viernes, 12 de febrero de 2016

10. La desesperanza de la impotencia.

Nota: Décimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

- “Perdona, ¿has dicho que el treinta y uno, esas personas vendrán a buscarme para matarme posteriormente?”- No podía creer las palabras que estaba escuchando en esa habitación insana. Era como si la historia volviese a repetirse, solo que esta vez era consciente de los hechos antes de que ocurriesen. Miré a mis amigos con cara de desconcierto mientras todos intentaban sin éxito, responderme para calmar mi angustia. Solo Jason como de costumbre, se hizo notar exponiendo claramente las siguientes palabras - “En realidad el treinta y uno, es cuando han planeado matarte con el motivo de darles a sus dioses una víctima en año nuevo. Así que tu captura deberá ser antes de la fecha para que les dé tiempo a prepararlo todo”-. Se me quedó mirando con la mayor tranquilidad del mundo mientras mi ira se encendía por momentos. No podía dar crédito a la serenidad con que exponía los planes sobre mi muerte, como si se tratase de decidir cuándo deberíamos cortar la leña, o alguna que otra trivialidad banal.

Esto era inadmisible. No soportaba su comportamiento en general,  pero en esta clase de situaciones complicadas, mucho menos aun. Mi vida estaba en peligro, y él simplemente se dedicaba a exponer los hechos sin ni si quiera manifestar una preocupación hacia la persona a la que estaba hablando. Estaba harto. Sin pensarlo dos veces,  agarré uno de los tarros expuestos en la sala y se lo lancé sin mucho acierto, hacia su dirección mientras escuchaba el desalentado suspiro de Peep a mi espalda, por haber ensuciado el lugar.


Jason parecía sorprendido de verdad, pero aun así no se movió de su lugar. Con los brazos cruzados y sin mediar palabra me observaba fijamente ignorando a Peep que ya se había instalado a su lado para limpiar los desperfectos mientras lanzaba algún que otro improperio para sí. Sabía que estaba esperando a que perdiera los nervios para utilizarlo más tarde en mi contra, pero en ese momento no me importaba lo más mínimo el mañana. Por ello, clavé mis ojos en sus pupilas con una gran furia acumulada durante toda mi estancia, y me dispuse a avanzar hacia él con un nerviosismo impropio de mi persona, pero Henry al ver el espectáculo, frenó mis intenciones interviniendo para salvaguardar la situación. - “Ignórale Tomek, a estas alturas ya deberías saber cómo es”- Henry me puso una mano en el pecho y miró en señal de advertencia a Jason que parecía a punto de devolverme la jugada. Henry intentó ponerse en medio de los dos y me habló directamente para tranquilizar mi estado de ánimo - “Sé que puede parecer angustioso, sobre todo para alguien que no está acostumbrado a esta vida, pero no temas Tomek, Peep nos ha puesto al corriente de todo lo planeado, y ya hemos elaborado un plan para ponerte a salvo. No va a pasarte nada. Te esconderemos en esta cabaña hasta que llegue el día decisivo. Entonces, al atardecer. Nosotros te abriremos paso por el bosque hasta dejarte escondido en un páramo de nuestra propiedad, y juntos haremos guardia para evitar que nada te ocurra.”- Henry me miraba con decisión, como si fuese algo de lo más sencillo de hacer en estos casos. - “Yo por mi parte, recogeré a Magda y nos dedicaremos a poner trampas en los límites del bosque para que ninguno de los monstruos pueda crear ningún estrago en el pueblo.”- Peep, que parecía de mejor humor al recoger toda la suciedad en un abrir y cerrar de ojos,  incluyó su plan para tranquilizar mi conciencia acerca de los demás residentes. Todos parecían dispuestos para la acción y buscaban claramente mi aprobación como víctima del asunto para poder llevarlo a cabo, pero yo seguía sin colaborar en su discusión. Era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera el peligro incesante que corría sin yo saberlo si quiera, desde que entré en este lugar. Estaba resultándome completamente abrumador el hecho constante de estar en peligro por residir simplemente, en este lugar.

Al ver mi rostro compungido, Peep debió comprender mi estado de ánimo e intentó sin mucho éxito, suavizar mi sensación de angustia con un gesto afectuoso. Se acercó con su afable sonrisa iluminando su cara, sin pensárselo dos veces, me agarró por el hombro, y me zarandeó suavemente de manera amigable para aumentarme el ánimo - “Que no te impaciente el peligro, muchacho. Estarás completamente a salvo, junto con estos dos caballeros”-. Señaló vagamente con el dedo hacia la dirección en la que Henry y Jason sopesaban en silencio mi reacción a este infortunio, Sabía que en el fondo todos ellos eran buenas personas a su manera, que estaban arriesgando sus vidas por salvar la mía, eso lo agradecía por su puesto, pero en estos momentos, mi mente era incapaz de sentir la camaradería necesaria para hacer frente a otra situación similar a la ocurrida en el sanatorio. Mis heridas emocionales, aún estaban demasiado abiertas como para someterlas al filo cortante de la pelea, una vez más. Necesitaba encontrar una situación propicia para poder librarme de tal fatalidad, y en esos momentos solo una se habría paso entre mis dudas y temores, brillante como un faro guía al barco en una noche de neblina.

Por ello, agradecí a Peep el gesto, me disculpé vagamente ante Jason por mi anterior comportamiento, y expuse a mis compañeros mi percepción acerca de mi situación, con la esperanza de que pudieran comprender por lo que estaba pasando y el por qué de mis decisiones acerca de este espinoso tema. - “Lo siento, lo siento de veras, pero creo que no os entiendo. ¿Cómo es posible que creáis que voy a aceptar sin más vuestro plan solo porque vaya a estar en peligro? No soy de esa clase de personas que ponen a otras en peligro para salvar su vida. Ni si quiera sería capaz de atacar a nadie como lo he hecho en una situación normal. Este pueblo está acabando conmigo, lentamente, sin ni si quiera darme tiempo de elegir otra alternativa que no sea la de morir aplastado por unas personas que ni si quiera me conocen. Yo solo intentaba comprender un poco vuestras vidas, y escribir un par de líneas sobre los rumores que acarrean este pueblo. Jamás me imaginé que venir a este rincón del mundo iba a acarrearme tanto sufrimiento como el que estoy padeciendo. Siento mucho, haber ofendido a quien sea con mis actos, pero no creo que estos hayan sido tan horribles como para recibir esta clase de castigos. Así que si me disculpan, me voy caballeros. Retorno al hogar que me vio crecer, y me anhela en estos momentos como un rayo de esperanza. Ha sido un placer conocerles, y sabed que siempre estaréis en mi corazón. Espero que algún día encontréis la paz, y podamos reunirnos como buenos amigos en la más absoluta normalidad. Hasta entonces, sed felices en esta tierra inhóspita llena de desesperanza.”- Mientras decía estas palabras observaba como las miradas que estaban fijadas en mi dirección cambiaban para visualizarse unos a otros. Los había desconcertado. Sobre todo después de haberles ofrecido mi ayuda minutos atrás. Pero esto ya sobrepasaba todos los límites de toda bondad. No podía quedarme a ver como unos maniáticos intentaban darme caza cada dos días. Sin más que decir, incliné mi cabeza para exponer una despedida silenciosa, y di media vuelta para retornar a mi hospedaje a recoger mis pertenencias, pero entonces, la misma mano que vino a darme ánimos minutos atrás, estaba ahora sujetando mi brazo para retener mi partida. Peep, esta vez, no se molestó en ser cuidadoso con sus palabras, simplemente expuso la cruda realidad, de una manera abrupta, antes si quiera que me diese tiempo a reaccionar a su contacto. - “Lo sentimos Tomek, pero no puedes irte de aquí. Los testaferros llevan semanas controlando las salidas del pueblo por si intentabas una huida ante lo que se te avecinaba. Así que no te queda otra, o colaboras con nosotros para salvar tu vida. O mueres a manos de las suyas. Es así de sencillo.”-.


Mi cuerpo inerte ante su agarre recibió un golpe frío de realidad. Toda clase de esperanza se había desvanecido. No había escapatoria ninguna. Me había encerrado en un pueblo donde la mera supervivencia, era el mayor de los logros. Había sido como un gorrión que entra en la jaula en busca de comida y se la cierran a su espalda. Estaba atrapado en este lugar maldecido por la desdicha, y lo peor de todo es que este encierro podría durar para siempre.

Esto es todo por hoy, recordad, si os aventuráis a entrar en Dunwich, mirad a vuestras espaldas. No fuera que alguien cerrase la puerta de la fatalidad tras de vosotros.
Con afecto.
Tomek Sikorski

Siguiente capítulo

No hay comentarios:

Publicar un comentario