viernes, 17 de marzo de 2017

40. Descubriendo la verdad.

Nota: cuarentavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1


Me desperté en una fría habitación de hospital sin ni si quiera tener consciencia de dónde, o como había llegado a un lugar como este, después de todo lo que había ocurrido.

Lo último que recordaba es haberme lanzado a la muerte en un último acto para escapar de las garras de Peep, el cual había ido a por mi persona desde que me había encontrado en aquella noche fatídica, donde nada había salido como debiera.

Después de eso llegó el ahora en una especie de confusión y dolor, que embotan mi mente hasta el punto de no recordar detalles tan mundanos sobre en qué país estoy, o como se llaman las ataduras que rodean mi cuerpo para que no pueda moverme. Esto es algo que jamás me había sucedido antes, ya que siempre he podido gozar de un buen léxico, a la par de una gran memoria para recordar todos y cada uno de los aspectos que me rodean. Sin embargo ahora es distinto, mi concentración tiene que aumentar para poder identificar cosas que en otras ocasiones habrían sido conocidas de inmediato.

Como si me leyeran la mente acerca de este asunto, cuando una mujer que me parecía vagamente familiar apareció por la puerta de mi habitación, y vio que estaba consciente, lo primero que hizo, a parte de comprobar mi cuerpo lleno de vendajes, fue preguntarme por mis conocimientos acerca de mis identificaciones, tal como mi nombre completo, edad, y dirección, junto con algunas cuestiones más concretas sobre mi estancia en este pueblo, dejándome absolutamente perdido en algunas partes de la conversación.


Es curioso porque puedo rememorar a la perfección la cara de Peep intentando dispararme en nuestra persecución, la adrenalina que recorría mi cuerpo en esos momentos, el pánico de ser alcanzado, etc. Pero por otra parte, me cuesta dar con la causa de todo ello. Sé que estaba protegiendo a alguien, pero ¿a quién? ¿Era a Cameron? Sí, creo que sí. Yo estaba en una casa con Cameron cuando nos atacó una de las criaturas. Sí, esas bestias estaban por allí. Las recuerdo muy bien, pero no quise decirle nada a la mujer sobre ellas. Debía mostrarme cauteloso con esa gente hasta que fuera conectando las demás piezas del puzzle que andaban sueltas, así que fui cuidando mis palabras hasta que pareció satisfecha con el resultado. Fue entonces cuando acabando de dar las últimas notas de mi estado en su carpeta, me dijo distraídamente.

-“De acuerdo, señor Sikorski. Con esto ya está todo. Iré a comunicarle al doctor Hyter que se encuentra consciente para que él mismo pueda evaluar su estado de salud actual más detenidamente. Usted procure descansar mientras tanto. Le esperan unas jornadas un tanto agotadoras. No. No puedo decirle más. Hasta más ver señor Sikorski”-.

Sin más oportunidad de réplica se fue, y me dejó otra vez solo con mis pensamientos. Al oír el nombre del doctor creí que todo esto era un producto de mi ensoñación. No podía ser real, yo mismo recordaba a ese hombre siendo encerrado con esa enorme monstruosidad, mientras Jason y yo sujetábamos la puerta para que no pudiese escapar.

Jason. Me pregunto cómo estará, si esto es real al fin y al cabo. Si lo que decía la médica era cierto, me encontraba de vuelta al sanatorio con Hyter resucitado. Esto no podía ser más absurdo pues, en mi mente, ni el médico estaba vivo, ni tenía la duda de que los testaferros me diesen muerte en cuanto me encontrasen, en vez de hospitalizarme. Nada de esto parecía tener el más mínimo sentido. Por eso, en cuanto vi que la puerta se abría de nuevo para revelar una gran figura atlética, que conocía muy a mi pesar, la cual ya me saludaba con su habitual –“Buenos días, señor Sikorski, ¿cómo se encuentra después de haber sufrido una fatalidad de tal calibre?”-. Tan solo pude contestar –“Estoy muerto, ¿verdad?”-.


Al escucharme el hombre rio para sí sin dejar de ojear unos apuntes que seguramente le había pasado su compañera, la que debía ser la hija de Magda. Claro, ahora me daba cuenta. Esa debía de ser Rose. La compañera del médico que ahora examinaba mis constantes vitales distraídamente, mientras me contestaba apáticamente a mi pregunta.

-“No señor Sikorski, no está muerto. Aunque esta vez le ha faltado poco para ser sinceros. Tiene usted ese impulso suicida que solo es compensado con su buena suerte. Mis compañeros le encontraron inconsciente en medio de la noche, y lo trajeron al sanatorio de inmediato. Si no llega a ser por su actuación ahora mismo sí que no se encontraría con nosotros, así que recuerde darle las gracias cuando les vea”-.

Tras dichos ecos Hyter siguió examinándome como si nada, pero a mí ya me ardía la sangre por dentro. Esa soberbia que le caracterizaba era algo que nunca había podido soportar en su persona, por lo que saltándome el protocolo de mis buenos modales le contesté sin miramientos. –“El que es un milagro que esté vivo es usted, después de que en nuestro último encuentro. Recuerdo haberle abandonado en una situación más delicada de lo que seguramente le hubiera gustado en un principio. Dígame, ¿cómo se las apañó para salir de esa situación con vida?”-.

Sabía que mis palabras llevaban un tono socarrón totalmente impropio de mi persona, pero en esos momentos me daba lo mismo. Ese hombre, por mucho poder que tuviese en el lugar no me iba a achantar con sus monsergas. Por ello, no me retracté, ni intenté explicarme mejor ante la persona que seguía a su labor ajeno a todo. Tan solo esperé pacientemente a que se dignase a responderme con tales palabras.

-“Como siempre señor Sikorski su imaginación me asombra de tal manera que ni yo mismo acierto a creer en ese especie de talento que tiene para inventarse esa clase de historias rocambolescas. Su incapacidad para distinguir lo que es real de lo que no, vuelve a jugarle una mala pasada pues yo siempre me he encontrado a la perfección. Le agradezco no obstante, su preocupación a pesar de todo. Es bueno saber que me tiene tan en cuenta. Aunque, por lo que he leído, su fijación hacia mí está algo desatada. Debemos trabajar ese aspecto si no queremos tener algún que otro disgusto innecesario, ¿no cree?”-.

Mientras me relataba esas sandeces que acostumbraba a oír de su boca, una duda recorrió mi mente al escuchar la información que estaba recibiendo en dichos momentos. Al oírle giré como pude mi cabeza para intentar tenerle más frente a frente, y le pregunté sin mesura, -“¿Leer? ¿A que se está refiriendo, doctor Hyter? ¿Es que acaso han realizado otro de esos informes llenos de falacias para dejarme internado de por vida en algún mal lugar?”-.

En cuanto me escuchó su sonrisa se ensanchó a modo de triunfo tras mis palabras. Estaba claro que llevaba esperando ese momento desde que había irrumpido en mi habitación. Este no me contestó de inmediato. Se tomó su tiempo en levantarse y posar todos los artilugios que estaba utilizando, para poder así meter la mano en su bata médica, mientras me decía. –“No señor Sikorski ha sido usted mismo el que me lo ha relatado de una manera un tanto, “diferente””-.


La enfatización final quedó relevada a un segundo plano cuando extrañado, pude ver como sacaba un viejo cuaderno de su bolsillo que reconocería hasta en el mismísimo infierno. Era mi diario. Estaba seguro de ello. Con estupefacción intenté sin éxito moverme para recuperarlo, pero obviamente mis ataduras me lo impidieron. Tan solo pude quedarme obligatoriamente en mi sitio, viendo como Hyter jugaba distraídamente con mi trabajo acumulado en todo este tiempo que llevaba en este lugar.

-“Es curioso, ¿sabe, señor Sikorski? Si en todo este tiempo alguien me hubiera dicho que había elaborado tal documento con tanto mimo de detalle, le hubiera tratado de demente. Es increíble cómo puede llegar a darme la razón directa, e indirectamente, en muchas de mis valoraciones psiquiátricas tanto de usted como del resto de su grupo. Creo que se ha fijado tantísimo en mí, que hasta ha aprendido algunas pinceladas sobre mi campo. Es algo fascinante. Aunque que haga tanto hincapié en mi físico hace que me vea en la obligación de informarle que en mis gustos íntimos no entran los hombres, así que siento si le decepciono en ese aspecto, señor Sikorski. Oh vaya, no me venga con esas, pensaba darle su cuaderno para que echase un vistazo a las novedades que ha habido en su ausencia. Tenga, aquí lo tiene. En cuanto se calme mandaré que le desaten el torso, y los brazos, para que pueda ojearlo”-.

Tras este veneno expulsado por su boca en forma de socarronería, me dejó el diario encima de mi mesita, mientras yo ya le increpaba por sus palabras anteriores. –“Deje al resto en paz. Ellos no saben ni siquiera que existe tal objeto. Solo yo soy el causante de las palabras expuestas en él. Pagaré por ello si hace falta, pero no los toque, o se arrepentirá”-.

Mientras me oía Hyter se sentía totalmente pletórico riéndose suavemente a mi costa. Con una mano intentó echarme el alto, a la vez que negaba con la cabeza para hacerme ver de la manera más desoladora, que efectivamente esta vez sí estaba errado en mis deducciones.

-“Señor Sikorski tranquilícese que es malo para su salud someter a su cuerpo a tales tensiones. Verá, lleva usted como tres semanas en coma, por lo que ha sus queridos compañeros les ha dado tiempo de mover ficha en su ausencia. Sobre todo al señor Jason Alvery que fue quien de primeras encontró este cuaderno. Sí. No le miento. Fue él. Lo tiene expuesto en los últimos capítulos que, como ese hombre goza de una incansable ociosidad, se leyó de una tirada sus escritos y quiso, a su manera, continuar con su causa. A los que sí tenemos cosas importantes que hacer, nos llevó más tiempo el leer todo el entramado. En mi caso hace escasamente una semana que al fin pude terminarlo por completo. Sí. Sabía que me iba a preguntar por su paradero en cuanto le contase este dato revelador, pero me temo que al igual que hace tiempo, cuando se despertó en este mismo lugar conmigo al cargo, tengo malas noticias para usted. Su querido amigo Jason Alvery ha fallecido mientras usted aún se encontraba en coma en este hospital”-.

Continuará en el futuro…

viernes, 10 de marzo de 2017

39. Tras tus pasos

Nota: Treintainueveavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1


Escribo esto, mientras espero a uno de los jefazos de los aldeanos, para intentar poner en orden mis ideas con respecto a lo que ha pasado.

Todo comenzó cuando regresé de la cabaña de Peep hacia mi casa. En ese momento comencé a elaborar el plan para rescataros a ti, y a Cam. Había sido un soberano estúpido creyéndome las palabras de esos pueblerinos. Pues claro que estabas con ellos, era la opción más viable. Puede ser que los que me hablaron de ti no tuvieran ni idea de que te encontrabas dentro de la aldea, pero seguramente los que trabajan para Larson te tenían ya allí con ellos, tratando de hacer algo por tu vida mientras contactaban con los testaferros para saber que hacían contigo. Espero llegar a tiempo antes de que te hayan podido trasladar. Si no tendré que dejar al chico en mi morada solo para ir al sanatorio a buscarte, y vete tú a saber lo que podría sucederle en mi ausencia en esa casa llena de trampas. Sea como fuere ya me las apañaré. Ahora lo importante es teneros a los dos a salvo junto a mí. Los peligros que lo implican carecen de importancia.


Después de llegar a mi hogar, y serenarme levemente de mi encuentro con el viejo, comencé a prepararlo todo para mi partida hacia la aldea de donde saldría con los dos de vuelta a mis parajes. Lo tenía todo planeado. Esta vez no dejaría que me pillasen ni cansado, ni en desventaja. Se de sobra que esas gentes no tienen ni para pagarse una pistola decente entre cinco, así que esa será mi ventaja. No solo me armaría como si de un día normal se tratase, sino que intentaría llevar tantas defensas como me fuera posible entre las ropas bien a la vista, para que les entrase el miedo en el cuerpo nada más verme aparecer por el horizonte.

Una vez listo, me aventuré a las calles sobre el anochecer. Aun cuando todavía quedaba algo de luz en el cielo. Quería pasarme primero por el poblado para preguntarle a John antes de que se fuese de su armería para ver si sabía algo del asunto que Peep había recalcado, y que me había dejado tocado desde entonces. El hecho de que Hyter siga vivo.

Como ya te había comentado antes, mientras buscaba saber algo de Jack había oído rumores acerca de que Hyter andaba por ahí tan campante, como si la noticia de su muerte jamás hubiera traspasado las paredes del laboratorio donde perdió la vida a causa de haberle encerrado con esa monstruosa bestia.

Al principio pensaba que este hecho era en realidad una estrategia de Larson para no mostrar la pérdida de su fuerza delante de sus ciudadanos. Hyter, por más que le pese al alcalde, es de lo más conocido en las calles, tanto por sus acciones, como por él mismo, que en más de una ocasión ha ido en busca de información por su cuenta, metiéndose hasta en las tierras más inhóspitas para hablar directamente con la gente del lugar, sin andarse con medias tintas. Quisiera ver yo a Larson haciendo eso, que todos sabemos que sin sus secuaces alrededor no sale ni para comprar en el mercado.

Como iba diciendo, al enterarme de las habladurías populares no le di la mayor importancia al tema en cuestión, pero después de que ese viejo cotilla haya reafirmado que sigue vivo por activa y por pasiva, me he parado a pensarlo más detenidamente. Por mucho que los dos hayamos estado allí para ver que era imposible que hubiera podido librarse de esa, que el pueblo entero y el propio Peep estén de acuerdo en que sigue con vida me da mala espina, así que por eso me tomé el rodeo al pueblo como algo necesario para vuestra búsqueda. No quería bajar a la aldea y encontrarme por allí con ese titán husmeando él también vuestro rastro, sin previo aviso.

Al entrar en su tienda me encontré a John totalmente enfrascado en sus cuentas a punto de cerrar. Estábamos ya completamente solos, por lo que aproveché para preguntarle directamente sobre el doctor. –“Perdona por las horas, pero tengo que hacer un trabajillo y necesito saber con urgencia si Hyter sigue vivo. Sí. No me pongas esa cara. Larga historia. ¿Sabes algo del tema? Te agradecería cualquier cosa que pudieras decirme al respecto”-.

No tuve que decir más. John salió de sus números y, después de mirarme con una extrañeza que me indicaba que no entendía muy bien el porqué de mi pregunta, me respondió. –“No sé qué os habrá pasado pero por mi experiencia sé Hyter sigue vivo y coleando. Todavía ayer alguien vino a recoger su pedido para llevárselo al sanatorio. Me resultó extraño porque siempre aparece él por aquí para atosigarme con su meticulosa revisión antes de llevarse cualquier cosa, pero aparte de eso, no he visto nada extraño que me hiciese pensar que se ha ido. ¿Va todo bien, Jason?”-.

Ya tenía lo que quería, y no quería preocupar más al pobre hombre con nuestras cosas, por lo que le quité importancia diciendo que había oído algún que otro rumor por ahí, y me largué rápidamente hacia vuestra búsqueda allí en los campos. Sé que John no me mentiría en nada así. Invertimos mucho dinero en su tienda, y además por si no lo sabías aún, es, bueno, era primo del pobre Henry. Nunca quiso meterse en nuestra causa por más que le insistimos, pero todo el mundo sabe que nos da un trato de favor siempre que puede. Los testaferros más de una vez han intentado sonsacarle algo, pero jamás ha cedido. Si dice que Hyter anda por ahí pidiendo armas, aunque no haya aparecido por el lugar personalmente, tengo que ándame con ojo si no quiero ser tiroteado a mis espaldas. Espero que tú también te estés guardando de él, Tomek. Solo nos quedaba que después de todo, la vida nos diese ese revés tan traicionero. Aguanta que en nada estarás conmigo, y entonces sí que todo habrá terminado.


Tras la novedad de que nuestro enemigo andaba suelto, me esperé lo peor. Bajé a toda prisa el bosquejo hasta visualizar de nuevo los campos. Si te digo la verdad, después de tantos años aún no sé cómo esos palurdos logran sobrevivir una y otra vez. Después de estos días la entrada del poblado seguía igual de destrozada que cuando vine por primera vez a por vosotros. Tan solo un par de guardias la vigilaban perezosamente. Me los podía haber cargado con el rango que tenía sin que se diesen si quiera cuenta de que estaban siendo amenazados, para acabar entrando a mis anchas en el poblado, pero tampoco era plan de ponerme brusco con ellos. Sabía que primero de todo debía negociar para que os devolvieran sanos y salvos, por eso me limité a acercarme lentamente, para darles tiempo a verme llegar, y una vez que me echaron el alto les dije. –“Vengo a por Cameron, y a por Tomek. Así que ya me los estáis dando”-.

Como empezaron con las mismas excusas de siempre sobre que no te habían visto desde el ataque, y demás tonterías, les frené en el acto y les solté aquello que si no lo habían pensado anteriormente, que con esta gente nunca se sabe, acabaran dándose cuenta ahora. –“No me vengáis con memeces que sé que tienen que estar los dos aquí. ¿Habéis hablado con el equipo de Larson por si lo habían encontrado? No. Por supuesto que no. A vosotros no os importa una mierda que alguien haya arriesgado la vida por vosotros. Tan solo escondéis la cabeza como las tortugas para evitar que os pase nada malo. Me dais asco. Sois todos unos cobardes”-.

En respuesta a mis insultos levantaron sus armas, pero poco me importaban a mí sus amenazas. Para ellos el gastar una bala les supone un sacrificio enorme. Además yo ya había venido preparado, y les encañoné en respuesta con mis dos mejores revólveres, haciéndoles vacilar de inmediato. Esta era mi oportunidad de encontraros, y me daba igual lo divididos que estén en estos parajes, o lo mucho que se eviten entre ellos. Iba a hacer que fueran a por ti, aunque tuvieran que adentrarse en el terreno de sus vecinos no deseados. Aquellos que vivían un poquito mejor porque le seguían a Larson su juego sucio.

Al ver mi determinación se miraron entre ellos para saber qué hacer. Aproveché por tanto el momento para mandarles las instrucciones necesarias para aligerar las cosas. –“Id en busca de esos malnacidos que trapichean con Larson. Quiero hablar con ellos de Tomek. Yo asumo la responsabilidad de todo, que no he venido aquí buscando pelea. Tan solo quiero a mis amigos de vuelta. Eso sí, como os vea tenderme una trampa o algo del estilo, os lleno el cuerpo de plomo ¿entendido? Pues venga, tirad que no tengo toda la noche. En marcha”-.

Sé que en cuanto leas esto me reprenderás por mi rudeza, Tomek, pero con esta gente es necesario. Estos tipos si no les atas en corto se te van de las manos, y acaban haciendo barbaridades como cuando me secuestraron creyéndose que era Jack. No se puede dejarles hacer como has hecho tu cuando apareciste por aquí con el chico. Eso es de lo más peligroso. Por eso yo, en esta ocasión, hasta negocié con ellos para que uno se quedara conmigo mientras el otro iba a por los demás. Por precaución. Así tenía un rehén si la cosa se ponía fea, mientras que ellos se aseguraban de que no me metía en sus dominios aprovechándome de su ausencia. Aunque francamente, hubiera podido entrar cuando hubiera querido si ese hubiese sido mi plan. Por ahora lo primero que quiero hacer es dar contigo. Tú eres en quien debo centrarme. Luego ya cogeremos al chico también, y nos iremos.


Como puedes leer, la misión va más o menos direccionada a que todo acabe como es debido. En estos momentos estoy esperando aquí con este malnacido que me mira enfadado de reojo, al verme salirme con la mía tan fácilmente. No entiendo como pueden ser tan descarados cuando siempre tienen todas las de perder. Podría obligarle a que dejase de mirarme de ese modo, pero la verdad es que me preocupa bien poco lo que haga, tan solo quiero que llegues ya de una vez para que podamos proseg…

Continuará…

viernes, 3 de marzo de 2017

38. Hablando con el culpable (segunda parte).

Nota: Treintaiochoavo capítulo del relato. Para ir a la primera parte de la novela pulse aquí: Capítulo 1   Para ir a la primera parte del capítulo pulse aquí: Primera parte


Había llegado el momento. Sabía que Peep no habría dejado de curiosear después de haberte dejado allí tirado con todo el riesgo que conllevaba. Algo debía de saber para encontrarse tan seguro. Quise por ello, intervenir para sonsacarle toda la verdad a ese miserable, pero Magda volvió a detenerme para ser ella quien llevase a cabo esta discusión.

Estaba claro que entre ellos en estos momentos existía una tensión más que evidente. La mirada que le echaba la casera era tan feroz que me estaba dando reparo hasta a mí contrariarla. Esta abrió la boca para decir –“Adelante, te escuchamos”- que fue lo único que necesitó el viejo para ponerse a hablar de tu paradero.

-“Ya os digo desde ahora que dejéis de haceros ilusiones, pues estoy seguro de que Tomek no sigue con vida. En el momento en que yo me fui tras nuestro desencuentro, unos campesinos afines a Larson se me cruzaron en el camino a su vuelta a la aldea. Hablé con ellos sobre lo que había pasado, y les dije que les daría el paradero del cuerpo de Tomek si me daban a cambio alguna información sobre ti, Jason, o sobre tu hermano, para aclarar las cosas con respecto al tema de Henry. Dijeron que no sabían dónde estabais, pero como les interesaba el trato acabaron contándome algo que no me esperaba. Sobre todo tras haber escuchado vuestra huida del laboratorio. Al parecer Hyter sigue vivo, y lidera la búsqueda del chico, aunque sabe tan bien como nosotros que encontrarle va a ser imposible. Esto aunque sabía que nos perjudicaba, me daba una ventaja enorme el saber los planes de Hyter de antemano, por lo que les dije dónde estaba el cuerpo, y me fui de allí lo más rápido posible. Después de eso no volví a tener noticias de ellos por si os lo estabais preguntando. Por más que pregunté por la zona nadie más supo decirme nada. Ni si quiera sus propios compañeros. Supongo que al no tener nada que hacer con él, enterrarían el cuerpo de Tomek junto con el resto de los suyos sin más.”-.


Al ir escuchando sus sandeces no sabía si sentirme más enojado que nunca porque este tipo ande como siempre confiando en el enemigo para enterarse de las cosas, o confundido por lo que había dicho de Cameron. Según tus escritos, y gracias a la chica chillona que habita en esas tierras, sé que el chico está a salvo resguardado en una casa de la aldea, pero por lo que ha dicho Peep y el gesto compungido de Magda, veo que ellos tenían otra noticia diferente. Me puse por ello, a soltarles la verdad para que dejaran de confiar en cualquier idiotez que anduvieran contando los demás.

-“Un día esa curiosidad va a acabar matándote maldito idiota. Se de buena tinta que Cameron está a buen recaudo. No, no me mires así, Magda, no pienso decir nada delante de este desgraciado. Tomek, solo se lo llevó para buscar una cura que lo devolviera a la normalidad de nuevo. Por lo que he leído lo han estado cuidando bien, y ha hecho algún que otro progreso. Tomek lo dejó bien escondido con otra gente que se están encargando de él en estos momentos, así que después de que encuentre a tu pobre víctima, del que por cierto tus deducciones no tienen nada que ver con la realidad, ya que estuve por la zona de los campesinos y, por más que les insistí, me aseguraron de que no habían podido encontrar su cuerpo, volveré también a por el chico, y se quedarán conmigo hasta que se recuperen lejos de tipos como tú, que dan más prioridad a lo que te cuenta un cualquiera, que al amigo que te intenta explicar la verdad como puede mientras le amenazas de muerte”-.

Sabía que les había conmocionado con la verdad. Ambos se miraron alarmados, a la vez que Peep me contaba de donde había sacado tal disparate. –“Eso no puede ser, Jason. Es algo que todo el pueblo sabe por los campesinos. Cuando los presionó el equipo de Larson dijeron que vieron a Tomek en el bosque después de haber matado a Cameron, que les amenazó, y que lograron escapar de sus ataques. No sabía dónde se encontraba después de eso, así que volví a por más respuestas al bosque y me lo encontré todo ensangrentado, con un hacha en la mano, y una ristra de cadáveres detrás de él, ¿qué creías que iba a hacer entonces? ¿Dejar que me matase a mí también y luego fuese a por vosotros? No es la primera vez que alguien de estas tierras se vuelve loco, Jason. Este tipo era raro desde un principio, así que en vez de echarme las culpas de todo, mira a ver a quien defiendes porque a mi siguen sin cuadrarme las cosas”-.


No pude evitarlo. En cuanto le escuché soltando tanta tontería junta pegué un golpe en la mesa, y grité más de lo que debería las siguientes palabras –“¿¡¿Cómo has podido creerte tal mierda?!? ¿¡¿No te das cuenta de que si dijeron eso es porque estaban intentando ocultarlo de los secuaces de Larson?!? ¡Se te va completamente la cabeza, viejo! ¡Ya no sabes distinguir las cosas! ¡Ni si quiera sabes quienes son de los tuyos y quienes no!”-.

Ya estaba empezando a notar que estaba perdiendo el control cuando Magda volvió a agarrarme para que no cometiera una locura mientras me decía. –“Para, para ya Jason que lo que menos necesitamos es que arremetamos contra nosotros mismos ahora. Yo tampoco comparto para nada lo que le ha hecho Peep al pobre muchacho pero por favor, también has de ponerte en su lugar por un momento. Ha hecho lo que ha creído mejor después de escuchar todos esos rumores que se propagaban por el pueblo. Sí. Sé que tú no los has oído, o no los has querido escuchar porque eres más selectivo con esta clase de cosas, pero ahora discutir del tema de esta manera no va a hacer que vuelva ni el chico, ni Tomek. Por eso tenemos que priorizar. Ahora que sabemos dónde podemos encontrarlos a ambos debemos de ir a por ellos cuanto antes para traerlos de regreso si siguen vivos. Puede que estemos debilitados después de todo lo ocurrido, pero aún seguimos teniendo nuestro honor de proteger a los nuestros pase lo que pase. ¿Cómo lo veis? ¿Seréis capaces de unir fuerzas por el bien de todos?”-.

Al escucharla Peep miró directamente a mi dirección sin decir una palabra esperando a que yo fuese quien disparase primero. Sabía de sobra lo que el viejo me iba a decir teniendo en cuenta el aprecio que tiene por Cameron, y porque negarlo, lo mucho que se preocupa por mí también. Pero por más que supiera que llevarme a alguien durante mi búsqueda me facilitaría las cosas, soy por encima de todo leal, Tomek. En este caso soy afín a ti, y lo que te ha sucedido aun hace que me hierva la sangre. Por ello, negando con la cabeza dejé a entender que por mi parte no había nada que hacer. Magda al verme suspiró con fuerza e intentó decirme algo, pero no la dejé. Tan solo tenía una sentencia que exponer antes de acabar con todo esto, así que miré directamente a ambos, y les dije como iban a ser las cosas a partir de ahora.

-“Lo siento Magda pero eso no puedo hacerlo. Este tío ha roto todo lo que teníamos por culpa de su curiosidad insana, haciéndoselo pagar al pobre Tomek por el camino. No, no me mires así. Yo acepto que también sospeché de Henry en un momento dado por lo de su extraña relación con Jack, pero jamás me veríais comportarme como este ha tratado al pobre chaval. Por ellos no necesitáis preocuparos más, iré a buscarlos en cuanto salga de esta casa, y los traeré a ambos de vuelta con vida. Me da igual lo que digáis al respecto. Me niego a creer que Tomek haya sucumbido. Él ha demostrado ser más fuerte que todo eso. En cuanto le vea, le curaré y dejaré que repose junto al chico en la casa de mis padres donde me hospedo ahora que no está Jack. No volveremos por aquí. Magda si quieres venir en cualquier momento eres bien recibida. Contigo no tengo ningún problema, pero Peep, te lo advierto, como te vea acercarte mínimamente a ellos no tendré piedad. Quedas avisado.”-.

Terminé mis amenazas donde quería. Dejando que Peep supiera que mi amistad con él había acabado por completo. Me mantuve en silencio por un rato para saber que habían asimilado bien mi sentencia, y di media vuelta para irme, después de tocar el hombro de Magda como despedida en un intento de suavizar la cara de angustia que se le había formado a la pobre mujer al ver que no tenía nada que hacer para evitar mi destierro.

No esperé a ninguna respuesta tras mis pisadas. Tan solo el silencio se rompió a mis espaldas cuando ya me encontraba frente a la puerta principal. Parece ser que Peep, al haberlo perdido todo, ya no le importaba soltar lo que debía estar pensando desde hacía un buen cacho. Por lo que antes de que pudiera irme aprovechó para decirme audiblemente –“Al final los testaferros acabaron teniendo razón. Has acabado convirtiéndote en Jack, muchacho. Ten cuidado con eso si no quieres que alguien te vuele la cabeza tras confundirte con él”-.


Al escucharlo frené de golpe mi avance, y me giré para mirarlo. Sabía que se estaba refiriendo a un millón de cosas a la vez, incluida la ficha del sanatorio que yo mismo había relatado que había leído momentos atrás en tu diario.

Peep buscaba con ello desestabilizarme, y poder así hacer conmigo lo que quisiera delante de Magda, al no poder controlarme de otra manera. Maldito rastrero. No iba a permitir que eso ocurriera, y menos por ninguna sandez que me dijese, así que tragándome el torrente de insultos que estaban por salir de mi boca, tan solo le contesté –“Aunque lo acabase siendo, seguiría sin ser tan miserable como tú, imbécil”-.

Tras eso me fui, sin mirar atrás, junto con una ira que aún me dura mientras espero para ir a buscarte de la manera más segura que puedo hacerlo. En la nocturnidad. Hasta entonces aguanta, que te daré este diario para que sigas continuándolo como solo tú sabes hacerlo, para que al final todo el mundo pueda darse cuenta de lo que ocurre en este espantoso lugar, y se dignen por fin a echarnos una mano los de fuera de estas fronteras. Este es en estos momentos mi principal deseo. Espero ayudarte a conseguirlo mediante estas líneas.
Se despide indefinidamente.
Jason Alvery