Accedimos pues, todos juntos mediante unas portillas
chirriantes algo endebles de madera, al conjunto de casas construidas con el
mismo anodino material que nos daban la bienvenida con alguna que otra luz
encendida desde su interior. Al parecer nuestro escándalo de ahí fuera había
despertado a algunos de los vecinos de mis captores haciendo que curioseasen
desde las ventanas nuestra improvisada visita tan inesperada por todos los
miembros de la aldea.
Por raro que parezca nadie salió si quiera a ver si sus
compañeros estaban bien aunque nuestros ropajes sugiriesen que habíamos salido
recientemente de un gran enredo. Todos permanecieron en sus casas observando
atónitamente desde la seguridad del acristalado hasta que uno de los campesinos
que venía en nuestro grupo se atrevió a decir. –“¡Ya no hay peligro! ¡Podéis
salir todos!”- Fue entonces cuando automáticamente una afluencia de gente
abrigada con lo que podía y sujetando unas velas como lumbre comenzó a salir de
sus hogares cautamente para observar la escena que se les presentaba de
sorpresa entre sus tierras.
En el grupo donde yo estaba reunido todos esperaban
pacientes la reacción de sus compañeros confrontándolos en hilera para hacerse
claramente visibles entre la escasa luz que nos acompañaba. Esta no tardó en
hacerse llegar de una manera claramente atronadora. La gente al vernos a
Cameron y a mí tan distinguidos de sobremanera con nuestro vistoso vestuario
que resaltaba notablemente entre la uniformidad de los suyos, empezaron a
hacerse preguntas iracundas sobre nuestra intencionalidad de visitarlos a estas
horas intempestivas de la madrugada.
Comenzaron a lanzarse preguntas entre ellos que apenas podía
distinguir entre el tumulto de voces que se alzaban alarmadas en torno a
nuestra presencia. Tan solo algún –“¿Han venido a por nosotros?”- o –“Pero,
¿qué hacen estos aquí?”- llegaban nítidos a mis oídos haciéndome saber de
inmediato que tampoco éramos tan cordialmente recibidos como habría pensado en
un pasado antes de encontrarme con la fatalidad de sus gentes instantes antes
en la espesura del mortecino bosquejo que separaba nuestros diferenciados mundos
afincados en la misma tierra.
Mientras uno de los acompañantes intentaba mitigar los
ánimos de los presentes yo me dediqué a esperar en silencio mientras observaba el
devenir de los acontecimientos. Sabía que si decía algo a nuestro favor la cosa
se pondría realmente fea como ya había sucedido antes de que la bestia nos
atacase furtivamente en las lindes de sus dominios. En mí estaba claro que no
confiaban de antemano, pero si explicaba la situación uno de los suyos podría
ser que sí entrasen en razón mediante sus clarificadoras palabras.
-“¡Eh! ¡Callaos! ¡No os he llamado para que arméis este
jaleo! ¡Peter acaba de caer, y Lucas está gravemente herido! ¡No tenemos tiempo
que perder! ¡Tenemos que organizarnos! Vamos a ver ¿quién puede vigilar a estos
dos mientras tratamos las heridas de Lucas? ¿Eh? ¡No os oigo, joder! ¡Centraos
y hablad de uno en uno!”-
El campesino se desgañitaba gritando improperios para
hacerse escuchar, mientras desde el otro lado las incredulidades y las
molestias seguían volando hacia nuestra dirección como dardos envenenados de
diversa índole que tan solo tenían en común la molestia acusada por la
incomodidad que les causaba nuestra presencia establecida en sus preciadas
tierras. –“¿Pero por qué estáis a su lado tan tranquilos? ¡Atadles o algo!”-
gritaba uno de ellos, señalándome directamente mientras otro le acompañaba exponiendo
–“¿Por qué les habéis dejado entrar siquiera después de todo lo ocurrido? ¿¡¿Es
que estáis locos?!? ¡Si Larson se entera de que tenemos a su hijo ya podemos
darnos por muertos!”-
Las voces se unían a las acrecientes quejas que no podía seguir
escuchando sin más. Una cosa era que el susto colindante a nuestra presencia
acarrease unos minutos de desconcierto pero esto ya era pasarse. Nosotros
habíamos venido a verlos por propia voluntad aguantando de por medio de
horrendas calamidades para ahora tenernos que enfrentarnos a una muchedumbre
totalmente volcada en nuestra contra sin causa alguna. Debían saber al menos
nuestras intenciones para que luego debatieran en consecuencia nuestra manera
de actuar para con nosotros en estos delicados momentos.
Para ello rompí con mi anterior protocolo de no interactuar
en esta situación tan delicada, y alcé
la voz para hacerme oír entre el tumulto establecido en esta locura de noche
que parecía no tener fin. –“Por favor. Por favor, escuchadme. Hemos venido a
hacer un trato. Nada más. No hace falta que os sintáis tan amenazados. De
verdad… si tan solo me dejaseis hablar un min…un minuto comprenderíais que…”-
Nada. No había manera. Todos estaban enfrascados en sus quejas que mis ecos
pasaban totalmente desapercibidos en el tumulto de voces que se había originado
con la espontaneidad del momento. Tan solo un campesino pareció haberse
decidido a contestar a mi propuesta de la peor manera inimaginable.
-“¡Tú cállate cazador que aquí nadie te ha llamado para que
vengas con tus ropas caras a traernos la muerte a nuestras tierras! ¡La próxima
vez que te vea abrir esa bocaza os mato a los dos y acabo con esto de una vez
por todas!”- El viejo hostigador levantó el puño tras sus palabras haciéndome
ver que sus amenazas iban completamente en serio para nuestra desgracia. Yo por
mi parte tan solo atraje al chico hacia mí a modo de protección pensando que
estaba todo nuevamente perdido. Antes, con una decena de hombres había podido
ingeniármelas para lidiar a duras penas con ellos, pero ahora con todo un
pueblo en mi contra empezaba a plantearme de nuevo que no había solución
posible para intentar una conciliación con el bando contrario por mínima que
fuese en la comprensión de nuestra situación.
Cansado, iba a informar de todo esto a los campesinos que
seguían pidiendo calma a mi lado de la batalla. Pero en cuanto intenté hacerme
oír entre las quejas de los campesinos, una voz femenina claramente reconocible
irrumpió con fuerza entre el alboroto expuesto, haciendo que milagrosamente
todo el mundo captase su atención ante la atonitación que dejaban sus palabras
en el aire.
-“En realidad sí que alguien los ha invitado a venir a
nuestras tierras. Yo misma estaba presente cuando Freyja se abrazó a ese tipo
estirado y le dijo que por favor la ayudase, ¿verdad Freyja?”- En cuanto la
compañera de Freyja completamente visible desde mi posición anunció tal misiva,
centenares de ojos comenzaron a buscar a la muchacha entre la multitud haciendo
cuestiones imperiosas sobre su supuesta implicación con nuestra repentina
aparición. Al principio he de decir que me constó dar con su paradero, ya que
todo el mundo parecía moverse demasiado en la búsqueda y eso estaba poniendo
claramente nerviosos al resto de los campesinos que estaban a mi lado, haciendo
que se preguntasen audiblemente que relación tenía la chica en todo esto. No
fue hasta que alguien la empujó al frente cuando la pude ver nítidamente en
medio de sus vecinos claramente asustada ante lo que se le veía encima por
parte de aquellos rudos hombres que ella consideraba apasionadamente de los
suyos.
Nada más verla la gente se le echó encima inmediatamente
para someterla a una rueda de preguntas caóticas a la que solo respondía con
balbuceos. Desde la distancia pude ver como lo pasaba claramente mal en ese
momento tan difícil para ella. Sus respuestas no pasaban de las dos sílabas
antes de ahogarse en sollozos que reprimía con las manos, mientras los
campesinos no le dejaban ni un respiro entre una respuesta y otra. Ignoraba
porque su compañera había podido echarla a ese enjambre de bárbaros tan así por
las buenas, sin hacer si quiera nada por defenderla cuando ella misma la había
acompañado en la mañana a nuestro hogar, para escuchar su petición hacia mi
persona de una manera tan neutral, que creía que estaban juntas en el mismo
bando, de la misma manera en que podíamos estarlo mis amigos y yo en cualquier
situación similar, en que llegado el caso se nos hubiera podido presentar a la
contra en una situación similar a la vivida.
Parece ser que una vez más me había equivocado en mis
predicciones, ya que mientras la chica lo estaba pasando realmente mal, la
mujer estaba de pie mirando hacia su dirección sin hacer absolutamente nada
para detener el tremendo sufrimiento que estaba atormentando su amiga
injustamente por su culpa.
Fue ahí donde decidí romper una vez más con mi tentativa de
mutismo al ver que una injusticia de tal calibre se exponía delante de mis
narices de una manera tan maliciosamente abusiva. No iba a permitir que en mi
presencia se tratase así a una persona inocente por muy poco que me concerniese
el asunto, así que intenté gritar todo lo que pude para hacerme oír en medio
del tumulto de una manera un tanto impropia en mi persona, e intenté exponer
con firmeza los hechos desafortunados que nos habían traído hasta aquí de una
manera claramente sentenciadora. –“¡No hostiguéis tanto a la pobre chica que
esto no tiene nada que ver con ella! ¡Nosotros hemos venido aquí solo por fines
asociados a nuestra causa. Si queréis hacer negocios con nosotros estamos
abiertos a la discusión. Sino decídmelo que no perderemos ni un segundo más en
estas tierras. Nos iremos por donde hemos venido y no nos volveréis a ver
jamás!”-.
En cuanto formulé la sugerencia mil improperios se volvieron
hacia mí de una manera totalmente aplastante dejándome ver que ni con mis
advertencias podría conseguir nada en claro de ellos. Esta gente parecía no ser
capaz de comprender toda la magnitud que implicaba el asunto por mucho que les
insistiera en su importancia, así que solo me quedaba cortar por lo sano e irme
con el chico hacia un lugar mejor fuera de dichos límites tan hostiles.
Sabía que era un pensamiento totalmente radical pero no me
cabía otra si quería salvar la poca ventaja que aun sacábamos a Larson y
compañía con nuestra huida hacia otras tierras desconocidas. Miré por ello a
los asistentes de la reunión por última vez, y sin decir una palabra me giré
con rapidez, tirando suavemente del chico para que siguiera mis pasos, y juntos
comenzamos a ir hacia la portilla de la entrada mientras los gritos aumentaban
de volumen al ver nuestra determinada acción sentenciadora. Al escucharlos hice
oídos sordos y seguí firmemente hacia adelante. No estaba dispuesto a seguir en
este juego banal en el que todos salíamos perjudicados mientras el tiempo
corría en nuestra contra. Me iría hacia algún lugar a pasar la poca noche que
nos quedaba y ya por la mañana idearía un nuevo plan que nos sacase de ese
atolladero en el que estábamos totalmente implicados.
Tenía todo totalmente definido en mi cabeza. La
recomposición de los nuevos hechos me dejaron ver que otras posibles opciones
podrían abrirse ante mí como un nuevo abanico de opciones. Aquí ya todo estaba
perdido. O al menos eso pensaba yo, pues al iniciar mi marcha, una voz cascada
por la edad detuvo tanto mi avance como el estupor de sus compañeros con estas
chocantes palabras que desentonaban vivamente entre la uniformidad de los
improperios establecidos por el resto de los campesinos. -“Espera muchacho no
te vayas. Eres el único que puedes sacarnos de la terrible angustia que vivimos
cada día”-.
En cuanto escuché sus palabras volteé mi cabeza hacia la
dirección de la voz en busca de mi alentador, quedándome súbitamente helado por
la sorpresa al ver la estampa que se desarrollaba ante mis ojos. En ella una señora
invidente de avanzada edad que miraba hacia la nada con sus pupilas
blanquecinas se intentaba abrir paso entre la muchedumbre para dar la cara de
su autoría mientras sus compañeros ya le rebatían aunque de manera más
comedida, sus extrañas palabras. Al principio sentí lastima de la pobre mujer pero
para mi sorpresa esta no se achantó ante sus semejantes. Sin apresurarse la
anciana ignoró el tumulto de voces que la rodeaban y siguió hablando sobre las
evidencias más claras que se habían pasado por mi mente nada más ver el caos
montado por esas extrañas gentes que tan solo expresaban hostilidad hacia mi
presencia.
–“No me gritéis. Por mucho que os duela, estos chicos han
venido a plantearnos una alternativa al desastre que se nos viene encima. Puede
que al final no llegue a nada, pero al menos deberíamos escucharlos para ver si
lo que nos proponen nos beneficia. Además habéis dicho que Lucas está malherido
y no le he oído decir nada en todo lo que llevamos aquí parados. Seguro que
apenas puede mantenerse en pie. Se nos va a acabar desmayando mientras nos
dejamos la piel gritando. Yo propongo que nos vayamos todos a dormir que ya son
horas, y mañana ya seguimos discutiendo los problemas que tenemos encima. Los
forasteros pueden quedarse en nuestra casa. Asumo el riesgo. Sé que si Freyja
fue a pedirles ayuda no pueden ser tan peligrosos como decís.”-.
Todos la miraron atónitos incluido yo. No podía creer que la
única persona con sentido común en medio de esta vorágine de locura nos
estuviera ofreciendo cobijo después de escuchar las duras increpaciones de sus
compañeros. Era un gesto digno de admirar y más en esas circunstancias tan
duras para con nosotros, por lo que no lo dudé ni un segundo en exponerle mi
gratitud ante su gesto tan sumamente compasivo hacia nuestras personas. –“Tanto
Cameron como yo le agradecemos su generoso ofrecimiento señora. Le aseguro que
la molestaremos lo menos posible para no causarle más molestias de las
necesarias”-.
En cuanto expuse mis agradecimientos muchos de ellos
volvieron a mostrarse indignados por el transcurso de los acontecimientos, pero
para mí alivio no solo nosotros estábamos de acuerdo con dicha conclusión, sino
que uno de los campesinos que me habían encontrado en el bosque y me había
custodiado hasta entonces, habló por primera vez para exponer la siguiente
conclusión –“Cleo tiene razón. Deberíamos irnos a dormir un poco para despejar
las ideas. Este tipo es bastante raro pero si ella quiere tenerle en casa es su
decisión. Venga, que sigan los de la siguiente guardia que la nuestra ya se ha
acabado desde hace un buen rato”-.
En cuanto el aldeano habló no todo el mundo parecía estar
conforme con la decisión pero al menos la mitad de ellos sí comenzaron a irse
hacia sus hogares, por lo que el resto se resignó y se fue evadiendo también
poco a poco, dejando la zona mucho más aliviada de lo que estaba hacía unos
instantes. Yo por mi parte como no sabía muy bien que hacer, comencé a andar
con el chico en dirección a la señora que ya estaba esbozando una leve sonrisa
al aire mientras anunciaba su presencia con su mano en otra dirección distinta
a la nuestra. En cuanto llegamos a su lado toqué suavemente su hombro para que
intuyese mi dirección, mientras le exponía las siguientes palabras de cortesía
para su buen gesto. –“Muchas gracias por su hospitalidad señora. Intentaré
pagárselo de alguna manera en que le sea grata lo más pronto posible”-.
Al sentirme se dio la vuelta hacia mi ubicación totalmente
risueña exponiendo –“De nada muchacho. No tienes que darnos nada con vuestra
presencia nos basta, que desde que estamos las dos solas es todo muy aburrido.
Venga preparaos que en cuanto llegue mi nieta nos iremos a casa a descansar que
ya son horas”-. Al oírla sonreí innecesariamente ya que estaba enfocando sin
ver a la lejanía detrás de mi espalda, y me dispuse a esperar a la otra
compañera que compartiría lecho con nosotros. Por suerte no se hizo de rogar,
pues para mi sorpresa, la propia Freyja se abría hueco hacia nosotros con paso
rápido y sin decir palabra. Al verla pensé en saludarla con la mano, pero ese pensamiento
quedó abortado al ver que me ignoraba completamente centrándose solamente en la
señora que nos acompañaba. En cuanto llegó a nuestro lado la agarró del brazo y
con un escueto –“Vamos abuela que es tarde y hace frío”- se encaminaron hacia
las profundidades de las hileras de casas que rodeaban del campo, seguidas por
mí y por el cansado chico que ya le costaba mantener el ritmo frenético al que
habíamos estado sometidos toda la noche.
Caminamos a paso algo lento pero no tardamos en llegar a una
casita de madera idéntica a las demás que la rodeaban excepto por unas
florecitas plantadas alrededor de la puerta principal. Cuando entramos la
señora ya estaba dirigiendo las cosas para que pudiésemos descansar lo más
pronto posible en su humilde hogar. –“Espero que no os importe compartir un
cuarto. Solo tenemos dos habitaciones así que Freyja dormirá conmigo para
dejaros su zona de la casa para vuestras cosas. El baño está al final del
pasillo y la cocina es esto que veis. Usad todo lo que queráis. Freyja, os dará
todo lo que necesitéis para instalaros. Yo os veré ya por la mañana que como
siga despierta mucho rato más mañana no podré ni levantarme de la cama. Qué
tengáis todos buenas noches.”-.
La señora volvió a sonreírnos al sentir nuestro despido de
vuelta y ayudada por un bastón que le había pasado su nieta se fue hacia un
cuarto que daba a la derecha. Freyja sin embargo nos condujo hacia la izquierda
sin decir una palabra hasta que llegamos a una habitación sencilla pero
funcional en la que no reinaba ningún detalle que desvelase que allí dormitaba
una chica de su edad. Al entrar la muchacha comenzó a sacar mantas y paños
limpios que soltó abruptamente encima de la cama diciendo –“Con esto será suficiente.
No me toquéis nada y no intentes alguna locura de las tuyas porque te mato.
Aviso”-.
Sabía que estaba nerviosa por la inseguridad que le daba el
tenernos en su casa así que no quise ponerle las cosas más difíciles explicando
mis intenciones. Tan solo asentí y le di unas buenas noches que solo fueron
respondidas con un portazo bien sonoro tras su salida. Parecía que tras su
marcha todo había acabado ya. Solo me quedaba acostar a un Cam destrozado que
me miraba cabizbajo sin enterarse como siempre de lo que estaba ocurriendo en
dichos momentos de desconcierto para ambos.
Si digo la verdad yo también estaba completamente exhausto después
de todo lo terriblemente vivido, así que no me demoré mucho en asearnos y
prepararlo todo para empezar nuestro merecido reposo. En el proceso me había
propuesto no pensar ni en Peep, ni en nadie más. Debía focalizarme en descansar
y nada más, para que al día siguiente pudiese seguir con el plan establecido de
ayudarlos a todos en la medida de lo posible.
Yo había dado un paso enorme viniendo hasta estas tierras de
la mano del chico, y no podía echarlo todo a perder por un mal humor fruto de
un insatisfactorio descanso. Debía centrar la mente y confiar a ciegas en que
el resto y sobretodo Jason, estarían haciendo las cosas bien en estos momentos en
los que estaban enfrentándose a sus demonios por cuenta propia mientras yo
estaba postrado en el suelo amoldado para el descanso intentando conciliar la
inconsciencia de una vez por todas.
Fue así como dejé que mis pensamientos me amortiguasen las
preocupaciones dejando que poco a poco el sueño me invadiera por completo en el
final de una noche que se nos había presentado totalmente apocalíptica con la
escapada de mi amigo que paradójicamente fue el principio y el fin de mis
pensamientos en esa madrugada de octubre donde ya nada será lo que fue en
nuestros momentos gloriosos de antaño.
Esto es todo por hoy, si se adentran en estos tortuosos
parajes no olviden que aunque todo esté perdido siempre habrá alguna luz en la lejanía
que guíe tu camino en esta terrible oscuridad llena de horrores.
Con afecto.
Tomek Sikorski
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