No me quedaba apenas tiempo. Debía apurar apresurarme antes
de que me descubrieran y se viniese todo a bajo. Debía ser cuidadosamente
cauteloso y silencioso si no quería disparar el horrendo caos a mí alrededor,
al destapar mi súbito engaño en aquellos que dormitaban bajo mi mismo techo.
Pero por favor, permitidme que me remonte al principio de la historia para que
todo este sin dios tenga algo de sentido. Todo comenzó cuando al entrar en mi
habitación me encontré con Jason, el cual estaba esperando en silencio para confesarme
bajo la privacidad de mi habitáculo, la siguiente información.
–“Tomek, me largo de aquí. Y esta vez será para siempre.”-.
Al decirme tales ecos reaccioné de la manera más previsible que cabría esperar
en dicha situación. Me acerqué hacia él sin reparo alguno, y subiendo mis
palmas hacia arriba a modo de una incredulidad absoluta, le pregunté con un
tono más elevado del natural por su súbita decisión. –Espera ¡¿¡De qué demonios
me estás hablando, Jason!?! ¡¿¡Cómo que te vas y para siempre!?! ¡¿¡A dónde
quieres irte!?! ¡¿¡Es por Jack!?! Porque si es así yo puedo ayudarte con…”-
Jason interrumpió mi torrente de preguntas con un seseo que indicaba que
detuviese mi nerviosismo de inmediato si no queríamos ser descubiertos. Lo
cierto es que me había dejado llevar por la impresión, y había puesto en
peligro nuestro secretismo hablando más alto de la cuenta, pero debía
comprender que mis delirios tenían que ver con la preocupación latente que
sentía al enterarme de sus próximas acciones. Eso pudo ser lo que se le cruzó
por la mente en esos momentos, ya que al
ver que mi estado de ánimo se contrajo al instante, adoptando un silencio
expectante a sus palabras, Jason respiró sonoramente para recoger fuerzas, y
explicó detalladamente los pensamientos madurados que le habían hecho tomar
dicha decisión.
-“No, Tomek. Esto es algo que debo hacer yo solo. He tomado
una decisión y no puedo arrastrar a nadie más hacia ella. Ya hemos perdido
demasiado como para que encima pase algo por mi egoísmo innecesario.”- Jason se
veía completamente seguro de su decisión y eso me dejaba lleno de preocupación.
Él solo había informado de los detalles de su decisión sin dar un brazo a
torcer a la hora de ceder en sus términos, dejándome con ello completamente
fuera del asunto. Intenté protestar para intentar hacerle entrar en razón sobre
su sin razón a todo este embrollo, pero con un movimiento de cabeza me dio a
entender que no insistiera más en mi descontento, ya que no había opción a que
le hiciese cambiar de opinión.
Me quedé pues en mi posición mirándole con aprensión. A
pesar de que no me estaba gustando nada la decisión que había tomado Jason, he
de decir que lo comprendía. Entendía su determinación al haber pensado yo en
ese mismo camino en el pasado. Por eso no me quedó más remedio que darle mi
apoyo en un intento de confiar en que sería lo suficientemente sensato para
tener cuidado en el camino pedregoso que tenía por delante. –“Esta bien, si es
lo que quieres hacer adelante. Solamente te pido que tengas cuidado, ¿de
acuerdo? Aunque no te acompañe estaré permanentemente pendiente de ti en todo
momento ansiando a que vuelvas, así que como vea que te demoras o me entero de
alguna mala noticia ten por seguro que iré a por ti.”-
Sonreí para infundirle un ánimo que creí que necesitaba en
esos momentos, pero mi amigo no me correspondió. Tan solo se me miró a los ojos
momentáneamente y acto seguido me abrazó dejándome completamente atónito a su
gesto. No entendía su gesto tan sumamente espontaneo y carente de sentido, pero
lo que me dijo mientras se separaba de mí, me dejó aún más atónito de lo que
creí que estaría a pesar de todo lo vivido anteriormente. -“Tomek, tú no te
preocupes. Ni por mí ni por nadie. Quiero que por una vez pienses solamente en
ti. Recuerda lo que tienes fuera de este pueblo, y si crees que tienes que irte
de aquí vete. Aprovecha tú que puedes. Nosotros tenemos mucho aquí y no podemos
hacerlo pero tú no. A ti no te ata realmente nada a esta locura, así que no
pierdas la oportunidad de abandonar todo esto por intentar ayudarnos. Todos
estaremos bien de una manera u otra, así que no lo dudes. Si deseas hacerlo,
hazlo”-. Ahora Jason tocaba con fuerza mi hombro para infundirme la determinación
de sus palabras mientras yo aún no entendía nada. Cuando propuse la huida Jason
se había mostrado especialmente molesto con la decisión de abandonar ¿Cómo es
que ahora ha cambiado de opinión tan repentinamente? Era una pregunta que por
mucho que me plantease no tenía una respuesta certera para iluminarme en dicho
aspecto.
No obstante, a pesar de mis dudas ante sus palabras,
inmediatamente negué con la cabeza a su tentativa. Sabía de sobra que, dejando
a un lado la decisión de irme o no, jamás les dejaría de lado en un intento de
salvar mi persona. Así que sin demora respondí –“Lo siento pero abandonaros a
vuestra suerte nunca entró en mis planes. Así que seguiré ayudando en lo que
pueda para que todo se encauce de una vez como es debido”-.
Al oírme, esta vez Jason si sonrió ante mi reacción. Como si
esperase esa clase de determinación en mi persona ante lo expuesto, antes si
quiera de relatarme nada al respecto. Al escucharme reusar de sus consejos no
dijo nada, tan solo se limitó a palmear mi hombro agarrado suavemente, y se
giró para encaminarse hacia la puerta, dándome a entender que no tenía nada más
que decirme. Solo fue cuando se encontraba ya ante la puerta de mi dormitorio
donde se aventuró a despedirse de las mejores de las maneras, como solo él
sabía hacerlo. Dando fuerzas incluso en la más absoluta de las desesperanzas.
–“Sabía que ibas a ignorar totalmente mi propuesta pero al
menos tenía que intentarlo. Me iré a medianoche. Espero que sin problema
alguno. Tú tienes todo el tiempo del mundo, pero te aconsejo que no te demores
demasiado en decidir tu destino. Las cosas ya andan bastante raras por aquí así
que me imagino que se pondrán peor cuando me vaya. Pase lo que pase, tú
mantente firme en tus convicciones, Tomek. Eres un gran tipo, y eso es lo más
importante en estos momentos de locura que vivimos todos. No dejes que nadie te
lo arrebate jamás”-. Y sin más, abrió la puerta con sumo cuidado y se fue por
ella, no sin antes levantar la mano a modo de despedida, la cual correspondí en
el acto con el mismo gesto, quedándome allí parado viendo como mi amigo se iba
a su propia aventura dejándome a mí en el camino.
Este acto, por extraño que parezca, desencadenó una serie de
sucesos determinantes en la historia que iré ordenando cronológicamente para no
perdernos en el tiempo. Al principio, cuando le vi irse, no entendía muy bien
que había pasado. Qué raciocinio rondaba la mente de mi amigo para verlo todo
tan oscuro como para pedirme que me fuese de aquí para siempre. Pensativo fui
dándole vueltas al asunto mientras me desvestía y me metía en la cama para
intentar descansar por lo menos un rato en lo que parecía entreverse una mala
noche a causa de mis angustias. Los argumentos encontrados ya comenzaban a
florecer cada uno por su lado con sus firmes premisas, dispuestos a que les
hiciese caso. ¿Debía dejar a Jason realmente partir solo hacia su destino? Y si
así fuera ¿cómo explicaría mañana ante Peep y Magda que yo lo sabía desde un
principio y le había dado mi consentimiento tan alegremente sin que se me
echasen encima por mi comportamiento? Peep ya dudaba bastante de mis actos como
para darle más motivos a la hora de sospechar de mi lealtad ya cuestionada con
anterioridad. Debía hacer algo al respecto, y rápido. Antes de que todo mi
mundo se derrumbase bajo mis pies debido a mi súbita indecisión.
Con mis nervios ya en frío, la resolución de mis
pensamientos llegó más temprano de lo que pudiese parecer en un principio.
Debatiendo internamente, sentí el peso de las horas pasar bajo mi adormilada conciencia
sintiendo como los ruidos de la casa se iban también adormeciendo con el paso
de las horas, dejando completamente en penumbra la estancia por unos escasos
momentos, hasta que un ruido sordo me indicó que Jason había comenzado con su
plan de huida. Fue ahí cuando yo también me desvelé por completo, y llegué a la conclusión de que debía ser valiente como mi amigo, y tomar la decisión que mejor
se amoldaba a mi espíritu y condición personal. Aunque no sería fácil, debía
ingeniármelas para cumplir con todos mis imprescindibles, aunque me hiciese
cómplice de hacer que esta noche fuese completamente inolvidable para todos y
cada uno de los que habitábamos en esta casa.
Dejando esta idea en mente como prefijada ante todas las
demás, me senté a cavilar mi plan de acción mientras me preparaba para lo que
se acontecía. A medida que pasaba el tiempo mi idea iba haciéndose más
determinante en mi cabeza. Sabía que era algo totalmente radical e impropio de
mi persona, pero como determina el dicho, a grandes males grandes remedios. Si
Jason decidía irse yo tampoco iba a quedarme parado viendo como todo fluía a mi
alrededor sin tenerme si quiera en cuenta en la ecuación. Ya era hora de que
siguiese con mi plan original pensado en unos momentos donde la esperanza fluía
en mi pecho en remotos tiempos pasados. Debía dar paso pues, a la finalización
de esta aventura de la manera más óptima posible.
Y así fue como lo hice. Esperé unos momentos de rigor y
comencé a dejarlo todo dispuesto, ordenando claramente mi plan para que todo
saliese como había organizado en un principio. En el momento en que ya estuve
preparado para todo el devenir de los acontencimientos, salí de la habitación
de la cual sabía que no volvería a tener noticia jamás en la vida, y me dirigí
directamente hacia la de Peep, abriendo su puerta con sumo cuidado para
descubrir al susodicho totalmente dormido en un sofá con un arma reposando en
su regazo, y al increíblemente tranquilo chico descansando en su cama.
Con sumo cuidado me acerqué hacia el cazador intentando no
despertar al niño con mis andares, y cuando me encontré justo en frente de él
lo zarandee suavemente para que se despertase bajo mi acto. –“Peep… Peep
despierta… tranquilo, soy yo, Tomek”-.
En cuanto Peep abrió los ojos y se ubicó en la realidad se
enderezó en su asiento totalmente extrañado, y con una voz más fuerte de la que
yo había empleado me formuló la pregunta más obvia que podía hacerme en esos
momentos. –“¿Tomek? ¿Qué haces aquí? ¿Ha ocurrido algo?”- Mientras formulaba
sus preguntas pude notar como ya medio se levantaba del asiento para entrar en
acción ante lo que podía estar sucediendo en el hogar, por lo que me apresuré a
tranquilizarle con el mismo susurrante tono de voz que había empleado con
anterioridad para que pudiese ver que a pesar de todo lo tenía todo bajo
control.
–“Tranquilo, no corremos peligro. Al menos eso creo. Me he
levantado hace un rato para ir a por un vaso de agua, pero de la que pasaba por
la habitación de Jason me he dado cuenta de que la puerta estaba abierta y él
no se encontraba dentro. Al principio pensé que había bajado a la planta
inferior a por algo también, pero al entrar en la cocina y no verle me he
asustado de verdad. He recorrido toda la cabaña pero no he encontrado ni rastro
de él, así que he ido corriendo a vestirme por si ha salido a causa de un ruido
o algo del estilo y necesita ayuda. Tú quédate vigilando por si alguien le ha
dado caza y viene a por el chico. Intentaré encontrarle lo más rápido que
pueda. ¿Tienes algo que me sirva de lumbre para no ir a tientas en la
penumbra?”-.
Exponerle dichos ecos era solo una forma de actuación. Conociendo
como lo hacía a Peep sabía lo que iba a responderme mucho antes de entrar si
quiera por la puerta. Esto era un acto completamente prescindible y banal, pero
sin embargo debía llevarlo a cabo para que el cazador creyese que llevaba la
voz cantante mientras yo me aprovechaba de su liderazgo para seguir con mi
línea de actuación. Por eso en cuanto me contestó las siguientes palabras me
alegré infinitamente de ver como todo salía por una vez de la manera que había
planeado desde un principio. –“Deja Tomek, mejor voy yo a por él. Tú sigues
cansado de tanto alboroto y no conoces bien la zona. Serías una presa fácil.
Mejor quédate vigilando que no entre nadie mientras yo me encamino a por el
muchacho. Ten, utilízala solo si es de vital importancia, y no despiertes a
Magda y al niño de no ser que corran un peligro inminente”-
Sin vacilar, me puso su revolver en la mano y se incorporó
raudo para salir a fuera en busca de nuestro amigo. Yo esperaba a sus espaldas
viendo cómo se abrigaba y recogía una escopeta de gran calibre junto con un
quinqué para visualizar en la oscura noche que nos rodeaba. En cuanto se hubo
dispuesto todo para su partida bajé junto a él hacia la entrada, y una vez visto
que la barricada armada en la mañana había sido desarmada por nuestro amigo, le
abrí la puerta, y con un –“Te estaremos esperando. Ten mucho cuidado, y trae
sano y salvo a Jason, por favor”- me despedí de él, y cerré el pórtico tras sus
pasos, viéndome así libre de todo acoso para seguir adelante con el destino que
había elegido horas atrás.
Lo primero que hice fue subir cautelosamente de nuevo las
escaleras. Lo que menos quería ahora mismo es que Magda se despertase y me desbaratase
todo el plan. Así que, extremando la precaución en la cantidad de ruidos que
podían delatarme en los siguientes minutos, guardé la pistola en el bolsillo de
mi chaqueta para poder maniobrar con ambas manos, y volví al cuarto de Peep
para hacer unas cuantas gestiones antes de seguir con lo que procedía en la
finalidad de mi actuación.
Revolví entre sus cosas a toda prisa buscando alguna que
otra documentación que sugiriese algo sobre la vida pasada de Thomas o de sus
padres, pero por más que escrudiñe el lugar no pude encontrar nada referente a
ello. Aunque si puedo decir que no todo el esfuerzo realizado fue en vano, ya
que en medio de toda la vorágine de papeles que cubrían los cajones de su
escritorio pude encontrar el cuaderno de las bestias que se me había dado con
anterioridad y había olvidado posteriormente en el sótano, y una carpeta que
rezaba “J. Alvery” en su portada. Verla fue algo que me hizo frenar en seco mi
avance sintiendo como mi corazón se comprimía de la pura sorpresa de encontrarme
algo así en un momento como este. Deseaba abrirla y ver que entresijos contenía
dicho almacenaje que Peep guardaba para él con tanto recelo, pero no tenía
tiempo de inspeccionarla antes de proseguir con mi acto final, así que sin
detenerme, seleccioné los dos elementos, y me los llevé conmigo junto con el
chico al cual ya lo estaba despertando en dichos momentos.
Sabía que en cuanto me viese sería el momento crítico de la
noche, pues empezaría a patalear y jadear como si no hubiera un mañana para librarse
de mi presencia. Así que tenía que adelantarme a todo eso y actuar con más
cautela de la procesada con anterioridad. Por lo que, antes de tocarle si
quiera le puse suavemente entre sus manos una cuerda rodeada con flojedad, y en
cuanto lo zarandeé un poco para despertarle, aproveché su adormilamiento para
atársela como era debido antes de que pudiera alzarse contra mí.
Al sentirse atado, Cameron reaccionó venciendo su trastorno
somnoliento, y con gran fuerza levantó el cuerpo con brusquedad para zafarse
del agarre al que había sido sometido por mi persona. Fue entonces cuando con
un pañuelo ya seleccionado de mi bolsillo, le amordacé concienzudamente para
que no pudiera emitir ningún ruido que alarmase a la última persona durmiente
dentro de esta alocada cabaña, y pudiésemos acabar con el plan sin
contratiempos por su parte.
Al tenerle ya como yo quería tiré de su brazo para
mantenerle sentado, y con suma rapidez, le puse sus zapatos y una chaqueta por
encima para que no pasase frío. El tiempo apremiaba, y Peep podría regresar en
cualquier momento dejando al descubierto toda mi jugada planeada con alevosía.
Por lo que, con más fuerza de la que pretendía, erguí al chico en cuando estuvo
listo, y lo bajé medio arrastrando por las escaleras para largarnos cuanto
antes de ese lugar. Jason tenía razón. Debía irme de aquí. Un lugar donde ya no
pintaba nada, e intentar salvar el poco raciocinio que me quedaba en medio de
esa locura insana que me rodeaba constantemente. Pero no lo haría solo. Jason
escogió su destino. Era un hombre libre que decidía su camino de una manera más
que respetable. El chico en cambio no tenía tanta suerte. Por más que supiera
que iba a estar bien atendido no podía dejarle atrás abandonado a su suerte.
Debía curarle para que pudiese llevar una vida digna, y sabía perfectamente
donde podrían ayudarle. Así que, sin pensármelo dos veces, abrí la puerta con
delicadeza para no armar un escándalo, y nos encaminé hacia la espesura,
huyendo de ese lugar al que en tiempos pasados lo habíamos llamado hogar, para
siempre.
Esto es todo por hoy. Si viajan a Dunwich no duden en hacer
caso a sus instintos, puede que los lleven a lugares en los que jamás habrían
estado dadas otras circunstancias, pero eso siempre es mucho mejor que morir a
manos de aquellos por los que habías sentido algo de empatía en el pasado.
Con afecto.
Tomek Sikorski