Para ir a la primera parte del treintavo capítulo pulse aquí: Primera parte
Antes de traspasar los bordes del poblado yo iba totalmente
confiado de que todo saldría como era conveniente. Sabía que si hacía las cosas
como debía y exponía los hechos con claridad no habría ningún problema al que
atenerse a parte de la negociación vigente. Pero he de decir que me equivocaba
enormemente. No solo la entrada se nos antojó un tanto dificultosa tanto para
mi amigo como para mí, en el estado exhausto en el que nos encontrábamos, sino
que además, a parte de los inconvenientes ya relatados, no me esperaba ni por
asomo que las personas de ese lugar parecieran más insanas e irracionales que
cualquiera que hubiese estado ingresado en el sanatorio de Dunwich por
verdaderos motivos razonables.
Todo comenzó cuando ya estábamos en frente del poblado que conformaban
los campesinos. Al ver por fin sus lindes me extrañó que en una noche tan
cordial como la vivida, sus delimitaciones estaban totalmente reforzadas por
sus gentes en un intento de barrera humana para no dejar entrar a nadie ajeno a
sus tierras. Más tarde me enteraría de que ese procedimiento se iba efectuando
por turnos cada noche en una ley de seguridad ordinaria que se había impuesto
desde la quema de sus terrenos hacía ya casi una década. Pero ese no era el
punto a seguir en esa taciturna noche. El que sí debía ser tocado, y en el que
yo no había reparado hasta ese preciso momento por tener una cordura diferente
a la de esas gentes, era lo que iba a pasar en cuanto vieran que mi persona y
sobretodo Cameron que era el hijo de su querido alcalde, apareciéramos por sorpresa
en sus cercanías como rehenes de esos tipos que nos acompañaban llenos de
orgullo.
En cuanto nos visualizaron los gritos ahogados de sorpresa
acompañados de unos cuchicheos de asombro completamente audibles pasaron a ir
subiendo rápidamente de tono de forma notable hasta formar parte de un griterío
de júbilo y una muchedumbre completamente enloquecida por la locura, que se nos
acercaba a pasos agigantados hacia nuestra dirección, mientras sus amigos
situados a nuestro lado les correspondían horriblemente con las mismas misivas.
Al ver lo que se avecinaba en medio de ese caos reinante,
observé con nerviosismo a nuestro alrededor para sopesar la situación. Me había
confiado demasiado y no había previsto una resolución tan fatalista como la que
estaba teniendo lugar en estos instantes. No tenía duda alguna de que llegado
el caso podría defenderme notablemente si a algún malnacido se le ocurría
hacerme algo llevado por el impulso de la emoción, pero también sabía que el
chico no podía decir lo mismo que yo. Mientras lo observaba podía notar como su
nerviosismo iba en aumento hasta tal punto que temía que en el momento en que
aflojaran un poco su agarre se escapase de nuevo creando el caos absoluto entre
esa panda de maniáticos.
Por ello, solo se me ocurrió la única solución que se me
antojaba posible en esos momentos aunque no fuera la más factible para mi
persona. Comprendía que ahora mi prioridad era proteger a mi amigo impedido por
encima de todo, así que sin pensármelo demasiado para no descartar la
descabellada idea que cruzaba mi mente en esos momentos, aproveché el descuido
momentáneo de mi captor dado por el calor del momento, y saqué mi arma del
bolsillo para alzarla al aire y disparar al cielo dos balas consecutivas, las
cuales silenciaron de inmediato el júbilo creado por nuestra llegada de una
manera totalmente instantánea en el que una decena de personas pasaron de verme
como un rehén importante, a un enemigo peligroso que cargaba contra ellos en
esa tensa estampa que yo mismo había creado con mis osados actos al cielo.
En cuanto escucharon los disparos todos parecieron cubrirse
de alguna manera agachándose en un intento de esquivar de manera instintiva el
impacto que en realidad no iba dirigido a ninguno de ellos. Ese fue el momento clave
donde aproveché su desconcierto para echar a correr en dirección a Cameron que
se revolvía más que nunca en un intento de escapar de esa terrible locura.
Una vez a su lado me delimité a agarrarlo por el brazo y a
tirar con cierta brusquedad de su cuerpo para poder sacarlo del lado de su semi
recuperado captor que al verme intentó frustrar mi tentativa sin éxito alguno
ya que increíblemente, al verme luchar por él, el chico se unió a mi fuerza
para venirse conmigo, dejando al campesino totalmente sin recursos a la hora de
vencer en esa corta lucha en la que nos habíamos metido los tres en cuestión de
segundos.
Gracias al conjunto de nuestras fuerzas logramos rápidamente
librarnos de su captor que bramaba de furia al ver su autoridad truncada, y nos
alejamos rápidamente sin perder el tiempo, para no ser raptados nuevamente por
la muchedumbre que había empezado a rodearnos con gran furia en la mirada al
sentirse indignados por nuestros actos más osados. Yo al verlos, agarré a
Cameron firmemente por el brazo, y comencé a alejarme de su círculo mientras
les exponía la siguiente sentencia. –“He venido aquí por voluntad propia con el
chico para intentar hacer un trato con vosotros acerca de este tormento que nos
afecta a todos, pero como vea que volvéis a amenazarnos con vuestra
peligrosidad os juro que no tendré piedad. Os dispararé para protegernos aunque
me lleve la vida en ello”-.
Mientras exponía tales ecos avanzaba hacia atrás con la
vista fijada en mis contrarios que intentaban cautelosamente acortar distancia
entre nosotros sin dejar de mirar silenciosamente hacia nuestra ubicación. Por
raro que parezca al saber que nos sobrepasaban ampliamente en número, no veía
que tuviera todas las de perder conmigo. Salvo por los dos individuos que nos
habíamos encontrado en el bosque, solo otro llevaba consigo un revolver y no
parecían ninguno muy sueltos a usarlos. Los demás estaban ataviados con
rastrillos y demás indumentarias que podría sortear sin problemas, por lo que veía
que solo tenía que mantenerme firme en mis convicciones e intentar salir de ahí
si la cosa se ponía fea. Lo que no esperaba es que mientras lo intentaba
hubiese un incidente mayor que por medio del caos formado, se hubiera instalado
entre nosotros sin darnos cuenta, esperando dicha oportunidad para hacer
aflorar su maldad en medio de esa infructuosa reunión que estaba teniendo lugar
en medio de dicho descampado desolado apartado de la civilización durmiente,
que en esos momentos nos era totalmente ajena a nuestros oscuros designios
suspendidos en el aire frío del otoño tardío.
Bajo ese tenso mato que nos envolvía intenté volver a
exponer mis explicaciones sobre lo que quería de este encuentro pero al ver mis
intenciones uno de los aldeanos me frenó en seco con el siguiente mensaje
amenazador. –“Será mejor que te calles y colabores cazador, o no tendremos
piedad con vosotros dos por muy protegidos que estéis”-.
Esa era mi sentencia. Ya no podía hacer nada más que
determinase un contacto cordial con los campesinos como yo esperaba en un
principio, así que tan solo me quedaba intentar irme de una pieza antes de que
se abalanzasen sobre mí y el chico hasta destrozarnos por completo. Por lo que
miré a mi alrededor en busca de una salida que nos permitiese escapar de su
encerrona mientras ellos aún seguían avanzando con cautela hacia nuestra dirección.
Fue entonces cuando me di cuenta de su presencia al ver de soslayo los mismos
ojos amarillos que caracterizaban a la anterior, y la misma curvatura que me
indicaban que eran de la misma especie. Esta estaba agazapada entre unos
matorrales salientes situados peligrosamente cerca del extremo izquierdo del
semicírculo que los campesinos habían creado para rodearme.
Al verla me di cuenta de que lo que se nos venía encima era
algo mucho más grande que aquella trifulca originada por una exaltación poco
menos que desacertada. La bestia oculta entre la naturaleza, aguardaba su
momento para dar paso a la destrucción del corrillo en cuanto tuviese la más
mínima oportunidad de atacar. Por ello, al desolarme por completo ante esta
inminente amenaza, mi mente cambió inmediatamente sus prioridades haciendo que
todo lo que me rodeaba quedara rezagado a un segundo plano, y con un escueto
–“¡Cuidado!”- de advertencia, desaté sin querer toda su furia contra los
hombres que estaban demasiado ocupados temiendo a mi persona como para haberse
parado a pensar que quizás un mal mayor les acechaba entre las sombras.
Tras mi grito la bestia se abalanzó contra el campesino más
cercano mordiéndole directamente la cabeza entre gritos y correteos que
indicaban que todos la habían visualizado ya entre la oscuridad de la noche. En
cuestión de segundos se había instalado ya el caos más absoluto llenando la
estancia de sangre, empujones, y caídas en un intento de salvar la vida por
todos los medios posibles. Yo por mi parte aparté la mirada del horror que me
provocaba esa imagen tan dantesca, y eché a correr en dirección contraria a su
posición dejando que los compañeros de la víctima fueran a por ella de
inmediato y acabaran con todo ese sin dios cuanto antes, pero para mi sorpresa
no lo hicieron. Al alejarme yo con el chico, estos imitaron mis actos echando a
correr esta vez hacia sus dominios en una especie de huida masiva que
claramente iban a perder, teniendo en cuenta de que la criatura les perseguía raudamente
a ellos, y no a mí.
Al verlos me quedé de lo más estupefacto por sus actos. No
entendía como no abrían fuego contra ella para salvar al resto de sus
compañeros que quedaban todavía lejos del alcance de sus garras. Era algo de lo
más insólito que me dejó completamente petrificado sin saber qué hacer ante el
horror que se desenvolvía frente a mi persona. Al principio pensé claramente en
aprovechar la oportunidad y huir a algún sitio seguro en donde nos pudiéramos
esconder de tal masacre, pero al visualizar la idea mentalmente, mi moralidad
comenzó a gritar a la contra en mi interior, haciéndome ver que no podía dejar
que ese monstruo acabase con toda esa gente por muy mal que me hubieran tratado
con anterioridad. Ellos eran víctimas al igual que yo en esa situación, así que
no podía darles la espalda e ignorar su sufrimiento por muy bien que me viniese
la huida en esos momentos de confusión y desolación colectiva.
Al llegar a esa determinación intenté actuar lo más rápido
posible para poner las cosas en orden sin pensar si quiera en las consecuencias
que acarrearían mis actos después de mi intervención. Para ello primero solté
al chico dejándolo cerca de mí para comprobar que esta vez no se iría asustado
con el ruido que se iba a realizar a continuación, y después, apuntando
vacilante hacia la dirección de la trifulca, vacié el cargador contra la
criatura que ya se abalanzaba contra la segunda persona que huía despavorida de
su mortal abrazo, dejando a la bestia malherida en medio de su ataque, al
acertar alguno de mis disparos contra ella.
En cuanto el resto se dio cuenta de mis actos enseguida
dieron media vuelta para rematar al demonio con los utensilios de campo que
llevaban como arma, dejándola en cuestión de segundos tendida en el suelo en un
estado más que muerto del que no cabía duda de que no se volvería a levantar de
su lecho dormitorio. Al acabarla faena todos y cada uno de ellos se giró para
mirarnos al chico y a mí en un silencio sepulcral que no me indicaba ningún
buen augurio.
Yo ya tenía descargada mi arma así que solo pude proteger a
Cameron poniéndome decididamente delante de él para que el ataque de nuestros
enemigos me diese a mi primero y el chico pudiese escapar a tiempo mientras yo
apuraba mis últimos instantes de vida. Estaba dispuesto a dar la vida por él si
hiciese falta. Al fin y al cabo yo le había conducido hacia esa paupérrima
situación. Sabía que me lo merecía con creces, así que no me atemoricé en
absoluto, y me preparé para mi final con honra en el corazón y la cabeza bien
alta, pero para mi sorpresa tales ataques no sucedieron. Los campesinos tras
mirarse entre ellos replegaron sus armas y con un tono más suave del utilizado
con anterioridad, me expusieron una sentencia que jamás creí oír de su boca
después de toda la locura vivida en su compañía. –“No entendemos porque nos has
salvado pero no nos vamos a quejar por ello. Vamos entra con nosotros
hablaremos de lo que tengas que hablar y buscaremos un acuerdo para acabar de
una puñetera vez con esta situación”-.
Al escucharles me quedé totalmente de piedra. Lo había
conseguido. Había logrado el propósito por el que a tantas cosas había
renunciado al venir hacia aquí. Por fin volvía la esperanza a nuestras vidas y
lo agradecía más que nunca al ver los hechos vividos en esta noche que parecía
no tener fin. Estaba completamente aliviado por que se dignaran a escucharme
así que, para que vieran mi conformismo a su idea, me guardé el arma
descargada, y con un asentimiento de cabeza agarré suavemente a Cameron y nos
unimos a ellos en la entrada de sus designios, dejando atrás toda una escena de
perdida y horror que nos acompañaría desoladamente por siempre en nuestras
vidas.
Eso ha sido todo por hoy. Si os adentráis en estos parajes
procurad seguir a vuestro corazón. Puede que con vuestros actos llevéis la duda
de la certeridad en el alma, pero siempre haréis que vuestra convicción quede
patente en vuestra persona, haciendo que los demás se planteen sus prejuicios
para con vosotros al ver la determinación implícita en vuestro tortuoso camino.
Con afecto.
Tomek Sikorski
No hay comentarios:
Publicar un comentario