viernes, 20 de mayo de 2016

17. La determinación de la bondad (Tercera parte).

Nota: Tercera parte del décimo séptimo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del décimo séptimo capítulo pulse aquí:  Primera parte

En cuanto me di cuenta de que el sobre iba dirigido a mi persona, comencé a mirar a mi alrededor en busca de algún signo vital que me indicase que mi remitente aun andaba cerca. Pero por más que indagué por las lindes del lugar, no encontré ningún atisbo de humanidad reciente más que mis propias marcas expuestas con anterioridad en la tierra mojada del suelo.

Me sentía de lo más confuso con todo este hecho, por lo que me tomé unos segundos para asimilar lo que me estaba ocurriendo en estos momentos. Estaba caminando alrededor de una casa que al parecer, según decían mis amigos, era de mis verdaderos padres, cosa que yo aun negaba rotundamente en mi fuero interno, cuando de repente me encontré con una especie de sobre abultado entre sus enredaderas, que llevaba mi nombre escrito en su parte posterior.
Era una situación de locos. Por más que lo pensase aun me parecía increíble de creer, mi vida en Dunwich comenzaba a ser de lo más surrealista a cada paso que daba, pero sin embargo, ahí estaba. De pié, con el sobre en las manos, y sin saber muy bien que hacer con él. El cielo taciturno oscurecía el ambiente, y apenas me daba paz para pensar de manera ordenada, por lo que opté por guardar el objeto en el bolsillo interior de la chaqueta, y volver dentro del hogar para estudiarlo todo con más calma de la que me acontecía en estos momentos de tortuosa incertidumbre.


Volví sobre mis pasos hacia la entrada principal con demora, y de una manera algo abrupta, abrí la puerta y entré en el hogar donde solo Jason se encontraba en la sala, curándose las heridas que aun le perduraban, con paciencia. Una vez que me vio ir a su encuentro me expuso lo siguiente. - “Hombre, Tomek.¿Ya estás de vuelta? Poco te ha durado el paseo. ¿Ha ocurrido algo?”-. Su instinto protector perduraba incluso en su estado de salud poco agraciado. Después de todo lo que había pasado, aun tenía fuerzas para estar pendiente de todos nosotros en cualquier momento, por lo que decidí dejarle descansar, al menos en estos momentos, y no contarle lo de la carta hasta que no me hubiera asegurado de su contenido. Bastante disgusto había tenido ya con la herida reabierta del recuerdo de la muerte de sus padres como para preocuparle otra vez con lo que podría ser una nimiedad, por lo que le contesté tranquilamente para que serenase su inquietud. - “No, tranquilo. Simplemente he vuelto porque estaba haciendo demasiado frío. ¿Se sabe algo de Cameron?”-. Jason siguió colocándose los vendajes mientras me respondía con la acentuada preocupación que cabía de esperar en esta situación en la que nos encontrábamos. - “Peep se quedará esta noche con él pero no creo que aguante mucho más, Tomek. Tu mismo lo has visto con tus propios ojos, respira con dificultad, y sus heridas no dejan de supurar. Sería un milagro que pasase un día más con nosotros.”- Me llevé una mano al pecho para intentar oprimir la angustia que sentía en mi interior, y asentí suavemente a sus palabras a modo de entendimiento. Quería hacerme el fuerte por el bien del muchacho, pero lo cierto es que esto me superaba. Ver a alguien querido en esa situación siendo tan joven, y estando en cierta manera a mi cargo, era algo que me partía el alma en mil pedazos. - “Bueno, en ese caso, si no podemos hacer nada por él, al menos debemos estar a su lado, y aliviarle en todo lo posible el transito a su eterno viaje”-. Mis palabras sonaron totalmente afligidas pero poco me importó, Jason me conocía lo bastante bien como para saber lo mucho que me afectaba el asunto, por lo que con voz comprensiva me contestó. - “Por supuesto, Tomek. Y créeme, hasta que no exhale su último aliento no permitiré que dejemos de luchar por su vida ni en un misero momento. Así que déjate de pensar en lo peor, y prepárate para la próxima guardia. Te tocaba a las 6 ¿verdad? Pues ve a descansar un rato que después de todo lo pasado debes de estar agotado. Creo además que Magda te ha dejado algo de comida en tu cuarto antes de acostarse, así que no dejes que se te enfríe. Si me necesitas para algo estaré aquí, o en la buhardilla donde me he instalado. Puedes venir a búscame a cualquier hora”- Jason tenía razón. Lo primero era lo primero. Debía descansar para servirle al chico en cuerpo y alma. Si dejaba que la melancolía me atrapase, lo único que podía conseguir era sumirme en mi propia tristeza mientras Cameron me seguía necesitando, y eso no lo iba a consentir. Por lo que agradecí a Jason sus amables palabras, y me despedí con un ademán de mano, listo para partir al piso superior para comenzar mi recuperación. Pero entonces antes de que me diese tiempo a irme de la estancia, Jason me dedicó unas últimas palabras que volvieron a martillear en la duda latente que crecía en mi interior. - “Buenas noches Tomek, que descanses. Y por cierto, se que Peep ha estado actuando de forma extraña en todo el día, pero te pido que no se lo tengas en cuenta. Él y Cameron estrecharon muchos lazos gracias a que era nuestro espía dentro de los testaferros. Así que estoy seguro de que su humor taciturno es debido a lo realmente mal que lo está pasando en su interior. Ten paciencia con él en estos días, ¿de acuerdo?”-. Me quedé un poco perplejo sin saber que decir. Sabía que Jason conocía infinitamente mejor a Peep que yo, pero la suspicacia que había visto en sus ojos esta mañana al preguntarme sobre las palabras no señaladas de Jack, me hacía pensar que se preocupaba por algo más que por el chico. No obstante, no iba a ponerme a contradecir las palabras de amabilidad de Jason en estos momentos. Y mucho menos cuando mis argumentos no eran más que meras conjeturas, por lo que me dediqué a asentir a sus palabras, y a contestarle. - “No te preocupes, así lo haré. Todos estamos afectados por el tema de salud de Cameron, así que me imaginaba que él no sería una excepción. Lo tendré en cuenta a la hora de tratar con él de ahora en adelante. Muchas gracias por todo, Jason. Que tengas un agradable descanso”-. Y sin más me fui a mis aposentos, con más dudas en mi interior que con las que me fui en un principio.

Una vez en mi cuarto, y a punto de disfrutar de la deliciosa comida que Magda había depositado sobre mi escritorio, me dispuse a desenvolver el sobre que me había traído de fuera de la casa con sumo cuidado de no dañar nada que contuviese en su interior, ya que su forma abultada me indicaba que pudiese contener algún objeto escondido en su interior. Por ello, cuando retiré su sello lo primero que pudo observar es que, como había predicho, a parte una nota cuidadosamente doblada, había un frasco de tamaño reducido que cabía justo sin problemas en el envoltorio ordinario que lo contenía, albergando en su interior, un líquido de color ámbar que jamás había visto en este lugar hasta ahora.

Lo examiné desde la distancia, parecía algo delicado con esa forma ovalada tan extraña, por lo que con sumo cuidado, lo extraje del sobre, y lo dejé sobre la mesa para centrarme en la carta que ya asomaba por encima de la linea abierta de su cobertura. La sostuve en pinza con mis dedos indicé y pulgar, y tiré de ella hasta que estuvo en una exposición completamente libre. La observé con detenimiento, mientras desterraba el sobre a mi escritorio, y una vez libre de todo envoltorio, la desplegué para conocer el contenido que predicaba en sus lineas:

“Tomek, imagino que soy la última persona de la que querrías tener noticia, pero aunque no lo creas, no soy hombre de recibir ayuda sin dar algo a cambio. Creo firmemente que los favores han de ser compensados, y la idea de deberte algo por haberme curado tan altruistamente, me pone enfermo. Así que aquí te mando algo de la medicina que Hyter da a los pacientes más graves en el sanatorio. Es la misma dosis que utilizó contigo en el Saint Helling, cuando fuiste atacado por una de esas bestias en la cabaña de Henry, por lo que me imagino que será la cantidad suficiente para hacer salir a Cameron de esta. Espero por mi bien, que funcione. Necesito enterarme de los secretos que esconde ese niñato sobre Hyter y las bestias, para saber que plan de acción acatar a partir de ahora. Por tu parte espero que tengas la boca cerrada, y no comentes nada de esto, o lo lamentarás por ambas partes. Estoy seguro de que a parte de mi, alguno de tus compañeros no llevaría nada bien el que estuvieras tan cerca de descubrir su oscuro secreto por mi culpa. 
Eso es todo. A partir de este momento considero saldada mi deuda, haciendo que todo vuelva a la normalidad entre nosotros. Así que no creas ni por un segundo que con esto he firmado las paces contigo, ni mucho menos. Sigo considerándote un enemigo a batir en mi lucha contra esos malditos, y ten por seguro que la próxima vez que nos veamos, será la última para ti.” 
Con honor.
Jack Alvery

No podía creer lo que estaban descifrando mis ojos. Volví a leer la carta una y otra vez, para cerciorarme de que era verdad, mientras me repetía la misma pregunta en cada proceso. ¿Por qué hace esto, y por qué me utiliza a mi como destinatario siendo el más reciente del grupo, y estando bajo el mismo techo que su hermano gemelo?. Estaba de acuerdo con que le había ayudado, y eso había traído sus consecuencias. Pero sabe el cielo que no lo hice con esa intención, ni por un momento. Yo solo quería ayudar al prisionero, no que este me diese a cambio una medicina que pudiese salvar a mi amigo de las garras de la muerte.


Al tener estos pensamientos dejé la carta de lado y volví a mirar el recipiente con destellos dorados en su interior, era demasiado pequeño como para salvarle la vida a un enfermo de tan avanzado estado como estaba Cameron. Debía de haber algo que contuviese en su interior que me indicase si era cierto que podía curar al chico si le daba de beber este mejunje, por lo que destapé su cerradura con sumo cuidado de no derramar ni una sola gota que pudiese servir en el futuro, y me acerqué para oler su contenido. No se muy bien que esperaba encontrarme con dicha acción, ya que no estoy especializado en las artes médicas, ni mucho menos. Pero el olor que llegó a mi a través de mis conductos respiratorios hizo que de golpe casi tirase el líquido que tanto ansiaba mantener. El olor que desprendía el frasco era de lo más aberrante. Su toque a ácido hacía que me llorasen los ojos solo de estar cerca de su respiradero, y el olor realmente amargo que dejaba a su alrededor, hacía que me preguntase que clase de productos llevaba tal mezcla para que pudiese desprender ese olor sacado del azufre de los avernos. Entonces, fue cuando caí en la cuenta. No era la primera vez que Jack me tendía una trampa para que cayese en sus redes, y lograse a través de mi, sus objetivos. Mismamente, la pasada noche había conseguido escapar gracias a que baje la guardia en su presencia, debido al tema de su trágica historia. Sabía además, que era un hombre frío y calculador, al que no le temblaba la mano ante dar muerte a otra persona. Por lo que comencé a pensar que esto también podría ser una de sus tretas encaminadas a acabar con la vida de Cameron de una vez por todas. Al fin y al cabo, él solo podía intuir su estado de salud, ya que nadie había comentado nada de ello estando cerca de él, y eso también explicaría que consiguiese este líquido espantoso en tan poco tiempo, estando Hyter con las alertas puestas sobre su persona. Ahora todo comenzaba a tener algo de sentido. Dudaba claramente sobre si el contenido de la carta fuese verdad, o una burda mentira elaborada para que cayese en el anzuelo, y le diese a Cameron una muerte prematura, exponiéndome con ello además, al rechazo inmediato de mis compañeros para más drama. Pero una cosa tenía clara, no iba a arriesgar más la vida de mis amigos por el ansia de intentar salvarlos a ciegas, una vez más. Debía actuar solo cuando las ayudas fuesen completamente seguras, por lo que, con sumo cuidado, volví a cerrar el frasco , y me lo guardé en el fondo de mi cazadora, donde sabía que estaría seguro, junto con la carta que Jack me había mandando, y me dispuse a descansar algo en esa noche aterradora que me arañaba el alma con el peor temor que un hombre jamás conocerá. El de tener la vida de un ser querido entre las manos, y no saber que hacer para lograr salvarla.


Después de recoger los restos de la cena, y haber acicalado mi cuerpo, me tumbé en el lecho a la espera de un descanso que no llegaría a llenar mi espíritu. Mi agotamiento hizo que cayera en un sueño inquieto lleno de temores y pesadillas, que me hacían sobresaltarme en mi despertar cada dos por tres. Por lo que para cuando me tocó la guardia de Cameron, yo ya me encontraba preparado en la cocina mientras tomaba un pequeño desayuno. Peep bajó las escaleras con unos diez minutos de retraso con respecto a la hora prometida, y al verme exclamó. - “Veo que has madrugado, Tomek. ¿estás preparado? Cameron te está esperando. Ten, dale la medicina de Magda a las 7:30 ¿de acuerdo?”-. Le asentí en silencio mientras me levantaba de mi asiento, e iba hacia él. Era curioso, pero sentía que aunque sus palabras eran las de siempre, su tono empleado hacia mi persona había variado desde la partida de Jack. Debía hablarlo con él en algún momento, pero no debía ser ahora. En estos momentos el chico me necesitaba, y esa debía ser mi única prioridad. Por lo que recogí el frasco que me tendía, y con un escueto - “De acuerdo, Peep. Así lo haré. Que tengas un buen descanso”- me fui escaleras arriba donde mi amigo moribundo reposaba en su lecho, a la espera de ser salvado por un milagro que parecía no llegar nunca.

En cuanto abrí la puerta de su cuarto, lo primero que pude oír fue su respiración quejida y apesadumbrosa, pero a pesar de ello, el chico giró la cabeza al escuchar el ruido de la puerta, y me sonrió con dificultad, dejando entrever la dulzura aniñada que aun perduraba en su interior, incluso en esos momentos tan duros. - “Hola. Tomek”- fue capaz de decirme antes de que un ataque de tos interrumpiese sus palabras. Por mi parte, logré devolverle la sonrisa a duras penas, debido a la angustia que sentía en mi interior por verlo en ese estado. - “Buenos días Cameron, ¿ya estás despierto? Deberías descansar para reponer fuerzas. Vamos, intenta volver a dormirte”. Recogí una silla dispuesta en un rincón, para acercarla a su cama mientras le escuchaba decir entre susurros. - “Como si eso sirviese de mucho ya”-.

Negando con la cabeza, me senté a su lado recriminándole su actitud altamente pesimista. - “No digas eso. No hay nada perdido todavía. Saldrás de esta ya lo verás”-. Me incliné para examinar sus heridas, pero poco cambio se había establecido en ellas. Seguían igual de abiertas y supurantes que él primer día, y su color había cambiado hacia un tono más oscuro que solo indicaba que su salud empeoraba por momentos. - “Tomek, no hace falta que me escondas la gravedad de mis heridas. Yo mismo las sufro, y veo vuestras caras en cuanto las curáis. Se que no hay esperanza alguna. Por eso mismo, estaba esperando a que estuvieses conmigo a solas para pedirte un último favor, si es posible”-. Mientras le escuchaba intentaba en vano frenar las hemorragias con vendas nuevas, y un poco del ungüento preparado por Magda, así que intrigado le respondí. - “Por supuesto. Para lo que necesites aquí estaré”-. Me trasladé hacia la zona de la sala donde mojé un trozo de tela en el bañal de agua del que disponía en la habitación, para poder refrescar su frente febril, mientras el enfermo me exponía su sugerencia con ciertos balbuceos en su voz quebrada, que dificultaban su entendimiento incluso en el silencio fantasmal que reinaba en esa fría mañana en la que nos encontrábamos. - “Te lo agradezco de veras, Tomek. Aunque no se si al enterarte de mi petición acabarás aprobando mi decisión. Verás, se trata de mi padre. Él. Bueno yo, me distancié de su lado cuando me uní a vuestra causa, y creía que eso estaba bien. Pero ahora. No se si es por mi estado, o porque veo mi vida terminar. Que me lo imagino decepcionado por saber la verdad, y eso me duele por dentro más que ninguna otra herida. Yo. Entiendo que tenga que ser así, pero siempre pensé que estaría vivo para enfrentarme a sus réplicas. No imaginé que moriría sin pedirle que me comprendiese y que me perdonase si le había ofendido de algún modo. Por eso, Tomek. En cuanto me muera ¿podrías decirle eso?. Exactamente, que me perdonase si de algún modo sentía que le había fallado como hijo, pero que sentía que era mi deber hacer lo que hice, aunque no fuera lo suficientemente valiente como para verme realizarlo abiertamente ante su mirada. Y que a pesar de todo siempre le he querido y pensé en él y en madre, hasta mi último aliento. Por favor, se que es un indeseable por todo lo que le hace a este pueblo pero sigue siendo mi padre, y le quiero por ello. Así que por favor Tomek, en cuanto me vaya díselo. Eres el único en quien puedo confiar. El resto se que me mandarían a paseo creyendo que lo digo por la fiebre, o algo por el estilo, pero tu no. Tu eres diferente. Se que comprenderás esta locura al menos, e idearás la forma de decírselo”-

Entreabrió un poco los ojos para mirar directamente mi reacción ante sus palabras. Lo cierto es que me había pillado de sorpresa, pero en el fondo tenía razón. Le comprendía a la perfección. Nosotros, personas enteramente adultas, habíamos jugado a ser una familia con él, y a todos nos parecía bien. Pero la realidad es que nuestro benjamín ya tenía una familia a la que añoraba en estos momentos de desvalecimiento y desesperación continua, por lo que me apresuré a calmar sus nervios diciéndole. - “No te preocupes por nada. Podrás decírselo tu mismo. Y en el caso de que no pudieras, yo en persona me presentaré ante su puerta para explicarle todo el aplomo y valentía que has arrojado a nuestra causa de manera tan altruista hasta el final. Conocerá de primera mano las maravillas que su pequeño hombre realizó a nuestro lado, y como sus últimos pensamientos fueron para él y su esposa, tal como lo has relatado punto por punto. Sin dejarme si quiera una coma.”- Le agarré una mano para infundirle mi cariño mientras él me susurraba. - “Gracias, Tomek. Te lo agradezco de todo corazón. Ha sido una gran suerte tenerte a mi lado en este oscuro camino. Lo peor es que nunca podré lograr agradecerte todo lo que has hecho por mi en esta vida. Eres un gran amigo.”- Me devolvió con debilidad el apretón de nuestras manos unidas, y comprendí que se acercaba el final, por lo que sin poder soportarlo más, tomé una decisión. Pudiese ser que fuese desacertada. Que complicase aun más las cosas con ello. Pero no iba a dejarlo morir si podía tener la más mínima posibilidad de salvarlo. Así que, con la mano que tenía libre agarré la botellita que sobresalía de mi bolsillo interno, y le ayudé a incorporarse para que pudiera beberla mientras le decía. - “De eso nada. Vas a sobrevivirme, y a ayudarme mucho más de lo que te he ayudado yo a ti. Ya lo verás. Ten, es hora de que te tomes la medicina”-. Y así sin pensarlo más, desenrosqué la tapa de la botella que me había mandado Jack, y se la acerqué directamente a sus labios rezando internamente, para que aquel hombre que tantas veces me había dañado, hubiera cometido un acto de buena fe para su querido ex compañero, que ya estaba a su merced mientras se bebía hasta la última gota de aquel brebaje extraño que había aparecido en una noche donde la desolación se convirtió en esperanza, ante su baga oportunidad de éxito.

Esto es todo por hoy. Recordad, si os pasáis por estos parajes, andad con los ojos abiertos. Nunca se sabe cuando una misiva puede estar esperando en un rincón a que la recojáis para cambiar todo el transcurso de la historia en tan solo unos segundos.
Con afecto.
Tomek Sikorski
Siguiente capítulo

No hay comentarios:

Publicar un comentario