viernes, 18 de marzo de 2016

14. La amarga despedida.

Nota: Décimo cuarto capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Cameron se quedó atónito ante mis palabras. No se esperaba que después de mi desmesurada reacción fuera a concluir el desafío lanzado por los testaferros de una manera tan derrotista. - “Tomek, sé que estás cansado, y que has pasado por mucho. Pero de verdad, que no creo que esa sea la solución. Si te rindes ahora no habrá valido la pena nada por lo que has luchado. Por lo que hemos luchado todos en general, incluido Henry”-. Me quedé en silencio, pensativo escuchando sus palabras. Tenía razón, era algo que no podía negarle. Si me iba, todo lo ocurrido hasta ahora carecería de sentido, todo esfuerzo habría sido en vano, y mis grandes expectativas hacia el destino de mis amigos, habrían sido arrancadas antes de ver si quiera la luz del germinamiento. Pero también sabía que este era el único camino que se me antojaba factible fuera de todo sentimiento que albergase mi corazón. Por culpa de mis esfuerzos, todos habían sido tocados por el infortunio en mayor o menor medida. Ya iba siendo hora de que eso finalizase. Debía dejar de ser un pobre indefenso para poder proteger así a todos, de mi sola presencia en este lugar.

- “Lo siento Cameron, pero mi decisión está tomada, y nada de lo que hagas o digas, podrá cambiar mi resolución. Ahora si haces el favor, me gustaría que fueses a comunicarle a Hyter lo que pienso. Quiero salir de aquí lo antes posible”-. Sabía que el chico había elaborado todo un plan para sacarme de este lugar, y que mis actos debían haberle descolocado por completo, pues solo expuso unas pocas palabras de incredulidad, al haber oído mis ecos tan solemnes en dicho momento. - “Creía que te importaba este sitio lo suficiente como para no tirar la toalla tan pronto. ¿Es que no piensas si quiera en los demás? ¿Acaso vas a marcharte así sin más, con lo que han sido para ti? Vale que Henry ya no esté, pero Peep y el resto te aprecian, y están deseando reunirse contigo”-. Fue un gran punto, pero banal e inútil completamente, puede que en otro momento, el hecho de nombrarme a los chicos me hubiera hecho recapacitar, pero actualmente solo podría mostrar indiferencia hacia sus palabras. No merecía la pena que siguiese intentado convencerme en esta situación. No iba a ceder en nada por mucho empeño que le pusiese. Por lo que le miré directamente, y volví a exponer la situación. - “No sigas. Ya te he dicho que nada de lo que digas o hagas, servirá para desviarme de mi camino. He tomado una decisión, y la mantendré hasta el final. Así que vuelvo a pedirte por favor, que avises a tu compañero de que quiero partir hacia mi hogar lo más pronto posible”-. Tras mi dedicación hacia su persona, observé como su rostro adquiría cierto desasosiego ante mis palabras. En parte sentía pena por ese pobre chico y su complicada posición en este tema, sabía que lo estaba poniendo en una situación desbordantemente comprometida ante mi negativa, pero eso no me competía ahora. Lo que necesitaba de verdad, era poder irme de aquí lo antes posible para poder empezar a cumplir con mi cometido, por lo que acelerando su determinación, le hice un gesto con la mano para indicarle que se fuera a cumplir con su deber. Algo que entendió a la perfección, ya que con simple - “como quieras”- se despidió, y emprendió su camino hacia mi opresor dejándome solo con mis atormentados pensamientos, en esa lúgubre habitación escondida entre los salvoconductos del mal.

Hyter llegó a mis aposentos, unas horas después de que Cameron me hubiese abandonado. Abrió la puerta fingiendo una fallida expresión calmada dando a entrever que no era su mejor día. Aunque sinceramente, no me extrañaba, ya que había escogido la opción de su jefe, no la suya. Por lo que debía de estar bastante cabreado con la situación. Me quedé mirándolo en silencio esperando su reacción al verme de frente, pero con una leve sonrisa de suficiencia, no me dejó indagar más en su enfado. Simplemente, continuó avanzando hacia mí con su suave caminar que me ponía los pelos de punta, mientras me saludaba cortésmente, como me tenía acostumbrado. - “Buenas tardes señor Sikorski. El señor Larson me ha comentado que ya está usted consciente, y ha tomado una decisión respecto a su futuro. ¿Ha escogido usted cómo debería?”- Mientras me hablaba directamente comprobó su reloj, y accedió a tomarme el pulso de mi muñeca. Parecía extrañado, como si sus cálculos no hubieran salido como él había planeado. Entonces me di cuenta de que Cameron me había rebajado la dosis de su medicamento, a una cantidad mínima para que pudiera despertarme y hablar con él de manera clandestina. Seguramente, por eso habría tardado tanto en avisar a Hyter de que estaba despierto, no obstante parecía no haber sido suficiente, pues parecía que el malnacido doctor estaba dándole vueltas al asunto, deseando encontrar una respuesta clínica que delatase la anomalía, por lo que me apresuré a decir. - “No se crea. Aun me encuentro muy mareado. He tenido terribles pesadillas desde que se marchó. Ni si quiera estaba seguro de que la figura de ese chico fuese real o imaginaria, cuando le vi tomándome el pulso, y le pregunté por usted. Recuerdo haberle hablado sobre mi decisión, y sobre mi deseo de verle para exponérsela, pero en realidad temía que hubiera sido otro de mis sueños, y usted no hubiese sabido de ello a tiempo”-. Debía parecer acorde a mis palabras, así que entrecerré los ojos para añadir un poco de victimismo a mi actuación. Vale que mi idea de irme era de lo más personal y solipsista, pero no iba a dejar que por ello el chico fuese descubierto y puesto en peligro en su mismo hogar. Ya había habido bastantes pérdidas a mi costa como para añadir una más a la lista. Por lo que me propuse al menos, proteger a Cameron lo mejor posible hasta que abandonase dicho lugar, apartado de la buena esperanza.

Mis actos parecieron relajarle un poco pues, con una sonrisa marcada en su rostro, el doctor Hyter me vino a consolar con las siguientes puntillosas palabras envenenadas, mientras me examinaba la reacción de mis pupilas. - “Pues no tiene de que preocuparse pues ya estoy aquí en cuerpo y alma para usted, señor Sikorski. Dígame, ¿cuál es la decisión que ha tomado tan concienzudamente?”- Él sabía de sobra cual había sido mi decisión. Podía notarselo en todo su ser. Su tensión era más que evidente mientras fingía su falsa cordialidad. Ahora era yo quien decidía, y había hecho que la dueña del gato se llevase a su ratón moribundo dejando al pobre minino, sin juguete para sus macabros dientes. Había ganado, al menos en ese punto, y me sentía un poco más dichoso por ello.

- “He decidido irme a mi hogar, y con premura si se me permite el apunte. Quiero marcharme de este malogrado pueblo, cuanto antes”- El doctor Hyter no mostró la más mínima impresión tras mis palabras. Simplemente, siguió examinándome concentradamente, mientras exponía vagamente su punto de vista. - “Así que quiere volver a su casa... interesante. Creía de veras, que se quedaría con nosotros al menos por tener cerca a sus queridos amigos. Pero ya veo que la amistad como tantas cosas en la vida, tiene el don de la variabilidad de la importancia, según la persona que la observe. Es una pena, es usted un sujeto muy prometedor. Le echaremos de menos por estas tierras, señor Sikorski. Informaré de inmediato a su ciudad natal, para explicarles que mañana mismo le enviamos de vuelta”- Hyter acabó su ronda mientras me soltaba tal perorata, y con frialdad añadió - “Enhorabuena señor Sikorski. Va a conseguir algo que muchos han deseado en este lugar durante décadas. Salir con vida de Dunwich, aunque sea de una manera tan opresiva como lo va a hacer usted. Cuídese por el este, y ténganos presentes en sus vivencias ensoñacionales”- Y sin más, se fue. Dejándome solo con mis pensamientos atormentados por la pérdida, y la ensoñación de los fármacos.
Pasé las siguientes horas como un invitado poco deseado en este centro que aún no era capaz de reconocer. Una señora de mediana edad me sirvió algo de comida, y dejó que utilizase el lavabo para poder asearme y cambiarme la vestimenta que ellos mismos me habían proporcionado en sus curas anteriores. Me devolvieron mi ropa, preparada y lista para usar, y una camisa nueva puesto que la anterior tenía un agujero de bala que no debía ser visto por mis nuevos cuidadores. Me expusieron que al día siguiente al amanecer me llevarían hacia el bosque, hacia el mismo lugar por donde entré meses atrás a este lugar de mala muerte, y luego un equipo de las fuerzas de seguridad del pueblo vecino se harían cargo del viaje hacia mi hogar. Por lo que se veía, ni ellos que tenían la posibilidad, deseaban salir de Dunwich, aunque ciertamente ese extraño comportamiento me beneficiaba. Prefería pasar mi tiempo con el mismísimo diablo, antes que estar tantas horas seguidas con Hyter y sus secuaces. Me dispuse pues, a descansar tranquilamente para el largo viaje que me esperaba a la mañana siguiente, sin ser consciente de que mi sueño reparador sería interrumpido por una de las personas residentes del local.

Cameron me despertó con la luna ya en alto desde las sombras de mi habitación, suavemente pero con una premura consistente. Al escuchar su voz abrí los ojos, y aun sin saber si era todo un sueño producto de mí retorcida imaginación, o una realidad, expuse su nombre con voz trémula a la espera de salir de dudas. Pero lo único que recibí por respuesta fue una mano en mi boca, silenciando todo sonido que saliese de ella de una manera espasmosa pero delicada, dando a entender que no pretendía hacerme daño con dicha acción. - “Soy yo Tomek, no hables que no pueden saber que estoy aquí. Supuestamente estoy durmiendo para llevarte mañana a la frontera, así que si me pillan aquí sin autorización soy hombre muerto, ¿entiendes?”- Asentí con la cabeza a modo de confirmación, y retiró la mano de mi boca para poder proseguir libremente con su exposición. - “Quería darte las gracias por no delatarme ante Hyter hoy. No sé porque demonios has decidido irte pero lo respeto, seguro que tienes motivos suficientes para hacerlo después de todo lo que has visto por aquí. Te deseo lo mejor de todo corazón, y por ello me gustaría darte esto en consideración por todo lo que has pasado, y por habernos dado a todos un motivo por el que creer en un mundo mejor”-. Tras las sombras pude observar como su silueta se quitaba la chaqueta, y me la dejaba a los pies de la cama. En silencio la recogí extrañado, y pude comprobar con una punzada en mi corazón, como esa prenda me era de lo más familiar. - “Es la chaqueta de Henry. La recuperé una vez hubiesen tirado sus efectos personales después de lo ocurrido. Iba a quedármela yo, pero se lo que significó para ti que él te acogiera, así que te la regalo. Diremos que era tuya y podrás llevártela al sitio al que vas sin ningún contratiempo. También recuperé su cuchillo que está en el bolsillo interior. Si logramos que no te cacheen podrás irte con él. Así me quedaré también más tranquilo al saber que podrás defenderte si algo malo ocurriese en el camino. Espero que todo te vaya bien Tomek, de verdad. Estaremos esperándote por si vuelves a nuestro lado algún día. Hasta mañana”- Le agradecí el gesto silenciosamente, con una afirmación de cabeza, mientras me despedía con la mano con un cierto aire melancólico. Ahora que todo iba a cambiar, sentía el irrefrenable deseo de seguir inmóvil en esta situación, para evitar el destino que se avecinaba. Pero sabía que era imposible. Desde que la muerte de Henry fue un hecho para mí, había adoptado una determinación que llevaría a cabo contra todo pronóstico si hiciese falta. No podía dejar que mis sentimientos arruinasen todo por lo que estaba trabajando, por lo que intenté olvidarme de todo este horripilante mundo, y me acosté de nuevo, esta vez con la chaqueta puesta, impaciente porque llegase el mañana.


Con el despunte del alba yo ya me encontraba despierto y listo para partir. Había tenido tiempo de arreglarme y comer algo, antes de que Cameron entrase en la habitación seguido de la mujer que me atendía y de Jack, el cual se sorprendió bastante de verme tan enérgico a esas horas tempranas de la mañana. - “Veo que alguien está ansioso por irse de nuestro lado”- Jack me sonreía con socarronería mientras pasaba enérgicamente a la habitación, mientras los otros dos se lo tomaban con más calma. Yo por mi parte me levanté de mi asiento, y les hice frente sin el menor temor para aligerar cuanto antes las cosas. - “Me he levantado temprano para estar listo a vuestra llegada”- Expuse en general sin mirar a nadie en particular. No quería levantar sospechas dirigiéndome a Cameron directamente, y tampoco quería centrarme en Jack, el cual me enervaba con su sola presencia desde que me había enterado de que había sido él quien había matado a Henry. Debía permanecer impasible, expectante a la situación, como diría mi buen amigo Jason. Así que, sopesándolo adecuadamente, continué hablando sin receptor particular, a modo de centralización para informarme del procedimiento necesario en mi viaje. - “¿Podrían decirme para cuando está prevista mi partida, y cuál va a ser mi ruta de viaje a casa?”-. Hubo un silencio por parte de los tres. Seguramente, nadie se esperaba mi naturalidad, o que fuese tan cordial en esa situación, pero poco me importaba ya. Las siguientes horas las tenía tan mentalizadas en la cabeza que no podía haber sorpresa que no hubiese asimilado con anterioridad. Finalmente, Cameron se fue acercando a mi posición mientras exponía las siguientes palabras. - “Jack se va ahora hacia el pueblo de al lado para volver a la frontera con las fuerzas de seguridad, para hacer el relevo. Se ha sopesado y llegado a consenso, de que alguien te acompañe todo el camino para evitar cualquier sorpresa que esté por venir. En cuanto a tu camino a la frontera, seré yo mismo el que te acompañe, así que por favor, levanta los brazos. He de cachearte para poder dar luz verde a la operación. La señora Hill se llevará todo aquello que no esté autorizado a llevarse”- Señaló a la mujer que se encontraba en la habitación, y que ya venía hacia nuestra posición para ayudarle en dicha labor. Imaginaba que Cameron había pedido él mismo cachearme para evitar que me encontrasen el cuchillo, pero ahora que veía que tenía ayuda dudaba de si podríamos esconderlo de dicho análisis, aunque parecía ser que el destino nos brindaba una oportunidad cuando, mientras me disponía a levantar los brazos, Jack expresó una queja. - “Anda Cameron deja eso. No tiene sentido cachearle. Nosotros mismos nos encargamos de sus ropas, y aquí no hay nada que pueda utilizar como arma arrojadiza. Así que déjale, y larguémonos ya para acabar con esto de una maldita vez”- Y sin esperar contestación dio media vuelta y se fue, seguido de mi cuidadora, y de Cameron, el cual con una palmadita en la espalda a modo de afecto me susurró - “vamos”- haciéndome ir tras ellos, hacia mi nuevo destino.

Salimos los cuatro de la sala y nos dirigimos por un pasillo oscuro hacia una especie de puerta trasera. Parecía como si me hubiesen mantenido todo este tiempo en un sótano o algo por el estilo pues cuando salimos estábamos al lado opuesto de la puerta principal. Reconocía las calles a través de la soleada mañana que nos acompañaba. Estábamos en el puro centro de Dunwich, lo que solo podía significar que estuve confinado en el ayuntamiento todo este tiempo. Sonreí para mí. Ahora todo tenía sentido. El alcalde y jefe de la organización, me había tenido bajo sus garras porque seguramente, no quería otro asalto como al del sanatorio. Pero esta vez no habría asalto. Me iría tras mis propios pasos sin incluir una sola víctima más en mi lista de culpabilidad.

La señora Hill se quedó sujetando la puerta mientras deseaba a sus compañeros buen viaje, y le entregaba a Jack un sobre sellado marrón, con lo que parecía ser un membrete del sanatorio. Sin duda se trataba de la documentación que Hyter había reunido para mis nuevos sanitarios. Jack lo tomó entre sus manos con desgana, y me lo pasó con un fuerte golpe en el pecho. - “Que sea el propio loco quien se lleve su informe ¿no crees? Yo tengo mejores cosas que hacer. Me voy hacia el oeste en busca de los van a transportarle. Tú sigue las indicaciones que te han dado, Cameron. Nos vemos en la frontera. No os demoréis”- Y con un apretón cordial de manos hacia Cameron a modo de despedida partió, dejando que dos de los cazadores cumpliesen con la misión que los testaferros habían impuesto.

Cuando Cameron se hubo despedido de la señora Hill comenzamos nuestro camino a la frontera atravesando directamente el poblado como dos viandantes más del concejo. El chico parecía saberse las direcciones de memoria pues tardamos mucho menos que cuando mi persona atravesó el trayecto del municipio, haciendo que nos encaminamos al bosque con premura, en un día que resultaba ser de lo más neutro comparado con las estrafalarias historias a las que estaba acostumbrado. Los dos permanecíamos en silencio. Cameron parecía consternado ante la realidad que había escogido, y solo me dirigía la palabra para indicarme las direcciones que debíamos de tomar en nuestra ruta. Supongo que creía que así sería más fácil dejar que me fuese. Aunque notaba como en el fondo sabía que se mentía a sí mismo ante tal pensamiento.


Al ascender por la arboleda, proseguimos con nuestro viaje hasta llegar a la colina donde se vislumbraba el famoso puente que conectaba Dunwich con la realidad. Cameron frenó en una zona llana, y se volteó para poder mirarme mientras le alcanzaba. - “Bueno Tomek, en nada estaremos en el lugar de encuentro, donde las fuerzas de seguridad vecinas te llevarán a tu hogar. Sé que no nos hemos conocido mucho pero me alegro de que hayas estado a nuestro lado estos meses. Ha sido un auténtico placer tenerte en nuestro bando. De parte de todos, Gracias, cazador.”- Sonrió abiertamente con cierto tono de dulzura aniñada mientras me tendía la mano. Había sido un gesto maravilloso por su parte el despedirse tan emotivamente, en un lugar apartado donde nadie nos viese, por lo que me llevé mi mano libre al pecho en una acción de afecto por sus palabras, palpando el lugar donde el cuchillo de Henry reposaba en mi interior, y me acerqué a él para cambiar su cordial despedida por un abrazo, el cual aceptó sin rechistar dándome la oportunidad de tenerle bien sujeto entre mi brazo, mientras con el otro apuraba el tiempo para asestarle una puñalada en el pecho tan profunda, que dejé clavado el cuchillo en su pectoral. Cameron se quedó inmóvil, preso de la sorpresa, mientras aspiraba aire abruptamente, y gorgogeaba en mis brazos en un estado de absoluto pánico, mientras yo le exponía las siguientes palabras cerca de su oído para que no hubiese el menor rastro de duda de que pudiera entenderme en tal situación - “Espero que puedas perdonarme por esto”-. Y sin más le dejé caer al suelo, donde se acongojó por el dolor en un suave susurro de agonía, mientras yo ya me deslizaba ladera abajo para poder localizar con premura la cabaña de Peep, y lograr poner en marcha mi plan de una vez por todas. Vengarme de todos y cada uno de los testaferros hasta limpiar el nombre de Henry, y liberar al pueblo de su locura insana.

Esto es todo por hoy. Recordad, si os acercáis por estas tierras inhóspitas no olvidéis que por aquí nada es lo que parece. Incluso si se trata de las ideas de un simple extranjero que vino en pos de descubrir una verdad que acabaría por destrozarle el alma. Vigilad bien vuestras espaldas, pues una guerra abierta se acerca, y nadie saldrá impune de ella.
Con afecto.

Tomek Sikorski
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