viernes, 18 de noviembre de 2016

30. Bajo la presión de la nocturnidad (Tercera parte).

Nota: Treintavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del treintavo capítulo pulse aquí:  Primera parte


Antes de traspasar los bordes del poblado yo iba totalmente confiado de que todo saldría como era conveniente. Sabía que si hacía las cosas como debía y exponía los hechos con claridad no habría ningún problema al que atenerse a parte de la negociación vigente. Pero he de decir que me equivocaba enormemente. No solo la entrada se nos antojó un tanto dificultosa tanto para mi amigo como para mí, en el estado exhausto en el que nos encontrábamos, sino que además, a parte de los inconvenientes ya relatados, no me esperaba ni por asomo que las personas de ese lugar parecieran más insanas e irracionales que cualquiera que hubiese estado ingresado en el sanatorio de Dunwich por verdaderos motivos razonables.

Todo comenzó cuando ya estábamos en frente del poblado que conformaban los campesinos. Al ver por fin sus lindes me extrañó que en una noche tan cordial como la vivida, sus delimitaciones estaban totalmente reforzadas por sus gentes en un intento de barrera humana para no dejar entrar a nadie ajeno a sus tierras. Más tarde me enteraría de que ese procedimiento se iba efectuando por turnos cada noche en una ley de seguridad ordinaria que se había impuesto desde la quema de sus terrenos hacía ya casi una década. Pero ese no era el punto a seguir en esa taciturna noche. El que sí debía ser tocado, y en el que yo no había reparado hasta ese preciso momento por tener una cordura diferente a la de esas gentes, era lo que iba a pasar en cuanto vieran que mi persona y sobretodo Cameron que era el hijo de su querido alcalde, apareciéramos por sorpresa en sus cercanías como rehenes de esos tipos que nos acompañaban llenos de orgullo.

En cuanto nos visualizaron los gritos ahogados de sorpresa acompañados de unos cuchicheos de asombro completamente audibles pasaron a ir subiendo rápidamente de tono de forma notable hasta formar parte de un griterío de júbilo y una muchedumbre completamente enloquecida por la locura, que se nos acercaba a pasos agigantados hacia nuestra dirección, mientras sus amigos situados a nuestro lado les correspondían horriblemente con las mismas misivas.



Al ver lo que se avecinaba en medio de ese caos reinante, observé con nerviosismo a nuestro alrededor para sopesar la situación. Me había confiado demasiado y no había previsto una resolución tan fatalista como la que estaba teniendo lugar en estos instantes. No tenía duda alguna de que llegado el caso podría defenderme notablemente si a algún malnacido se le ocurría hacerme algo llevado por el impulso de la emoción, pero también sabía que el chico no podía decir lo mismo que yo. Mientras lo observaba podía notar como su nerviosismo iba en aumento hasta tal punto que temía que en el momento en que aflojaran un poco su agarre se escapase de nuevo creando el caos absoluto entre esa panda de maniáticos.

Por ello, solo se me ocurrió la única solución que se me antojaba posible en esos momentos aunque no fuera la más factible para mi persona. Comprendía que ahora mi prioridad era proteger a mi amigo impedido por encima de todo, así que sin pensármelo demasiado para no descartar la descabellada idea que cruzaba mi mente en esos momentos, aproveché el descuido momentáneo de mi captor dado por el calor del momento, y saqué mi arma del bolsillo para alzarla al aire y disparar al cielo dos balas consecutivas, las cuales silenciaron de inmediato el júbilo creado por nuestra llegada de una manera totalmente instantánea en el que una decena de personas pasaron de verme como un rehén importante, a un enemigo peligroso que cargaba contra ellos en esa tensa estampa que yo mismo había creado con mis osados actos al cielo.

En cuanto escucharon los disparos todos parecieron cubrirse de alguna manera agachándose en un intento de esquivar de manera instintiva el impacto que en realidad no iba dirigido a ninguno de ellos. Ese fue el momento clave donde aproveché su desconcierto para echar a correr en dirección a Cameron que se revolvía más que nunca en un intento de escapar de esa terrible locura.

Una vez a su lado me delimité a agarrarlo por el brazo y a tirar con cierta brusquedad de su cuerpo para poder sacarlo del lado de su semi recuperado captor que al verme intentó frustrar mi tentativa sin éxito alguno ya que increíblemente, al verme luchar por él, el chico se unió a mi fuerza para venirse conmigo, dejando al campesino totalmente sin recursos a la hora de vencer en esa corta lucha en la que nos habíamos metido los tres en cuestión de segundos.

Gracias al conjunto de nuestras fuerzas logramos rápidamente librarnos de su captor que bramaba de furia al ver su autoridad truncada, y nos alejamos rápidamente sin perder el tiempo, para no ser raptados nuevamente por la muchedumbre que había empezado a rodearnos con gran furia en la mirada al sentirse indignados por nuestros actos más osados. Yo al verlos, agarré a Cameron firmemente por el brazo, y comencé a alejarme de su círculo mientras les exponía la siguiente sentencia. –“He venido aquí por voluntad propia con el chico para intentar hacer un trato con vosotros acerca de este tormento que nos afecta a todos, pero como vea que volvéis a amenazarnos con vuestra peligrosidad os juro que no tendré piedad. Os dispararé para protegernos aunque me lleve la vida en ello”-.

Mientras exponía tales ecos avanzaba hacia atrás con la vista fijada en mis contrarios que intentaban cautelosamente acortar distancia entre nosotros sin dejar de mirar silenciosamente hacia nuestra ubicación. Por raro que parezca al saber que nos sobrepasaban ampliamente en número, no veía que tuviera todas las de perder conmigo. Salvo por los dos individuos que nos habíamos encontrado en el bosque, solo otro llevaba consigo un revolver y no parecían ninguno muy sueltos a usarlos. Los demás estaban ataviados con rastrillos y demás indumentarias que podría sortear sin problemas, por lo que veía que solo tenía que mantenerme firme en mis convicciones e intentar salir de ahí si la cosa se ponía fea. Lo que no esperaba es que mientras lo intentaba hubiese un incidente mayor que por medio del caos formado, se hubiera instalado entre nosotros sin darnos cuenta, esperando dicha oportunidad para hacer aflorar su maldad en medio de esa infructuosa reunión que estaba teniendo lugar en medio de dicho descampado desolado apartado de la civilización durmiente, que en esos momentos nos era totalmente ajena a nuestros oscuros designios suspendidos en el aire frío del otoño tardío.



Bajo ese tenso mato que nos envolvía intenté volver a exponer mis explicaciones sobre lo que quería de este encuentro pero al ver mis intenciones uno de los aldeanos me frenó en seco con el siguiente mensaje amenazador. –“Será mejor que te calles y colabores cazador, o no tendremos piedad con vosotros dos por muy protegidos que estéis”-.

Esa era mi sentencia. Ya no podía hacer nada más que determinase un contacto cordial con los campesinos como yo esperaba en un principio, así que tan solo me quedaba intentar irme de una pieza antes de que se abalanzasen sobre mí y el chico hasta destrozarnos por completo. Por lo que miré a mi alrededor en busca de una salida que nos permitiese escapar de su encerrona mientras ellos aún seguían avanzando con cautela hacia nuestra dirección. Fue entonces cuando me di cuenta de su presencia al ver de soslayo los mismos ojos amarillos que caracterizaban a la anterior, y la misma curvatura que me indicaban que eran de la misma especie. Esta estaba agazapada entre unos matorrales salientes situados peligrosamente cerca del extremo izquierdo del semicírculo que los campesinos habían creado para rodearme.

Al verla me di cuenta de que lo que se nos venía encima era algo mucho más grande que aquella trifulca originada por una exaltación poco menos que desacertada. La bestia oculta entre la naturaleza, aguardaba su momento para dar paso a la destrucción del corrillo en cuanto tuviese la más mínima oportunidad de atacar. Por ello, al desolarme por completo ante esta inminente amenaza, mi mente cambió inmediatamente sus prioridades haciendo que todo lo que me rodeaba quedara rezagado a un segundo plano, y con un escueto –“¡Cuidado!”- de advertencia, desaté sin querer toda su furia contra los hombres que estaban demasiado ocupados temiendo a mi persona como para haberse parado a pensar que quizás un mal mayor les acechaba entre las sombras.

Tras mi grito la bestia se abalanzó contra el campesino más cercano mordiéndole directamente la cabeza entre gritos y correteos que indicaban que todos la habían visualizado ya entre la oscuridad de la noche. En cuestión de segundos se había instalado ya el caos más absoluto llenando la estancia de sangre, empujones, y caídas en un intento de salvar la vida por todos los medios posibles. Yo por mi parte aparté la mirada del horror que me provocaba esa imagen tan dantesca, y eché a correr en dirección contraria a su posición dejando que los compañeros de la víctima fueran a por ella de inmediato y acabaran con todo ese sin dios cuanto antes, pero para mi sorpresa no lo hicieron. Al alejarme yo con el chico, estos imitaron mis actos echando a correr esta vez hacia sus dominios en una especie de huida masiva que claramente iban a perder, teniendo en cuenta de que la criatura les perseguía raudamente a ellos, y no a mí.

Al verlos me quedé de lo más estupefacto por sus actos. No entendía como no abrían fuego contra ella para salvar al resto de sus compañeros que quedaban todavía lejos del alcance de sus garras. Era algo de lo más insólito que me dejó completamente petrificado sin saber qué hacer ante el horror que se desenvolvía frente a mi persona. Al principio pensé claramente en aprovechar la oportunidad y huir a algún sitio seguro en donde nos pudiéramos esconder de tal masacre, pero al visualizar la idea mentalmente, mi moralidad comenzó a gritar a la contra en mi interior, haciéndome ver que no podía dejar que ese monstruo acabase con toda esa gente por muy mal que me hubieran tratado con anterioridad. Ellos eran víctimas al igual que yo en esa situación, así que no podía darles la espalda e ignorar su sufrimiento por muy bien que me viniese la huida en esos momentos de confusión y desolación colectiva.

Al llegar a esa determinación intenté actuar lo más rápido posible para poner las cosas en orden sin pensar si quiera en las consecuencias que acarrearían mis actos después de mi intervención. Para ello primero solté al chico dejándolo cerca de mí para comprobar que esta vez no se iría asustado con el ruido que se iba a realizar a continuación, y después, apuntando vacilante hacia la dirección de la trifulca, vacié el cargador contra la criatura que ya se abalanzaba contra la segunda persona que huía despavorida de su mortal abrazo, dejando a la bestia malherida en medio de su ataque, al acertar alguno de mis disparos contra ella.

En cuanto el resto se dio cuenta de mis actos enseguida dieron media vuelta para rematar al demonio con los utensilios de campo que llevaban como arma, dejándola en cuestión de segundos tendida en el suelo en un estado más que muerto del que no cabía duda de que no se volvería a levantar de su lecho dormitorio. Al acabarla faena todos y cada uno de ellos se giró para mirarnos al chico y a mí en un silencio sepulcral que no me indicaba ningún buen augurio.

Yo ya tenía descargada mi arma así que solo pude proteger a Cameron poniéndome decididamente delante de él para que el ataque de nuestros enemigos me diese a mi primero y el chico pudiese escapar a tiempo mientras yo apuraba mis últimos instantes de vida. Estaba dispuesto a dar la vida por él si hiciese falta. Al fin y al cabo yo le había conducido hacia esa paupérrima situación. Sabía que me lo merecía con creces, así que no me atemoricé en absoluto, y me preparé para mi final con honra en el corazón y la cabeza bien alta, pero para mi sorpresa tales ataques no sucedieron. Los campesinos tras mirarse entre ellos replegaron sus armas y con un tono más suave del utilizado con anterioridad, me expusieron una sentencia que jamás creí oír de su boca después de toda la locura vivida en su compañía. –“No entendemos porque nos has salvado pero no nos vamos a quejar por ello. Vamos entra con nosotros hablaremos de lo que tengas que hablar y buscaremos un acuerdo para acabar de una puñetera vez con esta situación”-.



Al escucharles me quedé totalmente de piedra. Lo había conseguido. Había logrado el propósito por el que a tantas cosas había renunciado al venir hacia aquí. Por fin volvía la esperanza a nuestras vidas y lo agradecía más que nunca al ver los hechos vividos en esta noche que parecía no tener fin. Estaba completamente aliviado por que se dignaran a escucharme así que, para que vieran mi conformismo a su idea, me guardé el arma descargada, y con un asentimiento de cabeza agarré suavemente a Cameron y nos unimos a ellos en la entrada de sus designios, dejando atrás toda una escena de perdida y horror que nos acompañaría desoladamente por siempre en nuestras vidas.

Eso ha sido todo por hoy. Si os adentráis en estos parajes procurad seguir a vuestro corazón. Puede que con vuestros actos llevéis la duda de la certeridad en el alma, pero siempre haréis que vuestra convicción quede patente en vuestra persona, haciendo que los demás se planteen sus prejuicios para con vosotros al ver la determinación implícita en vuestro tortuoso camino.
Con afecto.
Tomek Sikorski

No hay comentarios:

Publicar un comentario