viernes, 17 de marzo de 2017

40. Descubriendo la verdad.

Nota: cuarentavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1


Me desperté en una fría habitación de hospital sin ni si quiera tener consciencia de dónde, o como había llegado a un lugar como este, después de todo lo que había ocurrido.

Lo último que recordaba es haberme lanzado a la muerte en un último acto para escapar de las garras de Peep, el cual había ido a por mi persona desde que me había encontrado en aquella noche fatídica, donde nada había salido como debiera.

Después de eso llegó el ahora en una especie de confusión y dolor, que embotan mi mente hasta el punto de no recordar detalles tan mundanos sobre en qué país estoy, o como se llaman las ataduras que rodean mi cuerpo para que no pueda moverme. Esto es algo que jamás me había sucedido antes, ya que siempre he podido gozar de un buen léxico, a la par de una gran memoria para recordar todos y cada uno de los aspectos que me rodean. Sin embargo ahora es distinto, mi concentración tiene que aumentar para poder identificar cosas que en otras ocasiones habrían sido conocidas de inmediato.

Como si me leyeran la mente acerca de este asunto, cuando una mujer que me parecía vagamente familiar apareció por la puerta de mi habitación, y vio que estaba consciente, lo primero que hizo, a parte de comprobar mi cuerpo lleno de vendajes, fue preguntarme por mis conocimientos acerca de mis identificaciones, tal como mi nombre completo, edad, y dirección, junto con algunas cuestiones más concretas sobre mi estancia en este pueblo, dejándome absolutamente perdido en algunas partes de la conversación.


Es curioso porque puedo rememorar a la perfección la cara de Peep intentando dispararme en nuestra persecución, la adrenalina que recorría mi cuerpo en esos momentos, el pánico de ser alcanzado, etc. Pero por otra parte, me cuesta dar con la causa de todo ello. Sé que estaba protegiendo a alguien, pero ¿a quién? ¿Era a Cameron? Sí, creo que sí. Yo estaba en una casa con Cameron cuando nos atacó una de las criaturas. Sí, esas bestias estaban por allí. Las recuerdo muy bien, pero no quise decirle nada a la mujer sobre ellas. Debía mostrarme cauteloso con esa gente hasta que fuera conectando las demás piezas del puzzle que andaban sueltas, así que fui cuidando mis palabras hasta que pareció satisfecha con el resultado. Fue entonces cuando acabando de dar las últimas notas de mi estado en su carpeta, me dijo distraídamente.

-“De acuerdo, señor Sikorski. Con esto ya está todo. Iré a comunicarle al doctor Hyter que se encuentra consciente para que él mismo pueda evaluar su estado de salud actual más detenidamente. Usted procure descansar mientras tanto. Le esperan unas jornadas un tanto agotadoras. No. No puedo decirle más. Hasta más ver señor Sikorski”-.

Sin más oportunidad de réplica se fue, y me dejó otra vez solo con mis pensamientos. Al oír el nombre del doctor creí que todo esto era un producto de mi ensoñación. No podía ser real, yo mismo recordaba a ese hombre siendo encerrado con esa enorme monstruosidad, mientras Jason y yo sujetábamos la puerta para que no pudiese escapar.

Jason. Me pregunto cómo estará, si esto es real al fin y al cabo. Si lo que decía la médica era cierto, me encontraba de vuelta al sanatorio con Hyter resucitado. Esto no podía ser más absurdo pues, en mi mente, ni el médico estaba vivo, ni tenía la duda de que los testaferros me diesen muerte en cuanto me encontrasen, en vez de hospitalizarme. Nada de esto parecía tener el más mínimo sentido. Por eso, en cuanto vi que la puerta se abría de nuevo para revelar una gran figura atlética, que conocía muy a mi pesar, la cual ya me saludaba con su habitual –“Buenos días, señor Sikorski, ¿cómo se encuentra después de haber sufrido una fatalidad de tal calibre?”-. Tan solo pude contestar –“Estoy muerto, ¿verdad?”-.


Al escucharme el hombre rio para sí sin dejar de ojear unos apuntes que seguramente le había pasado su compañera, la que debía ser la hija de Magda. Claro, ahora me daba cuenta. Esa debía de ser Rose. La compañera del médico que ahora examinaba mis constantes vitales distraídamente, mientras me contestaba apáticamente a mi pregunta.

-“No señor Sikorski, no está muerto. Aunque esta vez le ha faltado poco para ser sinceros. Tiene usted ese impulso suicida que solo es compensado con su buena suerte. Mis compañeros le encontraron inconsciente en medio de la noche, y lo trajeron al sanatorio de inmediato. Si no llega a ser por su actuación ahora mismo sí que no se encontraría con nosotros, así que recuerde darle las gracias cuando les vea”-.

Tras dichos ecos Hyter siguió examinándome como si nada, pero a mí ya me ardía la sangre por dentro. Esa soberbia que le caracterizaba era algo que nunca había podido soportar en su persona, por lo que saltándome el protocolo de mis buenos modales le contesté sin miramientos. –“El que es un milagro que esté vivo es usted, después de que en nuestro último encuentro. Recuerdo haberle abandonado en una situación más delicada de lo que seguramente le hubiera gustado en un principio. Dígame, ¿cómo se las apañó para salir de esa situación con vida?”-.

Sabía que mis palabras llevaban un tono socarrón totalmente impropio de mi persona, pero en esos momentos me daba lo mismo. Ese hombre, por mucho poder que tuviese en el lugar no me iba a achantar con sus monsergas. Por ello, no me retracté, ni intenté explicarme mejor ante la persona que seguía a su labor ajeno a todo. Tan solo esperé pacientemente a que se dignase a responderme con tales palabras.

-“Como siempre señor Sikorski su imaginación me asombra de tal manera que ni yo mismo acierto a creer en ese especie de talento que tiene para inventarse esa clase de historias rocambolescas. Su incapacidad para distinguir lo que es real de lo que no, vuelve a jugarle una mala pasada pues yo siempre me he encontrado a la perfección. Le agradezco no obstante, su preocupación a pesar de todo. Es bueno saber que me tiene tan en cuenta. Aunque, por lo que he leído, su fijación hacia mí está algo desatada. Debemos trabajar ese aspecto si no queremos tener algún que otro disgusto innecesario, ¿no cree?”-.

Mientras me relataba esas sandeces que acostumbraba a oír de su boca, una duda recorrió mi mente al escuchar la información que estaba recibiendo en dichos momentos. Al oírle giré como pude mi cabeza para intentar tenerle más frente a frente, y le pregunté sin mesura, -“¿Leer? ¿A que se está refiriendo, doctor Hyter? ¿Es que acaso han realizado otro de esos informes llenos de falacias para dejarme internado de por vida en algún mal lugar?”-.

En cuanto me escuchó su sonrisa se ensanchó a modo de triunfo tras mis palabras. Estaba claro que llevaba esperando ese momento desde que había irrumpido en mi habitación. Este no me contestó de inmediato. Se tomó su tiempo en levantarse y posar todos los artilugios que estaba utilizando, para poder así meter la mano en su bata médica, mientras me decía. –“No señor Sikorski ha sido usted mismo el que me lo ha relatado de una manera un tanto, “diferente””-.


La enfatización final quedó relevada a un segundo plano cuando extrañado, pude ver como sacaba un viejo cuaderno de su bolsillo que reconocería hasta en el mismísimo infierno. Era mi diario. Estaba seguro de ello. Con estupefacción intenté sin éxito moverme para recuperarlo, pero obviamente mis ataduras me lo impidieron. Tan solo pude quedarme obligatoriamente en mi sitio, viendo como Hyter jugaba distraídamente con mi trabajo acumulado en todo este tiempo que llevaba en este lugar.

-“Es curioso, ¿sabe, señor Sikorski? Si en todo este tiempo alguien me hubiera dicho que había elaborado tal documento con tanto mimo de detalle, le hubiera tratado de demente. Es increíble cómo puede llegar a darme la razón directa, e indirectamente, en muchas de mis valoraciones psiquiátricas tanto de usted como del resto de su grupo. Creo que se ha fijado tantísimo en mí, que hasta ha aprendido algunas pinceladas sobre mi campo. Es algo fascinante. Aunque que haga tanto hincapié en mi físico hace que me vea en la obligación de informarle que en mis gustos íntimos no entran los hombres, así que siento si le decepciono en ese aspecto, señor Sikorski. Oh vaya, no me venga con esas, pensaba darle su cuaderno para que echase un vistazo a las novedades que ha habido en su ausencia. Tenga, aquí lo tiene. En cuanto se calme mandaré que le desaten el torso, y los brazos, para que pueda ojearlo”-.

Tras este veneno expulsado por su boca en forma de socarronería, me dejó el diario encima de mi mesita, mientras yo ya le increpaba por sus palabras anteriores. –“Deje al resto en paz. Ellos no saben ni siquiera que existe tal objeto. Solo yo soy el causante de las palabras expuestas en él. Pagaré por ello si hace falta, pero no los toque, o se arrepentirá”-.

Mientras me oía Hyter se sentía totalmente pletórico riéndose suavemente a mi costa. Con una mano intentó echarme el alto, a la vez que negaba con la cabeza para hacerme ver de la manera más desoladora, que efectivamente esta vez sí estaba errado en mis deducciones.

-“Señor Sikorski tranquilícese que es malo para su salud someter a su cuerpo a tales tensiones. Verá, lleva usted como tres semanas en coma, por lo que ha sus queridos compañeros les ha dado tiempo de mover ficha en su ausencia. Sobre todo al señor Jason Alvery que fue quien de primeras encontró este cuaderno. Sí. No le miento. Fue él. Lo tiene expuesto en los últimos capítulos que, como ese hombre goza de una incansable ociosidad, se leyó de una tirada sus escritos y quiso, a su manera, continuar con su causa. A los que sí tenemos cosas importantes que hacer, nos llevó más tiempo el leer todo el entramado. En mi caso hace escasamente una semana que al fin pude terminarlo por completo. Sí. Sabía que me iba a preguntar por su paradero en cuanto le contase este dato revelador, pero me temo que al igual que hace tiempo, cuando se despertó en este mismo lugar conmigo al cargo, tengo malas noticias para usted. Su querido amigo Jason Alvery ha fallecido mientras usted aún se encontraba en coma en este hospital”-.

Continuará en el futuro…

viernes, 10 de marzo de 2017

39. Tras tus pasos

Nota: Treintainueveavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1


Escribo esto, mientras espero a uno de los jefazos de los aldeanos, para intentar poner en orden mis ideas con respecto a lo que ha pasado.

Todo comenzó cuando regresé de la cabaña de Peep hacia mi casa. En ese momento comencé a elaborar el plan para rescataros a ti, y a Cam. Había sido un soberano estúpido creyéndome las palabras de esos pueblerinos. Pues claro que estabas con ellos, era la opción más viable. Puede ser que los que me hablaron de ti no tuvieran ni idea de que te encontrabas dentro de la aldea, pero seguramente los que trabajan para Larson te tenían ya allí con ellos, tratando de hacer algo por tu vida mientras contactaban con los testaferros para saber que hacían contigo. Espero llegar a tiempo antes de que te hayan podido trasladar. Si no tendré que dejar al chico en mi morada solo para ir al sanatorio a buscarte, y vete tú a saber lo que podría sucederle en mi ausencia en esa casa llena de trampas. Sea como fuere ya me las apañaré. Ahora lo importante es teneros a los dos a salvo junto a mí. Los peligros que lo implican carecen de importancia.


Después de llegar a mi hogar, y serenarme levemente de mi encuentro con el viejo, comencé a prepararlo todo para mi partida hacia la aldea de donde saldría con los dos de vuelta a mis parajes. Lo tenía todo planeado. Esta vez no dejaría que me pillasen ni cansado, ni en desventaja. Se de sobra que esas gentes no tienen ni para pagarse una pistola decente entre cinco, así que esa será mi ventaja. No solo me armaría como si de un día normal se tratase, sino que intentaría llevar tantas defensas como me fuera posible entre las ropas bien a la vista, para que les entrase el miedo en el cuerpo nada más verme aparecer por el horizonte.

Una vez listo, me aventuré a las calles sobre el anochecer. Aun cuando todavía quedaba algo de luz en el cielo. Quería pasarme primero por el poblado para preguntarle a John antes de que se fuese de su armería para ver si sabía algo del asunto que Peep había recalcado, y que me había dejado tocado desde entonces. El hecho de que Hyter siga vivo.

Como ya te había comentado antes, mientras buscaba saber algo de Jack había oído rumores acerca de que Hyter andaba por ahí tan campante, como si la noticia de su muerte jamás hubiera traspasado las paredes del laboratorio donde perdió la vida a causa de haberle encerrado con esa monstruosa bestia.

Al principio pensaba que este hecho era en realidad una estrategia de Larson para no mostrar la pérdida de su fuerza delante de sus ciudadanos. Hyter, por más que le pese al alcalde, es de lo más conocido en las calles, tanto por sus acciones, como por él mismo, que en más de una ocasión ha ido en busca de información por su cuenta, metiéndose hasta en las tierras más inhóspitas para hablar directamente con la gente del lugar, sin andarse con medias tintas. Quisiera ver yo a Larson haciendo eso, que todos sabemos que sin sus secuaces alrededor no sale ni para comprar en el mercado.

Como iba diciendo, al enterarme de las habladurías populares no le di la mayor importancia al tema en cuestión, pero después de que ese viejo cotilla haya reafirmado que sigue vivo por activa y por pasiva, me he parado a pensarlo más detenidamente. Por mucho que los dos hayamos estado allí para ver que era imposible que hubiera podido librarse de esa, que el pueblo entero y el propio Peep estén de acuerdo en que sigue con vida me da mala espina, así que por eso me tomé el rodeo al pueblo como algo necesario para vuestra búsqueda. No quería bajar a la aldea y encontrarme por allí con ese titán husmeando él también vuestro rastro, sin previo aviso.

Al entrar en su tienda me encontré a John totalmente enfrascado en sus cuentas a punto de cerrar. Estábamos ya completamente solos, por lo que aproveché para preguntarle directamente sobre el doctor. –“Perdona por las horas, pero tengo que hacer un trabajillo y necesito saber con urgencia si Hyter sigue vivo. Sí. No me pongas esa cara. Larga historia. ¿Sabes algo del tema? Te agradecería cualquier cosa que pudieras decirme al respecto”-.

No tuve que decir más. John salió de sus números y, después de mirarme con una extrañeza que me indicaba que no entendía muy bien el porqué de mi pregunta, me respondió. –“No sé qué os habrá pasado pero por mi experiencia sé Hyter sigue vivo y coleando. Todavía ayer alguien vino a recoger su pedido para llevárselo al sanatorio. Me resultó extraño porque siempre aparece él por aquí para atosigarme con su meticulosa revisión antes de llevarse cualquier cosa, pero aparte de eso, no he visto nada extraño que me hiciese pensar que se ha ido. ¿Va todo bien, Jason?”-.

Ya tenía lo que quería, y no quería preocupar más al pobre hombre con nuestras cosas, por lo que le quité importancia diciendo que había oído algún que otro rumor por ahí, y me largué rápidamente hacia vuestra búsqueda allí en los campos. Sé que John no me mentiría en nada así. Invertimos mucho dinero en su tienda, y además por si no lo sabías aún, es, bueno, era primo del pobre Henry. Nunca quiso meterse en nuestra causa por más que le insistimos, pero todo el mundo sabe que nos da un trato de favor siempre que puede. Los testaferros más de una vez han intentado sonsacarle algo, pero jamás ha cedido. Si dice que Hyter anda por ahí pidiendo armas, aunque no haya aparecido por el lugar personalmente, tengo que ándame con ojo si no quiero ser tiroteado a mis espaldas. Espero que tú también te estés guardando de él, Tomek. Solo nos quedaba que después de todo, la vida nos diese ese revés tan traicionero. Aguanta que en nada estarás conmigo, y entonces sí que todo habrá terminado.


Tras la novedad de que nuestro enemigo andaba suelto, me esperé lo peor. Bajé a toda prisa el bosquejo hasta visualizar de nuevo los campos. Si te digo la verdad, después de tantos años aún no sé cómo esos palurdos logran sobrevivir una y otra vez. Después de estos días la entrada del poblado seguía igual de destrozada que cuando vine por primera vez a por vosotros. Tan solo un par de guardias la vigilaban perezosamente. Me los podía haber cargado con el rango que tenía sin que se diesen si quiera cuenta de que estaban siendo amenazados, para acabar entrando a mis anchas en el poblado, pero tampoco era plan de ponerme brusco con ellos. Sabía que primero de todo debía negociar para que os devolvieran sanos y salvos, por eso me limité a acercarme lentamente, para darles tiempo a verme llegar, y una vez que me echaron el alto les dije. –“Vengo a por Cameron, y a por Tomek. Así que ya me los estáis dando”-.

Como empezaron con las mismas excusas de siempre sobre que no te habían visto desde el ataque, y demás tonterías, les frené en el acto y les solté aquello que si no lo habían pensado anteriormente, que con esta gente nunca se sabe, acabaran dándose cuenta ahora. –“No me vengáis con memeces que sé que tienen que estar los dos aquí. ¿Habéis hablado con el equipo de Larson por si lo habían encontrado? No. Por supuesto que no. A vosotros no os importa una mierda que alguien haya arriesgado la vida por vosotros. Tan solo escondéis la cabeza como las tortugas para evitar que os pase nada malo. Me dais asco. Sois todos unos cobardes”-.

En respuesta a mis insultos levantaron sus armas, pero poco me importaban a mí sus amenazas. Para ellos el gastar una bala les supone un sacrificio enorme. Además yo ya había venido preparado, y les encañoné en respuesta con mis dos mejores revólveres, haciéndoles vacilar de inmediato. Esta era mi oportunidad de encontraros, y me daba igual lo divididos que estén en estos parajes, o lo mucho que se eviten entre ellos. Iba a hacer que fueran a por ti, aunque tuvieran que adentrarse en el terreno de sus vecinos no deseados. Aquellos que vivían un poquito mejor porque le seguían a Larson su juego sucio.

Al ver mi determinación se miraron entre ellos para saber qué hacer. Aproveché por tanto el momento para mandarles las instrucciones necesarias para aligerar las cosas. –“Id en busca de esos malnacidos que trapichean con Larson. Quiero hablar con ellos de Tomek. Yo asumo la responsabilidad de todo, que no he venido aquí buscando pelea. Tan solo quiero a mis amigos de vuelta. Eso sí, como os vea tenderme una trampa o algo del estilo, os lleno el cuerpo de plomo ¿entendido? Pues venga, tirad que no tengo toda la noche. En marcha”-.

Sé que en cuanto leas esto me reprenderás por mi rudeza, Tomek, pero con esta gente es necesario. Estos tipos si no les atas en corto se te van de las manos, y acaban haciendo barbaridades como cuando me secuestraron creyéndose que era Jack. No se puede dejarles hacer como has hecho tu cuando apareciste por aquí con el chico. Eso es de lo más peligroso. Por eso yo, en esta ocasión, hasta negocié con ellos para que uno se quedara conmigo mientras el otro iba a por los demás. Por precaución. Así tenía un rehén si la cosa se ponía fea, mientras que ellos se aseguraban de que no me metía en sus dominios aprovechándome de su ausencia. Aunque francamente, hubiera podido entrar cuando hubiera querido si ese hubiese sido mi plan. Por ahora lo primero que quiero hacer es dar contigo. Tú eres en quien debo centrarme. Luego ya cogeremos al chico también, y nos iremos.


Como puedes leer, la misión va más o menos direccionada a que todo acabe como es debido. En estos momentos estoy esperando aquí con este malnacido que me mira enfadado de reojo, al verme salirme con la mía tan fácilmente. No entiendo como pueden ser tan descarados cuando siempre tienen todas las de perder. Podría obligarle a que dejase de mirarme de ese modo, pero la verdad es que me preocupa bien poco lo que haga, tan solo quiero que llegues ya de una vez para que podamos proseg…

Continuará…

viernes, 3 de marzo de 2017

38. Hablando con el culpable (segunda parte).

Nota: Treintaiochoavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1   Para ir a la primera parte del capítulo pulse aquí: Primera parte


Había llegado el momento. Sabía que Peep no habría dejado de curiosear después de haberte dejado allí tirado con todo el riesgo que conllevaba. Algo debía de saber para encontrarse tan seguro. Quise por ello, intervenir para sonsacarle toda la verdad a ese miserable, pero Magda volvió a detenerme para ser ella quien llevase a cabo esta discusión.

Estaba claro que entre ellos en estos momentos existía una tensión más que evidente. La mirada que le echaba la casera era tan feroz que me estaba dando reparo hasta a mí contrariarla. Esta abrió la boca para decir –“Adelante, te escuchamos”- que fue lo único que necesitó el viejo para ponerse a hablar de tu paradero.

-“Ya os digo desde ahora que dejéis de haceros ilusiones, pues estoy seguro de que Tomek no sigue con vida. En el momento en que yo me fui tras nuestro desencuentro, unos campesinos afines a Larson se me cruzaron en el camino a su vuelta a la aldea. Hablé con ellos sobre lo que había pasado, y les dije que les daría el paradero del cuerpo de Tomek si me daban a cambio alguna información sobre ti, Jason, o sobre tu hermano, para aclarar las cosas con respecto al tema de Henry. Dijeron que no sabían dónde estabais, pero como les interesaba el trato acabaron contándome algo que no me esperaba. Sobre todo tras haber escuchado vuestra huida del laboratorio. Al parecer Hyter sigue vivo, y lidera la búsqueda del chico, aunque sabe tan bien como nosotros que encontrarle va a ser imposible. Esto aunque sabía que nos perjudicaba, me daba una ventaja enorme el saber los planes de Hyter de antemano, por lo que les dije dónde estaba el cuerpo, y me fui de allí lo más rápido posible. Después de eso no volví a tener noticias de ellos por si os lo estabais preguntando. Por más que pregunté por la zona nadie más supo decirme nada. Ni si quiera sus propios compañeros. Supongo que al no tener nada que hacer con él, enterrarían el cuerpo de Tomek junto con el resto de los suyos sin más.”-.


Al ir escuchando sus sandeces no sabía si sentirme más enojado que nunca porque este tipo ande como siempre confiando en el enemigo para enterarse de las cosas, o confundido por lo que había dicho de Cameron. Según tus escritos, y gracias a la chica chillona que habita en esas tierras, sé que el chico está a salvo resguardado en una casa de la aldea, pero por lo que ha dicho Peep y el gesto compungido de Magda, veo que ellos tenían otra noticia diferente. Me puse por ello, a soltarles la verdad para que dejaran de confiar en cualquier idiotez que anduvieran contando los demás.

-“Un día esa curiosidad va a acabar matándote maldito idiota. Se de buena tinta que Cameron está a buen recaudo. No, no me mires así, Magda, no pienso decir nada delante de este desgraciado. Tomek, solo se lo llevó para buscar una cura que lo devolviera a la normalidad de nuevo. Por lo que he leído lo han estado cuidando bien, y ha hecho algún que otro progreso. Tomek lo dejó bien escondido con otra gente que se están encargando de él en estos momentos, así que después de que encuentre a tu pobre víctima, del que por cierto tus deducciones no tienen nada que ver con la realidad, ya que estuve por la zona de los campesinos y, por más que les insistí, me aseguraron de que no habían podido encontrar su cuerpo, volveré también a por el chico, y se quedarán conmigo hasta que se recuperen lejos de tipos como tú, que dan más prioridad a lo que te cuenta un cualquiera, que al amigo que te intenta explicar la verdad como puede mientras le amenazas de muerte”-.

Sabía que les había conmocionado con la verdad. Ambos se miraron alarmados, a la vez que Peep me contaba de donde había sacado tal disparate. –“Eso no puede ser, Jason. Es algo que todo el pueblo sabe por los campesinos. Cuando los presionó el equipo de Larson dijeron que vieron a Tomek en el bosque después de haber matado a Cameron, que les amenazó, y que lograron escapar de sus ataques. No sabía dónde se encontraba después de eso, así que volví a por más respuestas al bosque y me lo encontré todo ensangrentado, con un hacha en la mano, y una ristra de cadáveres detrás de él, ¿qué creías que iba a hacer entonces? ¿Dejar que me matase a mí también y luego fuese a por vosotros? No es la primera vez que alguien de estas tierras se vuelve loco, Jason. Este tipo era raro desde un principio, así que en vez de echarme las culpas de todo, mira a ver a quien defiendes porque a mi siguen sin cuadrarme las cosas”-.


No pude evitarlo. En cuanto le escuché soltando tanta tontería junta pegué un golpe en la mesa, y grité más de lo que debería las siguientes palabras –“¿¡¿Cómo has podido creerte tal mierda?!? ¿¡¿No te das cuenta de que si dijeron eso es porque estaban intentando ocultarlo de los secuaces de Larson?!? ¡Se te va completamente la cabeza, viejo! ¡Ya no sabes distinguir las cosas! ¡Ni si quiera sabes quienes son de los tuyos y quienes no!”-.

Ya estaba empezando a notar que estaba perdiendo el control cuando Magda volvió a agarrarme para que no cometiera una locura mientras me decía. –“Para, para ya Jason que lo que menos necesitamos es que arremetamos contra nosotros mismos ahora. Yo tampoco comparto para nada lo que le ha hecho Peep al pobre muchacho pero por favor, también has de ponerte en su lugar por un momento. Ha hecho lo que ha creído mejor después de escuchar todos esos rumores que se propagaban por el pueblo. Sí. Sé que tú no los has oído, o no los has querido escuchar porque eres más selectivo con esta clase de cosas, pero ahora discutir del tema de esta manera no va a hacer que vuelva ni el chico, ni Tomek. Por eso tenemos que priorizar. Ahora que sabemos dónde podemos encontrarlos a ambos debemos de ir a por ellos cuanto antes para traerlos de regreso si siguen vivos. Puede que estemos debilitados después de todo lo ocurrido, pero aún seguimos teniendo nuestro honor de proteger a los nuestros pase lo que pase. ¿Cómo lo veis? ¿Seréis capaces de unir fuerzas por el bien de todos?”-.

Al escucharla Peep miró directamente a mi dirección sin decir una palabra esperando a que yo fuese quien disparase primero. Sabía de sobra lo que el viejo me iba a decir teniendo en cuenta el aprecio que tiene por Cameron, y porque negarlo, lo mucho que se preocupa por mí también. Pero por más que supiera que llevarme a alguien durante mi búsqueda me facilitaría las cosas, soy por encima de todo leal, Tomek. En este caso soy afín a ti, y lo que te ha sucedido aun hace que me hierva la sangre. Por ello, negando con la cabeza dejé a entender que por mi parte no había nada que hacer. Magda al verme suspiró con fuerza e intentó decirme algo, pero no la dejé. Tan solo tenía una sentencia que exponer antes de acabar con todo esto, así que miré directamente a ambos, y les dije como iban a ser las cosas a partir de ahora.

-“Lo siento Magda pero eso no puedo hacerlo. Este tío ha roto todo lo que teníamos por culpa de su curiosidad insana, haciéndoselo pagar al pobre Tomek por el camino. No, no me mires así. Yo acepto que también sospeché de Henry en un momento dado por lo de su extraña relación con Jack, pero jamás me veríais comportarme como este ha tratado al pobre chaval. Por ellos no necesitáis preocuparos más, iré a buscarlos en cuanto salga de esta casa, y los traeré a ambos de vuelta con vida. Me da igual lo que digáis al respecto. Me niego a creer que Tomek haya sucumbido. Él ha demostrado ser más fuerte que todo eso. En cuanto le vea, le curaré y dejaré que repose junto al chico en la casa de mis padres donde me hospedo ahora que no está Jack. No volveremos por aquí. Magda si quieres venir en cualquier momento eres bien recibida. Contigo no tengo ningún problema, pero Peep, te lo advierto, como te vea acercarte mínimamente a ellos no tendré piedad. Quedas avisado.”-.

Terminé mis amenazas donde quería. Dejando que Peep supiera que mi amistad con él había acabado por completo. Me mantuve en silencio por un rato para saber que habían asimilado bien mi sentencia, y di media vuelta para irme, después de tocar el hombro de Magda como despedida en un intento de suavizar la cara de angustia que se le había formado a la pobre mujer al ver que no tenía nada que hacer para evitar mi destierro.

No esperé a ninguna respuesta tras mis pisadas. Tan solo el silencio se rompió a mis espaldas cuando ya me encontraba frente a la puerta principal. Parece ser que Peep, al haberlo perdido todo, ya no le importaba soltar lo que debía estar pensando desde hacía un buen cacho. Por lo que antes de que pudiera irme aprovechó para decirme audiblemente –“Al final los testaferros acabaron teniendo razón. Has acabado convirtiéndote en Jack, muchacho. Ten cuidado con eso si no quieres que alguien te vuele la cabeza tras confundirte con él”-.


Al escucharlo frené de golpe mi avance, y me giré para mirarlo. Sabía que se estaba refiriendo a un millón de cosas a la vez, incluida la ficha del sanatorio que yo mismo había relatado que había leído momentos atrás en tu diario.

Peep buscaba con ello desestabilizarme, y poder así hacer conmigo lo que quisiera delante de Magda, al no poder controlarme de otra manera. Maldito rastrero. No iba a permitir que eso ocurriera, y menos por ninguna sandez que me dijese, así que tragándome el torrente de insultos que estaban por salir de mi boca, tan solo le contesté –“Aunque lo acabase siendo, seguiría sin ser tan miserable como tú, imbécil”-.

Tras eso me fui, sin mirar atrás, junto con una ira que aún me dura mientras espero para ir a buscarte de la manera más segura que puedo hacerlo. En la nocturnidad. Hasta entonces aguanta, que te daré este diario para que sigas continuándolo como solo tú sabes hacerlo, para que al final todo el mundo pueda darse cuenta de lo que ocurre en este espantoso lugar, y se dignen por fin a echarnos una mano los de fuera de estas fronteras. Este es en estos momentos mi principal deseo. Espero ayudarte a conseguirlo mediante estas líneas.
Se despide indefinidamente.
Jason Alvery

viernes, 24 de febrero de 2017

38. Hablando con el culpable (primera parte).

Nota: Treintaiochoavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1


Tomek creo que se dónde estás. Esta mañana he ido hacia la cabaña de Peep para dejarle las cosas claras cuando, mientras discutíamos, he caído en la cuenta de lo más obvio que podía haber pasado, así que apuro estos momentos en los que me encuentro esperando a que anochezca para asaltar a esos malnacidos, y rescatarte para tenerte otra vez a nuestro lado de nuevo.

Comenzaré por el principio para no confundirte. Después de la noche en que te conté lo que había pasado desde que me separé de vosotros, estuve divagando sobre cómo me encontraba de salud para enfrentarme a ese tirano que te había atacado momentos antes de tu desaparición.

No me malinterpretes, no es que quisiera liarme a palos con él según llegase a la casa, quería por todos los medios sonsacarle hasta la última gota de información que tuviese escondida en su cabeza antes de nada, pero si necesitaba estar preparado por si le daba un arrebato de estos suyos, y tenía que defenderme para no salir igual de perjudicado como lo hiciste tú. Así que, analizando mis heridas me di cuenta de que aunque aún tuviese los ojos sin recuperar, estos habían mejorado lo suficiente como para apuntar con un arma, por lo que sin esperar a que saliese el sol siquiera, partí hacia esas tierras, lo suficientemente armado para tener el factor sorpresa a mi favor.

Cuando llegué al hogar me sorprendió que estuviese todo de lo más calmado después de todo lo vivido. Nadie se encontraba haciendo guardia, y no había ninguna barricada en la puerta, tan solo cuando entré sin ninguna dificultad me encontré con que alguien estaba pendiente de todas formas, y bajaba las escaleras para encontrarse con quien había irrumpido en el lugar. Al principio saqué un arma de mi chaqueta pensando que era Peep, pero después de tener más visualización de la persona que estaba descendiendo me di cuenta de que solo se trataba de Magda.

Al verme la mujer se quedó en el sitio congelada en medio de la estancia. Relajé mi postura para que viera que no iba con ella la cosa, y tan solo le dije –“He vuelto”- para que se diese cuenta que no tenía nada que temer.

En cuanto mis palabras surgieron de mi boca, Magda bajó el resto de escaleras más aliviada y me preguntó por vosotros nada más posicionarse a mi altura con un –“¿Vienes solo?”- muy escueto pero lleno de esperanza.

No sabía muy bien como decirle todo lo que había pasado, sin herirla demasiado. En el momento en que vi su rostro preocupado mirando a la puerta cerrada a mis espaldas comprendí que Peep no la había informado de nada para que siguiese confiando en él, seguramente. Pero eso se iba a acabar. Aunque me costase hablar de este tema en voz alta, debía hacerlo para que supiese la verdad. Un –“Sí. Tenemos que hablar Magda”- fue lo que me dio tiempo a decir antes de que el que faltaba en el cuadro diese señales de vida, bajando las escaleras con una prisa innecesaria.


Peep al verme se quedó de lo más tranquilo en medio de su avance. Yo no puedo decir lo mismo de mi reacción pues, en cuanto me di cuenta de que era él hice amago de salir en su dirección tras el arrebato que me dio verle de nuevo, pero no pude hacer mucho ya que Magda al notar mi enfado, me agarró con todas sus fuerzas del brazo, y me dijo –“Jason, no. Por favor”- deteniéndome momentáneamente.

Peep al vernos aprovechó para bajar el resto de tramo que le quedaba sin que yo pudiera hacer nada para evitar que siguiese moviéndose a sus anchas después de lo sucedido. Podía librarme fácilmente de Magda que aún seguía sujeta a mí como si supiera que en cuanto me soltase iría a por ese malnacido, pero preferí no zafarme que, aunque sabía que no habría daño de por medio si lo hiciese, el disgusto que se llevaría no sería mínimo. Así que me quedé en el sitio, y tan solo le solté la verdad para que supiese a quien teníamos tan tranquilamente en casa.

-“Mira a ver a quien defiendes Magda, que este tipo ha hecho desaparecer a Tomek a sangre fría”- No dije más que eso. No hizo falta. Al oírme, pude sentir como la señora me apretaba más el brazo, y miraba ahora en dirección al viejo que ya se estaba tomando la libertad de ponerse a nuestro lado mientras nuestra compañera le preguntaba –“¿Qué le ha pasado a Tomek, Peep?¿Qué le has hecho?”-.

Como me imaginé Peep puso cara de enfado tras oírla pero intentó disimular su disgusto. Que ella precisamente se ponga en su contra le molesta bastante como ya te puedes imaginar, por lo que una vez te conté de que la ve como algo más que una compañera, pero a mi ese hecho la verdad es que me beneficiaba bastante, pues con ella de mi parte ya tenía carta blanca para ponerle las cosas claras a ese diablo, por ello, en cuanto dijo cínicamente –“No sé de dónde has sacado eso muchacho, pero quien te lo haya contado te está engañando”-, fue cuando aproveché, y usando mi brazo libre metí la mano en el bolsillo para lanzar tu diario a la mesa, y reprocharle –“A mí no me vengas con esas viejo, que lo sé todo y no dejaré que te marches en vano después del daño que nos has hecho.”-.


En cuanto lo vio, ese malnacido abrió los ojos como platos de la curiosidad que sentía, y se fue directamente a por tus notas, pero no le dejé avanzar ni dos pasos. Ahora que Magda sabía la verdad, la aparté de lado y puse una mano encima del cuaderno para que ese tipo no pudiera ni rozarlo siquiera.

–“Ni se te ocurra tocarlo. Estas son las vivencias de Tomek. En ellas relató todo lo que le va ocurriendo hasta el momento en que le faltan las fuerzas después de que tú lo hayas obligado a despeñarse acantilado a bajo. Si, si, mírame como quieras que por mucho que frunzas el ceño eso no va a cambiar. No querías que lo supiese ella, ¿Verdad? Pues aquí lo tienes, Magda. Empieza por el final para enterarte de todo. Más tarde ya te enseñaré yo todas las partes donde el pobre Tomek lo pasa fatal por tener que soportar el yugo de Peep. Ten, con cuidado que ya está muy hecho polvo. Si, así. Ya verás de que pasta está hecho este tipejo que está aquí delante de nosotros”.-

Peep se mantenía completamente en silencio tras mi acusación, pero Magda sin embargo, ya se había abalanzado hacia la mesa mientras hablaba para enterarse de lo que sucedía. No fue hasta que esta, al ir leyendo el contenido, comenzó a increparle también diciendo cosas como –“¿¡¿Pero que le has hecho al chico?!? ¿¡¿Estás loco?!?”- que el viejo comenzó a explicarse.

-“Hice lo que tenía que hacer. Sé que todos le habéis cogido mucho cariño pero si seguía así iba a acabar matándonos a todos. Pensaréis que el malo en esta historia soy yo, pero solo estaba protegiéndoos de sus locuras, a todos”-.

Al recalcar el “a todos” miró hacia mí en un intento de convencerme de que también me incluía en el grupo para que me creyese sus intenciones, pero lo que él no sabía es que tu habías explicado con detalle todo lo que nos afectaba a nosotros también, por lo que yo ya estaba curado de cualquier embuste que pudiera darme.

Le señalé por ello para acusarle directamente, y dije -“No me vengas con esas, viejo, que de mí también has tenido tus dudas. Tomek ha transcrito la ficha del sanatorio en el diario, y lo he leído todo. ¿Qué pasa, que te creías las mierdas que habían soltado esos matasanos de mí cuando me capturaron, y por eso te callaste como un asqueroso el que tenías mi ficha médica? Eres un miserable, y créeme que cuando acabe contigo te dejaré con un hilo de vida para cuando encuentre a Tomek veas de primera mano cómo no has podido llevártelo por delante, imbécil”-.


Mis palabras sonaban amenazantes, pero no eran nada comparadas con la ira que sufría en estos momentos. Había llegado el punto en que todas las cartas estaban sobre la mesa. Peep al verme intentó mitigarme diciéndome monsergas de que me estaba comportando de un modo extraño de un tiempo para atrás, y que por eso se había quedado el informe para él, para no echar más leña al fuego, que sabía que yo tampoco confiaba en él después sobretodo de leer la carta que te dejé como despedida en la que te contaba a ti solamente la relación de Henry con Jack, pero yo ya no le escuchaba. Mi mente tan solo era capaz de reírse ante sus excusas baratas, mientras mi brazo viajaba hacia el bolsillo donde guardaba el arma que había recogido de mi casa para darle fin a todo esto de una vez por todas. Fue entonces cuando Magda viendo lo que iba a suceder, nos sentenció a todos de una extraña manera.

–“Esperad, los dos. Lo que menos quiero después de esto es otro baño de sangre. Ya hemos perdido demasiado como para lastimarnos ahora a lo tonto. No, Jason, no me malinterpretes. No soporto la idea de lo que ha hecho Peep, pero ahora necesitamos centrarnos. Tenemos al chico con esos fanáticos de los campesinos, y a Tomek desaparecido sin saber dónde está, al menos su cuerpo que, aunque yo también deseo con todas mis fuerzas que vuelva, después de haber leído esto, dudo mucho de que haya salido con vida. Así que Peep, si te estás guardando alguna información para ti sobre estos derroteros ya nos la estás diciendo, si no quieres que deje de evitarte una desgracia mayor”-.

Ahora era Magda la que miraba al viejo con desafío como retándole a contrariarla a ella también. Peep se quedó tan perplejo como yo a sus palabras. Pocas veces la había visto tan enfadada en su vida como lo estaba en estos momentos. No creía que este tipo tuviese algo de información para contentarla, pero para mi sorpresa no era así, ya que después de recomponerse de sus palabras, Peep abrió la boca para soltarnos una confesión que me dejó más atónito que antes si cabe.

 –“Odio tener que verme en esta situación contigo, Magda. Siempre creí que por la mutua experiencia que nos ha dado esta miserable vida, estábamos en la misma dirección guiando a estos chavales, pero veo que me equivocaba. Parece ser que ese muchacho del que no sabemos apenas nada, ha calado más en ti que todos estos años junto a mí. Así que te diré todo lo que se del tema, aunque sepa que con ello os estoy enviando a bailar con el mismísimo diablo”-.

Continuará…

viernes, 3 de febrero de 2017

37. Mi parte de los hechos.


Nota: Treintaisiete capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

De regreso a mi casa no pude más que darle mil vueltas sobre todo lo que había leído en este diario que ahora llevo conmigo a la espera de encontrarte para poder devolvértelo.

Este relato contenía detalles de todos nosotros que yo desconocía, y que de ser cierto lo que se explicaba en él, cambiaría completamente mi punto de vista con respecto a una persona en concreto.

Por más que llevo tiempo a su lado, Peep jamás me comentó nada sobre su acceso a mi ficha del sanatorio, ni nada por el estilo. Esto me hace pensar que, o bien sabía que eran datos completamente inventados por esos medicuchos con la intención de frenar mis avances, o por el contrario creía que tenían algo de verdad, haciendo que sospechase más de mí de lo que creía posible.

Eso era algo que debía intentar recordar a la hora de abordar el tema con él más adelante. Ahora sin embargo, voy a dedicar estas líneas algo más pensadas que las anteriores, para poder explicarte, Tomek, lo que he estado haciendo en tu ausencia, y que tan preocupado te tenía en estos días.

Como tú mismo habías deducido, cuando las campesinas nos informaron de que Jack había desaparecido no pude más que pensar en que algo grave había ocurrido. No especialmente a Jack en sí, sino más bien en algún suceso en general que le perjudicase. Conozco bien a mi hermano y sé que no abandonaría la casa de nuestros padres así como así por mucho que el equipo de Larson se le echase encima.


Por ello, de primeras pensé en irme contigo dejando al chico con Magda para que me ayudases a descubrir donde se encontraba ese condenado. Pero después de pensarlo larga y tendidamente sobre el resto del día, cambié de opinión.


El hecho de que te dejara fuera de esto fue en parte por lo que tú mismo dedujiste en el cuaderno. Por el inconveniente de que algo saliese mal y dejar al resto de nuestros compañeros sin alguien que protegiese el lugar, pero también por otro derrotero del que por lo que he visto en el diario, todavía no debes de tener idea alguna. Este es el de dejarte a cargo de un tema que llevo años intentando investigar. El asunto de que Henry y Jack tuvieran más relación de las que jamás nadie supiese en un principio.

Sé que a simple vista puede parecer absurdo pero desde hace unos años llevo pensando que el bueno de Henry y Jack se intercambiaban alguna que otra información a espaldas de los demás.

Esto comencé a pensarlo cuando en una de estas ocasiones en que estaba dejándome caer por una taberna del pueblo antes de que aparecieses tú por nuestras vidas si quiera. El tabernero se me acercó con un licor bastante fuerte que acostumbraba a beber Henry y que, a ti por lo que he leído, también te dio a probar en alguna ocasión, y me dijo –“Bonita noche ¿verdad, Jack? Parece que las tormentas por fin han cesado de una vez. Por cierto, ¿Dónde está tu amigo hoy? Os he guardado una botella entera de ese licor de patata que tanto le entusiasma. Vamos pruébalo. Invita la casa.”-.

Recuerdo sus palabras como si fuera ayer. Las he repetido tantas veces en mi mente buscando algún entresijo en ellas que sabría poner hasta la entonación arrastrada de aquel pobre diablo. De aquella llevaba sin ver a Jack desde hacía una larga temporada. Larson siempre lo tenía demasiado ocupado en sus asuntos como para cruzárnoslo por los rincones. Por lo que desconocía que pintas o gustos tenía en aquel entonces. No sabía si quiera que lucía tan parecido a mí como para confundirnos. Pero lo que si conocía era a un apasionado del licor de patata que se había ausentado la noche anterior para hacer una de sus cacerías de bestias en el bosque. Ese había sido Henry como ya habrás deducido después de leer todo esto. Para mí no me cabía ninguna duda desde que oí aquella información, de que había sido nuestro compañero el que había quedado allí con Jack a espaldas de todos.


Sé que este frente puede pillarte de manera inesperada, liando más tus pensamientos de lo que ya estuvieran con todo lo que ha pasado, pero créeme que esa no es mi intención por eso voy a afirmar aquí mismo que aunque sigo pensando que fue nuestro amigo el que se citó con mi hermano aquella noche, Henry no hizo ninguna actuación sospechosa en contra nuestra ni nada por el estilo como cabría parecer. Tan solo actuó normal como siempre, haciendo alguna que otra burla sin malicia sobre mi acercamiento a sus actividades cotidianas como estaba haciendo en esos momentos. 


Esto se debió a que después de escuchar al camarero salí como una bala del establecimiento para pegarme a Henry y no quitarle ojo en un intento de descubrir que se traía entre manos. Esto era visto claramente por todos ya que incluso Peep me preguntó si ocurría algo, pero por suerte no le informé de tal situación por no tener pruebas suficientes con la que afirmar lo que había ocurrido. Tan solo dije que quería aprender a limpiar las armas como Henry lo hacía, y permanecí a su lado hasta que tú apareciste. Fue entonces cuando pensé que la información que Henry le podría haber pedido a mi hermano habría sido sobre tu vuelta y me quedé algo más despreocupado hasta que fatídicamente Henry murió a manos de ese malnacido. Eso me hizo reavivar la sospecha de esa noche, haciéndome buscar la respuesta en Jack sobretodo, cuando fui directamente a por él en el sanatorio para llevárnoslo con nosotros en un intento de que comentase algo al verse contra la espada y la pared. Pero por mucho que le apreté para conseguirlo no soltó ni prenda. El muy cerdo solamente se rio de mis preguntas y amenazas antes de que lograse escapar engañándote con sus pantomimas.

En el momento que me enteré de su huida lo vi todo perdido. Si algo puede caracterizar a ese palurdo es la astucia, por lo que sabía que no volvería a pillarle en otra igual nunca. Por eso cuando no di con él tras haberle perseguido como si me hubiese llevado la vida en ello, desistí y me puse a buscar por otros derroteros la respuesta de una manera más tranquila, hasta el momento en que esas dos acudieron a casa para explicar lo sucedido. Ahí pude ver como el secreto podría haber sido la causa de todo esto, haciéndome ver que debía enterarme de una vez sobre lo que había sucedido si no quería ver cómo me quedaba atrás en la lucha que Larson había empezado hasta con su propio equipo. Así que ahora ya lo sabes todo, Tomek. Esa fue la otra parte por la me fui de la casa en esa misma noche.


Para contártelo había redactado una carta para cada uno individualmente antes de mi huida, en donde en la tuya te había explicado todo esto. Antes de marchar las dejé todas encima de mi cama, pero como te debiste ir sin pasarte por allí ahora seguramente sea Peep quien la tiene en su poder, preguntándose porque te contaba esto a ti y no a él. Bueno, eso ahora no tiene la menor importancia, tan solo quiero que aparezcas sano y salvo para poder abordar ese tema juntos y descubrir la verdad que esconde Jack. Del resto ya me ocuparé cuando tenga tiempo para ello.


Siguiendo con la huida, puedo decir que lo que ocurrió después fue lo que seguramente esperabas que hiciera. Acudí directamente a casa de mis padres en busca de Jack, pero solo me encontré con la puerta principal abierta de par en par, junto con unas manchas de sangre que luego pude clarificar que, al menos en cierta medida, eran de dos guardaespaldas de Larson que seguramente hubieran acudido en busca de Jack por la fuerza, y este se deshizo de ellos secamente, o algo por el estilo, ya que la confirmación de Jack aún queda en el aire tras no aparecer por ninguno de los rincones de Dunwich donde he mirado.

Mientras preguntaba por las calles muchos rumores se hicieron eco de las personas que estaban al tanto de su desaparición. El más compartido es el de que Hyter y él tuvieron una pelea por ciertas discrepancias, y el médico lo tiene ahora bajo su yugo. Cosa que tú y yo precisamente sabemos que no es verdad al conocer el final de Hyter de primera mano. Otros a su vez, dicen que está con Larson planeando el rescate de su hijo, o que incluso se ha ido del pueblo. Las lenguas más nocivas dicen que ha muerto pero sinceramente sé que Jack es lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a un torrente de maldades si hace falta. Es lo que te hace al menos no tener corazón. Que te da fuerzas suficientes para quedar en pie caiga quien caiga.

Eso es lo más relativo que me encontré del asunto, y eso que tras mi marcha de la cabaña de Peep no he hecho más que buscar respuestas por el pueblo, pero por más que indagué no conseguí sacar nada más en claro. Lo primero que hice nada más irme fue recorrer todo el camino que me separaba desde donde nos situábamos hasta la casa de mis padres donde sabía que si Jack estaba fuera, habría vuelto allí de inmediato al pasar el peligro, pero una vez allí no lo encontré. Tan solo vi la masacre que te he relatado, llegando a la conclusión de que seguramente, al haber matado a esos tipos mi hermano hubiese huido a otro sitio más seguro donde no podrían darle caza.


Como ya era tarde cuando llegué, decidí deshacerme de todo ese entramado y quedarme allí hasta que encontrase un sitio mejor a donde ir. Sabía que podía caber la posibilidad de recibir alguna que otra visita no deseada así que me preparé para ello dejando solo el acceso de la ventana libre por si debía entrar corriendo en la casa. Por suerte no hizo falta, ya que nadie ha aparecido desde que estoy residiendo en este lugar. De esta manera, una vez pasada la extrañeza de volver a vivir de nuevo, me siento de lo más tranquilo aquí en la colina. Ojalá pueda traeros a ti y al chico pronto conmigo para que descanséis de una vez por todas de todas las fechorías por las que habéis pasado.


Siguiendo con mi historia tengo que decir que aparte de haber conseguido un lugar provisional donde residir, también me he enterado de alguna que otra información que puede que te sirva de ayuda a la hora de elaborar este relato que estás trazando.

El primer día que me pasé por el centro del poblado noté que todo el mundo estaba algo agitado. Me pareció algo raro en esas horas de la mañana sin que hubiera ocurrido ningún ataque, por lo que me dispuse a buscar a un par de lugareños de confianza para que me aclararan el tema, cuando una patrulla de Larson se me cruzó en el camino y tuve que perderme por los callejones para no ser visto por esos malnacidos. Al parecer, desde que desaparecimos con el chico tras el ataque de los campesinos, el alcalde ha estado increpando a los ciudadanos para que les diera alguna pista sobre nuestro paradero, haciendo que los pobres tengan miedo hasta de su sombra.

Al ver el asunto me fui directo a la armería en busca de algo con que
defenderme de esos tipejos cuando vi que John, el dependiente, me hacía
señas para que me fuera a la trastienda con él para evitar ser visto en el local.
Una vez allí me preguntó por lo sucedido, ya que se había tenido que
enfrentar por nuestra culpa, no solo a los secuaces de Larson, sino también a
Peep, que había aparecido por allí a primera hora de la mañana en busca de
información. Lo cual me dejó totalmente desconcertado ya que pensaba que
te encontrabas con él en esos instantes. Cuando el armero comenzó a
decirme que según nuestro amigo te habías ido en la misma noche de mi
partida comencé a sospechar, así que le dije que por favor hiciese como si no
me hubiese visto. Por suerte John es un buen tipo y no tuve problema con él
aunque sí lo tuve con el campesino que al parecer había entrado en la tienda
disimuladamente y se había quedado callado a la espera de escucharlo todo.
Cuando salimos abruptamente y le vimos fui directamente a por él, pero al
verse amenazado, este me dijo que te encontrabas con ellos, haciéndome
entender el porqué de tu partida.

Fue ahí cuando decidí informarte mediante una nota que no tenía muy claro que te llegaría ya que, por más que intenté asegurarme de que el campesino te lo diese, este no paraba de mirarme con una desconfianza muy típica de esa gente. Al final gracias a la presión que John el armero y yo ejercimos conjuntamente sobre él, dijo que te la daría y me quedé más despreocupado al menos en ese aspecto.

Una vez que se fue John siguió contándome rumores sobre Jack o Hyter que por lo que se ve, Larson insiste en que sigue vivo y a la espera de sus pacientes. Es de risa como intenta protegerse con sus amenazas y sus mentiras como ha hecho siempre. No le dije nada a John sobre nuestro desencuentro con él para no implicarle mucho en esos terrenos, y continué con mi búsqueda en donde los siguientes días solo me contaban rumores sin fundamentos, haciéndome ver que todo el mundo estaba tan perdido como yo lo estaba en esos momentos.


Así me pasé el resto de días hasta que vi que la carga enemiga se reducía un poco y me decidí a ir a por vosotros. De haber sido solo tú al que tuviera que ir a buscar hubiese ido en esa misma noche, pero con el chico en ese estado pensé que mejor era minimizar los riesgos lo máximo posible para no tener ningún inconveniente más de los que seguramente ya íbamos a tener.

Por ello, de la que iba a buscaros fui trazando el camino más seguro rodeando la ladera para volver por ella sin ser vistos. De haber sabido lo que iba a ocurrirte jamás me hubiera demorado tanto. Hubiera atravesado el poblado en tu búsqueda y le hubiera dicho cuatro cosas a ese miserable que te ha conducido hasta tu estado actual. Por desgracia, no puedo volver atrás en el tiempo para recuperarte de ese modo, pero si puedo vengarte de la mejor manera que se. En estos momentos estoy esperando a recuperar fuerzas para ir en busca de ese mal nacido, y ponerle en su sitio de una vez por todas. Así que la próxima vez que te escriba, si no te encuentro antes y te lo digo en persona, será la vez en que te cuente como me enfrenté finalmente a Peep, y que resultado se obtuvo de nuestro desencuentro. Hasta entonces solo espero que te encuentres a salvo en algún escondite para que todo esto quede tan solo en un mal recuerdo.

Se despide hasta la próxima.

Jason Alvery

viernes, 27 de enero de 2017

36. El inesperado giro de los acontecimientos.

Nota: Treintaiseis capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1


Tomek, en el momento en que leas esto, y sé que lo harás por mucho que me digan que abandone toda esperanza de encontrarte, sabrás el por qué he seguido escribiendo tu historia a mi manera.

He encontrado este cuaderno por la mañana cuando acudí a buscaros a Cameron y a ti como os había prometido en la nota que os hice llegar, y me he encontrado con que a la entrada de la aldea de los campesinos había sucedido una masacre bastante grande donde tú, tristemente, habías estado involucrado.



Me enteré de esta desgracia hace más o menos un día, cuando al emprender mi viaje hacia esas tierras, bajé la ladera de camino a vuestro encuentro y pude ver como el horror aún estaba presente en la tierra a modo de recordatorio sobre lo que había pasado.

Al acercarme al terreno masacrado, me detuve para preguntar directamente a alguno de los presentes que estaban recogiendo lo que quedaba de sus compañeros del suelo para que pudiera decirme dónde encontrarte. Fue entonces cuando me dieron la fatídica noticia. Tú habías sido, como siempre, el que te habías sacrificado por el pueblo a la hora de sacar a la bestia que os amenazaba fuera de la zona habitada. Pero por desgracia nunca regresaste para decirles que estabas sano y salvo después de aquello.

Mientras me relataban la historia pude observar como estos tipejos ya te estaban dando por muerto diciendo que seguramente tus restos estuvieran en alguna zona más apartada del resto de sus amigos, así que en vez de perder el tiempo poniéndoles las cosas claras. No les dije nada más aparte de que iría a buscarte siguiendo los posibles caminos que pudieras haber utilizado en tu huida.

Una vez en marcha, me detuve a escrudiñar todos los alrededores buscando algo que pudiera darme una pista sobre qué había pasado contigo, hasta que un rastro de sangre seca situado en una esquina del páramo llamó mi atención. Este se extendía por un camino hacia la profundidad empinada del bosque, así que lo seguí y me encontré con que efectivamente, allí se había producido un tremendo desencuentro.

Durante todo el recorrido lo que más me iba encontrando eran numerosos casquillos de bala y tiros erráticos que se podían observar incrustados en los árboles del lugar. En un principio me imaginé que habrías sido tu desesperado por librarte del ser que te intentaba dar caza, pero después, al leer lo que exponías en este manuscrito me di cuenta de que tu enemigo no era otro que aquel que creía nuestro amigo. Aquel en el que había confiado para dejarlo el tema de los entresijos de Dunwich a su cargo mientras yo iba en busca de mi hermano. En cuanto le vea que no te quepa duda de que conseguiré hacerle pagar por todo lo que te ha hecho, Tomek. Tenlo por seguro.

Siguiendo con la explicación de cómo me enteré de toda la verdad, tengo que decir que no me resultó sencillo que se diga. Después de ver los proyectiles que creí erróneamente que habías efectuado tú, llegué hasta la falda de la ladera donde se perdía totalmente el rastro de la pelea tras visualizar el final que marcaba una piedra de un color extraño que me guardé en el bolsillo pensando que significaría algo que irónicamente, tú mismo me explicarías entre líneas más adelante, y una última funda de balín errática que se situaba justo en frente de mi posición.



Fue entonces cuando empecé a dar vueltas por la silueta escarpada buscando un lugar por el que descender cuando de pronto vi a unos cuantos metros bajo mis pies, la chaqueta que Henry siempre llevaba para sus momentos de cacería y que tú habías heredado gracias a la buena voluntad del chico. Esta se encontraba completamente ajada, enganchada a la rama de un árbol sin que nadie la portase.

En cuanto la ví emprendí la marcha con rapidez por donde había venido en un intento de encontrarte malherido en el suelo después de pensar que te habías desprendido colina abajo y habías acabado inconsciente en el terreno llano. Pero una vez allí me di cuenta de que no había nada que indicase tu presencia. Nada, ni si quiera otra prenda de ropa o el propio rastro de tu sangre se visualizaba por los alrededores. Habías desaparecido por completo dejándome completamente preocupado sobre lo que te podía haber pasado en mi ausencia.

Al darme cuenta de que no tenía más de tí que la cazadora que llevabas puesta en esos momentos, convencí a los trabajadores que estaban aún limpiando los restos de sus compañeros a la entrada de su poblado, de que me ayudasen a conseguir ese trozo de tela que parecía ser lo único que había sobrevivido a aquella malograda noche.

Juntos consiguieron, a través de deslizarme con unas cuerdas hasta el susodicho árbol, que lograse mi objetivo de recuperar tu única pertenencia que para ser sinceros lucía más maltrecha que nunca.

Tras la vuelta al suelo seguro, inspeccioné la cazadora en busca de algo que me ayudase a comprender mejor que había pasado con tu paradero y el del chico. Fue entonces cuando encontré junto a mi nota, un cuaderno viejo con el que siempre te veía garabateando en cuanto tenías un segundo para ti.



Aunque en un principio dudé si abrirlo si quiera en un acto de honra hacia tu privacidad, la urgencia de la situación me hizo comprender que si tenía una pista de tal calibre en mis manos debía utilizarla al menos para intentar sacar algo que me dijese donde estabais alguno de los dos. Así que, con la disculpa en mente que sé que debo darte cuando vuelva a verte, comencé a ojear sus páginas mientras me quedaba totalmente boquiabierto tras lo que me iba encontrando en su interior.

En ellas pude ver como tus miedos, incertidumbres y cuestiones afloraban tras sus páginas de una manera tan nítida que bien podría parecer que estaba reviviendo los hechos una vez más. Sabía que eras escritor y que por tanto tenías ese lenguaje tan fino y lleno de matices con el que siempre te expresabas, pero jamás pensé que lo utilizarías para describirnos con tanto cariño y empatía como lo has hecho.

Al verme expuesto en tu obra me sentí totalmente un impostor ante la versión mejorada que me dabas a través de tu afecto, haciéndome plantearme que la versión real de mí mismo jamás alcanzaría esa determinación y valentía que tiene mi yo de papel, y que ya me gustaría tener en estos momentos de dudas que se me plantean por todos los lados.

No sé cuánto tiempo transcurrió desde que comencé a leer el escrito hasta que di con el final del mismo, pues me quedé tan enganchado a tus palabras que no pude dejarlo hasta esas últimas líneas donde lo das todo por perdido y nos deseas tus buenas intenciones. Fue entonces cuando me levanté de mi asiento improvisado y continué tu búsqueda completamente enfadado con aquel que creía mi amigo y que tanto nos había traicionado, llevándote incluso hacia esa extrema situación después de que hubieras vivido toda una locura de noche.

Para ello volví tras mis pasos y me dediqué en lo que restaba de día a examinar cada uno de los rincones de este triste lugar, mientras no paraba de pensar en las fechorías que Peep te había estado haciendo desde que habías regresado al pueblo desde el este. Esas que aguantaste con un aplomo admirable, del que seguramente yo no hubiera gozado de comprender a tiempo que eran tan graves como para dejarte en esa situación.



Sabía que Peep dudada de ti y de tu lealtad para con nosotros, pero jamás pensé que llegase tan lejos en sus cavilaciones, intentando incluso matarte para que no te inmiscuyeses más en nuestra causa. En cuanto te encuentre ten por seguro que no dejaré que esto vuelva a suceder. Iré a ver a Peep y le pondré las cosas absolutamente claras, para que no se vaya de vacío tras haber realizado un acto tan absolutamente despreciable y atroz.

Ese es mi objetivo próximo a realizar. Ahora sin embargo lo que necesito es saber algo más de ti, ya que por más que rebusqué por todo el entramado del que está dispuesto esta parte del pueblo no encontré nada más que pudiera ayudarme a dar con tu paradero.

Si te digo la verdad no sé cuánto tiempo me pasé dando vueltas al lugar, pero lo exprimí al máximo sin parar si quiera para alimentarme hasta que la luz solar se esfumó y tuve que desistir al menos por ese día en darte encuentro.

Al volverme me di cuenta de que estaba totalmente agotado pero sabía que no podía irme para casa. Aún no. En cuanto me expusieron tus actos de anoche supe que eras la prioridad a la hora de encontrarte, pero ahora que había leído tus escritos sabía dónde estaba el chico, así que me fui a su encuentro intentando adentrarme en la zona de los campesinos donde al igual que tú, no fui muy bien recibido.

La guardia que estaba en la entrada no me dejó siquiera entrar en sus tierras. Tan solo llamaron a esa chica chillona que después de mucho grito a través de lo que sacó en claro de mi explicación, me sentenció que jamás dejaría que nadie se llevase a Cameron excepto tú.

En ese momento juro que hubiera entrado por la fuerza a buscarlo llevándome por delante a quien fuera con tal de recuperarlo, pero al analizar la situación pude observar que, además de que me superaban totalmente en número, andaba completamente agotado por la intensa búsqueda como para emplear la fuerza contra un grupo de personas armadas. Así que recordando lo bien que os habían tratado según tu relato, lo dejé pasar por esa noche volviéndome de regreso a casa donde te escribo atropelladamente todo esto, en un intento de darte mi parte de la historia que ahora te falta para que puedas completar esta obra maestra, dándole al mundo entero la visión de lo que ocurre en este maldito lugar donde todos hemos nacido bajo su desgracia.

Espero por ello encontrarte pronto para que seas tú mismo quien siga con este camino y nos ayude a salir de este atolladero a todos aquellos que queremos hacer de Dunwich un lugar prospero para vivir.

Se despide hasta la próxima.

Jason Alvery

viernes, 20 de enero de 2017

35. Destinos inevitables. (Segunda parte)

Nota: Treintaicincoavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del treintaicincoavo capítulo pulse aquí:  Primera parte


- “¿De qué estás hablando, Peep? ¡Yo no le he hecho nada ni a Cameron ni a nadie en esta aldea!”- En cuanto el cazador me expuso su acusación no pude frenar el avance de estas palabras en respuesta sin importarme si quiera el hecho de que su arma siguiese apuntando a mi pecho a modo de amenaza. Estaba tan súbitamente alterado por el agravio de sus dichos que quise defenderme lo antes posible para que no pendiera sobre mí tal losa que intentaba colocarme sin motivo alguno.

Podía llegar a comprender que al ver la dantesca escena que se mostraba a mis espaldas, se pensase que tenía algo que ver debido a que nunca confió plenamente en mis propósitos. Pero de ahí a señalarme como el autor de algo que ni si quiera se había producido ya clamaba a lo absurdo de la situación. Por ello, después de defenderme de sus crueles misivas me lo quedé mirando tensamente, enfrentándole orgullosamente con mi acto en un intento de que pudiese entender que no temía a sus falsedades, mientras me respondía con la siguiente letanía.

-“Estás tan enfermo que ni si quiera te das cuenta de tus acciones. Mira hacia la aldea e intenta buscar una excusa a lo que tú mismo has causado para autoconvencerte de que no eres un chiflado que hace de las suyas en el momento en que los demás no estamos ahí para frenarte”-.



Mientras me hablaba con una voz que parecía contener una gran furia acumulada, me señaló hacia la lejanía donde la inclinación de la ladera daba finalmente al cúmulo de casas de donde había salido en mi huida, antes de embaucarme en el desastre del claro que hacía de puente entre la anterior posición y la actual, teniendo como referencia el lugar en donde me encontraba en estos momentos.

Seguido pues por su mandato, intenté observar lo nombrado con cautela por si se trataba de alguna trampa, girando levemente la cabeza en la dirección deseada para observar al fin, como había quedado el poblado tras el paso de ese ser que nos había amenazado a todos con su presencia.

Antes incluso de ver la resolución de los hechos en ese área del campo ya podía imaginarme que no sería una visión agradable para nadie, pero cuando al fin enfoqué la mirada en mi principal objetivo pude contemplar como mis cavilaciones se quedaban cortas ante la absoluta aberración que se postraba ante mí con sus entrañas al descubierto.

Si necesitara tan solo una palabra para describir la situación de la aldea supongo que utilizaría la definición de destrucción. Al menos eso era lo que podía intuirse a ambos extremos de su perímetro en el modo en que las casas, los caminos, y algún que otro cultivo habían sido arrasados por la fuerza que la criatura había aplicado tras sus mortecinos pasos, llevándose consigo toda la fe y la esperanza que aquella pobre gente depositaba en su duro trabajo cada día.

En cuanto pude visualizar la tragedia en medio de la tremenda negrura que nos envolvía, mi corazón albergó un gran pesar por esas personas que en dichos precisos momentos seguían confinados sin dar señales de vida, esperando a que el peligro pasara con el tiempo para poder así evaluar los daños y las pérdidas dadas. Me encontraba pues, yo solo ante la otra amenaza que se mostraba desafiante delante de mí, en un intento de quitarme de en medio tan solo por el hecho de que me encontraba en el momento y en el sitio menos indicados para dar cuenta de mi verdadera inocencia.

Al ver a lo que se refería sabía que podía tener la conciencia tranquila, ya que como cabría esperar en cualquier persona razonable, esos destrozos no los había podido ocasionar alguien de mi envergadura armado tan solo con un hacha tan sumamente simple. Me defendí por tanto serenamente de su ataque, haciéndole ver que sus dichos eran meras ilusiones causadas por su mente cegada por el odio y el rencor que procesaba hacia mi causa, desde hacía bastante tiempo atrás.

-“Peep lo que estás diciendo no tiene sentido alguno. Tú mismo puedes comprobar que esa devastación fue realizada por algo sobre humano, yo jamás habría podido ocasionarla y menos en el estado en el que me encuentro en estos momentos. Si me dejas, te llevaré ante el chico y juntos podremos avisar a Magda de que estamos bien, y buscar a Jason que aún sigue desapareci…”-.

No me dio tiempo a acabar si quiera mi argumento. En cuanto Peep atisbó el significado de mi idea ante el asunto común que nos concernía, disparó su arma en mi dirección sin aviso alguno, errando en el disparo por escasos centímetros. No sé bien si este hecho fue causado a posta, o si bien lo hizo a causa de la escasa visibilidad que nos estaba afectando a ambos. Tan solo pude ver que, al darse cuenta de que había errado el tiro, alzó la voz totalmente desquiciado, dándome a entender que toda mediación quedaba descartada en dicho momento, al no ver más allá de querer acabar inmediatamente con mi persona.

-“¡No me vengas con más sandeces de las tuyas! Habrás acabado con Cameron pero jamás dejaré que les hagas daño al resto. ¡Morirás aquí y ahora maldito bastardo!”-. Y con tal misiva se desató otra especie de locura en mi acusador llevada por la pena y el afán de protección que, en otras circunstancias, seguramente yo hubiera abanderado de la misma manera si sintiera que mis seres queridos estaban bajo el yugo del enemigo que tenía en frente en dichos instantes.

En respuesta, eché a correr bordeando la delimitación de la ladera con el acantilado en un intento desesperado de distanciarme de su ira recordando los viejos consejos que me había dado Jason en alguna que otra ocasión, cuando mi persona aún ni sabía disparar un arma de fuego. –“Si alguna vez te ves envuelto en algún tipo de altercado con balas de por medio”- me dijo –“intenta mantener la cabeza fría, y no te olvides de hacer zigzag para que al contrincante le sea más difícil darte en tu huida”-.



Era algo asombroso pero mientras comenzaba a correr para librarme de mi agresor, estas palabras fluyeron instantáneamente como un torrente sanguíneo hacia mi mente, sabiendo incluso que aunque hubieran sido modificadas por mi memoria, ya que Jason siempre había sido más directo hablando de lo que yo lo sería jamás, me servirían totalmente de utilidad en estos momentos. Así que, sin dudar en mi intento, lo puse en práctica al instante. Comencé a moverme por las entrañas del bosque zigzagueando, haciendo con ello que Peep errase en sus disparos de una manera considerable.

Mientras intentaba librarme de él me di cuenta de que si una cosa me había enseñado el estar con ese meticuloso compañero, era que sabía a la perfección como iba a tratar de darme en el momento en que creyese que me tenía a tiro. Ni antes ni después. Por eso, en cuanto oía el sonido de la recarga de su arma, me movía espontáneamente para uno de los lados sin seguir patrón alguno para que no pudiera tenerlo en cuenta para la próxima tirada.

Estos audaces actos enervaban al cazador, haciéndole lanzar improperios tras el seguimiento hacia su objetivo, a la vez que por mi parte me sentía de lo más orgulloso al apreciar que algo me salía finalmente al derecho en esta horrible noche por la que estaba pasando. Ojalá estuviese Jason o Henry por los alrededores para poder verlos igual de dichosos con mis progresos, mientras me echaban una mano para hacer entrar en razón a este hombre tan necio. Ojalá Henry estuviera por los alrededores a secas, para poder hablarle aunque fuera un segundo en medio de esta locura, para poder al menos alejar mi mente del eterno pensamiento sobre lo mucho que me estaban ya flaqueando las fuerzas. Ojalá no me hubiera dado aquel golpe en el pecho que ya me hacía desfallecer, sintiendo que me ardían los pulmones en cuanto cogía el aire que me faltaba cada vez con más intensidad. Ojalá no me hubiera dado ese ataque de tos que me hizo perder la concentración, llevándome consigo el disparo correspondiente en el costado de la cadera. Ojalá no me hubiera desplomado tras el impacto necesitando cada vez más oxigeno del que me llegaba tras mis aspiraciones quejumbrosas, mientras Peep se me acercaba impasible hacia la zona donde me encontraba rallada por la luz que reflejaba la luna en la superficie, haciendo de ese emplazamiento, el sitio más mortecinamente bello que podría acabar siendo mi último lugar visto en el mundo.

Dichos pensamientos fueron los efectuados desde mi repentina huida hasta mi posterior caída en los suelos más elevados del bosquejo. No sé cuánto tiempo trascurrí tumbado en el suelo, pero sabía desde el primer momento en que sentí mi peso contra él, que no podía hacer nada más en mi paupérrima posición, en donde tan solo utilizaba todas mis fuerzas para seguir respirando.

Me palpé pues el pecho para intentar controlar mis quejidos en un intento de controlación para poder al menos incorporarme, y ahí estaba, como si de una broma se tratase, el bulto que sobresalía de mi bolsillo, sabiendo que la piedra de los demonios como Jacob la había apodado, estaba ahí recordándome sus duras palabras –“Es contigo con quien viajan las desgracias”- ¡quién me iba a decir que iba a acabar admitiendo que ese impostor iba a tener por fin alguna razón en su vida!.



Mi abrumada conciencia se veía tan cerca de su final que una risa suave comenzó a surgir de mis labios mientras Peep, que al verse triunfante ante nuestro enfrentamiento se estaba acercando suavemente a mi persona, no pudo evitar aparcar su curiosidad a un lado, preguntándome el porqué de mi repentino cambio de humor. –“¿Se puede saber de qué te ríes ahora, maniaco?”-

En cuanto sus palabras fluyeron a través del aire que nos rodeaba, yo ya me encontraba acariciando la piedra entre mis dedos sin sacar la mano de mi pecho. Todo era tan surrealista que ni si quiera me entraban ganas de exponer mis pensamientos. Tan solo quería ser yo mismo quien decidiese al menos morir con honor en estos pocos minutos que me quedaban. Por eso, para realizar un último acto de rebelión más que de un pobre intento de salvamiento, le lancé a Peep la piedra a la cabeza sin ningún miramiento en respuesta. Tan solo para no irme sin haber dado el último coletazo a mi propia causa llena de sueños y esperanza.

Sin pretenderlo logré darle cerca del ojo, haciendo que Peep se llevase la mano a la cara más sorprendido que dolorido, mientras en un arrebato de furia disparaba al azar haciéndome rodar torpemente para esquivarlo.

No sabía a donde me estaba conduciendo mi esquive hasta que vi que mis piernas habían alcanzado ya el borde del abismo que conectaba con el claro a una altura visiblemente superior a la que habíamos alcanzado antes de nuestro extraño combate. Me sorprendió ver lo lejos que habíamos llegado en nuestra monserga pero claramente ese no era el momento para pensar en nimiedades, dado que Peep se encontraba ya resuelto del impacto inicial, y observando mi nueva posición a través de su mano apoyada todavía en la frente, volvía a la carga para rematarme de una vez por todas en ese mismo instante.

Fue por ello, que viendo tan cerca mi muerte decidí de manera más liberadora que escapatoria, acabar de lanzar mi maltrecho cuerpo por el acantilado para al menos ser yo quien acabase con todo eso con el poco valor que me quedaba.

Mientras me deslizaba por el bode hacia el implacable descenso que me aguardaba, pude acordarme de como la primera vez que había realizado tal temeridad había conocido a Henry el cual, al haberme visto caer, había acudido rápidamente en mi ayuda salvándome con ello la vida. Esta vez sin embargo, a pesar de haberle visualizado momentos atrás, tenía la absoluta certeza de que no vendría a mi rescate una vez más. Aunque al menos me sentía dichoso de poder acabar de una manera en que mis últimos momentos fueron compartidos con él, aunque fuese solamente en lo más profundo de mis recuerdos.

Peep pareció desistir también al ver mi último acto de osadía pues, por el silencio que ya reina en el ambiente puedo asegurar de que no fue posteriormente a la falda de la ladera a buscarme para saber si tenía que acabar el trabajo que el mismo había empezado.

Yo por mi parte, me encuentro en estos momentos enganchado a las raíces de un árbol a medio camino del suelo tras haber experimentado una progresiva caída llena de vueltas y tropiezos, que acabaron de rematar mi cuerpo malherido donde no puedo si quiera diferenciar las extremidades que están malheridas de las que no.

Apuro pues mi débil desvelo, en un intento dar rienda de lo ocurrido de esta manera caótica en mi diario, por si alguien se encontrase mis pertenencias en estos días que se sucedieran a mi posterior reposo eterno alejado de este maravilloso mundo.



Si usted es el descubridor de este cuaderno necesito justificarle que todo lo que he hecho a lo largo de este extenso recorrido ha sido con absoluta bondad, voluntad, y la mejor de las intenciones. Si a alguien haya podido ofenderle tal designio créame que lo siento pero no cambiaría ni un ápice de mis actos por mil vidas que me ofreciesen a cambio de mi renuncia.
Les desea sinceramente lo mejor a todos.
Tomek