viernes, 17 de junio de 2016

20. Caminos separados.

Nota: Veinteavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

- "Tomek haz el favor de no decir sin sentidos, y vuelve a sentarte para que podamos hablar las cosas como adultos"- Jason se había levantado de la mesa al ver mi tentativa de marcharme con el chico, e intentaba por todos los medios frenar mi avance hacia lo acontecido. - "Jason tiene razón, Tomek. No podéis partir hacia el ayuntamiento, y menos de estas formas. Todos estamos metidos en esto, es mejor que hablemos las cosas para resolverlas, y luego ya veremos qué podemos hacer con el asunto de ir a ver a Matthew."- Magda también se había unido a la propuesta de Jason sin pensárselo dos veces. Estaba claro que todos, o al menos la mayoría de ellos, ya que Peep pertenecía sentado en silencio ajeno a todo esperando expectante a ver qué ocurría con nuestra marcha, no deseaban esta situación. Me sentía más que dichoso por ello, pero sabía muy bien que la acción que había expuesto, era la más propicia en estos momentos, y no iba a dejar que mi deseo de permanecer a su lado enturbiase nuestro mundo de una manera que ya se había empañado hasta este momento.

- "Siento de veras que se den estas circunstancias, chicos. Pero, realmente creo que esta es la mejor opción para todos nosotros. Ya cuando sucedió la muerte de Henry decidí irme para emprender una cruzada en solitario, y vosotros me detuvisteis gracias a los lazos que nos unían. Ahora esas cuerdas emocionales están resquebrajadas así que no existe motivo alguno por el que vea de forma positiva el pertenecer a esta comunidad. Os aprecio mucho, y espero poder velar por vosotros en todo momento, pero nada volverá a ser como antes, y en el fondo lo sabéis. Así que si nos disculpáis, debemos irnos a ver al alcalde. En cuanto acabemos dicha misión, traeré de vuelta a Cameron, y os comentaré las novedades expuestas antes de irme en busca de un lugar donde hospedarme."-

Al terminar de hablar toda la estancia se quedó en silencio. No sé si fue mi convencimiento a través de mi tono de voz, o que no encontraban palabras para rebatir las mías, que fueron incapaces de detener mi avance. Todos y cada uno de ellos, al menos por esta vez, se nos quedaron mirando como recogíamos nuestros abrigos, y antes de salir por la puerta Magda nos dirigió unas palabras que daban a entender que no me dejaría quedarme al margen de su causa, por más que insistiese. - "Sigo sin estar de acuerdo con esta situación, Tomek, pero entiendo que Cameron quiera ver a su familia, así que solo puedo deciros que tengáis mucho cuidado. Ese hombre es capaz de todo. En cuanto volváis ya hablaremos de todo esto. En esta casa somos todos igual de importantes, y no por cualquier trifulca eso va a cambiar. Si piensas que esta conversación ha terminado estás muy equivocado, jovencito"-. Al finalizar sus palabras Jason se unió a ella con una sonrisa afirmativa, que me indicaba que estaba totalmente de acuerdo con nuestra compañera. No entendía como habían podido encariñarse tanto conmigo en este tiempo, pero les era de agradecer, por lo que les devolví el gesto con la mano, y me despedí junto con Cameron, antes de partir hacia el centro del pueblo donde se encontraba el hombre que por algún motivo, todos temían en este lugar.

Una vez salido de la casa partimos sin demora hacia el ayuntamiento, para que Cameron pudiera reencontrarse con su padre. Nuestros pasos eran apremiantes, pero realmente no teníamos ninguna prisa por llegar al lugar. Se trataba más del nerviosismo que atestaba a nuestros cuerpos, el que hacía que nos moviésemos de esa manera, que el deseo de llegar a la meta deseada.



Todo nuestro alrededor estaba mortalmente silencioso, exponiendo una palpable tensión difícil de ignorar. Ladee la cabeza para observar el semblante de Cameron a través de las luces proyectadas por la luz filtrada en el bosquejo. Su rostro estaba serio, en silencio. Como si el mero hecho de hablar le desinflase el valor que tenía acumulado en estos momentos. Me dispuse a entablar conversación para intentar serenarle un poco, pero fue él el que me expuso sus pensamientos en primer lugar, antes de que yo intentase siquiera el calmar sus nervios. - "Tomek, quiero que sepas que he accedido a que me acompañes solo porque quería sacarte de esa casa de locos. En cuanto lleguemos al ayuntamiento tú me esperarás fuera escondido en alguna parte. No quiero que sufras más riesgos por mi culpa"-. Mientras me proponía sus planes seguía mirando al frente sin si quiera desviar la mirada a mi dirección. Estaba claramente convencido de sus palabras, pero se veía que el miedo por lo que iba a suceder en las próximas horas, le dominaba por completo, por lo que me dispuse a responder. - "No te preocupes por mí, ya había pensado en echarme a un lado si me lo propusieses para dejaros un poco de intimidad. Aunque no te creas que por ello te vas a librar de mi tan fácilmente. Me imagino que tu padre no te hará el menor daño, pero aun así,  me quedo más tranquilo acompañándote al menos, hasta la puerta. Después si crees que necesitas intimidad, no entraré. Te esperaré allí hasta que salgas para poder marcharnos juntos"-.

Creí que con dicha exposición Cameron aceptaría mi gesto sin reparos, pero no fue así. Con una sonrisa perdida en la lejanía que me indicaba su contraposición a mis palabras, me dijo algo que jamás creería de alguien tan inocente como él. -"Te equivocas Tomek, si salgo de ahí con vida será un milagro. En cuanto me vea intentará reducirme para mandarme al sanatorio, o algo por el estilo. Pero tranquilo, le he robado un arma a Peep de la que cogíamos los abrigos, y estoy más que preparado para lo que venga. Esto es algo que tengo que hacer, sea como sea, y sin ayuda alguna. ¿Lo comprendes?"- Me quedé mirando su rostro inquieto mientras rebuscaba en mi interior, una respuesta válida para ambos. Sabía que si le dejaba a solas podría ocurrir una fatalidad, pero también comprendía que por mucho que dijese, su padre no sería capaz de hacerle el menor daño. Aunque no lo conociese de nada, había oído hablar a Jack sobre cómo no perdonaría a aquel que le dejase sufrir el menor daño. Esa era una prueba más que suficiente para mi declinación hacia el buen hacer del alcalde. Puede que Cameron estuviese ofuscado con todo lo sucedido, pero estoy seguro de que nuestros amigos, y yo mismo, no nos hubiesen dejado marchar si vieran que el asunto podría torcerse hacia nuestra contra, por lo que le respondí. - "Escucha. Sé que estás asustado. Es normal, Cameron. Pero te prometo que todo saldrá como es debido. Verás..."- mis palabras quedaron interrumpidas por un chasquido direccionado a nuestras espaldas.

Juntos, nos dimos media vuelta al momento, para observar la anomalía que se había producido mientras conversábamos, pero no encontramos el menor signo de peligro a nuestro alcance. Era como si la propia naturaleza nos hubiera alertado con uno de sus usuales ecos. Sin embargo, la vida en este pueblo nos había enseñado que el ignorar la menor interrupción podría llevar a una consecuencia fatal, así que con un leve giro de cabeza, le expuse a Cameron entre susurros, que tomara las precauciones necesarias para estar a alerta, por si algo sucediera en nuestro camino. -"Saca el arma, y mantente en posición. Vamos a intentar ir por un sendero más escondido para evitar problemas"-, En cuanto escuchó mi petición asintió con la cabeza, y sin si quiera mirar hacia mi persona, así lo hizo. Manteniendo siempre la tensión hacia el punto de mira que estábamos observando, pero entonces, todo ese cúmulo de nervios se desvaneció al entrar en nuestro ratio una persona malherida, que salía de entre las sombras de la naturaleza – "Ayudadme...por favor, ayudadme"-. Un hombre moribundo, claramente ensangrentado, nos miraba con ojos cansados, a través de los matorrales que esquivaba con gran torpeza. Nos quedamos fijos ante su presencia, y antes de que pudiésemos reaccionar sentimos como un tiro de escopeta le daba directamente en el hombro, haciéndolo caer de bruces hacia el suelo.

En cuanto observamos su inconsciencia, corrimos hacia él instintivamente para ayudarle. Parecía un campesino de tez morena sin más. Alguien que no debería de estar paseando por el bosque en tiempo de cosecha. Pero al tantear su cuerpo en busca de signos vitales, me di cuenta que en la mano derecha llevaba agarrado un colgante. El mismo que había encontrado yo la primera noche que me había adentrado en los parajes de este bosque maldito. Al reconocer el objeto, me giré hacia Cameron, el cual ya estaba intentando frenar la hemorragia con sus manos, y le advertí – "¡Rápido! ¡Hay que sacarle de aquí!. ¡Es una trampa!"- Disponiéndome al unísono, a agarrarle por el costado con apremio ante la fugaz afirmación de Cameron, pero entonces una carga de pistola se escuchó más cerca de lo que creería en un principio que estaría, seguido de un – "Dejadle donde está. Nosotros nos encargamos."- que dejaba entrever que no estábamos solos en ese paraje inhóspito de las afueras del pueblo.



La voz iracunda surgió de entre los matorrales mientras los sonidos de pisadas nos alertaban de que alguien se estaba acercando. Mi descanso por eliminar la opción de que nos estaba atacando una criatura a plena luz del día, no me entregó la paz que mi espíritu necesitaba. Aunque la voz claramente humana, indicaba que era un ser igual a nosotros, su fiereza a la hora de exponer sus palabras me daba a entender que no pasaríamos un momento agradable con el susodicho en cuestión. Intenté con todas mis fuerzas idear un plan que hiciera que nos escondiésemos antes de que el hombre misterioso nos deleitase con su presencia. Pero por más vueltas que le daba, sabía que era algo imposible, y por desgracia, no era el único que tenía ese pensamiento, ya que Cameron reaccionó a las palabras del intruso, levantando el arma firmemente sujetada con su mano ensangrentada, hacia la posición del sonido, aguardando así, la entrada de la perdición en persona.

La fatalidad hizo que desde mi posición no pudiese tirar de él para que se deshiciera de esa postura de amenaza. Ya teníamos bastantes problemas como para encima cargar con el peso de provocar la ira de unos extraños. Pero la casualidad quiso que en cuanto asomó el hombre de entre las fauces del bosque se quedase tan sorprendido, como nosotros ante su presencia. -"Cameron, ¿qué estás haciendo aquí?"- Su expresión era de una gran extrañeza. No entendía como ese campesino común de la zona con sus ropas baratas, y su acento claramente marcado, podía reconocer a este muchacho nacido en la alta alcurnia, pero lo cierto es que así era, y parecía ser mutuo, pues Cameron respondió con gran dureza a su pregunta. - "Eso a ti no te incumbe. Lárgate de aquí o disparo, Fray"- El hombre en cuestión se echó a reír de tal manera que creí que Cameron iba a hacerle polvo ahí mismo con el arma que tenía en su posición. Estaba lleno de ira, y ya había quitado el seguro para realizar el disparo. Estaba totalmente decidido. Fue entonces cuando me di cuenta de una posible fatalidad. El maniático de Peep siempre guardaba las armas limpias, sin cargar, por la casa. Si como decía Cameron, se la había cogido sin su consentimiento, lo más probable es que dicho revolver estuviese descargado, y entonces sí que no tendríamos ninguna posibilidad de defendernos ante tal animal. Por lo que, decidí apresurarme a tomar cartas en el asunto, y ayudándome de mis anteriores experiencias con los testaferros, intenté tirarme un farol para ver si así podíamos salir de esta con vida. - "Cameron, déjale, no merece la pena ensuciar tu alma por culpa de las burlas de este ser"-. Aclamaba a los cielos para que mi tentativa funcionase, y no dar muestras así, de que el arma era inútil contra su persona.

Al oírme dirigirme a mi compañero, el fornido hombre en cuestión, despreocupado por lo que podría pasarle, apartó la mirada del chico, para centrarse ahora en mi persona. - "¿Y tú quién eres extranjero?"- Su pregunta vino acompañada de agarre de su arma en a colación. Parecía ser que yo no contaba con el aprecio que si le tenía a mi amigo, por lo que me dispuse a contestar lo más brevemente posible, para intentar apaciguar sus peligrosos actos, que amenazaban con destruirme. - "Llevo en este pueblo unos meses nada más, por lo que es normal que no me conozcas. Soy Tomek Sikorski. Amigo de Cameron"-. En cuanto mi nombre surcó el aire que nos envolvía, tanto el campesino armado, como el buen hombre que aun sujetaba entre mis brazos, cortaron su respiración al unísono, como si la misma bala les hubiera atravesado a ambos, al mismo tiempo.

- "¡No me lo puedo creer, le hemos encontrado!"- con una leve sonrisa, el tal Fray pronunció las anteriores palabras para sí a modo de júbilo, y con un silbido posterior indicó su posición a alguien que todavía no habíamos visto a nuestro alrededor. -"¡Chicos. Venid rápido. Tenemos compañía!"-. En el momento en que las palabras salieron de su boca, todo nuestro al rededor comenzó a llenarse de ruidos estruendosos de pisadas, hasta que el campo en el que nos encontrábamos, se fue llenando de hombres, y mujeres hasta completar un grupo cerrado, que debía albergar una decena de seres, todos armados hasta los dientes, y con gran fiereza en sus miradas. Cada cual fue llegando a su ritmo, y al final todos se quedaron observándonos a cierta distancia, mirando como estábamos medio en el suelo, protegiendo a aquel hombre que no conocíamos de absolutamente de nada. Entre las caras que nos rodeaban, pude distinguir algún rostro conocido, como la ayudante de Hyter, pero ni este, ni Jack estaban presentes en esa carnicería de la que estábamos siendo partícipes en estos momentos.

Al ver que los lugareños nos superaban claramente, en número. Me quedé absolutamente quieto, en estado de alerta, mirando de reojo a Cameron que por su parte, seguía respirando con fuerza intentando canalizar sus nervios, mientras sostenía el arma aun en alza. -"¡Fijaos bien. Hemos encontrado a Cameron, y al maldito Tomek Sikorski! ¡Larson nos va a cubrir de oro!"- Con una carcajada, el tal Fray daba palmas en el aire mientras celebraba su éxito. Sin embargo, el resto del grupo no solo no compartía su alegría, sino que mostraban una inquietud acusada, al observar nuestra malograda presencia. - "Están llenos de sangre. El alcalde nos va a matar si los entregamos en este estado"- Una integrante del grupo que parecía tener una edad similar a la de Cameron, expuso su desconcierto abiertamente, mientras yo llegaba a preguntarme si tan terrible era el padre del chico, para que todos le temiesen de esa manera. Intenté alzar la voz para llegar a un acuerdo, o al menos a un modo de sacarnos de esta situación, pero entonces la ayudante de Hyter posó sus ojos sobre mí, y expuso. - "Cogedles"- sin mucho ánimo en la voz.

Fue entonces el caos comenzó a reinar en el lugar. La decena de hombres y mujeres, que Fray había llamado, él incluido, se abalanzaron sobre nosotros como hienas hambrientas, mientras Cameron disparaba infructuosamente un arma descargada, y yo, haciendo de mi cuerpo un escudo para proteger al pobre hombre que malvivía en mis brazos, me disponía a dar puñetazos al aire, en un errático intento de alejar a los opresores de nuestra cercanía, pero todos nuestros esfuerzos fueron realizados en vano. Eran muchos, demasiados. Y en unos pocos segundos nos tenían inmovilizados a los tres, entre sus garras. Toda la trifulca se calmó entonces, y aprovechando la ocasión, la ayudante de Hyter que parecía ser la que estaba al mando de todo esto, dio las órdenes pertinentes para transportarnos a cada uno de nosotros. - "Atadlos bien. Que no se puedan mover ni un centímetro. La máxima prioridad ahora, es llevar a Larson junto con su padre. Los otros dos os los lleváis al laboratorio de inmediato. Hyter sabrá qué hacer con ellos. Vamos en marcha"-. Intenté resistirme todo lo que pude pero me fue imposible librarme de tal rapto. Bajo las estrechas enredaderas que apretaban mis extremidades superiores, pude ver resignado, como se llevaban a Cameron entre gritos y pataleos, hacia el centro del pueblo. A mí sin embargo, me dirigieron junto con el extraño malherido hacia el Oeste, donde se encontraba un edificio en mal estado, que no pasaba desapercibido ni a un kilómetro de distancia.

Recorrimos todo el perímetro a pie hasta llegar a su estrecha entrada, donde la desolación más absoluta daba paso a la desesperanza opresora del abandono. No podía dejar de pensar en nuestros amigos. En cómo me había despedido, y en cómo no echarían en falta nuestro regreso. Pero sobretodo, me acordaba del muchacho. Ese chico cuya suerte parecía haberse tornado hacia la contra, desde el momento en que me conoció en este pueblo bañado por la desgracia. Le había fallado, otra vez, pero igual este error se convertía en acierto al haberle alejado de mí, para acercarle de nuevo a su propia familia. Con ellos estaría en paz, y no correría peligro alguno.



Este era un pensamiento que debía tener siempre presente en mi mente para no caer en la desolación de la culpa. Con él en mi cabeza dando vueltas, me olvidé de todo y crucé el umbral que separaba ambos mundos, temiéndome lo peor de este lugar. Estaba frío, húmedo, y despedía un olor a rancio, mezclado con químicos, que no auguraba nada bueno para nosotros, los capturados. Apenas había luz, y después de guiarnos por unos estrechos pasillos en donde el tropiezo era casi continuado, llegamos a una sala de color taciturno, donde nos esperaba de espaldas un hombre embatado que manipulaba los utensilios de medicina. Al principio pensaba que se trataba del doctor Hyter, pero al fijarme en su escasa musculatura lo descarté de inmediato. Este hombre aunque era de gran altura, era sin duda mucho más delgado que el doctor habitual, por lo que me pregunté si sería una persona más razonable que la anterior mencionada. Aunque la incertidumbre sobre su bondad me duró más bien poco, pues en cuanto se dio la vuelta, supe de inmediato que no teníamos nada que hacer. Aunque no le conociese en persona, su cara le delataba. Estaba viendo el reflejo de Cameron entrado en años, solo que en vez de encarnar una dulce mirada hacia mi persona, unos fríos ojos azules escudriñaban mi rostro con severa dureza. Yo le devolví la mirada creyendo que no me reconocería en el acto, pero me equivocaba. Pues antes de poder si quiera revelarle mi identidad, él se me adelantó, exponiendo las palabras de bienvenida más extrañas que había oído jamás. - "Veo que mis hombres han dado al fin, con usted. Sea bienvenido, Tomas. Le estaba esperando...desde hace más tiempo del que usted se cree"-.

Esto es todo por hoy, si alguna vez os osáis a adentraros en los parajes de Dunwich, no olvidéis buscar el lugar indicado para pasar desapercibidos. De lo contrario puede que os veáis envueltos en el más desolador de los infortunios.
Con afecto

Tomek Sikorski

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