viernes, 25 de noviembre de 2016

31. Tras las puertas de lo irracionable.

Nota: Treintaiunavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1


Accedimos pues, todos juntos mediante unas portillas chirriantes algo endebles de madera, al conjunto de casas construidas con el mismo anodino material que nos daban la bienvenida con alguna que otra luz encendida desde su interior. Al parecer nuestro escándalo de ahí fuera había despertado a algunos de los vecinos de mis captores haciendo que curioseasen desde las ventanas nuestra improvisada visita tan inesperada por todos los miembros de la aldea.

Por raro que parezca nadie salió si quiera a ver si sus compañeros estaban bien aunque nuestros ropajes sugiriesen que habíamos salido recientemente de un gran enredo. Todos permanecieron en sus casas observando atónitamente desde la seguridad del acristalado hasta que uno de los campesinos que venía en nuestro grupo se atrevió a decir. –“¡Ya no hay peligro! ¡Podéis salir todos!”- Fue entonces cuando automáticamente una afluencia de gente abrigada con lo que podía y sujetando unas velas como lumbre comenzó a salir de sus hogares cautamente para observar la escena que se les presentaba de sorpresa entre sus tierras.



En el grupo donde yo estaba reunido todos esperaban pacientes la reacción de sus compañeros confrontándolos en hilera para hacerse claramente visibles entre la escasa luz que nos acompañaba. Esta no tardó en hacerse llegar de una manera claramente atronadora. La gente al vernos a Cameron y a mí tan distinguidos de sobremanera con nuestro vistoso vestuario que resaltaba notablemente entre la uniformidad de los suyos, empezaron a hacerse preguntas iracundas sobre nuestra intencionalidad de visitarlos a estas horas intempestivas de la madrugada.

Comenzaron a lanzarse preguntas entre ellos que apenas podía distinguir entre el tumulto de voces que se alzaban alarmadas en torno a nuestra presencia. Tan solo algún –“¿Han venido a por nosotros?”- o –“Pero, ¿qué hacen estos aquí?”- llegaban nítidos a mis oídos haciéndome saber de inmediato que tampoco éramos tan cordialmente recibidos como habría pensado en un pasado antes de encontrarme con la fatalidad de sus gentes instantes antes en la espesura del mortecino bosquejo que separaba nuestros diferenciados mundos afincados en la misma tierra.

Mientras uno de los acompañantes intentaba mitigar los ánimos de los presentes yo me dediqué a esperar en silencio mientras observaba el devenir de los acontecimientos. Sabía que si decía algo a nuestro favor la cosa se pondría realmente fea como ya había sucedido antes de que la bestia nos atacase furtivamente en las lindes de sus dominios. En mí estaba claro que no confiaban de antemano, pero si explicaba la situación uno de los suyos podría ser que sí entrasen en razón mediante sus clarificadoras palabras.

-“¡Eh! ¡Callaos! ¡No os he llamado para que arméis este jaleo! ¡Peter acaba de caer, y Lucas está gravemente herido! ¡No tenemos tiempo que perder! ¡Tenemos que organizarnos! Vamos a ver ¿quién puede vigilar a estos dos mientras tratamos las heridas de Lucas? ¿Eh? ¡No os oigo, joder! ¡Centraos y hablad de uno en uno!”-

El campesino se desgañitaba gritando improperios para hacerse escuchar, mientras desde el otro lado las incredulidades y las molestias seguían volando hacia nuestra dirección como dardos envenenados de diversa índole que tan solo tenían en común la molestia acusada por la incomodidad que les causaba nuestra presencia establecida en sus preciadas tierras. –“¿Pero por qué estáis a su lado tan tranquilos? ¡Atadles o algo!”- gritaba uno de ellos, señalándome directamente mientras otro le acompañaba exponiendo –“¿Por qué les habéis dejado entrar siquiera después de todo lo ocurrido? ¿¡¿Es que estáis locos?!? ¡Si Larson se entera de que tenemos a su hijo ya podemos darnos por muertos!”-



Las voces se unían a las acrecientes quejas que no podía seguir escuchando sin más. Una cosa era que el susto colindante a nuestra presencia acarrease unos minutos de desconcierto pero esto ya era pasarse. Nosotros habíamos venido a verlos por propia voluntad aguantando de por medio de horrendas calamidades para ahora tenernos que enfrentarnos a una muchedumbre totalmente volcada en nuestra contra sin causa alguna. Debían saber al menos nuestras intenciones para que luego debatieran en consecuencia nuestra manera de actuar para con nosotros en estos delicados momentos.

Para ello rompí con mi anterior protocolo de no interactuar en esta situación tan delicada, y  alcé la voz para hacerme oír entre el tumulto establecido en esta locura de noche que parecía no tener fin. –“Por favor. Por favor, escuchadme. Hemos venido a hacer un trato. Nada más. No hace falta que os sintáis tan amenazados. De verdad… si tan solo me dejaseis hablar un min…un minuto comprenderíais que…”- Nada. No había manera. Todos estaban enfrascados en sus quejas que mis ecos pasaban totalmente desapercibidos en el tumulto de voces que se había originado con la espontaneidad del momento. Tan solo un campesino pareció haberse decidido a contestar a mi propuesta de la peor manera inimaginable.

-“¡Tú cállate cazador que aquí nadie te ha llamado para que vengas con tus ropas caras a traernos la muerte a nuestras tierras! ¡La próxima vez que te vea abrir esa bocaza os mato a los dos y acabo con esto de una vez por todas!”- El viejo hostigador levantó el puño tras sus palabras haciéndome ver que sus amenazas iban completamente en serio para nuestra desgracia. Yo por mi parte tan solo atraje al chico hacia mí a modo de protección pensando que estaba todo nuevamente perdido. Antes, con una decena de hombres había podido ingeniármelas para lidiar a duras penas con ellos, pero ahora con todo un pueblo en mi contra empezaba a plantearme de nuevo que no había solución posible para intentar una conciliación con el bando contrario por mínima que fuese en la comprensión de nuestra situación.

Cansado, iba a informar de todo esto a los campesinos que seguían pidiendo calma a mi lado de la batalla. Pero en cuanto intenté hacerme oír entre las quejas de los campesinos, una voz femenina claramente reconocible irrumpió con fuerza entre el alboroto expuesto, haciendo que milagrosamente todo el mundo captase su atención ante la atonitación que dejaban sus palabras en el aire.

-“En realidad sí que alguien los ha invitado a venir a nuestras tierras. Yo misma estaba presente cuando Freyja se abrazó a ese tipo estirado y le dijo que por favor la ayudase, ¿verdad Freyja?”- En cuanto la compañera de Freyja completamente visible desde mi posición anunció tal misiva, centenares de ojos comenzaron a buscar a la muchacha entre la multitud haciendo cuestiones imperiosas sobre su supuesta implicación con nuestra repentina aparición. Al principio he de decir que me constó dar con su paradero, ya que todo el mundo parecía moverse demasiado en la búsqueda y eso estaba poniendo claramente nerviosos al resto de los campesinos que estaban a mi lado, haciendo que se preguntasen audiblemente que relación tenía la chica en todo esto. No fue hasta que alguien la empujó al frente cuando la pude ver nítidamente en medio de sus vecinos claramente asustada ante lo que se le veía encima por parte de aquellos rudos hombres que ella consideraba apasionadamente de los suyos.

Nada más verla la gente se le echó encima inmediatamente para someterla a una rueda de preguntas caóticas a la que solo respondía con balbuceos. Desde la distancia pude ver como lo pasaba claramente mal en ese momento tan difícil para ella. Sus respuestas no pasaban de las dos sílabas antes de ahogarse en sollozos que reprimía con las manos, mientras los campesinos no le dejaban ni un respiro entre una respuesta y otra. Ignoraba porque su compañera había podido echarla a ese enjambre de bárbaros tan así por las buenas, sin hacer si quiera nada por defenderla cuando ella misma la había acompañado en la mañana a nuestro hogar, para escuchar su petición hacia mi persona de una manera tan neutral, que creía que estaban juntas en el mismo bando, de la misma manera en que podíamos estarlo mis amigos y yo en cualquier situación similar, en que llegado el caso se nos hubiera podido presentar a la contra en una situación similar a la vivida.

Parece ser que una vez más me había equivocado en mis predicciones, ya que mientras la chica lo estaba pasando realmente mal, la mujer estaba de pie mirando hacia su dirección sin hacer absolutamente nada para detener el tremendo sufrimiento que estaba atormentando su amiga injustamente por su culpa.

Fue ahí donde decidí romper una vez más con mi tentativa de mutismo al ver que una injusticia de tal calibre se exponía delante de mis narices de una manera tan maliciosamente abusiva. No iba a permitir que en mi presencia se tratase así a una persona inocente por muy poco que me concerniese el asunto, así que intenté gritar todo lo que pude para hacerme oír en medio del tumulto de una manera un tanto impropia en mi persona, e intenté exponer con firmeza los hechos desafortunados que nos habían traído hasta aquí de una manera claramente sentenciadora. –“¡No hostiguéis tanto a la pobre chica que esto no tiene nada que ver con ella! ¡Nosotros hemos venido aquí solo por fines asociados a nuestra causa. Si queréis hacer negocios con nosotros estamos abiertos a la discusión. Sino decídmelo que no perderemos ni un segundo más en estas tierras. Nos iremos por donde hemos venido y no nos volveréis a ver jamás!”-.  

En cuanto formulé la sugerencia mil improperios se volvieron hacia mí de una manera totalmente aplastante dejándome ver que ni con mis advertencias podría conseguir nada en claro de ellos. Esta gente parecía no ser capaz de comprender toda la magnitud que implicaba el asunto por mucho que les insistiera en su importancia, así que solo me quedaba cortar por lo sano e irme con el chico hacia un lugar mejor fuera de dichos límites tan hostiles.

Sabía que era un pensamiento totalmente radical pero no me cabía otra si quería salvar la poca ventaja que aun sacábamos a Larson y compañía con nuestra huida hacia otras tierras desconocidas. Miré por ello a los asistentes de la reunión por última vez, y sin decir una palabra me giré con rapidez, tirando suavemente del chico para que siguiera mis pasos, y juntos comenzamos a ir hacia la portilla de la entrada mientras los gritos aumentaban de volumen al ver nuestra determinada acción sentenciadora. Al escucharlos hice oídos sordos y seguí firmemente hacia adelante. No estaba dispuesto a seguir en este juego banal en el que todos salíamos perjudicados mientras el tiempo corría en nuestra contra. Me iría hacia algún lugar a pasar la poca noche que nos quedaba y ya por la mañana idearía un nuevo plan que nos sacase de ese atolladero en el que estábamos totalmente implicados.

Tenía todo totalmente definido en mi cabeza. La recomposición de los nuevos hechos me dejaron ver que otras posibles opciones podrían abrirse ante mí como un nuevo abanico de opciones. Aquí ya todo estaba perdido. O al menos eso pensaba yo, pues al iniciar mi marcha, una voz cascada por la edad detuvo tanto mi avance como el estupor de sus compañeros con estas chocantes palabras que desentonaban vivamente entre la uniformidad de los improperios establecidos por el resto de los campesinos. -“Espera muchacho no te vayas. Eres el único que puedes sacarnos de la terrible angustia que vivimos cada día”-.



En cuanto escuché sus palabras volteé mi cabeza hacia la dirección de la voz en busca de mi alentador, quedándome súbitamente helado por la sorpresa al ver la estampa que se desarrollaba ante mis ojos. En ella una señora invidente de avanzada edad que miraba hacia la nada con sus pupilas blanquecinas se intentaba abrir paso entre la muchedumbre para dar la cara de su autoría mientras sus compañeros ya le rebatían aunque de manera más comedida, sus extrañas palabras. Al principio sentí lastima de la pobre mujer pero para mi sorpresa esta no se achantó ante sus semejantes. Sin apresurarse la anciana ignoró el tumulto de voces que la rodeaban y siguió hablando sobre las evidencias más claras que se habían pasado por mi mente nada más ver el caos montado por esas extrañas gentes que tan solo expresaban hostilidad hacia mi presencia.

–“No me gritéis. Por mucho que os duela, estos chicos han venido a plantearnos una alternativa al desastre que se nos viene encima. Puede que al final no llegue a nada, pero al menos deberíamos escucharlos para ver si lo que nos proponen nos beneficia. Además habéis dicho que Lucas está malherido y no le he oído decir nada en todo lo que llevamos aquí parados. Seguro que apenas puede mantenerse en pie. Se nos va a acabar desmayando mientras nos dejamos la piel gritando. Yo propongo que nos vayamos todos a dormir que ya son horas, y mañana ya seguimos discutiendo los problemas que tenemos encima. Los forasteros pueden quedarse en nuestra casa. Asumo el riesgo. Sé que si Freyja fue a pedirles ayuda no pueden ser tan peligrosos como decís.”-.

Todos la miraron atónitos incluido yo. No podía creer que la única persona con sentido común en medio de esta vorágine de locura nos estuviera ofreciendo cobijo después de escuchar las duras increpaciones de sus compañeros. Era un gesto digno de admirar y más en esas circunstancias tan duras para con nosotros, por lo que no lo dudé ni un segundo en exponerle mi gratitud ante su gesto tan sumamente compasivo hacia nuestras personas. –“Tanto Cameron como yo le agradecemos su generoso ofrecimiento señora. Le aseguro que la molestaremos lo menos posible para no causarle más molestias de las necesarias”-.

En cuanto expuse mis agradecimientos muchos de ellos volvieron a mostrarse indignados por el transcurso de los acontecimientos, pero para mí alivio no solo nosotros estábamos de acuerdo con dicha conclusión, sino que uno de los campesinos que me habían encontrado en el bosque y me había custodiado hasta entonces, habló por primera vez para exponer la siguiente conclusión –“Cleo tiene razón. Deberíamos irnos a dormir un poco para despejar las ideas. Este tipo es bastante raro pero si ella quiere tenerle en casa es su decisión. Venga, que sigan los de la siguiente guardia que la nuestra ya se ha acabado desde hace un buen rato”-.

En cuanto el aldeano habló no todo el mundo parecía estar conforme con la decisión pero al menos la mitad de ellos sí comenzaron a irse hacia sus hogares, por lo que el resto se resignó y se fue evadiendo también poco a poco, dejando la zona mucho más aliviada de lo que estaba hacía unos instantes. Yo por mi parte como no sabía muy bien que hacer, comencé a andar con el chico en dirección a la señora que ya estaba esbozando una leve sonrisa al aire mientras anunciaba su presencia con su mano en otra dirección distinta a la nuestra. En cuanto llegamos a su lado toqué suavemente su hombro para que intuyese mi dirección, mientras le exponía las siguientes palabras de cortesía para su buen gesto. –“Muchas gracias por su hospitalidad señora. Intentaré pagárselo de alguna manera en que le sea grata lo más pronto posible”-.

Al sentirme se dio la vuelta hacia mi ubicación totalmente risueña exponiendo –“De nada muchacho. No tienes que darnos nada con vuestra presencia nos basta, que desde que estamos las dos solas es todo muy aburrido. Venga preparaos que en cuanto llegue mi nieta nos iremos a casa a descansar que ya son horas”-. Al oírla sonreí innecesariamente ya que estaba enfocando sin ver a la lejanía detrás de mi espalda, y me dispuse a esperar a la otra compañera que compartiría lecho con nosotros. Por suerte no se hizo de rogar, pues para mi sorpresa, la propia Freyja se abría hueco hacia nosotros con paso rápido y sin decir palabra. Al verla pensé en saludarla con la mano, pero ese pensamiento quedó abortado al ver que me ignoraba completamente centrándose solamente en la señora que nos acompañaba. En cuanto llegó a nuestro lado la agarró del brazo y con un escueto –“Vamos abuela que es tarde y hace frío”- se encaminaron hacia las profundidades de las hileras de casas que rodeaban del campo, seguidas por mí y por el cansado chico que ya le costaba mantener el ritmo frenético al que habíamos estado sometidos toda la noche.



Caminamos a paso algo lento pero no tardamos en llegar a una casita de madera idéntica a las demás que la rodeaban excepto por unas florecitas plantadas alrededor de la puerta principal. Cuando entramos la señora ya estaba dirigiendo las cosas para que pudiésemos descansar lo más pronto posible en su humilde hogar. –“Espero que no os importe compartir un cuarto. Solo tenemos dos habitaciones así que Freyja dormirá conmigo para dejaros su zona de la casa para vuestras cosas. El baño está al final del pasillo y la cocina es esto que veis. Usad todo lo que queráis. Freyja, os dará todo lo que necesitéis para instalaros. Yo os veré ya por la mañana que como siga despierta mucho rato más mañana no podré ni levantarme de la cama. Qué tengáis todos buenas noches.”-.

La señora volvió a sonreírnos al sentir nuestro despido de vuelta y ayudada por un bastón que le había pasado su nieta se fue hacia un cuarto que daba a la derecha. Freyja sin embargo nos condujo hacia la izquierda sin decir una palabra hasta que llegamos a una habitación sencilla pero funcional en la que no reinaba ningún detalle que desvelase que allí dormitaba una chica de su edad. Al entrar la muchacha comenzó a sacar mantas y paños limpios que soltó abruptamente encima de la cama diciendo –“Con esto será suficiente. No me toquéis nada y no intentes alguna locura de las tuyas porque te mato. Aviso”-.

Sabía que estaba nerviosa por la inseguridad que le daba el tenernos en su casa así que no quise ponerle las cosas más difíciles explicando mis intenciones. Tan solo asentí y le di unas buenas noches que solo fueron respondidas con un portazo bien sonoro tras su salida. Parecía que tras su marcha todo había acabado ya. Solo me quedaba acostar a un Cam destrozado que me miraba cabizbajo sin enterarse como siempre de lo que estaba ocurriendo en dichos momentos de desconcierto para ambos.

Si digo la verdad yo también estaba completamente exhausto después de todo lo terriblemente vivido, así que no me demoré mucho en asearnos y prepararlo todo para empezar nuestro merecido reposo. En el proceso me había propuesto no pensar ni en Peep, ni en nadie más. Debía focalizarme en descansar y nada más, para que al día siguiente pudiese seguir con el plan establecido de ayudarlos a todos en la medida de lo posible.

Yo había dado un paso enorme viniendo hasta estas tierras de la mano del chico, y no podía echarlo todo a perder por un mal humor fruto de un insatisfactorio descanso. Debía centrar la mente y confiar a ciegas en que el resto y sobretodo Jason, estarían haciendo las cosas bien en estos momentos en los que estaban enfrentándose a sus demonios por cuenta propia mientras yo estaba postrado en el suelo amoldado para el descanso intentando conciliar la inconsciencia de una vez por todas.

Fue así como dejé que mis pensamientos me amortiguasen las preocupaciones dejando que poco a poco el sueño me invadiera por completo en el final de una noche que se nos había presentado totalmente apocalíptica con la escapada de mi amigo que paradójicamente fue el principio y el fin de mis pensamientos en esa madrugada de octubre donde ya nada será lo que fue en nuestros momentos gloriosos de antaño.

Esto es todo por hoy, si se adentran en estos tortuosos parajes no olviden que aunque todo esté perdido siempre habrá alguna luz en la lejanía que guíe tu camino en esta terrible oscuridad llena de horrores.
Con afecto.

Tomek Sikorski

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