jueves, 31 de marzo de 2016

15. El anhelado retorno (Segunda parte).

Nota: Segunda parte del quinceavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1
Para ir a la primera parte del quinceavo capítulo pulse aquí: Primera parte

Me quedé atónito ante sus palabras sin saber muy bien que decir. Jason había sido para mí un gran apoyo en estos momentos de mi vida, jamás creí que me daría la espalda de esta manera como lo estaba haciendo ahora. - “Haz el favor de calmarte Jason. No estás en condiciones, ni es el momento adecuado para estas tonterías. Como sigas forzando tu cuerpo de esta manera vas a acabar reabriéndote las heridas”- Magda parecía dispuesta a echar una mano en el conflicto para que el ambiente se suavizase, aunque la mirada que seguía proporcionándome Jason mientras lograba estabilizarse demostraba que no iba a dejarlo correr por mucho que nuestra casera le insistiese. Yo por mi parte, me negué a decir nada al respecto. Sabía a ciencia cierta, que Jason no abandonaría esa actitud por más que le preguntase acerca de su resentimiento, valía más esperar a que se serenase y lo expusiese él mismo, así que opté por hacer caso omiso de sus amenazas, y me centré en contestar a la pregunta que me había hecho Peep con anterioridad a su llegada. - “No sé qué os ha pasado, ni el porqué de algunas reacciones, pero creo que lo mejor será que os explique lo ocurrido para no dar lugar a pensamientos equívocos de algún modo. ¿Os importa que lo hablemos en la cocina? No me atrevía a probar demasiado la comida de esos maniáticos, así que tengo un hambre atroz”- Intenté desenfadar un poco la situación para desviar la incomodidad del momento con una sonrisa, y me acerqué a paso ligero hacia la puerta del comedor seguido por mis amigos para poder disfrutar de un buen desayuno en la mejor compañía que podría imaginar.


Una vez sentados a la mesa, Peep comenzó a dar rienda a sus vivencias de aquel fatídico día, para abrir las aguas de la conversación, y a su vez explicarme las acciones de todos, incluido Jason, ya que el susodicho no parecía muy abierto a colaborar. - “Se podría decir que Magda y yo tuvimos suerte. Hicimos nuestro trabajo en el menor tiempo posible y volvimos a la cabaña para esperar noticias vuestras cuando nos encontramos con Jason desmayado entre todo ese desastre. Fue un milagro encontrarlo con vida, teniendo en cuenta que la pared bajo la que se encontraba estaba completamente derruida, aunque bueno me ahorraré los detalles ya que veo que has pasado por allí recientemente para armarte”- Señaló hacia el arma que había depositado junto con la carpeta de Hyter en la mesa como aporte a sus palabras. Era increíble lo absolutamente observador que era este hombre. No se le escapaba ni el más mínimo detalle. Asentí a sus palabras y me dispuse a devolver el revolver a su dueño, puesto que en esa casa no lo necesitaría para nada más, pero con un gesto absolvativo, Peep frenó mi acto de una manera cordial. - “Tranquilo Tomek, puedes quedártela. En estos momentos la necesitas más que yo”- Señaló a Jason de manera vaga como para informalizar su comentario aunque yo sabía que no se refería a él precisamente. Era bastante obvio que en estos momentos los testaferros estarían intentando darme caza por todo el pueblo, no era mala idea quedármela un poco más para prevenir disgustos.

Con una leve risa le agradecí el gesto, riéndome a su vez, suavemente de su broma mientras volvía a situar el arma a mi lado, donde se encontraba en un principio. Sin embargo, al que no pareció hacerle ninguna gracia su comentario fue a Jason, que con dificultad se incorporó para exponer su punto de vista al asunto. - “Os veo muy alegres teniendo en cuenta que un amigo nuestro acaba de fallecer por la tremenda ineptitud de otro”- Jason ladeó la cabeza en la medida justa para hacerme comprender que hablaba de mi pero no iba a dejarme amedrentar. Sabía bien que el desencadenamiento de la muerte de Henry habían sido mis actos erráticos, pero quien apretó el gatillo fue su hermano Jack, y así se lo hice saber. - “Ya basta, Jason. Puedo comprender que estés resentido conmigo por haberte confundido con tu hermano, pero fue él, el que le dio muerte. No yo. Si hubiera habido alguna de posibilidad de salvar a Henry te juro que la hubiera intentado. Pero no la hubo. Murió sin tener si quiera un mínimo de esperanza, y eso me muerde el alma a cada segundo que pasa”- Ahora que había comenzado a hablar del tema una opresión en mi pecho se hacía cada vez más creciente al sentir como la añoranza de su existencia se hacía patente en estos momentos. Pero sabía que debía frenarla. No podía dejar que dicha pena me dominase. Tenía un plan en mente, y debía llevarlo a cabo si quería que mi ser descansara un poco más en la satisfacción del deber cumplido. Por lo que intenté serenarme dejando de encarar a Jason de manera personal, para hablar más en general a las tres personas que me miraban fijamente alrededor de la mesa. - “Me imagino que para vosotros que lo conocíais desde hace más tiempo mis palabras no os producirán efecto alguno. Soy consciente de ello. Pero aun así, espero que al menos mis actos si lo hagan, pues he decidido erradicar a los testaferros de las tierras de Dunwich para la paz y el descanso eterno de Henry. Se a ciencia cierta que él hubiera querido ver a su gente libre de esos maniáticos. Así que mi última voluntad es cumplir su deseo aunque me cueste la vida hacerlo.”-.

Todos me miraron atónitos ante mis palabras, incapaces de reaccionar ante la información que estaban recibiendo. - “Tomek, ¿pero qué demonios estás diciendo? ¿Has perdido la cabeza? ¡Tú más que nadie deberías saber que a esos tipos no se les tumba tan fácilmente!”- Peep parecía nervioso ante mi iniciativa de ataque por lo que intenté explicarme más concienzudamente, para calmar su ánimo. - “Tranquilo Peep, lo tengo todo pensado, y os dejaré totalmente al margen para que esto no os salpique a ninguno. Bastante he tenido ya con perder a Henry, como para perderos a vosotros también”- Me parecía que ese asunto era el más grave y por eso lo había dejado cerrado hace tiempo, pero Magda parecía no pensar lo mismo. - “Ese no es el problema Tomek. Nosotros estamos acostumbrados a vivir con el peligro a nuestras espaldas, no nos costaría nada ayudarte si tu plan fuese sensato. Pero intentar acabar con los testaferros es un suicidio, y no podemos dejar que des tu vida gratuitamente porque te sientas mal contigo mismo”-. Las palabras de Magda calaron en mí como un sentimiento eterno de cariño y comprensión, que me hacían dar las gracias por haber encontrado gente tan maravillosa en esta vida. Desgraciadamente no todos pensaban igual. Jason esperó a que Magda terminase de hablar para rebatir sus palabras con esa frialdad acusada a la que nos tenía acostumbrados. - “Será mejor que le dejéis hacer su locura tranquilo, y que se lo carguen ya de una vez. Si nos metemos por en medio acabaremos todos como Henry, y no hemos llegado tan lejos como para echarlo todo a perder ahora”-. Una vez más, su irritabilidad me enfermaba. Sabía de sobra que no creía en mí, pero dejar entrever de esa manera, el que yo los pondría a todos en peligro con mi plan cuando fue exactamente lo contrario de lo que acababa de suponer, era algo que no podía permitir como hombre de bien que era. - “Una vez más te equivocas Jason. Jamás dejaría que me ayudarais en dicha tarea tan peligrosa. Eso es algo que tengo muy claro. Pero si por casualidades de la vida os vierais involucrados en ella, haría todo lo posible para que no os sucediese nada. Tal y como hice con Cámeron cuando estuve custodiado en el ayuntamiento por los testaferros”-. Sus caras se tornaron a una sorpresa indescriptible. Era cierto que con el ataque de Jason, y la posterior exposición de los hechos, había pospuesto la exposición de mi extraña huida por lo que rápidamente me dispuse a exponerla tal y como había ocurrido para que pudiesen comprender de que estaba hablando. - “Si, veréis, como intenté contarle a Peep en el rellano, los testaferros me dieron caza haciéndome creer que Jack era Jason, aunque supongo que eso ya lo sabréis por Cameron. Bien, pues cuando me desperté en una de sus instancias y me enteré de lo sucedido, idee un plan para salir de sus dominios sin que nadie saliese perjudicado, por lo que les hice creer a todos que prefería regresar a mi hogar, antes que quedarme en Dunwich para tener la oportunidad de salir de ese edificio, y volver con vosotros de una manera segura para todos. Procuré por todos los medios no salpicar al chico con mi plan, por lo que le oculté mis intenciones, y seguí con mi treta hasta que me vi a solas con él cerca de la frontera a punto de ejecutarse el plan. Entonces, en ese momento, vi la oportunidad de huir, y para no levantar sospechas, saqué el cuchillo que anteriormente él mismo me había dado para mi protección en el viaje, y le apuñalé en el pecho para que no dudasen de su credibilidad a la hora de enjuiciarle por mi huida”-.


Podía sentir como las respiraciones de la habitación se interrumpieron en el mismo segundo en que relaté mi ensañamiento con Cameron. Cada una de las personas a mi alrededor estaba tan conmocionadas que eran incapaces de mirarse entre sí para asimilar lo que estaba ocurriendo. Me preparé para explicar el suceso más detalladamente para que pudieran tranquilizarse, pero entonces, una de las vajillas que reposaban en la mesa, salió volando en mi dirección, dándome de lleno en el hombro. - “¿¡¿Qué demonios dices que le has hecho a Cameron?!?”- Jason intentaba levantarse tras su ataque, impedido por Peep que ya había acudido en su dirección al ver el plato volar hacia mi persona, y le estaba oponiendo resistencia con todas sus fuerzas. - “¡Estás demente ¿me oyes? Estás totalmente enfermo! Hyter tenía razón. ¡Hacerte volver fue una pésima idea!”- Jason se retorcía entre los brazos de Peep mientras Magda apartaba cualquier utensilio que Jason pudiese utilizar como arma arrojadiza mientras se repetía para sí misma, una y otra vez. - “mi pobre, pobre niño”-. El hecho de que nombrase a Hyter en este momento desconcertó mis pensamientos pero no podía culpar que me acusase de esa manera tan extraña, con esa clase de sinsentidos saliendo de su boca presa de la ira. Estaba claro que todos estaban disgustados por mis actos pero mi razón de actuar tenía más peso que sus palabras, y así se lo hice saber. - “Estás delirando Jason, por favor cálmate. Él está bien, me aseguré de no herirle de gravedad, y ahora seguramente estará a salvo y libre de toda sospecha ante sus compañeros. Él único que debería preocuparse es Jack, ya que gracias a su bravuconería, pude esconder el cuchillo sin que se diesen cuenta, y quedarme con el informe falso que Hyter había elaborado para mis nuevos cuidadores con el fin de no dejarme degustar la libertad en todo lo que me restaba de vida. Pero eso ya no nos compete. Lo importante es que Cámeron está a salvo y libre de toda sospecha para siempre. Cosa que no hubiera ocurrido si hubiéramos seguido su plan”-. Finalicé mi argumento satisfecho al ver que todos parecían ir asimilando mis palabras con el transcurso de mi hablaje. Tan solo Jason que parecía altamente dolorido por sus actos se mostraba aun resentido desde su esquina donde se serenaba lo suficiente para que Peep le dejase en paz y volviera a su asiento, no sin antes recoger el informe del que estaba hablando. - “Entiendo tus actos Tomek. No te creas que no lo hago. Simplemente, me parece una manera un poco brusca de actuar. El chaval tenía la mejor de las intenciones contigo, estoy seguro de que en estos momentos se siente confundido y traicionado. Por cierto ¿Es esta la información que Hyter elaboró para tu traslado?”- Afirmé con la cabeza ante su pregunta, y se lo entregué para que pudiese ojearlo cuanto quisiera mientras yo continuaba explicando el porqué de mis actos. - “Sé que os acabo de confundir con mis palabras, y lo entiendo, pero dejadme hacer lo que creo correcto por el bien de todos. Os prometo que si algo sale mal asumiré todas las consecuencias de mis actos yo solo. No tendréis que preocuparos nunca más por mí, ni por ninguno de nuestros amigos”-. Jason apretó los dientes disgustado por mis palabras, pero antes si quiera de ponerse a replicarme, Peep le echó el alto con la mano mientras sin despegar los ojos del papel se dirigió a mí para hacerme la revelación más extraña que había oído hasta la fecha. - “Vaya, esto es de lo más curioso, Tomek. Ha utilizado la misma información que elaboraron tus médicos antes de marcharte de Dunwich por primera vez”-.
Continuará...

viernes, 25 de marzo de 2016

15. El anhelado retorno (Primera parte).

Nota: Décimo quinto capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Avancé ladera abajo todo lo rápido que mis piernas me concedían moverme sin perder de vista el puente en ningún momento. Era cuestión de tiempo que Jack se diera cuenta de que algo estaba pasando, y saliese en nuestra búsqueda. Debía apresurarme en llegar a la cabaña lo antes posible antes de que pudiese darme alcance. Tratándose de él, se que sería muy capaz de dispararme desde cierta distancia, o algo peor, al verse con carta blanca para atacarme. Por ello procuré ocultarme de su campo de visión rodeando la espesura del bosque a salvo entre sus sombras, y continué hacia el este donde por fin vislumbré la destartalada cabaña que Peep tenía como alojamiento. Parecía deshabitada, pero eso no me hizo cambiar de opinión. Necesitaba llegar allí para hacerme al menos con algún arma que me protegiese en la búsqueda de mis amigos. Así que me deslicé con premura por la empinada pendiente que se oponía entre el lago y yo, y llegué sin demora a la casa que me había refugiado tan solo unas cuantas horas atrás.

Entré en la morada sin avisar siquiera de mi presencia por la pared derruida que daba a las cercanías del lago. No había tiempo que perder, necesitaba armarme para proseguir mi camino, por lo que dejé el sobre que Jack me había dado sobre una mesa que milagrosamente aun se mantenía en pie, y me dispuse a buscar en la despensa cualquier utensilio que me pudiese ser de utilidad. Por suerte para mi, Peep era un hombre muy concienzudo para la limpieza y el orden, por lo que no me costó encontrar un arma adecuada para mi, con su munición correspondiente al lado. La cargué, y guardé el resto de casquillos en mis bolsillos, mientras me apresuraba a volver al centro de la mesa a recoger mi sobre. Sabía que ahora ya no tenía ningún sentido llevarlo conmigo, pero una parte de mi sentía la imperiosa necesidad de saber que mentiras había elaborado Hyter para dejarme encerrado en un sanatorio de por vida. Así que, sin aminorar el ritmo, abrí el sobre, y me dispuse a leerlo mientras avanzaba apresuradamente por los benditos caminos secundarios, hacia mi humilde posada.

Sanatorio de Dunwich; Saint Helling, informe oficial:

Con el fin de facilitar el acomodamiento del paciente, el doctor jefe del sanatorio Saint Helling, Hyter Miller. Ha redactado un informe acerca del estado de salud del interno; Tomek Sikorski, el cuál será trasladado a su centro en los próximos días. Dicha información es la siguiente:

Paciente: Tomek Sikorski.

Edad: 31 años.

Lugar de nacimiento: Dunwich.

Estado civil: Soltero.

Causa del internamiento: Psicosis extrema.

Años en el centro: 6 (contando hasta la fecha).


Observaciones: El paciente Tomek Sikorski sufre delirios psicóticos acompañados de alucinaciones permanentes que cree a fe ciega debido a su imbatible imaginación. Desde su llegada a puesto en Jaque a todo el personal, llevando a cabo varios intentos de fuga infructuosos que ha acabado con lesiones medias en él, sus cuidadores, y alguno de sus compañeros de estancia. 
En todo momento, busca fervientemente la manera de escapar de la realidad que le rodea, montando un mundo paralelo en su cabeza donde él es el héroe que salvará al mundo de unos terribles monstruos, que detalla hasta el milímetro sin pestañeo alguno. Además, sus delirios son tan amoldables que crea diferentes personalidades para cada persona que entra en su vida, incluyéndolas de inmediato en su mundo ficticio. Sus esfuerzos por hacer esto posible ha llegado a tal, que todos tenemos un ligero papel en sus aventuras, siendo sus cuidadores los villanos que deben ser destruidos, y sus amigos los héroes que le protegen. Deben de saber, que es muy tenaz a la hora de llevar la razón en estos asuntos, por lo que algunos de mis empleados se han visto en la necesidad de seguirle el juego con tal de que les dejase realizar sus labores médicas, y colaborase a la hora de tomarse sus medicamentos. Como médico experto en este paciente les aconsejo que sigan esta mecánica si desean realizar su trabajo en un tiempo adecuado. También han de tener en cuenta, de que en su mente él es un escritor consolidado que busca la verdad de los rumores que escucha, por lo que intentará conseguir algún utensilio estilográfico para escribir sus historias en alguna superficie lisa, pero no le dejen al tanto de dichos objetos, o podrá utilizarlos como arma a la menor ocasión.

En resumen y bajo mi punto de vista como médico de este interno, puedo concluir que es un paciente inestable, peligroso, y sin posibilidad alguna de recuperación. Aconsejo que obtenga desde el primer momento, una habitación aislada acompañada por una vigilancia constante las veinticuatro horas del día, para la seguridad de todos los residentes, y de ustedes mismos como objetivos potenciales de su ira.

Eso es todo lo que podemos ofrecerles, esperamos que dicha información les sea de utilidad en su labor médica. No duden en escribirnos si necesitasen cualquier otro tipo de información detallada acerca de sus altercados en nuestra institución.
Atentamente.
Hyter Miller



Acabé de leer el informe mientras avanzaba por los caminos colindantes del pueblo sin perder de vista lo que sucedía a mis espaldas por si acaso. Parecía que Hyter se había esmerado en elaborar una gran red de mentiras que determinarían mi estado como peligroso para el mundo haciendo que no respirase el aire puro de la libertad nunca más. Por suerte, había logrado escapar de dicho tormento, haciendo que mi destino diese un vuelco y se redireccionase hacia el lugar donde me encontraba en estos momentos, justo en frente de mi posada. Aquel hogar que llevaba frecuentando durante meses.

Con apremio, subí los escalones de su entrada, y golpeé la arandela con un agitar impropio de mi persona. Al poco pude escuchar los pasos calmados de mi casera acercándose hacia mi posición, y para cuando abrió la puerta yo ya me encontraba pegado al umbral, ansioso por entrar. En cuanto me vio su rostro reflejó la más absoluta de las sorpresas. Me imaginaba que Cameron les había puesto al corriente de mi decisión, y era la última persona que esperaban encontrarse en la casa. Pero sin embargo ahí estaba, haciéndola a un lado amablemente para entrar a la seguridad del hogar que tanto había estado esperando. Ella por su parte no hizo más que cerrar la puerta de golpe, y llamar a Peep mediante un grito mientas no despegaba sus ojos de mi persona, como si fuese a desaparecer si desviase por un momento la mirada. - “Me alegro de volver a verte Tomek. Bienvenido a casa”- fue lo que me dijo con sus afectuosas palabras, justo antes de que Peep exclamara un grito de júbilo desde el piso posterior al verme hablando con Magda en la entrada.

Al escucharle, giré la cabeza hacia su posición, y le sonreí mientras le observaba venir hacia nuestra posición. Parecía que tenía varios cortes por la cara pero nada grave, por lo que me alegré infinitamente de que estuviera en tan buena forma después de haber pasado por el calvario de hace unos días. - “¡No me lo puedo creer! ¡Nuestro chico a vuelto!”- gritaba Peep mientras bajaba las escaleras de dos en dos, para alcanzarme lo más rápido posible. - “Si, eso parece”- le contesté yo  con una sonrisa en la cara, mientras me recortaba la distancia que nos separaba para fundirme en un afectuoso abrazo con mi querido compañero de cabaña. A Peep se le veía realmente feliz por tenerme de vuelta, y yo la verdad es que lo agradecía. Un poco de afecto en estos tiempos que corren son como las gotas de agua en el desierto, un tesoro ansiado por todos.

Peep me golpeó afectuosamente la espalda y se apartó lo justo para preguntarme - “ ¿Y este giro de los acontecimientos? Pensaba que a estas horas ya estarías camino de tu casa. O al menos, eso me ha contado Cameron, ¿qué ha pasado? Vamos cuéntamelo todo, no te dejes nada en el tintero”- Podía ver como el ansia de Peep por saberlo todo afloraba de nuevo como una flor en primavera, intentando impregnarse de toda la esencia de mi historia lo más rápido posible. Por lo que, respiré hondo, e intenté centrar mis ideas para dar un relato claro sobre mi historia. Sabía que la insistencia de Peep me perseguiría incesantemente hasta que no tuviera toda la información en su poder, así que accedí rápidamente a su petición, y me puse a relatarles con todo lujo de detalles lo ocurrido - “Bueno, pues veréis, todo comenzó con...”- pero ante mis palabras surgió un ruido en el piso posterior que calló mis ecos al instante. Una puerta se había cerrado con un fuerte golpe que había retumbado en toda la casa. Al oírla, los tres nos giramos inmediatamente para observar las escaleras que escondía en uno de sus pasillos colindantes, el sonido de unos pasos irregulares que avanzaban hacia su extremo lentamente, dando a entender que la persona que se acercaba sufría una fuerte cojera. Me preguntaba quien sería el susodicho causante de dicho estruendo. Solo había un compañero al que no había visto todavía y deseaba fervientemente que fuera él, el que se acercaba con tantos problemas hacia nuestro encuentro, pero no podía olvidar que podría tratarse de un inquilino sin más, al que Magda daba cobijo, por lo que me quedé expectante, mirando atónitamente hacia las escaleras, mientras los ruidos de pisadas se iban acercando cada vez más, hasta que doblaron la esquina y se hicieron visibles a mi mirada. Era Jason, mi querido amigo estaba en bata de pie, detrás de las escaleras mirándome con fijeza tras su ojo descubierto. El otro estaba tapado por una venta que le cubría parte de la cabeza, incluyendo otras zonas de su fisionomía, haciendo que más de la mitad de su rostro estuviese envuelto en un amasijo de tela y sangre.


En cuanto me localizó, descendió la mirada para analizar la altura de los escalones, y sin decir nada, comenzó a bajar las escaleras con extremo cuidado tras la atenta mirada de todos. Le sonreí para infundirle animo, con una alegría infinita albergada en mi pecho, aunque sabía de sobra que podía notarme la preocupación hacia su estado, en mi rostro. Al fin y al cabo, Jason estaba mucho peor de lo que Cameron me había relatado en un principio. A parte de la pierna y el rostro, también se descubría un vendaje sobre su muñeca izquierda, y su propio agarre hacia su abdomen, dejaba ver que tampoco se encontraba muy bien de esa zona.  Me hice a un lado junto con Peep para que pudiese bajar el último escalón sin complicaciones, y en cuanto estuvo a mi nivel me aproximé a él para saludarlo como se merecía. Pero entonces, según llegué a su lado, me detuvo el enorme puñetazo que me lanzó en la cara y me hizo perder el equilibrio por un instante. Me detuve en seco tras su evasiva, y contemplé con cierta preocupación como se desplomaba del mismo efecto de su golpe.

Me quedé atónito tocándome la mandíbula a causa del dolor. No entendía a que venía esa reacción tan violenta después del tormento por el que habíamos pasado ambos. Me quedé mirando su figura tendida en el suelo, temeroso de volver a acercarme, mientras Magda y Peep corrían en su ayuda para lograr incorporarlo con dificultad, agarrándolo por ambos brazos en un intento de evitar que se hiciese más daño del que ya sufría por todo el cuerpo. Él por su parte, levantó  la cabeza con gesto de dolor, para poder mirarme a los ojos, y decirme entre dientes algo que jamás en la vida creía que escucharía de su boca. - “Juro que acabaré contigo maldito bastardo”-.
Continuará...
Siguiente capítulo

viernes, 18 de marzo de 2016

14. La amarga despedida.

Nota: Décimo cuarto capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Cameron se quedó atónito ante mis palabras. No se esperaba que después de mi desmesurada reacción fuera a concluir el desafío lanzado por los testaferros de una manera tan derrotista. - “Tomek, sé que estás cansado, y que has pasado por mucho. Pero de verdad, que no creo que esa sea la solución. Si te rindes ahora no habrá valido la pena nada por lo que has luchado. Por lo que hemos luchado todos en general, incluido Henry”-. Me quedé en silencio, pensativo escuchando sus palabras. Tenía razón, era algo que no podía negarle. Si me iba, todo lo ocurrido hasta ahora carecería de sentido, todo esfuerzo habría sido en vano, y mis grandes expectativas hacia el destino de mis amigos, habrían sido arrancadas antes de ver si quiera la luz del germinamiento. Pero también sabía que este era el único camino que se me antojaba factible fuera de todo sentimiento que albergase mi corazón. Por culpa de mis esfuerzos, todos habían sido tocados por el infortunio en mayor o menor medida. Ya iba siendo hora de que eso finalizase. Debía dejar de ser un pobre indefenso para poder proteger así a todos, de mi sola presencia en este lugar.

- “Lo siento Cameron, pero mi decisión está tomada, y nada de lo que hagas o digas, podrá cambiar mi resolución. Ahora si haces el favor, me gustaría que fueses a comunicarle a Hyter lo que pienso. Quiero salir de aquí lo antes posible”-. Sabía que el chico había elaborado todo un plan para sacarme de este lugar, y que mis actos debían haberle descolocado por completo, pues solo expuso unas pocas palabras de incredulidad, al haber oído mis ecos tan solemnes en dicho momento. - “Creía que te importaba este sitio lo suficiente como para no tirar la toalla tan pronto. ¿Es que no piensas si quiera en los demás? ¿Acaso vas a marcharte así sin más, con lo que han sido para ti? Vale que Henry ya no esté, pero Peep y el resto te aprecian, y están deseando reunirse contigo”-. Fue un gran punto, pero banal e inútil completamente, puede que en otro momento, el hecho de nombrarme a los chicos me hubiera hecho recapacitar, pero actualmente solo podría mostrar indiferencia hacia sus palabras. No merecía la pena que siguiese intentado convencerme en esta situación. No iba a ceder en nada por mucho empeño que le pusiese. Por lo que le miré directamente, y volví a exponer la situación. - “No sigas. Ya te he dicho que nada de lo que digas o hagas, servirá para desviarme de mi camino. He tomado una decisión, y la mantendré hasta el final. Así que vuelvo a pedirte por favor, que avises a tu compañero de que quiero partir hacia mi hogar lo más pronto posible”-. Tras mi dedicación hacia su persona, observé como su rostro adquiría cierto desasosiego ante mis palabras. En parte sentía pena por ese pobre chico y su complicada posición en este tema, sabía que lo estaba poniendo en una situación desbordantemente comprometida ante mi negativa, pero eso no me competía ahora. Lo que necesitaba de verdad, era poder irme de aquí lo antes posible para poder empezar a cumplir con mi cometido, por lo que acelerando su determinación, le hice un gesto con la mano para indicarle que se fuera a cumplir con su deber. Algo que entendió a la perfección, ya que con simple - “como quieras”- se despidió, y emprendió su camino hacia mi opresor dejándome solo con mis atormentados pensamientos, en esa lúgubre habitación escondida entre los salvoconductos del mal.

Hyter llegó a mis aposentos, unas horas después de que Cameron me hubiese abandonado. Abrió la puerta fingiendo una fallida expresión calmada dando a entrever que no era su mejor día. Aunque sinceramente, no me extrañaba, ya que había escogido la opción de su jefe, no la suya. Por lo que debía de estar bastante cabreado con la situación. Me quedé mirándolo en silencio esperando su reacción al verme de frente, pero con una leve sonrisa de suficiencia, no me dejó indagar más en su enfado. Simplemente, continuó avanzando hacia mí con su suave caminar que me ponía los pelos de punta, mientras me saludaba cortésmente, como me tenía acostumbrado. - “Buenas tardes señor Sikorski. El señor Larson me ha comentado que ya está usted consciente, y ha tomado una decisión respecto a su futuro. ¿Ha escogido usted cómo debería?”- Mientras me hablaba directamente comprobó su reloj, y accedió a tomarme el pulso de mi muñeca. Parecía extrañado, como si sus cálculos no hubieran salido como él había planeado. Entonces me di cuenta de que Cameron me había rebajado la dosis de su medicamento, a una cantidad mínima para que pudiera despertarme y hablar con él de manera clandestina. Seguramente, por eso habría tardado tanto en avisar a Hyter de que estaba despierto, no obstante parecía no haber sido suficiente, pues parecía que el malnacido doctor estaba dándole vueltas al asunto, deseando encontrar una respuesta clínica que delatase la anomalía, por lo que me apresuré a decir. - “No se crea. Aun me encuentro muy mareado. He tenido terribles pesadillas desde que se marchó. Ni si quiera estaba seguro de que la figura de ese chico fuese real o imaginaria, cuando le vi tomándome el pulso, y le pregunté por usted. Recuerdo haberle hablado sobre mi decisión, y sobre mi deseo de verle para exponérsela, pero en realidad temía que hubiera sido otro de mis sueños, y usted no hubiese sabido de ello a tiempo”-. Debía parecer acorde a mis palabras, así que entrecerré los ojos para añadir un poco de victimismo a mi actuación. Vale que mi idea de irme era de lo más personal y solipsista, pero no iba a dejar que por ello el chico fuese descubierto y puesto en peligro en su mismo hogar. Ya había habido bastantes pérdidas a mi costa como para añadir una más a la lista. Por lo que me propuse al menos, proteger a Cameron lo mejor posible hasta que abandonase dicho lugar, apartado de la buena esperanza.

Mis actos parecieron relajarle un poco pues, con una sonrisa marcada en su rostro, el doctor Hyter me vino a consolar con las siguientes puntillosas palabras envenenadas, mientras me examinaba la reacción de mis pupilas. - “Pues no tiene de que preocuparse pues ya estoy aquí en cuerpo y alma para usted, señor Sikorski. Dígame, ¿cuál es la decisión que ha tomado tan concienzudamente?”- Él sabía de sobra cual había sido mi decisión. Podía notarselo en todo su ser. Su tensión era más que evidente mientras fingía su falsa cordialidad. Ahora era yo quien decidía, y había hecho que la dueña del gato se llevase a su ratón moribundo dejando al pobre minino, sin juguete para sus macabros dientes. Había ganado, al menos en ese punto, y me sentía un poco más dichoso por ello.

- “He decidido irme a mi hogar, y con premura si se me permite el apunte. Quiero marcharme de este malogrado pueblo, cuanto antes”- El doctor Hyter no mostró la más mínima impresión tras mis palabras. Simplemente, siguió examinándome concentradamente, mientras exponía vagamente su punto de vista. - “Así que quiere volver a su casa... interesante. Creía de veras, que se quedaría con nosotros al menos por tener cerca a sus queridos amigos. Pero ya veo que la amistad como tantas cosas en la vida, tiene el don de la variabilidad de la importancia, según la persona que la observe. Es una pena, es usted un sujeto muy prometedor. Le echaremos de menos por estas tierras, señor Sikorski. Informaré de inmediato a su ciudad natal, para explicarles que mañana mismo le enviamos de vuelta”- Hyter acabó su ronda mientras me soltaba tal perorata, y con frialdad añadió - “Enhorabuena señor Sikorski. Va a conseguir algo que muchos han deseado en este lugar durante décadas. Salir con vida de Dunwich, aunque sea de una manera tan opresiva como lo va a hacer usted. Cuídese por el este, y ténganos presentes en sus vivencias ensoñacionales”- Y sin más, se fue. Dejándome solo con mis pensamientos atormentados por la pérdida, y la ensoñación de los fármacos.
Pasé las siguientes horas como un invitado poco deseado en este centro que aún no era capaz de reconocer. Una señora de mediana edad me sirvió algo de comida, y dejó que utilizase el lavabo para poder asearme y cambiarme la vestimenta que ellos mismos me habían proporcionado en sus curas anteriores. Me devolvieron mi ropa, preparada y lista para usar, y una camisa nueva puesto que la anterior tenía un agujero de bala que no debía ser visto por mis nuevos cuidadores. Me expusieron que al día siguiente al amanecer me llevarían hacia el bosque, hacia el mismo lugar por donde entré meses atrás a este lugar de mala muerte, y luego un equipo de las fuerzas de seguridad del pueblo vecino se harían cargo del viaje hacia mi hogar. Por lo que se veía, ni ellos que tenían la posibilidad, deseaban salir de Dunwich, aunque ciertamente ese extraño comportamiento me beneficiaba. Prefería pasar mi tiempo con el mismísimo diablo, antes que estar tantas horas seguidas con Hyter y sus secuaces. Me dispuse pues, a descansar tranquilamente para el largo viaje que me esperaba a la mañana siguiente, sin ser consciente de que mi sueño reparador sería interrumpido por una de las personas residentes del local.

Cameron me despertó con la luna ya en alto desde las sombras de mi habitación, suavemente pero con una premura consistente. Al escuchar su voz abrí los ojos, y aun sin saber si era todo un sueño producto de mí retorcida imaginación, o una realidad, expuse su nombre con voz trémula a la espera de salir de dudas. Pero lo único que recibí por respuesta fue una mano en mi boca, silenciando todo sonido que saliese de ella de una manera espasmosa pero delicada, dando a entender que no pretendía hacerme daño con dicha acción. - “Soy yo Tomek, no hables que no pueden saber que estoy aquí. Supuestamente estoy durmiendo para llevarte mañana a la frontera, así que si me pillan aquí sin autorización soy hombre muerto, ¿entiendes?”- Asentí con la cabeza a modo de confirmación, y retiró la mano de mi boca para poder proseguir libremente con su exposición. - “Quería darte las gracias por no delatarme ante Hyter hoy. No sé porque demonios has decidido irte pero lo respeto, seguro que tienes motivos suficientes para hacerlo después de todo lo que has visto por aquí. Te deseo lo mejor de todo corazón, y por ello me gustaría darte esto en consideración por todo lo que has pasado, y por habernos dado a todos un motivo por el que creer en un mundo mejor”-. Tras las sombras pude observar como su silueta se quitaba la chaqueta, y me la dejaba a los pies de la cama. En silencio la recogí extrañado, y pude comprobar con una punzada en mi corazón, como esa prenda me era de lo más familiar. - “Es la chaqueta de Henry. La recuperé una vez hubiesen tirado sus efectos personales después de lo ocurrido. Iba a quedármela yo, pero se lo que significó para ti que él te acogiera, así que te la regalo. Diremos que era tuya y podrás llevártela al sitio al que vas sin ningún contratiempo. También recuperé su cuchillo que está en el bolsillo interior. Si logramos que no te cacheen podrás irte con él. Así me quedaré también más tranquilo al saber que podrás defenderte si algo malo ocurriese en el camino. Espero que todo te vaya bien Tomek, de verdad. Estaremos esperándote por si vuelves a nuestro lado algún día. Hasta mañana”- Le agradecí el gesto silenciosamente, con una afirmación de cabeza, mientras me despedía con la mano con un cierto aire melancólico. Ahora que todo iba a cambiar, sentía el irrefrenable deseo de seguir inmóvil en esta situación, para evitar el destino que se avecinaba. Pero sabía que era imposible. Desde que la muerte de Henry fue un hecho para mí, había adoptado una determinación que llevaría a cabo contra todo pronóstico si hiciese falta. No podía dejar que mis sentimientos arruinasen todo por lo que estaba trabajando, por lo que intenté olvidarme de todo este horripilante mundo, y me acosté de nuevo, esta vez con la chaqueta puesta, impaciente porque llegase el mañana.


Con el despunte del alba yo ya me encontraba despierto y listo para partir. Había tenido tiempo de arreglarme y comer algo, antes de que Cameron entrase en la habitación seguido de la mujer que me atendía y de Jack, el cual se sorprendió bastante de verme tan enérgico a esas horas tempranas de la mañana. - “Veo que alguien está ansioso por irse de nuestro lado”- Jack me sonreía con socarronería mientras pasaba enérgicamente a la habitación, mientras los otros dos se lo tomaban con más calma. Yo por mi parte me levanté de mi asiento, y les hice frente sin el menor temor para aligerar cuanto antes las cosas. - “Me he levantado temprano para estar listo a vuestra llegada”- Expuse en general sin mirar a nadie en particular. No quería levantar sospechas dirigiéndome a Cameron directamente, y tampoco quería centrarme en Jack, el cual me enervaba con su sola presencia desde que me había enterado de que había sido él quien había matado a Henry. Debía permanecer impasible, expectante a la situación, como diría mi buen amigo Jason. Así que, sopesándolo adecuadamente, continué hablando sin receptor particular, a modo de centralización para informarme del procedimiento necesario en mi viaje. - “¿Podrían decirme para cuando está prevista mi partida, y cuál va a ser mi ruta de viaje a casa?”-. Hubo un silencio por parte de los tres. Seguramente, nadie se esperaba mi naturalidad, o que fuese tan cordial en esa situación, pero poco me importaba ya. Las siguientes horas las tenía tan mentalizadas en la cabeza que no podía haber sorpresa que no hubiese asimilado con anterioridad. Finalmente, Cameron se fue acercando a mi posición mientras exponía las siguientes palabras. - “Jack se va ahora hacia el pueblo de al lado para volver a la frontera con las fuerzas de seguridad, para hacer el relevo. Se ha sopesado y llegado a consenso, de que alguien te acompañe todo el camino para evitar cualquier sorpresa que esté por venir. En cuanto a tu camino a la frontera, seré yo mismo el que te acompañe, así que por favor, levanta los brazos. He de cachearte para poder dar luz verde a la operación. La señora Hill se llevará todo aquello que no esté autorizado a llevarse”- Señaló a la mujer que se encontraba en la habitación, y que ya venía hacia nuestra posición para ayudarle en dicha labor. Imaginaba que Cameron había pedido él mismo cachearme para evitar que me encontrasen el cuchillo, pero ahora que veía que tenía ayuda dudaba de si podríamos esconderlo de dicho análisis, aunque parecía ser que el destino nos brindaba una oportunidad cuando, mientras me disponía a levantar los brazos, Jack expresó una queja. - “Anda Cameron deja eso. No tiene sentido cachearle. Nosotros mismos nos encargamos de sus ropas, y aquí no hay nada que pueda utilizar como arma arrojadiza. Así que déjale, y larguémonos ya para acabar con esto de una maldita vez”- Y sin esperar contestación dio media vuelta y se fue, seguido de mi cuidadora, y de Cameron, el cual con una palmadita en la espalda a modo de afecto me susurró - “vamos”- haciéndome ir tras ellos, hacia mi nuevo destino.

Salimos los cuatro de la sala y nos dirigimos por un pasillo oscuro hacia una especie de puerta trasera. Parecía como si me hubiesen mantenido todo este tiempo en un sótano o algo por el estilo pues cuando salimos estábamos al lado opuesto de la puerta principal. Reconocía las calles a través de la soleada mañana que nos acompañaba. Estábamos en el puro centro de Dunwich, lo que solo podía significar que estuve confinado en el ayuntamiento todo este tiempo. Sonreí para mí. Ahora todo tenía sentido. El alcalde y jefe de la organización, me había tenido bajo sus garras porque seguramente, no quería otro asalto como al del sanatorio. Pero esta vez no habría asalto. Me iría tras mis propios pasos sin incluir una sola víctima más en mi lista de culpabilidad.

La señora Hill se quedó sujetando la puerta mientras deseaba a sus compañeros buen viaje, y le entregaba a Jack un sobre sellado marrón, con lo que parecía ser un membrete del sanatorio. Sin duda se trataba de la documentación que Hyter había reunido para mis nuevos sanitarios. Jack lo tomó entre sus manos con desgana, y me lo pasó con un fuerte golpe en el pecho. - “Que sea el propio loco quien se lleve su informe ¿no crees? Yo tengo mejores cosas que hacer. Me voy hacia el oeste en busca de los van a transportarle. Tú sigue las indicaciones que te han dado, Cameron. Nos vemos en la frontera. No os demoréis”- Y con un apretón cordial de manos hacia Cameron a modo de despedida partió, dejando que dos de los cazadores cumpliesen con la misión que los testaferros habían impuesto.

Cuando Cameron se hubo despedido de la señora Hill comenzamos nuestro camino a la frontera atravesando directamente el poblado como dos viandantes más del concejo. El chico parecía saberse las direcciones de memoria pues tardamos mucho menos que cuando mi persona atravesó el trayecto del municipio, haciendo que nos encaminamos al bosque con premura, en un día que resultaba ser de lo más neutro comparado con las estrafalarias historias a las que estaba acostumbrado. Los dos permanecíamos en silencio. Cameron parecía consternado ante la realidad que había escogido, y solo me dirigía la palabra para indicarme las direcciones que debíamos de tomar en nuestra ruta. Supongo que creía que así sería más fácil dejar que me fuese. Aunque notaba como en el fondo sabía que se mentía a sí mismo ante tal pensamiento.


Al ascender por la arboleda, proseguimos con nuestro viaje hasta llegar a la colina donde se vislumbraba el famoso puente que conectaba Dunwich con la realidad. Cameron frenó en una zona llana, y se volteó para poder mirarme mientras le alcanzaba. - “Bueno Tomek, en nada estaremos en el lugar de encuentro, donde las fuerzas de seguridad vecinas te llevarán a tu hogar. Sé que no nos hemos conocido mucho pero me alegro de que hayas estado a nuestro lado estos meses. Ha sido un auténtico placer tenerte en nuestro bando. De parte de todos, Gracias, cazador.”- Sonrió abiertamente con cierto tono de dulzura aniñada mientras me tendía la mano. Había sido un gesto maravilloso por su parte el despedirse tan emotivamente, en un lugar apartado donde nadie nos viese, por lo que me llevé mi mano libre al pecho en una acción de afecto por sus palabras, palpando el lugar donde el cuchillo de Henry reposaba en mi interior, y me acerqué a él para cambiar su cordial despedida por un abrazo, el cual aceptó sin rechistar dándome la oportunidad de tenerle bien sujeto entre mi brazo, mientras con el otro apuraba el tiempo para asestarle una puñalada en el pecho tan profunda, que dejé clavado el cuchillo en su pectoral. Cameron se quedó inmóvil, preso de la sorpresa, mientras aspiraba aire abruptamente, y gorgogeaba en mis brazos en un estado de absoluto pánico, mientras yo le exponía las siguientes palabras cerca de su oído para que no hubiese el menor rastro de duda de que pudiera entenderme en tal situación - “Espero que puedas perdonarme por esto”-. Y sin más le dejé caer al suelo, donde se acongojó por el dolor en un suave susurro de agonía, mientras yo ya me deslizaba ladera abajo para poder localizar con premura la cabaña de Peep, y lograr poner en marcha mi plan de una vez por todas. Vengarme de todos y cada uno de los testaferros hasta limpiar el nombre de Henry, y liberar al pueblo de su locura insana.

Esto es todo por hoy. Recordad, si os acercáis por estas tierras inhóspitas no olvidéis que por aquí nada es lo que parece. Incluso si se trata de las ideas de un simple extranjero que vino en pos de descubrir una verdad que acabaría por destrozarle el alma. Vigilad bien vuestras espaldas, pues una guerra abierta se acerca, y nadie saldrá impune de ella.
Con afecto.

Tomek Sikorski
Siguiente capítulo

viernes, 11 de marzo de 2016

13. El desencadenante de la decisión.

Nota: Décimo tercer capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

-“¿Qué es lo que has dicho?”- Una angustia indescriptible comenzó a florecer en mi pecho ante la aterradora verdad. Mi amigo Henry había sido uno de los pilares centrales en mi vida desde que llegué a este lugar. Él me había dado cobijo y protección, sin pedirme nada a cambio. No podía creer siquiera, que este maniaco me estuviese diciendo que le había sucedido algo. Simplemente, no podía concebirlo. Mi mente se bloqueaba ante tal pensamiento haciendo que las palabras de Hyter resonaran como burdas mentiras en mi cabeza. - “Estoy diciendo que nuestro querido cazador, Henry Jameson, ha sido dado en sacrificio en la entrada del nuevo año”- Hyter sonrió abiertamente al observar mi cara de estupefacción. Estaba disfrutando con este momento, más que si hubiera estado torturándome físicamente, durante horas. Yo sin embargo, hubiera abrazado con gusto a ese dolor, antes de si quiera pensar en la posibilidad de que Henry ya no estuviese entre nosotros. - “Es imposible. No puede ser verdad”- Susurré más como autoconvencimiento que para enfrentarme a Hyter, el cual ya se estaba apartando de mi lado para volver a adoptar su fría postura de indiferencia actuada. - “Sí que es posible señor Sikorski. Es más, para serle sincero fue de lo más “sencillo” darle caza. Verá, en el momento en que recibió el disparo, su inconsciencia fue tal que le impidió oír al señor Jameson llamarlo desde el camino que daba a la colina minutos después de desplomarse. Ni siquiera le había dado tiempo a Jack a taponarle la herida para mantenerlo con vida, cuando se dio cuenta de que susodicho subía apresuradamente por el camino colindante al valle, gritando su nombre en repetidas ocasiones para asegurarse de que estaba a salvo. Así que, en cuanto ascendió los últimos pasos, su captor se hizo cargo de él disparandole varias veces desde la comodidad de la anticipación, haciendo que muriese casi en el acto.”-.

La factibilidad de su relato me golpeaba en mi interior a cada vocablo que pronunciaba. Era completamente plausible que dicho desastre hubiese podido ocurrir. Sin embargo, seguía aferrado en no creerme ninguna de sus palabras. Henry no podía haber tenido un final tan sumamente desastroso. Me negaba a aceptar esa horripilante historia. Hyter ya había intentado jugar con mis vivencias en otras circunstancias. No iba a dejar que volviera a hacerlo una vez más. - “Mientes”- Le dije con una voz completamente trémula - “Se lo que intentas. Pretendes que me crea tu burda mentira como intentaste hacer la última vez, para desestabilizarme y hacer conmigo lo que quieras. Pero eso no va a resultar de nuevo. Ahora sé quién eres y lo embustero que puedes llegar a ser. Así que, haz conmigo lo que quieras. Mátame, tortúrame, o manda a tus secuaces a que me peguen otro tiro. Pero no te vayas a creer que por decirme esas nimiedades voy a hacerte el menor caso porque ya no caeré en tus trampas psicológicas nunca más”- Y así le encaré de la mejor forma que podía. Con la esperanza más radiante que albergaba en mi corazón.

Tras mis ecos, Hyter se me quedó mirando desde su posición elevada, con un gesto de absoluta calma que solo podía ofrecer su dominio incondicional de la situación. Podía notar como mi furia no le había afectado en ninguna de sus facetas, mientras le observaba esbozar una sonrisa típica de alguien que acaba de escuchar la pataleta de un niño desconsolado. Sabía que no tenía nada que hacer frente a su posición. El gato había cazado al ratón y ahora se dedicaba a jugar maléficamente con él, antes de arrancarle la cabeza de cuajo. Mi destino estaba echado. Y por más que yo hiciese no iba a cambiar ni un ápice dicha situación, así que vencido ante mi pesadumbre, me derrumbé en la cama, rendido, haciendo que mi cuerpo experimentase un mareo considerable ante la caída.

Hyter se acercó ante la situación, y mientras tomaba mi pulso, dijo algo que en la vida creería que escucharía de sus labios. - “Es usted terrible señor Sikorski. No solo ha puesto a un más en jaque a nuestro bello pueblo, sino que sigue intentando huir de la realidad que le rodea tras estas paredes. Nunca llegué a pensar que me daría tanto trabajo como el que me está creando con sus disparatadas decisiones.”- Se detuvo un momento para comprobar el tiempo en su reloj de bolsillo, y siguió argumentando su punto de vista haciendo caso omiso de mi desolado estado de ánimo, en el que me encontraba en esos momentos. - “Veo que mi medicamento al fin comienza a surgir efecto. Bien, seré breve pues, para poder finalizar pronto con nuestra sesión, y dejarle así descansar. Escúcheme bien porque solo lo repetiré una vez. Voy a dejarle decidir su destino por sí mismo, exponiéndole las dos opciones que tiene, en vistas al futuro, para dejarle que las piense en consecuencia, antes de elegir por cual decantarse.”- Si no entendía mal Hyter me hablaba de opciones. Del futuro. De dejarme elegir. Me parecía algo de lo más utópico viniendo de alguien que me había hecho tanto daño en el pasado, matando incluso a mi mejor amigo a sangre fría. Podía ser que ese medicamento del que él me hablaba, y del que sospechosamente creía que me había dado Cameron con anterioridad, me hacía delirar, escuchando esperanzas donde solo existía la maldad. No obstante, le escuché. No perdía nada, y mi cuerpo no me dejaba muchas más opciones después de que el apesadumbramiento comenzase a hacer media en él. Así que, con los ojos entrecerrados observé a Hyter, que en una macabra consideración, se había acercado a mi cuerpo para que pudiese oír con claridad sus palabras. - “ Bien, señor Sikorski, antes de mañana al alba debe decidir entre venirse con nosotros al sanatorio, para ser encerrado en el ala de máxima seguridad, donde hago algunos experimentos con los pacientes más problemáticos, o bien, permitir que pida su traslado a su país de origen, donde será tratado por los médicos del lugar, la locura insana que arraiga en su interior y de la que yo mismo, me encargaré de elaborar un detallado informe en el que exponga que jamás debe salir en libertad de su confinamiento. Ya sea aquí o en el este. Como ve, las dos opciones no son óptimas, pero si alentadoras para una persona tan sumamente perturbada como lo es usted. Ahora le dejo descansar. Medite bien su respuesta, señor Sikorski porque una vez que la tenga, no habrá vuelta atrás.”- Y así con ese infortunio, Hyter abandonó el lugar dejando que mi letargo se adueñase de mi mente, haciéndome caer en un sueño profundo que duraría abruptamente, hasta el comienzo de la caída del sol.


Durante unas horas permanecí postrado en la cama, preso de mi adquirida quietud, viajando entre sueños inconscientes dentro de mi propia nebulosa del pensamiento. No fue hasta pasado el mediodía cuando una mano comenzó a zarandearme suavemente para sacarme de mi embelesamiento. - “Tomek. Vamos Tomek despierta. No tenemos mucho tiempo”- El susurro de su voz era casi inaudible para una persona en estado de ensoñación, pero gracias a su perseverancia logró despertarme de manera casi inmediata a través de sus actos.

Con premura, abrí los ojos ante el desconcierto de lo inesperado, cuando me encontré con Cameron al lado de mi lecho aun intentando despertarme de mi letargo. - “Por fin abres los ojos, creía que te había rebajado la dosis lo suficiente para que pudieras despertarte sin problemas unas horas más tarde. ¿Qué demonios te ha pasado? Tienes una pinta horrible. Mucho peor que la de esta mañana”-. Mi desasosiego por la noticia de Henry debía reflejarse en mi rostro ya que Cameron parecía preocupado de verdad, por mi estado anímico. No obstante, no tenía tiempo para miramientos, por lo que negué con la mano sus palabras, y traté de incorporarme lo más rápido posible para poder preguntarle la duda que llevaba carcomiéndome todo el día, desde que abrí los ojos en este lugar. - “Olvídate de mí en estos momentos y dime por favor, como están los demás. ¿Lograron escapar a salvo? ¿Hay algún herido? ¿Está alguno de ellos aquí con nosotros?”- Las preguntas salían a bocajarro de mi boca como un torrente imparable de desesperación. Sentía la imperiosa necesidad de saber cómo estaba el resto antes de poder si quiera ordenar mis ideas, e idear un plan para salir de aquí.

Cameron me observó con preocupación. No sabía que decirme. Se notaba que esto le venía demasiado grande. Aunque el chico estuviese haciendo todo lo posible, claramente no sabía manejar la situación como lo hubiera hecho alguno de mis amigos. No entendía como los demás podían tener tanta fe ciega en él. Observé como cogía aire profundamente mientras buscaba las palabras concretas que iba a decir a continuación. - “Bueno. Ha habido problemas, y no todo ha salido como esperábamos. Peep y Magda, encontraron a Jason inconsciente en la cabaña, y ahora están cuidando de él. No está muy bien. Tiene una herida en la cara y demasiadas contusiones. Pero sobrevivirá. Es cuestión de tiempo que se recupere. Ahora la cuestión es sacarte de aquí para que puedas reunirte con ellos. Mira, tengo un plan. Te he traído un cuchillo así que cuando me toque la vigilancia me haces un corte para fingir que hemos peleado y...”- Le eché el alto de una manera abrupta, para que dejase eso del plan a un lado. Sabía que me ocultaba algo. Había nombrado a Peep, a Magda, y a Jason, pero aún no había mencionado a la persona que más me importaba en estos momentos. Así que, dejando a un lado las formalidades, le exigí que me explicase todo lo que había ocurrido con Henry. - “Espera. Deja esos temas a un lado. Aun no me has dicho nada sobre Henry, y de verás que necesito saber cómo está. Hyter ha intentado manipularme diciéndome que había muerto pero no me creo sus palabras. Es imposible que hayan podido acabar con él, ¿verdad?”-. El pobre muchacho se quedó estupefacto ante mis palabras. Con un gesto de incomodidad, desvió la vista hacia un lado, evitando mi mirada apremiante, y me explicó que había sucedido con mi compañero - “Bueno, verás, no quería decirte nada antes de sacarte de aquí, porque no sabía cómo ibas a reaccionar, pero si insistes... Lo que te ha dicho Hyter es verdad. Bueno, me imagino que lo será porque yo no estaba delante, pero lo que quiero decir es que Henry se ha ido. Lo siento.”- Sus palabras cayeron sobre mí como una losa del dolor que me aprisionaría hasta la locura. Aquel niño, cuyas palabras buscaban suavizar la situación, había dicho lo último que quería oír en este mundo. Mi buen amigo Henry había perecido por mi culpa, y eso era algo que no me perdonaría jamás.

- “No puede ser”- Susurré para mis adentros, mientras me negaba a focalizar algo más que no fueran mis sábanas. - “Es imposible. No puede ser verdad”- Expuse esta vez de una manera más audible a mi compañero que me miraba tras unos ojos de absoluta pena. - “Tomek lo siento”- Intentó acercarse pero entonces mi furia cargó contra él, haciendo que mi persona agarrase la mesita que descansaba a mi lado y la empujase contra él, en un estruendo ensordecedor. - “¡Te digo que no puede ser! ¡Me niego a creerlo! ¡Quién demonios eres tú para decir algo así! ¡Ni si quiera eres de los nuestros. Eres un traidor! ¡Sé que eres el hijo del jefe de estos lunáticos, así que lárgate de mí vista!”- Intenté levantarme por completo pero el agudo dolor del pecho me recordó que aún tenía una herida bastante considerable que cuidar. Aunque en dichos momentos me daba lo mismo. Solo quería descargar mi rabia contra el muchacho que se agarraba la pierna por el golpe dado con el mueble, observándome con una mirada de puro terror mientras exclamaba abruptamente. - “Por todos los santos, tranquilízate por favor. Van a descubrirnos.”- Anduvo hacia atrás unos pasos para poner una distancia de seguridad entre nosotros, mientras me seguía intentando convencer de que mis actos eran de lo más erráticos. - “Por favor Tomek tienes que confiar en mí. Que mi padre sea el alcalde no significa que no esté de vuestra parte. Henry también era de lo más preciado para mí. ¡Pero ponerme histérico no va a hacer que vuelva! Por favor, túmbate para que podamos elaborar un plan para sacarte de aquí.”- Había alargado el brazo a modo de protección para que no pudiese acercarme a él. Estaba verdaderamente aterrorizado. No me extrañaba que Hyter no sospechase de él. Visualmente hablando, parecía el menos amenazador de todos ellos. Aún tenía ese rastro de inocencia que hace que el ser humano se preocupe por sus muchachos.


Me esforcé en tranquilizarme. No quería culparle por mi pena, y mucho menos ser yo el que le ocasionase problemas. Bastantes había causado ya al pobre de Henry durante toda nuestra amistad. Debía ser consecuente, y velar por el pobre chico que estaba arriesgándose abiertamente por mi bienestar. Por lo que, disculpándome por mis actos, me tumbé de nuevo para poder serenar tanto mi cuerpo, como mis dolores. No tenía intención de escuchar sus palabras. Más aun, después de que dijese que el alcalde del pueblo estaba implicado en todo esto, y encima era el jefe de la organización. Solo quería meditar acerca de lo que nos rodeaba. Todo se estaba desmoronando en nuestra contra, y yo no podía alejar de mi mente las palabras que Hyter me había dedicado pocos segundos antes de mi letargo. Necesitaba decidirme rápido. Antes si quiera de que la bola caótica de la desesperanza volviese a hacerme preso de su locura, haciéndome perder el juicio como había pasado segundos antes. Me giré para observar a Cameron, el cual, estaba ocupado colocando apresuradamente el desperfecto que había originado con mi ataque de ira. Necesitaba información acerca de la cuestión más vital que tenía entre manos, por lo que le pregunté lacónicamente, sin esperar a que terminase su labor. - “Hyter me dijo que tenía la posibilidad de escoger entre irme a un sanatorio de mi hogar, o quedarme en el pueblo. ¿Eran ciertas sus palabras?”- Me quedé cabizbajo esperando sus palabras. Concentrándome en no perder el control mientras él me relataba la siguiente información, sin perder de vista su tarea. - “Si, bueno, verás. Después de que sucediera. Bueno, ya sabes. Hubo una reunión sobre qué hacer contigo, así que se plantearon esas dos opciones. Hyter insistió en que te quedaras para poder experimentar contigo pero mi padre... bueno, el jefe, insistió en que te quería fuera de la ciudad para evitar más líos como estos, así que decidieron que tú lo escogieses para que no hubiese una guerra de poder entre esos dos malnacidos”- Asentía sus palabras. Ahora podía comprender lo que pasaba soterradamente a través de esa información. Mi sola presencia hacía enturbiar la unión de los testaferros, por eso me daban la opción de escoger. - “Pero Tomek, de verdad, no te preocupes, porque no hará falta que escojas nada. Yo mismo he pensado en una manera de sacarte de aquí que...”- volví a interrumpirle silenciosamente. Sus ideas sobre rocambolescas escapadas se me antojaban como banales absurdeces desde que la desesperanza se había adueñado de mi pecho. Solo veía factible un camino posible. Una resolución que haría que mi corazón respirase algo más aliviado, si eso fuese si quiera posible, en el resto de días que me quedaban. Por lo que, giré por completo mi cuerpo para poder hacer frente a la figura de Cameron, y le dije con firmeza la decisión que había tomado. - “No insistas, no quiero oír hablar de escapes nunca más en mi vida. Por favor, ve a Hyter y dile que vaya preparando mi traslado a casa”-.

Continuará...
Siguiente capítulo

sábado, 5 de marzo de 2016

12. La desesperanza de lo acontecido.

Nota: Duodécimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Me desperté en una oscura habitación con los iluminadores rayos de la mañana que se filtraban por la rendija entreabierta de una contraventana. No tenía ni la más remota idea de donde me encontraba, ni de que había pasado, pero parecía ser que el destino volvía a librarme de la muerte una vez más.

Con cautela, descendí la mirada para observar la venda que cubría mi pecho. Parece ser que alguien se había tomado las molestias de extraerme la bala, y sanar mis heridas, puesto que no era la única cura que había encontrado en mi escaneo personal. La noche me había pasado más factura de lo que me creía en un principio, pero al menos podía notar como esta vez no había daños de absoluta gravedad, en el resto de mi cuerpo, que tan solo cubrían algunos rasguños con ligeros parches de tela. Me preguntaba si alguno de mis amigos habría tenido algo que ver con esto. Al fin y al cabo, estaba sano y salvo, en una cama confortable a la espera de despertar naturalmente. No creía que mis captores fuesen a ser tan benévolos conmigo después, especialmente, de ver como me habían tratado en el pasado. Así que, después de comprobar en totalidad mi estado, decidí levantarme para inspeccionar el lugar, y buscar alguna pista acerca de mi salvador. Tenía intención de enterarme cuanto antes de lo ocurrido, y de tomar cartas en el asunto si fuese necesario. Ahora era uno de ellos, y por ello debía actuar como tal.

Busqué un punto de apoyo para facilitarme el levantamiento, y comencé a incorporarme. El pecho me se quejaba de mi posición pero era un dolor soportable. Poco a poco fui subiendo hasta que me detuve abruptamente, a causa de un nuevo acontecimiento. Dos voces lejanas, me alertaron de que alguien se acercaba a mi lecho. En silencio, y sin moverme de mi posición, agudicé el oído para poder saber de quien se trataba. - “Te digo que tenerlo así es peligroso. Deberíamos cargárnoslo y acabar con esto de una puñetera vez”-. Una voz más que familiar retumbó al otro lado de la puerta. Era Jason, o no. No sabía muy bien que esperarme después de haber conocido a su hermano Jack. Me parecía una locura que Jason dijese esas palabras, pero también me lo parecía estar en manos de los testaferros de esa manera tan confortable. Por lo que, curándome en salud, abandoné la idea de ir en su búsqueda, y regresé a mi posición original haciéndome el dormido para poder ganar tiempo antes de arriesgarme a ser descubierto por la persona equivocada.

Bajé de nuevo mi cuerpo con premura, hacia una posición horizontal, y en el momento en que cerré voluntariamente los párpados, la puerta de mi cuarto rechinó ante su abertura, trayendo tras de sí, múltiples ruidos de pisadas que irrumpían en ella, haciéndome saber que el gemelo de turno, no estaba solo. - “Y yo te digo que es una estupidez. Ya la cagaste disparándole en el claro, como para encima ahora cargárnoslo sin una orden previa. Hyter nos mataría. Y el jefe más todavía”-. La voz desconocida sonaba mucho más suave que la anterior. Era de una persona más pausada sin duda, pero su eco fue igual de mortal para mi corazón. Sus palabras contenían un mensaje intrínseco, que me hacía enloquecer del puro terror que ello conllevaba. Querían matarme, y hablaban de Hyter en confianza. Eso solo podía suponer una cosa. Que me encontraba entre los testaferros una vez más. Uno de ellos debía ser a Jack, mi captor del pasado infortunio. Mientras que al último, no tenía la honra o la deshonra más bien, de conocerle.


Sentí como unos dedos buscaban mi pulso en la muñeca mientras unas pálidas risas socarronas reinaban en el ambiente. Parecía que a Jack, le había hecho mucha gracia las palabras de su compañero al que se dirigió con una bravuconería a la que estaba especialmente familiarizado con su hermano. - “Podrías ahorrarte el llamarlo “jefe”, Cameron. No creo que en vuestras comidas familiares trates a tu querido padre con tanta cortesía”-. Cameron, ese era el hombre que trabajaba para Henry y los demás como espías. ¿A caso tenía entonces, más esperanzas de sobrevivir de las que creía en un principio? No podía creerme el vuelco que daba a la situación esa información reveladora. Con él a mi lado podía no estar todo perdido. Podría sacarme de ahí como hizo la última vez. Pero había algo que me carcomía desde que Jack pronunció sus palabras. ¿Cómo es que Cameron era el hijo del jefe de los testaferros? ¿Acaso había alguien por encima del maniático de Hyter? La intriga me corroía por dentro, pero no debía dejar que me afectase más de la cuenta o sería descubierto. Sin más, intenté centrarme en sus voces, las cuales ya estaban en el cabecero de mi cama ignorando mi presencia consciente.
-“Déjate de gilipolleces. He dicho mil veces que no quería recibir ningún trato de favor. Yo soy solo uno más de los que están aquí. Llevo sirviendo a la orden desde que nací, sin que mi padre me haya ayudado en nada de lo que he hecho. Así que cierra tu estúpida bocaza de una puñetera vez, y ayúdame a levantarlo para que pueda beberse esto.”-.

No se como le sentarían a Jack sus palabras. Solo se que el silencio se hizo en la sala, mientras unas manos me enderezaban sin mucho esfuerzo hasta dejarme apoyado en el reposacabezas. Todavía no me sentía preparado para abrir los ojos y enfrentarme a esa dura realidad, por lo que permanecí inmóvil, ajeno a todo. Quería librarme del encuentro para poder pensar más claramente, una vez me hubiesen dejado a solas. Pero no pudo ser. En cuanto se dieron cuenta de que seguía dormido, una palma empezó a golpearme en la mejilla, haciendo que mi embustería llegase a su fin de manera forzosa. - “Venga, hombre espabila que no tenemos todo el día”- La voz de Jack parecía apremiante, como si necesitase librarse de esa tarea lo más próximamente posible. Así que sin más opción, entreabrí los ojos y los vi a ambos lados de mi cama, uno a cada extremo, mirándome con atención.

Visto de cerca, Jack parecía algo más bajo y menudo que Jason, pero por lo demás eran bastante confundibles. Llevaban el mismo estilo de peinado casualmente peinado de lado, con la misma forma ovalada al final, y atuendos de una persona adinerada, extraños en un ambiente de campo como este. Al otro lado estaba Cameron, el cual me sorprendió, pues no parecía pasar de la veintena. Cuando Peep y el resto me hablaban sobre él, me imaginaba a un hombre de mediana edad, estilizado a nuestra manera. Pero ahora que lo observaba, esa definición no podía estar más alejada de la realidad. El chico en cuestión, era una mezcla de delgadez y palidez, muy extraña por estos lares, sobretodo si lo comparábamos con los fornidos compañeros que tenía en su clan. Parecía más bien un chico asustadizo, que me miraba con sus grandes ojos oscuros sin saber muy bien que hacer conmigo. Eso hizo que mi jubilo se desalentara  hasta el más bajo de los límites. Acostumbrado a la determinación, y el esmero de los cazadores, no sabía muy bien como ese chico impresionado por la situación, iba a poder ayudarme en una situación así. Sabía que mis amigos tenían en él una confianza férrea, pero yo aun no acaba de verlo claro, y menos sabiendo que era el hijo del jefe de dicha organización.

Ambos esperaban que dijese algo. Al fin y al cabo, acababa de despertarme en medio de una conmoción en  la que lo último que recordaba era que me habían disparado a bocajarro en medio del bosque así que, para seguirles el juego y no levantar sospechas de que había escuchado más de la cuenta, acabe de incorporarme con más dificultad de la que necesitaba, y expuse roncamente - “¿D-donde estoy? ¿Qué ha pasado? ¿Quienes sois vosotros? ¿Y Henry? ¿Dónde está Henry?”- Miraba a ambos lados desconcertado en cierta medida, porque en realidad, mi preocupación por mis compañeros había estado ahí desde el primer momento en que abrí los ojos, así que cuando vi a Jack reírse de manera socarrona, me dio la sensación de que no había sido el único que había tenido problemas con ellos. - “Estás en el maldito infierno, extranjero. Pero no te preocupes, que dentro de nada te llevamos con tu querido Henry para que os hagáis compañía mutuamente, como buenos amiguitos que sois”- Se veía que la crueldad de Jack era su mayor virtud. Puesto que estaba dándome unas buenas razones para pensar que nos tenían preparado algo tremendamente horripilante a Henry y a mi, en esta clase de casa. Esperaba sinceramente, que el chico que miraba a Jack de manera claramente despectiva, hubiera puesto a Henry algún tipo de seguridad mientras estaba conmigo. En cuanto se largasen, ya me encargaría yo de ir a buscarle para sacarle de aquí. Pero de momento todo estaba en sus manos.

Cameron no incluyó nada a las palabras de Jack, simplemente acercó un vaso hacia mi pecho y con una voz increíblemente suave, me dijo - “Ten, bebe un poco de agua. Durante la noche has perdido mucha sangre. Necesitas hidratarte para que puedas recuperar tus fuerzas, y ponerte en pie de nuevo”-.Lo tomé, y en el momento en que lo vacié me di cuenta de que algo no iba bien. Su sabor no era al que estaba acostumbrado, era como si una acidez latente se fundiese en el agua haciéndola pasar inadvertida al principio, pero inevitablemente palpable después. Me quedé confuso intentando descifrar el sabor que acababa de resbalar por mi garganta, cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe, revelando una inesperada visita de lo más desagradable. - “Vaya, vaya. Parece ser que volvemos a encontrarnos señor Sikorski”- El doctor Hyter estaba al otro lado del umbral con su inconfundible bata blanca, y sus gafas redondeadas bien pegadas a sus ojos. Me quedé atónito. Era como volver a revivir la pesadilla más espantosa que jamás había tenido. Estaba otra vez en manos de Hyter, con mi vida a su merced. No podía salir nada bueno de todo eso.


Entró con paso seguro en la habitación ignorando mi tensa mirada, y se dirigió rápidamente hacia sus compañeros. - “Veo que le habéis despertado con éxito. Muchas gracias muchachos. Ya tomo yo el relevo a partir de este momento”-. Hyter se dispuso a quitarme el vaso de la mano pero con un rápido movimiento, que no me esperaba de una persona como él, Cameron se adelantó, y retiró el vidrio de mi posesión antes que su compañero. - “Tranquilo Hyter, ya me encargo yo de esto”-. Levantó el vaso a modo de señal, y salió abruptamente por la puerta, seguido de Jack que parecía tomárselo todo con más calma. En cuanto la puerta se cerró tras ellos, el doctor Hyter comenzó a pasearse por la sala con una tensa tranquilidad que no lograba disimular su animadversión hacia mi persona. - “Bueno señor Sikorski, parece que ha desarrollado usted un don para librarse de la muerte que muchos desearían”-. No me miraba, ni si quiera situaba la cabeza hacia mi dirección, simplemente hablaba a las paredes mientras me rodeaba con sus idas y venidas, sabiendo a ciencia cierta que no me estaba perdiendo detalle de ninguna de sus palabras. - “Desprende usted, como un aura de desamparo que hace que las personas que lo rodean se rasguen las vestiduras para protegerle. Es realmente increíble”-. No sabía que decirle, o que hacer. En cierta medida me estaba manteniendo en silencio dadas mis pocas posibilidades de salir con vida de este lugar, pero también en parte porque sabía que sus palabras, aunque increíblemente crueles, eran veraces también. En los meses que llevaba en este pueblo apartado de la buena voluntad divina, había superado innumerables peligros gracias a mis amigos, los cuales habían arriesgado sus vidas sin dudarlo, para protegerme. Era algo de lo que me sentía gratamente agradecido así que, sin importarme su reacción por primera vez desde que lo conocía. Le miré directamente y le expuse sin demora - “Tiene usted razón. Mi vida aquí ha sido tocada por la buena fortuna, pero no ha sido gracias a la pura suerte como ha insinuado hace un rato. Ha sido gracias a mis amigos que no han dudado en ningún momento en darme su incondicional apoyo”-. Mis palabras hicieron que se detuviera para observarme con una gélida mirada que haría helar por completo hasta al más caluroso de los desiertos. En silencio se acercó a mi lecho, con un paso lento pero firme, y en cuanto estuvo a mi lado, me sujetó las muñecas con sus grandes manos, en un intento más que intimidante, de tenerme bien agarrado. - “No te hagas el valiente, Tomek. Podría matarte en este mismo instante”- Sus formalidades habían desaparecido, dejando al descubierto su verdadero ser. Me mantuve firme, sin mostrar el terror que invadía mi cuerpo al sentir como la presión de mis muñecas iba en aumento. - “Podría haberte matado la primera vez que te encontramos inconsciente en la cabaña de los cazadores. Es más, de haber sabido toda esta situación, te hubiera pegado un tiro en ese mismo instante”- La presión en las muñecas continuaba aumentando, y yo ya me encontraba al borde de la desesperación cuando expuso - “Pero mereció la pena esperar. Porque quien me iba a decir a mi que intentando pescar a una cría en el rio, iba a acabar pescando a un tiburón del océano”- Su sonrisa se enanchó dejándome entrever que algo no había ido como esperábamos en un principio. Temí por todos, y por cada uno de mis amigos que me habían dedicado todo su tesón. Necesitaba saber cuanto antes, que había pasado con ellos, por lo que con voz entrecortada, y claramente nerviosa, le pregunté simplemente. -“¿Qué quieres decir?”-. Temiendo que mi pregunta me hundiese al averno de la desolación.

Hyter sonrió disfrutando con el espectáculo, sabía que lo que iba a decirme marcaría un antes y un después en mi vida. Por lo que sin soltarme, y con la misma voz mordaz con cierto ligero tono de triunfo no tardó en exponerme. - “Lo que quiero decir, es que gracias a tu intento de fuga de la pasada noche, conseguimos dar en ofrenda a alguien mucho más valioso que tu propia existencia. ¿Quieres saber de quien se trata?”- Sabía que estaba jugando conmigo, con mis emociones, con mi raciocinio entero. Era como atraer al ratón con un trozo de queso para después degollarle el cuello mientras lo comía. Yo era el ratón, y el nombre de la victima el queso. Ambos lo sabíamos. Sin embargo, la incertidumbre por el bienestar de mis amigos era tal, que no me importaba nada de eso. Solo quería saber quien había sido la pobre alma que había pagado por mis pecados. Por lo que, asentí en silencio a sus palabras esperando al veredicto que me hundiría en la más profundas de las miserias. - “Fue tu querido amigo Henry Jameson”-.
Continuará...
Siguiente capítulo