese algún que otro contratiempo”.- Esta vez se estaba dirigiendo solo a Jason que le estaba aguantando la mirada de una forma totalmente desaprobativa pero que acabó aceptando con una breve afirmación de cabeza.- “Esta bien, lo haré. Pero bajo tu responsabilidad Henry. Si este tío acaba dándonos problemas no seré yo quien se haga responsable de ello”- Henry no contestó, parecía tan despreocupado como de costumbre, aceptando en silencio la propuesta. Jason por su parte giró la cabeza hacia mi dirección, y me expuso toda la información como si no fuera con él la cosa. - “No sé si habrás llegado a darte cuenta, pero cuando llegaste al pueblo fue toda una sorpresa para los lugareños el tenerte entre nosotros. Jamás solemos recibir visitas de otros recovecos del mundo, y menos gente tan... “insistente” como tú”- La palabra insistente salió de sus labios de una manera remarcada, acentuando una connotación negativa que dejaba ver el poco aprecio que este hombre tenía hacia mi curiosidad. En cuanto la expuso, ojeó rápidamente mi rostro taciturno y continuó. - “Tus preguntas comenzaron a despertar los murmullos de unos y los temores de otros. Pero no te sientas atacado. En un pueblo como este, cualquier anormalidad se considera síntoma de catástrofe o de maldición. Y más, si esta anomalía viene acompañada de un ataque al pueblo como fue en tu caso”- Jason me señaló vagamente y Henry decidió proseguir en su lugar. - “No estamos sugiriendo que el ataque haya sido por tu culpa, ni mucho menos. Nadie en su sano juicio creería algo así.”- Intentaba ser comprensivo y yo se lo agradecía, pero una pequeña parte de mi estaba empezando a dudar si era realmente cierto que yo no había provocado inconscientemente, nada de esto. - “¿Alguien creyó que el ataque había sido realizado por mi culpa?”- pregunté intentando aclarar mis ideas al respecto. Esta vez, fue Jason por voluntad propia el que me respondió. - “Si Tomek, tus queridos amigos del sanatorio y sus simpatizantes estaban convencidos de que tu eras el culpable de que esas bestias entrasen en el pueblo a atacarnos”- Era increíble la manera en que Jason exponía los hechos sin tacto alguno, como meros datos que deben ser expuestos sin tener en cuenta los sentimientos del receptor que se está empapando de ellos. Henry en cambio, como si visualizase mis dudas, volvió a aclarar los términos en pos de que me sintiese en paz conmigo mismo. - “En realidad el ataque tiene una explicación sencilla. Siempre que hay algún fenómeno importante, estas malditas bestias intentan entrar en nuestro pueblo a través del bosque. Los testaferros intentan controlarlas a base de rituales y rezos que incluyen alguna que otra víctima. Nosotros, por nuestra parte, vigilamos los bosques, y nos cargamos a toda maldita cosa que intente atravesarlos. Ese día había luna llena pero Peep, nuestro armero ya lo conocerás es un gran tipo, se abrió una brecha colocando una trampa cerca de la cabaña, por lo que en el tiempo que lo atendíamos, se nos colaron dos de esos bichos que fueron los que originaron tales destrozos.”- Henry explicaba los hechos de una manera que hacía que me preguntase como esos hombres veían tan normal el hecho de tener que cazar a esas criaturas traídas de la mano del mismísimo Satán, cada cierto intervalo de tiempo. Me parecía una actitud admirable, dicha de envidiar.

Jason sin embargo parecía molestarle las interrupciones de Henry puesto que en cuanto vio que su explicación llegaba a su fin, le hizo una seña para indicar que debía ser él el que prosiguiese con la historia. - “Como iba diciendo, los testaferros creyeron fervientemente que los ataques fueron provocados por tu impertinencia, así que esa misma noche, con sus rituales truncados por el ataque, decidieron engañarte para llevarte hasta el bosque y que las criaturas rezagadas se encargasen de ti”- No me podía creer lo que Jason me estaba contando. ¿Todo había sido un engaño para eliminarme? Miré a Henry en busca de su opinión pero solo se limitó a confirmar las palabras de Jason. - “Está diciendo la verdad Tomek, esos bichos no dejan ningún rastro, matan y devoran a su víctima sin dejar nada de ella. El camino de sangre, y los posteriores objetos que encontraste en el bosque habían sido colocados por ellos en un intento de dejarte en el punto clave, donde las criaturas que no logran retornar a tiempo se esconden durante el día hasta la siguiente noche para volver a donde sea que vayan. La llamamos “la frontera del alba” y nadie menos tú, ha salido con vida de ella. Ni si quiera el marido de Magda que era uno de nuestros mejores cazadores”- Henry señaló a nuestra casera que seguía sin mediar palabra aunque al menos ahora nos escuchaba con atención. Jason a su vez, aprovechando la aclaración de Henry, expuso un dato que me devolvía hacia una duda pasada. - “Creí que te habías dado cuenta de ello al conocer a Hyter. Tiene el símbolo de los testaferros tatuado en su antebrazo. El mismo que lucía el medallón que te encontraste en el bosque”.- ¡Era cierto! Cuando conocí al doctor Hyter me di cuenta de que su tatuaje me evocaba algún recuerdo, pero no me percaté de ello hasta que Jason me lo expuso. Eso confirmaba que decían la verdad. Las historias coincidían, pero también era muy extraño que Jason conociera todos esos datos sin yo haberlos comentado a su persona, en ninguna ocasión. Algo se me escapaba, así que sin perder tiempo pregunté sobre su conocimiento acerca de mis hechos vividos para aclarar dicha duda, a lo que él me respondió. - “Si estoy al tanto de tu vivencia es porque tenemos un espía dentro de los testaferros. Él fue uno de los que ayudaron a elaborar tu trampa, y luego nos comunicó la noticia para que estuviésemos alerta. Henry dijo que él se ocuparía, pero al ver que el día comenzaba y no regresabais, me fui hacia su cabaña y ahí pude ver el desastre originado, así que me puse en contacto con nuestro hombre infiltrado para saber si estabais con los testaferros, y como podíamos hacer posible vuestra huida.”- Mi cara debía reflejar el desconcierto que sentía en mi interior ya que al fijarse en mí, Jason añadió - “Sé que debes de pensar que somos unos animales por mandar a alguien a la base del enemigo pero como dice el dicho, si quieres combatir a los demonios tienes que saber a dónde van. El sujeto en cuestión, decidió por voluntad propia ser un espía, así que nosotros no somos nadie para rebatirle.” - Henry asintió a la cabeza conformemente hablaba Jason, dándole con ello la razón. Por mi parte era incapaz de comprender como había alguien tan suicida para pensar en ingresar en una organización tan sangrienta como esa, solo para espiarles, pero era lo que decía Jason, era su voluntad. Así que no podía hacer nada más al respecto que apoyar su decisión. Al fin y al cabo, gracias a él seguía vivo. Debía dar las gracias por encontrarme con personas tan bondadosas y altruistas, en vez de sorprenderme por sus actos.


Mientras estos pensamientos afloraban en mi interior, me daba cuenta de que todos los ojos de la sala estaban posados en mi persona. Mi reflexión debió durar más de lo esperado por lo que todos se debían estar preguntando como había encajado todo esto. Por ello, sin hacerme más de rogar, expuse mis impresiones de manera clara y concisa. - “No soy capaz de entenderlo pero acepto que es vuestra manera de actuar. No soy nadie para juzgaros, y menos después de que hayáis salvado mi vida entre todos, en innumerables ocasiones.”- Me quedé mirándolos mientras hablaba. Me parecía algo increíble que en un lugar como este, donde la desesperanza reinaba en el lugar, hubiera gente con unas alianzas tan fuerte como las suyas. Me preguntaba si los testaferros tendrían ese mismo afecto entre ellos. Este lugar parece tener el poder de unir hasta los corazones más enturbiados. - “Me parece increíble que ese hombre haya podido infiltrarse en una organización tan fuerte como la de los testaferros. Tiene mucho mérito hacer lo que hace por vuestra causa. ¿Hay alguien más ahí dentro con el que tengáis algún tipo de contacto?”- En el momento en el que expuse mi pregunta puse mis ojos en Jason el cual, me miraba directamente, enmarcando para sí en una mueca burlona - “Sí, a mi hermano gemelo. Pero ese solo intentará visitarnos para darnos muerte a todos.”-.

Esto es todo por hoy en el valle de la desesperanza. Si os acercáis a Dunwich tened cuidado con quien habláis, puede que la misma cara albergue intenciones muy distintas para con vosotros.
Con afecto.
Tomek Sikorski

Siguiente capítulo

No hay comentarios:

Publicar un comentario