- "Tomek haz el favor de no decir sin sentidos, y vuelve
a sentarte para que podamos hablar las cosas como adultos"- Jason se había
levantado de la mesa al ver mi tentativa de marcharme con el chico, e intentaba
por todos los medios frenar mi avance hacia lo acontecido. - "Jason tiene
razón, Tomek. No podéis partir hacia el ayuntamiento, y menos de estas formas.
Todos estamos metidos en esto, es mejor que hablemos las cosas para
resolverlas, y luego ya veremos qué podemos hacer con el asunto de ir a ver a Matthew."-
Magda también se había unido a la propuesta de Jason sin pensárselo dos veces.
Estaba claro que todos, o al menos la mayoría de ellos, ya que Peep pertenecía
sentado en silencio ajeno a todo esperando expectante a ver qué ocurría con
nuestra marcha, no deseaban esta situación. Me sentía más que dichoso por ello,
pero sabía muy bien que la acción que había expuesto, era la más propicia en
estos momentos, y no iba a dejar que mi deseo de permanecer a su lado
enturbiase nuestro mundo de una manera que ya se había empañado hasta este
momento.
- "Siento de veras que se den estas circunstancias,
chicos. Pero, realmente creo que esta es la mejor opción para todos nosotros.
Ya cuando sucedió la muerte de Henry decidí irme para emprender una cruzada en
solitario, y vosotros me detuvisteis gracias a los lazos que nos unían. Ahora
esas cuerdas emocionales están resquebrajadas así que no existe motivo alguno
por el que vea de forma positiva el pertenecer a esta comunidad. Os aprecio
mucho, y espero poder velar por vosotros en todo momento, pero nada volverá a
ser como antes, y en el fondo lo sabéis. Así que si nos disculpáis, debemos
irnos a ver al alcalde. En cuanto acabemos dicha misión, traeré de vuelta a
Cameron, y os comentaré las novedades expuestas antes de irme en busca de un
lugar donde hospedarme."-
Al terminar de hablar toda la estancia se quedó en silencio.
No sé si fue mi convencimiento a través de mi tono de voz, o que no encontraban
palabras para rebatir las mías, que fueron incapaces de detener mi avance.
Todos y cada uno de ellos, al menos por esta vez, se nos quedaron mirando como
recogíamos nuestros abrigos, y antes de salir por la puerta Magda nos dirigió
unas palabras que daban a entender que no me dejaría quedarme al margen de su
causa, por más que insistiese. - "Sigo sin estar de acuerdo con esta
situación, Tomek, pero entiendo que Cameron quiera ver a su familia, así que
solo puedo deciros que tengáis mucho cuidado. Ese hombre es capaz de todo. En
cuanto volváis ya hablaremos de todo esto. En esta casa somos todos igual de
importantes, y no por cualquier trifulca eso va a cambiar. Si piensas que esta
conversación ha terminado estás muy equivocado, jovencito"-. Al finalizar
sus palabras Jason se unió a ella con una sonrisa afirmativa, que me indicaba
que estaba totalmente de acuerdo con nuestra compañera. No entendía como habían
podido encariñarse tanto conmigo en este tiempo, pero les era de agradecer, por
lo que les devolví el gesto con la mano, y me despedí junto con Cameron, antes
de partir hacia el centro del pueblo donde se encontraba el hombre que por
algún motivo, todos temían en este lugar.
Una vez salido de la casa partimos sin demora hacia el
ayuntamiento, para que Cameron pudiera reencontrarse con su padre. Nuestros
pasos eran apremiantes, pero realmente no teníamos ninguna prisa por llegar al
lugar. Se trataba más del nerviosismo que atestaba a nuestros cuerpos, el que
hacía que nos moviésemos de esa manera, que el deseo de llegar a la meta
deseada.
Todo nuestro alrededor estaba mortalmente silencioso,
exponiendo una palpable tensión difícil de ignorar. Ladee la cabeza para
observar el semblante de Cameron a través de las luces proyectadas por la luz
filtrada en el bosquejo. Su rostro estaba serio, en silencio. Como si el mero hecho
de hablar le desinflase el valor que tenía acumulado en estos momentos. Me
dispuse a entablar conversación para intentar serenarle un poco, pero fue él el
que me expuso sus pensamientos en primer lugar, antes de que yo intentase
siquiera el calmar sus nervios. - "Tomek, quiero que sepas que he accedido
a que me acompañes solo porque quería sacarte de esa casa de locos. En cuanto
lleguemos al ayuntamiento tú me esperarás fuera escondido en alguna parte. No
quiero que sufras más riesgos por mi culpa"-. Mientras me proponía sus
planes seguía mirando al frente sin si quiera desviar la mirada a mi dirección.
Estaba claramente convencido de sus palabras, pero se veía que el miedo por lo
que iba a suceder en las próximas horas, le dominaba por completo, por lo que
me dispuse a responder. - "No te preocupes por mí, ya había pensado en
echarme a un lado si me lo propusieses para dejaros un poco de intimidad.
Aunque no te creas que por ello te vas a librar de mi tan fácilmente. Me
imagino que tu padre no te hará el menor daño, pero aun así, me quedo más tranquilo acompañándote al
menos, hasta la puerta. Después si crees que necesitas intimidad, no entraré.
Te esperaré allí hasta que salgas para poder marcharnos juntos"-.
Creí que con dicha exposición Cameron aceptaría mi gesto sin
reparos, pero no fue así. Con una sonrisa perdida en la lejanía que me indicaba
su contraposición a mis palabras, me dijo algo que jamás creería de alguien tan
inocente como él. -"Te equivocas Tomek, si salgo de ahí con vida será un
milagro. En cuanto me vea intentará reducirme para mandarme al sanatorio, o
algo por el estilo. Pero tranquilo, le he robado un arma a Peep de la que
cogíamos los abrigos, y estoy más que preparado para lo que venga. Esto es algo
que tengo que hacer, sea como sea, y sin ayuda alguna. ¿Lo comprendes?"-
Me quedé mirando su rostro inquieto mientras rebuscaba en mi interior, una
respuesta válida para ambos. Sabía que si le dejaba a solas podría ocurrir una
fatalidad, pero también comprendía que por mucho que dijese, su padre no sería
capaz de hacerle el menor daño. Aunque no lo conociese de nada, había oído
hablar a Jack sobre cómo no perdonaría a aquel que le dejase sufrir el menor
daño. Esa era una prueba más que suficiente para mi declinación hacia el buen
hacer del alcalde. Puede que Cameron estuviese ofuscado con todo lo sucedido,
pero estoy seguro de que nuestros amigos, y yo mismo, no nos hubiesen dejado
marchar si vieran que el asunto podría torcerse hacia nuestra contra, por lo
que le respondí. - "Escucha. Sé que estás asustado. Es normal, Cameron.
Pero te prometo que todo saldrá como es debido. Verás..."- mis palabras
quedaron interrumpidas por un chasquido direccionado a nuestras espaldas.
Juntos, nos dimos media vuelta al momento, para observar la
anomalía que se había producido mientras conversábamos, pero no encontramos el
menor signo de peligro a nuestro alcance. Era como si la propia naturaleza nos
hubiera alertado con uno de sus usuales ecos. Sin embargo, la vida en este
pueblo nos había enseñado que el ignorar la menor interrupción podría llevar a
una consecuencia fatal, así que con un leve giro de cabeza, le expuse a Cameron
entre susurros, que tomara las precauciones necesarias para estar a alerta, por
si algo sucediera en nuestro camino. -"Saca el arma, y mantente en
posición. Vamos a intentar ir por un sendero más escondido para evitar
problemas"-, En cuanto escuchó mi petición asintió con la cabeza, y sin si
quiera mirar hacia mi persona, así lo hizo. Manteniendo siempre la tensión
hacia el punto de mira que estábamos observando, pero entonces, todo ese cúmulo
de nervios se desvaneció al entrar en nuestro ratio una persona malherida, que
salía de entre las sombras de la naturaleza – "Ayudadme...por favor,
ayudadme"-. Un hombre moribundo, claramente ensangrentado, nos miraba con
ojos cansados, a través de los matorrales que esquivaba con gran torpeza. Nos
quedamos fijos ante su presencia, y antes de que pudiésemos reaccionar sentimos
como un tiro de escopeta le daba directamente en el hombro, haciéndolo caer de
bruces hacia el suelo.
En cuanto observamos su inconsciencia, corrimos hacia él
instintivamente para ayudarle. Parecía un campesino de tez morena sin más.
Alguien que no debería de estar paseando por el bosque en tiempo de cosecha.
Pero al tantear su cuerpo en busca de signos vitales, me di cuenta que en la
mano derecha llevaba agarrado un colgante. El mismo que había encontrado yo la
primera noche que me había adentrado en los parajes de este bosque maldito. Al
reconocer el objeto, me giré hacia Cameron, el cual ya estaba intentando frenar
la hemorragia con sus manos, y le advertí – "¡Rápido! ¡Hay que sacarle de
aquí!. ¡Es una trampa!"- Disponiéndome al unísono, a agarrarle por el
costado con apremio ante la fugaz afirmación de Cameron, pero entonces una
carga de pistola se escuchó más cerca de lo que creería en un principio que
estaría, seguido de un – "Dejadle donde está. Nosotros nos
encargamos."- que dejaba entrever que no estábamos solos en ese paraje
inhóspito de las afueras del pueblo.
La voz iracunda surgió de entre los matorrales mientras los
sonidos de pisadas nos alertaban de que alguien se estaba acercando. Mi
descanso por eliminar la opción de que nos estaba atacando una criatura a plena
luz del día, no me entregó la paz que mi espíritu necesitaba. Aunque la voz
claramente humana, indicaba que era un ser igual a nosotros, su fiereza a la
hora de exponer sus palabras me daba a entender que no pasaríamos un momento
agradable con el susodicho en cuestión. Intenté con todas mis fuerzas idear un
plan que hiciera que nos escondiésemos antes de que el hombre misterioso nos
deleitase con su presencia. Pero por más vueltas que le daba, sabía que era
algo imposible, y por desgracia, no era el único que tenía ese pensamiento, ya
que Cameron reaccionó a las palabras del intruso, levantando el arma firmemente
sujetada con su mano ensangrentada, hacia la posición del sonido, aguardando
así, la entrada de la perdición en persona.
La fatalidad hizo que desde mi posición no pudiese tirar de
él para que se deshiciera de esa postura de amenaza. Ya teníamos bastantes
problemas como para encima cargar con el peso de provocar la ira de unos
extraños. Pero la casualidad quiso que en cuanto asomó el hombre de entre las
fauces del bosque se quedase tan sorprendido, como nosotros ante su presencia.
-"Cameron, ¿qué estás haciendo aquí?"- Su expresión era de una gran
extrañeza. No entendía como ese campesino común de la zona con sus ropas
baratas, y su acento claramente marcado, podía reconocer a este muchacho nacido
en la alta alcurnia, pero lo cierto es que así era, y parecía ser mutuo, pues
Cameron respondió con gran dureza a su pregunta. - "Eso a ti no te
incumbe. Lárgate de aquí o disparo, Fray"- El hombre en cuestión se echó a
reír de tal manera que creí que Cameron iba a hacerle polvo ahí mismo con el
arma que tenía en su posición. Estaba lleno de ira, y ya había quitado el
seguro para realizar el disparo. Estaba totalmente decidido. Fue entonces
cuando me di cuenta de una posible fatalidad. El maniático de Peep siempre
guardaba las armas limpias, sin cargar, por la casa. Si como decía Cameron, se
la había cogido sin su consentimiento, lo más probable es que dicho revolver
estuviese descargado, y entonces sí que no tendríamos ninguna posibilidad de
defendernos ante tal animal. Por lo que, decidí apresurarme a tomar cartas en
el asunto, y ayudándome de mis anteriores experiencias con los testaferros,
intenté tirarme un farol para ver si así podíamos salir de esta con vida. -
"Cameron, déjale, no merece la pena ensuciar tu alma por culpa de las
burlas de este ser"-. Aclamaba a los cielos para que mi tentativa
funcionase, y no dar muestras así, de que el arma era inútil contra su persona.
Al oírme dirigirme a mi compañero, el fornido hombre en
cuestión, despreocupado por lo que podría pasarle, apartó la mirada del chico,
para centrarse ahora en mi persona. - "¿Y tú quién eres extranjero?"-
Su pregunta vino acompañada de agarre de su arma en a colación. Parecía ser que
yo no contaba con el aprecio que si le tenía a mi amigo, por lo que me dispuse
a contestar lo más brevemente posible, para intentar apaciguar sus peligrosos
actos, que amenazaban con destruirme. - "Llevo en este pueblo unos meses
nada más, por lo que es normal que no me conozcas. Soy Tomek Sikorski. Amigo de
Cameron"-. En cuanto mi nombre surcó el aire que nos envolvía, tanto el
campesino armado, como el buen hombre que aun sujetaba entre mis brazos,
cortaron su respiración al unísono, como si la misma bala les hubiera
atravesado a ambos, al mismo tiempo.
- "¡No me lo puedo creer, le hemos encontrado!"-
con una leve sonrisa, el tal Fray pronunció las anteriores palabras para sí a
modo de júbilo, y con un silbido posterior indicó su posición a alguien que
todavía no habíamos visto a nuestro alrededor. -"¡Chicos. Venid rápido.
Tenemos compañía!"-. En el momento en que las palabras salieron de su
boca, todo nuestro al rededor comenzó a llenarse de ruidos estruendosos de
pisadas, hasta que el campo en el que nos encontrábamos, se fue llenando de
hombres, y mujeres hasta completar un grupo cerrado, que debía albergar una
decena de seres, todos armados hasta los dientes, y con gran fiereza en sus
miradas. Cada cual fue llegando a su ritmo, y al final todos se quedaron
observándonos a cierta distancia, mirando como estábamos medio en el suelo,
protegiendo a aquel hombre que no conocíamos de absolutamente de nada. Entre
las caras que nos rodeaban, pude distinguir algún rostro conocido, como la
ayudante de Hyter, pero ni este, ni Jack estaban presentes en esa carnicería de
la que estábamos siendo partícipes en estos momentos.
Al ver que los lugareños nos superaban claramente, en número.
Me quedé absolutamente quieto, en estado de alerta, mirando de reojo a Cameron
que por su parte, seguía respirando con fuerza intentando canalizar sus
nervios, mientras sostenía el arma aun en alza. -"¡Fijaos bien. Hemos
encontrado a Cameron, y al maldito Tomek Sikorski! ¡Larson nos va a cubrir de
oro!"- Con una carcajada, el tal Fray daba palmas en el aire mientras
celebraba su éxito. Sin embargo, el resto del grupo no solo no compartía su
alegría, sino que mostraban una inquietud acusada, al observar nuestra
malograda presencia. - "Están llenos de sangre. El alcalde nos va a matar
si los entregamos en este estado"- Una integrante del grupo que parecía
tener una edad similar a la de Cameron, expuso su desconcierto abiertamente,
mientras yo llegaba a preguntarme si tan terrible era el padre del chico, para
que todos le temiesen de esa manera. Intenté alzar la voz para llegar a un acuerdo,
o al menos a un modo de sacarnos de esta situación, pero entonces la ayudante
de Hyter posó sus ojos sobre mí, y expuso. - "Cogedles"- sin mucho ánimo
en la voz.
Fue entonces el caos comenzó a reinar en el lugar. La decena
de hombres y mujeres, que Fray había llamado, él incluido, se abalanzaron sobre
nosotros como hienas hambrientas, mientras Cameron disparaba infructuosamente
un arma descargada, y yo, haciendo de mi cuerpo un escudo para proteger al
pobre hombre que malvivía en mis brazos, me disponía a dar puñetazos al aire,
en un errático intento de alejar a los opresores de nuestra cercanía, pero
todos nuestros esfuerzos fueron realizados en vano. Eran muchos, demasiados. Y
en unos pocos segundos nos tenían inmovilizados a los tres, entre sus garras.
Toda la trifulca se calmó entonces, y aprovechando la ocasión, la ayudante de
Hyter que parecía ser la que estaba al mando de todo esto, dio las órdenes
pertinentes para transportarnos a cada uno de nosotros. - "Atadlos bien.
Que no se puedan mover ni un centímetro. La máxima prioridad ahora, es llevar a
Larson junto con su padre. Los otros dos os los lleváis al laboratorio de
inmediato. Hyter sabrá qué hacer con ellos. Vamos en marcha"-. Intenté
resistirme todo lo que pude pero me fue imposible librarme de tal rapto. Bajo
las estrechas enredaderas que apretaban mis extremidades superiores, pude ver
resignado, como se llevaban a Cameron entre gritos y pataleos, hacia el centro
del pueblo. A mí sin embargo, me dirigieron junto con el extraño malherido
hacia el Oeste, donde se encontraba un edificio en mal estado, que no pasaba
desapercibido ni a un kilómetro de distancia.
Recorrimos todo el perímetro a pie hasta llegar a su estrecha
entrada, donde la desolación más absoluta daba paso a la desesperanza opresora
del abandono. No podía dejar de pensar en nuestros amigos. En cómo me había
despedido, y en cómo no echarían en falta nuestro regreso. Pero sobretodo, me
acordaba del muchacho. Ese chico cuya suerte parecía haberse tornado hacia la
contra, desde el momento en que me conoció en este pueblo bañado por la
desgracia. Le había fallado, otra vez, pero igual este error se convertía en
acierto al haberle alejado de mí, para acercarle de nuevo a su propia familia.
Con ellos estaría en paz, y no correría peligro alguno.
Este era un pensamiento que debía tener siempre presente en
mi mente para no caer en la desolación de la culpa. Con él en mi cabeza dando
vueltas, me olvidé de todo y crucé el umbral que separaba ambos mundos,
temiéndome lo peor de este lugar. Estaba frío, húmedo, y despedía un olor a
rancio, mezclado con químicos, que no auguraba nada bueno para nosotros, los
capturados. Apenas había luz, y después de guiarnos por unos estrechos pasillos
en donde el tropiezo era casi continuado, llegamos a una sala de color
taciturno, donde nos esperaba de espaldas un hombre embatado que manipulaba los
utensilios de medicina. Al principio pensaba que se trataba del doctor Hyter,
pero al fijarme en su escasa musculatura lo descarté de inmediato. Este hombre
aunque era de gran altura, era sin duda mucho más delgado que el doctor
habitual, por lo que me pregunté si sería una persona más razonable que la
anterior mencionada. Aunque la incertidumbre sobre su bondad me duró más bien
poco, pues en cuanto se dio la vuelta, supe de inmediato que no teníamos nada
que hacer. Aunque no le conociese en persona, su cara le delataba. Estaba
viendo el reflejo de Cameron entrado en años, solo que en vez de encarnar una
dulce mirada hacia mi persona, unos fríos ojos azules escudriñaban mi rostro
con severa dureza. Yo le devolví la mirada creyendo que no me reconocería en el
acto, pero me equivocaba. Pues antes de poder si quiera revelarle mi identidad,
él se me adelantó, exponiendo las palabras de bienvenida más extrañas que había
oído jamás. - "Veo que mis hombres han dado al fin, con usted. Sea
bienvenido, Tomas. Le estaba esperando...desde hace más tiempo del que usted se
cree"-.
Esto es todo por hoy, si alguna vez os osáis a adentraros en
los parajes de Dunwich, no olvidéis buscar el lugar indicado para pasar
desapercibidos. De lo contrario puede que os veáis envueltos en el más
desolador de los infortunios.
Con afecto
Tomek Sikorski
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