viernes, 20 de noviembre de 2015

5. La condenación de la espesura (Segunda parte)

Nota: Segunda parte del quinto capítulo del relato, para ir al primer capitulo pulse aquí:  Capítulo 1
Para ir a la primera parte del quinto capítulo pulse aquí: Primera parte


Mi respiración se detuvo en ese preciso instante. No lograba mover ni un solo músculo de mi cuerpo. Sabía que nadie había seguido mis pasos desde el pueblo, me había cerciorado de ello ¿Quién estaba entonces, a mis espaldas?.

Escuché otro crujido, se estaba acercando, poco a poco, con el mayor de los sigilos, como quien acecha a una presa antes de abalanzarse sobre ella. La oscuridad en ese momento iba ganando terreno en las profundidades del bosque, apenas lograba ver la mano que se aferraba a la cadena hallada. Era imposible que quien me estuviera acechando, me pudiera vislumbrar tan certeramente. ¿Acaso estaba enloqueciendo? ¿Y si en realidad me encontrase completamente solo y todo fuese cosa de una ilusión de mi mente?

Podría ser que mi imaginación me estuviese jugando una mala pasada. No sería la primera vez que en este pueblo maldito confundo la realidad con la mera fantasía creada por mi mente.


Fuera como fuese, necesitaba cerciorarme de que estaba ocurriendo en el lugar, así que armándome de valor, inhalé aire, y con la voz más serena que pude emitir, dadas las circunstancias, me atreví a preguntar en voz alta: “¿Quién anda ahí?” desatando con ello, la locura.

Ni si quiera me dio tiempo, a situar mi mirada en la dirección del ruido para cerciorarme de que mi voz había sido escuchada. Nada más exponer la pregunta, algo se abalanzó sobre mí con toda la fuerza de su peso.

Lo primero que sentí fue un sonido gutural en mi espalda mientras unas garras se clavaban en mis hombros, y se aferraban a mi piel. Ese ser había saltado sobre mi ágilmente, y se había enganchado a mi cuerpo para no dejarme escapatoria. En cuanto lo sentí encima, intenté liberarme de su agarre agitándome fuertemente, entre sus brazos, pero resultó inútil. Era más pesado de lo que parecía en un principio, por lo que lo único que conseguí fue desestabilizarme y caer al suelo de lomo, junto con su extraño cuerpo que me tenía aprisionado.

Eso le pilló de sorpresa. Con un chillido espectral, se soltó de la impresión de caerse al suelo, e intentó incorporarse para proseguir con su ataque. Pero mi persona, presa de los nervios y de la adrenalina, fue más rápida, así que rodé por el suelo para alejarme de él y me incorporé tan pronto como pude, con la intención de poder echar a correr, pero en ese momento, visualicé a mi agresor, y se me heló la sangre.

Una extraña criatura se incorporaba cuidadosamente del suelo, con una respiración forzosa, y unos ojos amarillos que vencían a la oscuridad. Jamás había visto nada igual. Era un ser delgado y sombrío. La oscuridad, que ya reinaba en su totalidad sobre el lugar, no dejaba ver sus rasgos en profundidad, pero si dejaba entrever una figura curvilínea que me miraba fijamente. Sin pensármelo dos veces, eché a correr en dirección opuesta, sintiendo un alarido a mis espaldas, que enturbiaría hasta el alma del mismísimo Lucifer.

No me detuve, corría lo más rápido que podía mientras intentaba encontrar una manera de ponerme a salvo. Me aventuré por una colina sinuosa que daba a lo que parecía una ladera estrecha al final del camino con la esperanza de que fuese demasiado angosta para su enorme cuerpo.

Efectivamente lo era, podía sentir a mis espaldas los crujidos de las ramas que frenaban considerablemente su velocidad. Me adentré difícilmente en su espesura aprovechando la oportunidad, y con la esperanza de que los abetos ocultaran mi presencia. Me quedé muy quieto esperando pasar desapercibido entre tanta maleza.

Las viejas ramas colgantes que me rodeaban, me dejaban entrever el pasillo por donde el ser se detuvo en seco al ver que había desaparecido por completo. Miró a ambos lados desorientado, intentando encontrar un atisbo de mi presencia. Y fue entonces, cuando detectó algo que le hizo detener la cabeza justo en mi dirección.

Parecía haberme encontrado, pero resultaba imposible de creer, estaba oculto, detrás de unas ramas espesas en plena oscuridad, por muy buena visión que pudiese tener, no podría resultarle tan fácil encontrarme en esas circunstancias.


Se acercó un poco, confundido, como si no intuyese del todo que estaba en ese lugar. Apreté los puños de la frustración latente que sentía, y fue entonces cuando me di cuenta. El medallón aún seguía colgando de mi mano izquierda. Seguramente, vislumbró su reflejo a través de las ramas, y se quedó mirando fijamente para cerciorarse de que había alguien escondido en el páramo.

Aun había esperanza. Si no viese nada más seguramente seguiría hacia delante en mi búsqueda. Solamente, tenía que intentar ocultar la cadena sin que él se diese cuenta. Traté de moverme lo menos posible mientras escondía la mano detrás de mi espalda, pero fue entonces cuando otra criatura me agarró desde detrás y me lanzó ladera abajo.

Aterricé sobre la tierra humedecida por la neblina del ambiente, al borde de lo que parecía una pendiente prolongada que daba al lago. Estaba medio colgando de su superficie y algo aturdido por el golpe, pero lo peor de todo es que esa segunda criatura venía hacia mi velozmente. Intenté sujetarme con fuerza para lograr incorporarme y huir, pero la tierra estaba demasiado mojada para soportar mi sujeción.

Con tremendo resentimiento vi como mis intentos infructuosos me hacían una presa fácil para la extraña criatura que corría a mi encuentro. Sabía que era mi final. No había nada que pudiese hacer para librarme de su ataque, así que, antes de caer en sus garras me solté de mi agarre y comencé a caer por la empinada pendiente.


Ramas, abetos, y grandes piedras, me golpeaban sin cesar mientras descendía a un ritmo incontrolado por la bajada de la ladera. No fue hasta medio camino del suelo cuando perdí el conocimiento a causa de un fuerte golpe en la cabeza causado por una roca que se interpuso en mi camino desdichado.

Eso es todo lo que recuerdo. En estos momentos, apenas puedo moverme, pero por lo que vislumbro gracias a los pálidos rayos de la luz de la luna, estoy en una especie de estancia de madera donde me he despertado apenas unos instantes en su suelo. Como he llegado hasta este lugar lo desconozco, pero espero que alguien pueda explicármelo antes de que mi alma se venza a la locura que amenaza incesantemente con poseerla.

Si alguien encuentra estos escritos, sed consecuentes con mis advertencias y ocultaros hasta que el sol brille de nuevo, solo su luz guardiana puede evitar que el mal os aceche por estos parajes.
Con afecto.
Tomek Sikorski

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2 comentarios:

  1. El bosque catedralicio alberga habitantes misteriosos... Te esperamos, Tomek.

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  2. Las sombras que aguardan en la espesura del bosque.
    El cazador será cazado esta noche...

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