sábado, 27 de febrero de 2016

11. Ansiando el alba (Segunda parte).

Nota: Segunda parte del undécimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1
Para ir a la primera parte del séptimo capítulo pulse aquí: Primera parte

Su silueta iba acercándose cada vez más hacia nuestra ventana dejando tras de sí, la imposibilidad de librarnos de su posible ataque con facilidad. No es que pareciese muy grande, pero su mera presencia era cuanto más aterradora. El lodo le cubría todo el cuerpo a modo de manto sepulcral, y sus movimientos proporcionaban un arrastre continuo de su cuerpo por la tierra batida en dirección hacia nuestra posición al otro lado del cristal. Al verla, mi cuerpo impregnado de adrenalina, lanzó un salto hacia atrás, a modo de protección. No entendía como había podido suceder algo de tal magnitud hacia nuestras espaldas sin que nadie se percatase de ello, era como si, tal aberración hubiese sido invisible a nuestros sentidos hasta dicho momento clave. Si Jason no hubiera levantado la vista en mi dirección, no hubiéramos sido capaces de percatarnos de dicho peligro, hasta que su cuerpo se abalanzase contra nosotros en una lucha completamente perdida.

Nos quedamos paralizados mirando a través del ventanal su avance, temiendo que las paredes no fuesen lo suficientemente gruesas para frenarla. La criatura siguió avanzando a su ritmo hasta llegar con un abrupto movimiento hacia el cristal, al que se adhirió como el musgo a la roca. Por un momento, parecía que la estructura aguantaría su peso, pero en el momento en que intentó seguir su avance hacia delante contra él, pequeños y diminutos rasgueos comenzaban a aparecer en el centro de sus palmas a modo de cesión. Solo era cuestión de minutos el que lograse romper la ventana e ir a por nosotros, por lo que Henry se dispuso a buscar unos contrafuertes con los que hacer presión, pero justo en el momento en que avanzaba con rapidez hacia una estantería de la sala, un rayo cegó por un momento nuestras visiones, impidiéndole cumplir con su cometido, haciendo caer de la sorpresa, una gran cantidad de tarros al suelo.

Su sonido posterior, retumbó en toda la estancia con un estruendo que parecía anunciar la mismísima llamada del apocalipsis. Había sido en esencia, la tormenta, la que había acallado los pasos de la desesperación que se nos avecinaba. No cabía duda alguna de que su fatalidad entrada en este día, había sido el detonante de nuestra ignorancia hacia lo que se nos venía encima.


En cuanto volví a recuperar la visión me di cuenta de que Henry estaba intentando fijar la estantería a la ventana sin mucho éxito, así que me dispuse a echarle una mano que fue rápidamente interrumpida por Jason, que nos echó hacia atrás con un brusco movimiento, mientras desenfundaba su arma. Nos pidió prudencia a la hora de acercarnos, y sin más dilación, comenzó a lanzar proyectiles hacia la ventana, haciendo que un estallido de cristales, volasen tras la bala hacia su objetivo. Pronto, el humo invadió la estancia haciendo cegar nuestras visiones ante su turbia presencia. Aunque si podíamos oír como algo hacía crujir la madera colindante en un intento de abrirse paso hacia nuestra sala. Esto no impidió que Jason prosiguiese con su ataque. Como si de papel se tratase, lanzó la mesa a un lado, y corrió hacia el hueco de la ventana para proseguir con sus disparos mientras le gritaba a Henry por encima del hombro. - “¡Henry! ¡Rápido! ¡Sigue con el plan y largaos de aquí! ¡Yo me encargo de esto, enseguida os alcanzo!”. Parecía tan ensimismado en la pelea que dudo que oyese a Henry confirmar sus palabras por encima del estruendo que reinaba en toda la habitación.

Tras ese inmenso caos que se había adueñado de la cabaña, salimos con premura hacia el exterior en donde la tormenta y la oscuridad, ya reinaban casi en su totalidad. Me resultaba realmente difícil tener lo ojos abiertos ante tal temeridad, así que fijando la mirada en Henry, me centré en sus pasos para poder seguirlos y salir de este agujero infernal lo más pronto posible. Sabía que la expedición hacia mi salvación tan solo acababa de comenzar, pero dicho ataque previo había sobresaltado mis nervios, convirtiendo mi temor en preocupación hacia los demás. - “¡Henry, espera. No deberíamos dejarle solo. Tenemos que ayudarle!”- Mis palabras salieron abruptamente de mi boca mientras temía que el ruido de la tormenta silenciara impunemente, mis ecos. Henry, siguió corriendo hacia las lindes del bosque mientras me hacía señas para que siguiese sus pasos con la mayor brevedad posible. - “¡Sabe lo que se hace Tomek. No temas por él. Ahora nuestra prioridad es ponerte a salvo así que sígueme para que podamos alcanzar nuestra meta pronto. Te prometo que en cuanto estemos en terreno seguro nos centraremos en darle búsqueda, pero ahora no es el momento. Así que vamos, corre!”- Henry parecía más nervioso de lo habitual. La falta de concentración que le había dado el infortunio de la criatura del lago, y el dejar a Jason atrás, hizo que desatendiese el mal estado del camino, y se resbalase en determinadas ocasiones. A cada paso que dábamos mi mente me golpeaba como un cuchillo la culpabilidad de abandonar a mi compañero, pero la adrenalina luchaba en su contra, manteniéndome fuerte ante esa tempestad que nos envolvía en sus fauces. Ayudé a Henry en todo lo que pude, mientras nos encaminábamos bosque arriba, sin ni si quiera mirar atrás. Solo en la cima, desde una visión más espacial, me detuve a echar una ojeada a la parte de la cabaña donde la criatura había destapado su furia contra nosotros. Estaba destrozada. Fuera lo que fuese esa especie de monstruo reptante, había entrado de lleno en nuestra sala para enfrentarse a Jason cara a cara. Era desesperante saber que sus posibilidades de éxito eran prácticamente nulas, pero el tiempo apremiaba, y Henry ya estaba tirando de mi brazo para que continuase mi travesía. - “¡Tomek espabila!. Si te paras a mirar será peor. ¡Tienes que seguir adelante!”- Volvió a zarandearme, esta vez con más fuerza, para que siguiese su consejo, así que, con el corazón latiéndome fuertemente en la garganta, desvié la mirada y continué corriendo, dejando a su suerte al hombre con más coraje que había conocido jamás.

Seguimos nuestra ruta por un camino zigzagueante entre la espesura del bosque en bastante mal estado, hasta llegar a un claro impropio del lugar. En ese momento, la oscuridad ya era total, pero la tormenta no había disminuido lo más mínimo, por lo que el paisaje se nos antojaba de lo más horripilante. El suelo estaba completamente embarrado, y los árboles nos azotaban más agua de la que podría haber imaginado en un tiempo así. Teníamos las ropas completamente empapadas, y un claro temblor recorría permanentemente mi cuerpo a causa del frío, el miedo, o una mezcla de ambos. Mi compañero, parecía que cojeaba a causa de una de sus múltiples caídas en el ascenso hacia el bosque, y los dos nos encontrábamos completamente desfallecidos por la huida y sus circunstancias.


Henry frenó su rumbo en su totalidad, por primera vez desde que nos fuimos de la casa, y comprobó nuestra ubicación. - “Parece que Peep ha cumplido con su parte, y nos ha limpiado el camino. Bien, si mis cálculos no me fallan, estamos a menos de la mitad del camino andado. Solo debemos coger ese sendero que va en diagonal hacia la derecha, y en el segundo cruce, ir todo recto hacia arriba para llegar a la colina de nuestra propiedad. Una vez allí solo habrá que buscar la...”- Un ruido sordo, pero perfectamente audible hizo callar a Henry de una manera abrupta. No podíamos vislumbrar ninguna otra presencia a parte de la nuestra, pero el hecho de que nos persiguieran era tan posible, que no podíamos descartar cualquier sonido fuera de lugar en estas circunstancias. Debíamos averiguar de donde procedía para avanzar con seguridad, el tramo restante. Por lo que nos quedamos los dos en silencio, mirándonos el uno al otro mientras más crujidos se unían al misterioso sonido. Era como si el bosque entero nos estuviese hablando a través de ellos, avisándonos de los peligros que nos acechaban en la oscuridad. Nos acercamos suavemente el uno al otro, como si nuestros pasos fuesen a determinar nuestro destino próximo, y en el momento, en que ambos nos encontrábamos codo con codo, fijando nuestra vista hacia la oscuridad impertérrita de los árboles, Henrry me comentó en apenas una voz audible por la tormenta. - “Tomek, saca la pistola y sígueme”-. Y así lo hice. Saqué del cinturón mi arma empapada por la lluvia, y me puse en posición como me habían enseñado previamente los chicos, solo que esta vez mi mano temblaba a causa de que sabía que, lo que me esperaba al otro lado no eran tarros vacíos de Peep colocados en hilera. Por lo que extremé precaución al seguir a Henry hacia el camino señalado con anterioridad, sin dejar de buscar signos de otra posible vida que compartiese espacio con nosotros. Y justamente, fui yo quien la encontré.

Estábamos pasando por una linde estrecha, enfocando ya el camino de huida cuando unos ojos amarillos, aparecieron a mi derecha entre la oscuridad de los matorrales. Una mirada mortal, que hizo sacudir todas las alarmas de mi cuerpo. Mi visión focalizó el objetivo, y como si de un acto reflejo se tratase, enfoqué el cañón hacia su luz, apretando posteriormente el gatillo hacia su posición, pero no ocurrió nada. El arma estaba demasiado mojada para funcionar. La criatura sin embargo, hizo lo propio para defenderse y saltó sobre mi cuerpo tirándome al suelo con su ataque. Henry que parecía no haberse dado cuenta de la situación debido al ruido torrencial reaccionó, y me la quitó de encima de una patada, mientras otras dos, salían del mismo escondrijo que la primera, en un intento de darnos caza entre las tres. Henry, intentó tomar la delantera mientras yo me incorporaba, disparando a la más cercana para ganar ventaja. En cuanto vio que lograba incorporarme en mi totalidad, me gritó con todas sus fuerzas. - “¡Por el amor de Dios, Tomek corre! ¡Ve al camino que te he indicado! ¡Yo te alcanzo ahora mismo en cuanto acabe con estos malnacidos!”- Seguía peleando contra las criaturas mientras sus palabras se alzaban por encima del viento arrollador. Sabía que sería inútil convencerle de lo contrario, Henry no atendía a razones en estos casos, y parecía muy seguro de sí mismo a la hora de darles su merecido. Así que cogí la desviación, y corrí todo lo que pude por alcanzar nuestro lugar ansiado, esperando de todo corazón que ambos se reuniesen conmigo en el menor tiempo posible.

Seguí por el sendero lo más rápido posible hasta dar con el segundo giro del que Henry me había hablado. Una colina embarrada, y claramente empinada se abría paso ante mi como las fauces de la noche que la rodeaban. Di un vistazo rápido a mis espaldas para comprobar si Henry andaba ya, cerca de mis pasos, pero no obtuve noticias suyas ni de las criaturas, por lo que deducí que aun seguirían luchando. Dudé en si debía dar la vuelta para echar una mano. Se lo debía a Henry. Se lo debía a todos ellos por haberme protegido con tanto interés. Pero sabía que si retornaba sin un arma poco podía hacer, y más si por hacerlo me acababan dando caza tanto las criaturas como los testaferros. No podía arriesgarme a que todo esfuerzo fuese en vano, mi lógica impuso que lo correcto era avanzar. Ir por este camino imposible, hasta la cuna de la seguridad. Una vez allí ya me encargaría de ayudarles a subir, o lo que necesitasen para poderles compensar por todo su aplomo. Por lo que comencé a subir la empinada cuesta mientras el aflorado cansancio, y los riesgos de caídas retrasaban mi llegada a la cima ansiada de la seguridad.

Después de un largo tramo plagado de ciertos infortunios, conseguí vislumbrar como el final del camino daba a un pequeño sendero allanado en la cima. Desde mi posición se podía ver claramente, una pequeña roca que desfilaba hacia el cielo, rodeado de una simple pradera que ahora se me antojaba como si fuese el mismísimo paraíso. Pero lo que realmente, me hizo enloquecer de verdad, fue la vislumbración de una silueta que se iba haciendo más visible con el andar de mis pasos. Dicha escultura pertenecía a un hombre que estaba de espaldas a mi posición, esperando claramente, la llegada de alguien al lado de la gigantesca roca. Parecía un sueño hecho realidad, estaba a unos pocos pasos de la victoria, y uno de mis compañeros estaba ahí para celebrarlo. Juntos, podríamos ir a por el resto. Ya no estaría solo. La pesadilla estaba a punto de concluir.


Mientras acaba de subir mis últimos metros, y a modo de júbilo, grité el nombre de Henry, más por deseo que por intuición hacia la persona misteriosa que se encontraba en el lugar, haciéndome oír por encima de los atronadores ecos que dicha noche nos estaba proporcionando con su fatídico temporal. Este, reaccionó inmediatamente a mis palabras dándose la vuelta, para revelar su identidad. - “Siento decepcionarte pero solo soy yo”- Jason, me miraba con su sonrisa socarrona mientras se acercaba a mi posición para ayudarme en mi lucha por llegar al terreno llano de una vez por todas. Era increíble ver como se había librado de la criatura y nos había dado alcance por otros medios. Este hombre no dejaría de sorprenderme jamás.

Con una alegría infinita por verlo de nuevo, saqué fuerzas de flaqueza y corrí a su encuentro en donde casi me desmayo por el dicho esfuerzo de hacerlo. Al verme, me agarró por el brazo para estabilizarme a tiempo que preguntaba. - “Tomek, estás hecho un verdadero asco, ¿qué ha pasado?¿dónde están los demás?”-. Intenté explicarle lo que había pasado con Henry y la desaparición de Peep desde la última vez que lo habíamos visto en la cabaña, mientras él sin soltarme asentía a todo lo que decía sin perderse ni una sola palabra de mi relato. En cuanto acabé, soltó mi brazo, y con su fría voz simple y llanamente expuso. - “Supongo que eso me facilita las cosas”-. Y me empujó hacia el suelo donde caí abruptamente en la tierra mojada. No entendía nada. Sabía que habíamos tenido nuestros roces pero jamás me había tratado de esa manera, y menos en una situación como esta. Intenté hablarle, preguntarle que le pasaba, pero me detuve en el momento en que se giró, y me dio una visualización perfecta sobre lo que estaba sucediendo. Su mano izquierda, la cual no había tenido tiempo a ver hasta ahora, gracias al ángulo del suelo, tenía el dorso adornado con un tatuaje que me resultaba claramente familiar. Era el mismo símbolo que llevaba Hyter en su antebrazo. Él no era Jason. Jamás le había visto ninguna marca en sus manos. Ese debía ser Jack, su hermano gemelo. Dicho pensamiento, vino a mi como una jarra de agua helada de realidad. Jason no había escapado, él no me hubiera esperado tranquilamente a salvo, él hubiera ido a buscarme con todas las consecuencias que eso conllevaría. Ese impostor sin embargo, había esperado todo el tiempo a salvo en nuestra localización a tiempo que fuésemos a él. No podía creer que en algún momento hubiese pensado que fuera él. Estaba completamente destrozado por ello, por todo, por la situación, pero sabía que no me rendiría sin luchar. Así que, sin muchas esperanzas de victoria, intenté recomponerme, dispuesto a escapar. Pero en el momento en que mi enemigo vio que cuerpo comenzaba a levantarse, sacó un arma de su chaqueta y con una rapidez asombrosa, me disparó a bocajarro en el pecho, haciendo que mi mente abrazase la penumbra de la inconsciencia, una vez más.
Continuará...
Siguiente capítulo

viernes, 19 de febrero de 2016

11. Ansiando el alba. (Primera parte)

Nota: Undécimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Mi confinamiento obligado hizo que pasase los siguientes días en la cabaña con Peep preparando la ajetreada trama que se daría lugar en la víspera de año nuevo. Este me ayudaba en todo lo que podía para que el plan resultase propicio, y me daba un buen cobijo a costa de que estuviese lo más integrado posible. Era un gran hombre, de eso no cabía duda, pero a pesar de todas sus molestias, la convivencia en la cabaña resultó más difícil de lo que creía que sería en un principio ya que, entre mi apesadumbrado ánimo dado porque no veía salida ante la fatal perspectiva de quedarme encerrado en este maldito pueblo indefinidamente, y sus manías con la limpieza, no daba un paso sin que me estuviera recriminando en algún aspecto, mi torpeza a la hora de utilizar cualquier utensilio de la vivienda. Resultaba increíble lo maniático que podía llegar a ser respecto a las cosas más triviales, aunque a decir verdad, visto desde una perspectiva más local, su comportamiento podría resultar bastante útil, dado el mundo sumamente caótico en el que vivía.


El resto del equipo intentó por todos los medios, estar el mayor tiempo posible con nosotros. Henry y Jason se pasaban varias veces al día para ponernos al corriente de como iban moldeando nuestro plan. En un principio, les ofrecí mi ayuda para poder contribuir al menos un poco con el desarrollo de la acción, y también en parte, para poder librarme de las incesantes preguntas de Peep acerca de mi vida privada, pero estos la rechazaron por temor a que los testaferros estuviesen cerca, y aprovechasen el momento para darme caza en un descuido. Así que básicamente, me resignaba a escuchar sus historias en la seguridad de la cabaña, aportando alguna idea que fuese beneficiosa para mejorar la situación.

Magda por su parte, también se dejó ver un par de veces por estos lares para aprovisionarnos de víveres y sustentos varios. Se veía que su relación con Peep no era la más óptima, pero siempre hacía un esfuerzo a la hora de facilitarle la información que requerían sus preguntas lo más detalladamente posible, por el bien de todos sin mostrar el evidente desagrado que le resultaba ponerse a chismorrear sobre las personas del pueblo estando en una situación tan complicada. Viéndolos conversar, llegaba a pasar verdadera lástima por mi casera. Había pasado lo suficiente al lado de aquel hombre como para saber con conocimiento de causa, lo intensamente sagaz que podía ser respecto a esta clase de cuestiones. En unos días que llevaba con él, ya sabía más de mi vida en general, que todos los habitantes de este pueblo juntos. Era soberbio ver como se acordaba del más mínimo de los detalles en cualquier ocasión, y como actuaba a consecuencia de ello en el trato hacia mi persona. Era un don, supongo, a su manera, que le hacía parecer el más locuaz de los cazadores sin duda alguna.

Entre todos los preparativos y estrategias, el día señalado llegó primero de lo previsto. En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos a treinta y uno, y yo aun me encontraba a salvo gracias a mis defensores. Solo necesitábamos superar un día más para que toda esta pesadilla acabase. Parecía hasta sencillo, visto en la perspectiva de los acontecimientos anteriores. Sin embargo, una vez llegada la mañana, el peso del destino hacía estragos en mi estado de ánimo, mientras me preguntaba una y otra vez de manera obsesiva, si todo saldría como era debido. Además, como si la propia tragedia de mi captura no fuese suficiente, un frente torrencial azotaba nuestras tierras en este día tan fatídico. Durante horas, una intensa lluvia, seguida de un recio viento frontal, empapaba todos nuestros rincones, dificultando con ello, la misión expuesta para hoy. Estaba aterrado solo de pensar que además de tener que huir de nuestros captores, íbamos a encontrarnos con un terreno resbaladizo, y una visión reducida en el camino. Esperaba al menos que para ellos, la borrasca fuese tan negativa como para nosotros.


Sin perder de vista el tiempo, pasamos la mayor parte del día sin incidencias, preparando todo lo posible para que el plan trazado fuese exitoso al cabo de unas horas. Todos pusimos nuestro granito de arena para agilizar el asunto y acabar cuanto antes todos los preparativos. Por lo que, a la hora de almorzar ya estábamos reunidos al rededor de la mesa discutiendo la cuestión. El primero en abordar directamente el tema fue Henry, que expuso lacónicamente unas palabras para darnos el aviso de que era el momento de prepararnos para lo que se nos venía encima, haciendo caso omiso al temporal que golpeaba nuestras ventanas mientras hablaba. - “Bueno chicos, ha llegado la hora, en cuanto vislumbremos el devenir de la oscuridad de la noche, nos pondremos en marcha, así que para cuando el sol decaiga debemos estar preparados”-. Su cara aunque pretendía parecer relajada, mostraba una tensión difícil de ocultar. Sabía tan bien como yo, que esta noche había mucho en juego, y no solo mi vida. Todos estaban en peligro de alguna u otra manera. Si una sola cosa saliera mal, podría resultar fatal para muchos de nosotros.

Peep aprovechó sus palabras para ir dándonos a cada uno, un arma de fuego completamente pulida y lista para la acción. En estos días había practicado algo de tiro, pero aun no me había acostumbrado al peso muerto de dicho objeto mortal, así que con gesto incómodo, recogí lo que se me daba, y la guardé en mi cinturón procurando no pensar mucho en lo que llevaba encima. Cuando el último de nosotros, en este caso Jason, recogió su revolver sin mucha preocupación, Peep se sentó al lado de Henry argumentando algo que en cierta medida ya sabíamos todos. - “Por lo que he oído los testaferros están histéricos, no contaban con que les tomásemos la delantera afincando a Tomek unos días atrás en la cabaña. Fue un movimiento arriesgado por nuestra parte, pero creo que mereció la pena. Ahora ellos van contrarreloj, y nosotros solo tenemos que aguantar unas horas hasta la salida del alba. Lo tenemos ganado.”- El optimismo de Peep parecía no contagiarse en esa mesa a cuatro bandas. El resto del grupo, incluida mi persona, estábamos realmente apesadumbrados temiendo lo que se nos venía encima. Incluso Jason que en estos casos era un gran hombre de hielo con nervios de acero, se le veía claramente saturado ante la situación. Se encontraba en una esquina, un tanto aislado de todos, y todo cuanto le rodeaba. Sin embargo, al escuchar las palabras que el bueno de Peep había pronunciado, se molestó en dejar a un lado su confinamiento interior, para bajar a Peep a la realidad, como tantas veces lo había visto ya con todos nosotros, en el pasado. - “No te entusiasmes tanto viejo, que lo peor está por llegar. Sobretodo después de que se piensen que tenemos información venida desde dentro, gracias a tu astuta idea de esconderlo aquí, teniendo en cuenta que solo ellos sabían dicho plan de captura. Muy sutil, si señor”- Se le veía claramente cabreado, pero sus palabras tenían sentido. Con todo lo de mi encierro y demás, no llegué a pensar que el encubrirme, había destapado la baza del espía que tienen entre sus filas. Esperaba con fervor, que ese hombre no estuviera teniendo problemas por mi culpa.

Como si todos estuviésemos pensando lo mismo, Henry, con su vaso de licor en la mano, señaló en la dirección de Jason para hacerse notar exponiendo las siguientes palabras. - “No seas tan negativo, Jason. Sabemos que Cam no es el primero en la lista de Hyter, en cuanto a traidores que se diga. Ese hombre está paranoico con tu querido hermano Jack, así que de ser acusado alguien, será él, no nuestro chico. Además, siempre se puede pensar que lo averiguamos por nuestra cuenta sin implicar a nadie. No es tan difícil pensar que, después de todo lo ocurrido, la victima más propicia para el día treinta y uno es Tomek”- Henry inclinó la cabeza en mi dirección, despertando con ello la tensión nerviosa que yacía aletargada en mi cuerpo en forma de estado de alerta. Era cierto que me había preparado para esta situación en cierta medida, pero aun me costaba acostumbrarme a que expusiesen sin el menor reparo, que era una víctima potencial para esos lunáticos. Así que, para no complicar más las cosas con mi nerviosismo agazapado en las sombras de mis entrañas, asentí vagamente para expresar mi conformidad hacia sus palabras esperando que con dicho gesto quedase zanjado el tema.

La charla continuó su curso sin mayor mención hasta las cinco de la tarde. En ese momento, como si de un reloj se tratase. Peep se levantó y comenzó a prepararse para la partida. Él debía salir con anterioridad, para ir a recoger a Magda, y comenzar a cercar el pueblo antes que las bestias saliesen de su escondrijo. - “Bueno caballeros, ha sido un placer estar este rato con ustedes pero yo he de irme ya. No dejéis que esos maniáticos os den caza o tendré que ponerme serio con ellos.”- Con un ademán amistoso Peep se despidió de todos nosotros generalizadamente, y en especial se acercó a mi silla donde con un golpeteo en mi hombro, me quiso infundir el ánimo que me faltaba en esos momentos. - “Mucha suerte, muchacho. Que no se diga que los del este no tenéis agallas. ¡Hazles saber lo que vales!”-. Le agradecí sus palabras deseándole lo mejor de todo corazón. Aquel hombre podría ser un maniático husmeador, pero era una de las personas que mejor me había tratado hasta la fecha, por lo que esperaba de toda buena fe, que saliera de esta sin el menor rasguño.


Volvió a apretarme el hombro en forma de despedida, con una sonrisa sincera en la cara, y sin más se fue, dejando un ambiente de pesadumbre a sus espaldas. Estábamos en la recta final de la espera y todos notábamos la pesada congoja aflorar en nuestros corazones. El silencio era tal, que el ruido de la tormenta reinaba en el ambiente, y yo pensaba que de continuar así, iba a matarme primero la espera que mis enemigos. Así que, sin pensármelo muy bien, lancé al aire la pregunta que llevaba rondándome toda la tarde y que de no estar en esta situación tan complicada, la hubiera expuesto de inmediato. Me giré hacia su posición, llevaba todo el día apartado en un rincón sin hacernos el menor caso la mayor parte del tiempo. Se le veía que estaba pasando por un mal momento, aunque seguramente, el lo negase si se lo preguntásemos directamente. Él era de esa forma de ser, y había que ser consecuentes con ello, pero lo que realmente me preocupaba no era eso, sino la pregunta que le formulé a continuación. - “Oye Jason, se que no es el momento oportuno para hacerte esta pregunta, pero como siempre habláis de él, tengo una curiosidad tremenda acerca de tu...”- Justo en el momento en que la última palabra iba a salir de mi boca, el susodicho en cuestión desencajó su sereno rostro ante la sorpresa, y se levantó de su asiento derribando tras de sí la silla a sus espaldas, expresando un pánico que jamás había visto en él. Por un instante, me creí culpable de su desmesurada reacción, pero en cuanto el susodicho señaló hacia la ventana, exponiendo las palabras - “¡Henry! ¡En la ventana! ¡Mira hacia la ventana!”- Me di cuenta de que nada tenía que ver conmigo. Así que, reaccionando a sus palabras, Henry y yo nos dimos la vuelta para contemplar el horror que se estaba produciendo a las afueras de la cabaña. Una criatura anormalmente distinta a las anteriores, surgía del lago colindante al cobertizo, lentamente, bajo un manto de turbio lodo hacia nuestra dirección, dejándonos atónitos ante el inesperado infortunio que se nos presentaba amenazante hacia nuestras almas.
Continuará...
Siguiente capítulo

viernes, 12 de febrero de 2016

10. La desesperanza de la impotencia.

Nota: Décimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

- “Perdona, ¿has dicho que el treinta y uno, esas personas vendrán a buscarme para matarme posteriormente?”- No podía creer las palabras que estaba escuchando en esa habitación insana. Era como si la historia volviese a repetirse, solo que esta vez era consciente de los hechos antes de que ocurriesen. Miré a mis amigos con cara de desconcierto mientras todos intentaban sin éxito, responderme para calmar mi angustia. Solo Jason como de costumbre, se hizo notar exponiendo claramente las siguientes palabras - “En realidad el treinta y uno, es cuando han planeado matarte con el motivo de darles a sus dioses una víctima en año nuevo. Así que tu captura deberá ser antes de la fecha para que les dé tiempo a prepararlo todo”-. Se me quedó mirando con la mayor tranquilidad del mundo mientras mi ira se encendía por momentos. No podía dar crédito a la serenidad con que exponía los planes sobre mi muerte, como si se tratase de decidir cuándo deberíamos cortar la leña, o alguna que otra trivialidad banal.

Esto era inadmisible. No soportaba su comportamiento en general,  pero en esta clase de situaciones complicadas, mucho menos aun. Mi vida estaba en peligro, y él simplemente se dedicaba a exponer los hechos sin ni si quiera manifestar una preocupación hacia la persona a la que estaba hablando. Estaba harto. Sin pensarlo dos veces,  agarré uno de los tarros expuestos en la sala y se lo lancé sin mucho acierto, hacia su dirección mientras escuchaba el desalentado suspiro de Peep a mi espalda, por haber ensuciado el lugar.


Jason parecía sorprendido de verdad, pero aun así no se movió de su lugar. Con los brazos cruzados y sin mediar palabra me observaba fijamente ignorando a Peep que ya se había instalado a su lado para limpiar los desperfectos mientras lanzaba algún que otro improperio para sí. Sabía que estaba esperando a que perdiera los nervios para utilizarlo más tarde en mi contra, pero en ese momento no me importaba lo más mínimo el mañana. Por ello, clavé mis ojos en sus pupilas con una gran furia acumulada durante toda mi estancia, y me dispuse a avanzar hacia él con un nerviosismo impropio de mi persona, pero Henry al ver el espectáculo, frenó mis intenciones interviniendo para salvaguardar la situación. - “Ignórale Tomek, a estas alturas ya deberías saber cómo es”- Henry me puso una mano en el pecho y miró en señal de advertencia a Jason que parecía a punto de devolverme la jugada. Henry intentó ponerse en medio de los dos y me habló directamente para tranquilizar mi estado de ánimo - “Sé que puede parecer angustioso, sobre todo para alguien que no está acostumbrado a esta vida, pero no temas Tomek, Peep nos ha puesto al corriente de todo lo planeado, y ya hemos elaborado un plan para ponerte a salvo. No va a pasarte nada. Te esconderemos en esta cabaña hasta que llegue el día decisivo. Entonces, al atardecer. Nosotros te abriremos paso por el bosque hasta dejarte escondido en un páramo de nuestra propiedad, y juntos haremos guardia para evitar que nada te ocurra.”- Henry me miraba con decisión, como si fuese algo de lo más sencillo de hacer en estos casos. - “Yo por mi parte, recogeré a Magda y nos dedicaremos a poner trampas en los límites del bosque para que ninguno de los monstruos pueda crear ningún estrago en el pueblo.”- Peep, que parecía de mejor humor al recoger toda la suciedad en un abrir y cerrar de ojos,  incluyó su plan para tranquilizar mi conciencia acerca de los demás residentes. Todos parecían dispuestos para la acción y buscaban claramente mi aprobación como víctima del asunto para poder llevarlo a cabo, pero yo seguía sin colaborar en su discusión. Era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el peligro incesante que corría sin yo saberlo si quiera, desde que entré en este lugar. Estaba resultándome completamente abrumador el hecho constante de estar en peligro por residir simplemente, en este lugar.

Al ver mi rostro compungido, Peep debió comprender mi estado de ánimo e intentó sin mucho éxito, suavizar mi sensación de angustia con un gesto afectuoso. Se acercó con su afable sonrisa iluminando su cara, sin pensárselo dos veces, me agarró por el hombro, y me zarandeó suavemente de manera amigable para aumentarme el ánimo - “Que no te impaciente el peligro, muchacho. Estarás completamente a salvo, junto con estos dos caballeros”-. Señaló vagamente con el dedo hacia la dirección en la que Henry y Jason sopesaban en silencio mi reacción a este infortunio, Sabía que en el fondo todos ellos eran buenas personas a su manera, que estaban arriesgando sus vidas por salvar la mía, eso lo agradecía por su puesto, pero en estos momentos, mi mente era incapaz de sentir la camaradería necesaria para hacer frente a otra situación similar a la ocurrida en el sanatorio. Mis heridas emocionales, aún estaban demasiado abiertas como para someterlas al filo cortante de la pelea, una vez más. Necesitaba encontrar una situación propicia para poder librarme de tal fatalidad, y en esos momentos solo una se habría paso entre mis dudas y temores, brillante como un faro guía al barco en una noche de neblina.

Por ello, agradecí a Peep el gesto, me disculpé vagamente ante Jason por mi anterior comportamiento, y expuse a mis compañeros mi percepción acerca de mi situación, con la esperanza de que pudieran comprender por lo que estaba pasando y el por qué de mis decisiones acerca de este espinoso tema. - “Lo siento, lo siento de veras, pero creo que no os entiendo. ¿Cómo es posible que creáis que voy a aceptar sin más vuestro plan solo porque vaya a estar en peligro? No soy de esa clase de personas que ponen a otras en peligro para salvar su vida. Ni si quiera sería capaz de atacar a nadie como lo he hecho en una situación normal. Este pueblo está acabando conmigo, lentamente, sin ni si quiera darme tiempo de elegir otra alternativa que no sea la de morir aplastado por unas personas que ni si quiera me conocen. Yo solo intentaba comprender un poco vuestras vidas, y escribir un par de líneas sobre los rumores que acarrean este pueblo. Jamás me imaginé que venir a este rincón del mundo iba a acarrearme tanto sufrimiento como el que estoy padeciendo. Siento mucho, haber ofendido a quien sea con mis actos, pero no creo que estos hayan sido tan horribles como para recibir esta clase de castigos. Así que si me disculpan, me voy caballeros. Retorno al hogar que me vio crecer, y me anhela en estos momentos como un rayo de esperanza. Ha sido un placer conocerles, y sabed que siempre estaréis en mi corazón. Espero que algún día encontréis la paz, y podamos reunirnos como buenos amigos en la más absoluta normalidad. Hasta entonces, sed felices en esta tierra inhóspita llena de desesperanza.”- Mientras decía estas palabras observaba como las miradas que estaban fijadas en mi dirección cambiaban para visualizarse unos a otros. Los había desconcertado. Sobre todo después de haberles ofrecido mi ayuda minutos atrás. Pero esto ya sobrepasaba todos los límites de toda bondad. No podía quedarme a ver como unos maniáticos intentaban darme caza cada dos días. Sin más que decir, incliné mi cabeza para exponer una despedida silenciosa, y di media vuelta para retornar a mi hospedaje a recoger mis pertenencias, pero entonces, la misma mano que vino a darme ánimos minutos atrás, estaba ahora sujetando mi brazo para retener mi partida. Peep, esta vez, no se molestó en ser cuidadoso con sus palabras, simplemente expuso la cruda realidad, de una manera abrupta, antes si quiera que me diese tiempo a reaccionar a su contacto. - “Lo sentimos Tomek, pero no puedes irte de aquí. Los testaferros llevan semanas controlando las salidas del pueblo por si intentabas una huida ante lo que se te avecinaba. Así que no te queda otra, o colaboras con nosotros para salvar tu vida. O mueres a manos de las suyas. Es así de sencillo.”-.


Mi cuerpo inerte ante su agarre recibió un golpe frío de realidad. Toda clase de esperanza se había desvanecido. No había escapatoria ninguna. Me había encerrado en un pueblo donde la mera supervivencia, era el mayor de los logros. Había sido como un gorrión que entra en la jaula en busca de comida y se la cierran a su espalda. Estaba atrapado en este lugar maldecido por la desdicha, y lo peor de todo es que este encierro podría durar para siempre.

Esto es todo por hoy, recordad, si os aventuráis a entrar en Dunwich, mirad a vuestras espaldas. No fuera que alguien cerrase la puerta de la fatalidad tras de vosotros.
Con afecto.
Tomek Sikorski

Siguiente capítulo

sábado, 6 de febrero de 2016

9. Aquel que todo lo ve.

Nota: Noveno capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Pasamos los siguientes días envueltos en una misteriosa calma. Habíamos decidido dar prioridad al reposo para poder recuperarnos totalmente de nuestras heridas, por lo que reducimos el hábito de salir a lo mínimo indispensable. Tan solo acompañábamos en grupos de dos, a Magda al mercado por si algún desdichado se le ocurría hacer de las suyas a modo de venganza. El resto del día lo dedicábamos a charlar banalmente, mientras Henry y Jason me enseñaban todo tipo labores que eran de básica utilidad en Dunwich. Henry se encargaba de adiestrarme en el tema de construcción de armas caseras junto con su munición correspondiente, y Jason... Bueno, Jason se encargaba de enseñarme un poco de todo lo que se le ocurría en ese momento, como por ejemplo un día que, al ver una botella de licor de patata, se le vino a la mente la brillante idea de explicarme como si tenía alcohol a mano y unas cerillas, podía envolver en llamas a alguien en cuestión de segundos con unos cuantos movimientos calculados. La verdad es que era un tipo de lo más extraño, pero empezaba a entender ese estilo misterioso suyo. No parecía que fuera un mal hombre después de todo.

Yo por mi parte intentaba explicarles un poco la vida que llevaba antes de mudarme aquí con el propósito de investigar el pueblo. Era agradable abrirse y compartir al fin, mis vivencias con los demás lugareños, aunque he de reconocer que en comparación con las suyas, las mías parecían las historias de un niño pequeño. Todavía puedo recordar la cara de circunstancia que expusieron los tres al relatarles mi temor a dejar la ventana de la habitación abierta por miedo a repetir la experiencia de enfrentarme a una paloma descarriada que había acabado dentro de mi domicilio.
Sabía que por muy bien que nos llevásemos, el abismo que había entre ambos mundos era tal, que resultaba insalvable para una relación natural de amistad. Así con todo, procurábamos no pensar mucho en ello, teniendo en cuenta que ese era el menor de nuestros problemas.

El 28 de diciembre, Henry decidió que era hora de dirigirnos a la cabaña de los cazadores para hacerle una visita a Peep. Mientras recogíamos nuestros abrigos para adentrarnos en los fríos caminos invernales, Henry me hacía una vaga exposición sobre quién era el susodicho cazador. - “No te preocupes Tomek, es un viejo cascarrabias que pondrá mil pegas a todo lo que hagamos. Pero no lo hay como él a la hora de enterarse de todos los cuchicheos del pueblo. Aún no sabemos cómo lo hace, pero aún no ha llegado el día en que sus informaciones no nos hayan resultado de provecho en algún que otro momento. Te caerá bien, ya lo verás”-. Con un golpe afectuoso en mi hombro, Henry selló lo que parecían ser unas palabras de aliento ante lo que me venía al conocer a ese hombre tan peculiar, mientras yo me preguntaba si quedaba en ese pueblo alguna persona que pudiera considerarse normal, teniendo en cuenta que todos parecían sacados de un escenario completamente surrealista.

Mientras estos pensamientos fluían por mi mente, me di cuenta de que Jason estaba junto a nosotros preparado para partir. Me resultaba extraño ya que nadie le había comentado nada de nuestros planes, además alguien debía quedarse para vigilar la casa pero a él no parecía importarle. Con su tranquilo semblante al que nos tenía ya acostumbrados nos expuso - “Tengo que hablar con el viejo de cierto asunto así que me uno. Si la reunión decide alargarse más de lo previsto, retornaré a tiempo de que la posada no quede desprotegida al anochecer”- Y así sin más, salió por la puerta seguido de nuestros pasos, rumbo a la famosa cabaña de los cazadores en donde los rumores se detienen para dar paso a la realidad.


El camino hacia el lago resultó más ameno de lo que me esperaba en un principio. Ya plenamente recuperado, sentía como si ese recorrido fuera un leve paseo en contraposición al esfuerzo que nos costó rodear el pueblo en plena huida con nuestros cuerpos maltrechos. Una vez enfocado el bosque, no nos llevó más de veinte minutos vislumbrar el sinuoso camino descendiente que daba hacia la misteriosa cabaña que colindaba con el agua. A su lado, se podía observar como un hombre bastante corpulento, partía leña para paliar los estragos del frío. Ese debía ser Peep. O al menos eso deducía, ya que nadie mencionó nada mientras nos acercábamos a dicho sujeto. Solo cuando nuestros pasos estaban a escasos metros de él, Jason lo saludó con su serenidad habitual mientras él nos daba la bienvenida de una forma de lo más inusual. - “Me imaginaba que vendríais por estas fechas. ¿Cómo estáis chicos?”- Nos saludó de manera casual sin dejar de lado su labor, pero entonces sus ojos se posaron en mi persona y como quien no quiere la cosa expuso. - “Así que tú eres el famoso Tomek, el extranjero del este del que todo el mundo habla. Encantado. Soy Peep, me alegro de conocerte y de ver que sigues de una pieza después de haber pasado por las manos de ese carnicero psicópata de Hyter”- Me tendió una mano con firmeza y con un firme apretón de manos, sellamos nuestro saludo mientras yo me preguntaba cómo demonios se había enterado de mi historia con Hyter si nadie había pasado por ese lugar hasta ahora. Buscando respuestas miré de soslayo a Henry y a Jason, que ya se estaban encaminando al interior de la vivienda. Parecía como si estuviesen totalmente familiarizados con ese tipo de comentarios así que intenté no parecer un paranoico, y entré junto a ellos y Peep en la cabaña donde me esperaría una curiosa panorámica de cómo vivían el día a día, esta clase de hombres.

Recuerdo que cuando me desperté en la cabaña de Henry lo primero que sentí fue ese olor de metal y pólvora que flotaba en el ambiente. En esta sin embargo, el olor a desinfección y a esterilización era el que daba vida al lugar. Cada rincón, cada estante, y cada recipiente, estaban repasados con un fuerte esterilizante que se alojaba en tu nariz según entrabas por la puerta, y te acompañaba durante toda la visita. Más tarde me enteraría que la tremenda escrupulosidad de Peep, era la causante de tal embrollo, ahora sin embargo, tenía problemas más importantes en la cabeza para andar preocupándome por la limpieza del lugar. - “Viendo a lo que os dedicáis, creía que en este cobijo encontraríamos armas de todos los tipos pero veo que me equivocaba”- expuse inquieto al ver la pulcritud de la estancia. Ni un solitario cuchillo habitaba en esta morada, tan solo unas paredes lisas de madera, adornaban la cabaña junto con los básicos muebles de estar, meticulosamente colocados. Si esto era la cabaña común de todos los cazadores, estaban muy lejos de poder hacer frente a estas horripilantes bestias con esta ausencia de acción. Jason al escuchar a mi espíritu desconcertado exponer esas malogradas palabras, rió para sí mientras sacudía la cabeza con simpatía. Se ve que mis comentarios le parecían de lo más dicharacheros, o simplemente seguía sin creer a estas alturas que pudiese valer para esto. Con un gesto, ya acostumbrado a verlo en él, como es el de señalarme directamente, me dijo que le siguiera hasta la habitación superior. - “¿Habías venido con la intención de encontrarte centenares de armas, cadenas y mazmorras? Pues me parece a míh que te has equivocado de bando, extranjero. Nosotros tenemos más clase que eso. Acompáñame y compruébalo por ti mismo”-. Subimos las escaleras haciendo rechinar la vieja madera bajo nuestros pies, seguidos por Peep y un rezagado Henry al piso de arriba. Me preguntaba que sería lo que tenían ahí guardado para que Jason actuase con tanto orgullo. No tenía idea de que lo que estaba a punto de vislumbrar, sería lo que me revelaría la oculta locura que cargaban también mis compañeros de sala.

En cuanto entré en la habitación abuhardillada la penumbra no me dejaba visualizar perfectamente la estancia, pero en cuanto el quinqué fue encendido, mi corazón se oprimió de la congoja sufrida en el interior de mi alma. Mis ojos eran testigos de la innumerabilidad de papeles, armas, sangre, y miembros que estaban esparcidos, en un sepulcral orden por la sala. Mirase donde mirase, no podía librarme de los dibujos detalladamente precisos sobre los sucesos ocurridos en este pueblo, junto con su dossier correspondiente, y alguna prenda, o pedazo de alguien incluido en un tarro resplandeciente. Al contrario de lo que pudiese parecer, todo aquello tenía algún sentido para ellos. Se trataba de toda la información recogida a lo largo de estos años, sobre esas misteriosas criaturas, sus ataques, y aquellos que perdían la vida a su costa. La situación podría antojarse hasta normal para alguien criado en estos parajes, sin embargo, para mí solo representaba el horror que acechaba estas tierras y de la cual me sentía prisionero como ave enjaulada en contra de su voluntad. Empecé en ese mismo instante a preguntarme si realmente merecía la pena quedarme más tiempo en este infierno solo por unas lineas de reconocimiento. A lo mejor lo óptimo sería abandonar, tirar por tierra todo el esfuerzo, e irme de este pueblo perdido de la mano de Dios.


Al verme tan intranquilo por el descubrimiento de dicha habitación, Henry intentó en vano, explicarme un poco como organizaban todos esos documentos. - “Verás Tomek la cosa es muy sencilla. Cada uno intenta aportar algo para lograr el menor número de víctimas posibles. Normalmente Peep, organiza y recopila todo lo que encuentra y lo archiva como ves aquí. Nosotros le ayudamos en la medida de lo posible con nuestras salidas, y juntos analizamos la próxima redada para detenerla dentro de nuestras posibilidades. Aunque como puedes observar, no siempre sale como a nosotros nos gustaría”- Henry señalaba en dirección a los tarros ensangrentados mientras me exponía su rutina como quien habla de su trabajo en la granja. Yo aún era incapaz de mirar directamente a nada ni a nadie, sentía cada vez más el peso de la ansiedad en mi interior, carcomiendo mis entrañas, en un modo de imposibilitar que el raciocinio tomase parte en esta danza enajenada de la realidad. Peep por su parte se encargó de que nadie quedara en el olvido. - “No solo el mérito es mío. Cameron es el que más aporta a la orden. Mismamente, de no ser por él, Jason no estaría aquí ahora mismo”- Peep apuntó a Jason, el cual parecía que las palabras de su amigo le habían exasperado en su fuero interno. Mirándole fijamente, pero sin perder la compostura, Jason intentó salvaguardar su orgullo quitándole importancia a las palabras de su compañero. - “Intenta no restarme mérito viejo loco, que quien liberó a estos dos, y se enfrentó a ese médico chalado que es como un oso con gafas fui yo. Cameron tan solo me facilitó la huida para que Hyter no pudiera darme caza. Si ese orgulloso hubiese llamado a su grupito de tarados, en vez de creer que podía él solo con nosotros, no hubiera servido de nada que Cameron hubiese estado ahí o no. Así que piensa las cosas antes de hablar”-. Jason parecía enfadado, pero por lo que contaba a Peep no le faltaba razón. Desde que logramos huir del sanatorio siempre me había preguntado cómo Jason había podido escapar de las garras de Hyter aquella noche. Ahora sabía que había sido obra del misterioso infiltrado, el que Jason hubiese logrado alcanzarnos de una sola pieza. Me preguntaba cómo sería el hombre que había podido engañar a los testaferros. Viendo a sus compañeros, seguro que tampoco pasaba inadvertido.

Peep, buscó la manera de expresar sus disculpas a Jason para evitar que este siguiese incendiándose de aquel modo. Parecía como si supiese de sobra como suavizarle ya que con un solo gesto manual a modo de excusación, Jason serenó su crispado rostro, y siguió observando los restos ensangrentados de un tarro de cristal como si nada. Este hombre parecía conocer todos los secretos incluso de la persona más misteriosa que había conocido en estas circunstancias. Me parecía algo impresionante, digno de admirar.

En ese momento, fijé la vista en todos ellos, había dejado de pensar en lo horripilante que era esa habitación y sus circunstancias, y me había centrado en lo que realmente era importante. Las reacciones humanas adaptadas al desconcierto sobrenatural. Esas personas habían sido capaces de lograr encauzar una vida en torno a un problema de una magnitud descomunal, dando lugar a unos dones que jamás habría imaginado. Debía, por ello, quedarme y empezar a averiguar más, sobre todo lo que está pasando, y de cómo su efecto moldea a las personas en lo que son en la actualidad. - “Todo esto me parece asombroso. Habéis sido capaces de organizaros a vuestra manera para combatir al mal que os acecha con fuerza y aplomo. Me alegra que hayáis depositado en mí vuestra confianza a la hora de mostrarme vuestros informes, no os defraudaré. Os ayudaré en todo lo que pueda para librar de todo mal a estas buenas gentes”-. Al oír mis sinceras palabras Henry me dio un golpecito de afecto en la espalda. Sabía que agradecía mis esfuerzos por ayudar en aquella delicada situación. Jason sin embargo, solo se limitó a mirar de reojo, mientras Peep cogía fuerzas para exponerme una terrible verdad que me acecharía durante los próximos días. -“Me alegra oírte decir eso Tomek. Porque aunque no quisieras este treinta y uno habrá un gran baño de sangre, y tú serás el plato principal.”-.

Esto es todo por hoy, si os acercáis a este pueblo perdido de la mano del raciocinio y la cordura recordad, en la casa de los cazadores siempre estaréis a salvo, pero cuidad vuestros secretos, puede que el hombre que esté detrás de la puerta averigüe vuestras intenciones antes incluso, que vosotros mismos.
Con afecto.
Tomek Sikorski

Siguiente capítulo