viernes, 11 de noviembre de 2016

30. Bajo la presión de la nocturnidad (Segunda parte).

Nota: Treintavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del treintavo capítulo pulse aquí:  Primera parte



Cuando descubrieron mis intenciones se miraron entre ellos extrañados. Estaba claro que mi cambio de humor les había parecido cuanto menos notable en este escenario tan tirante que estábamos teniendo. Podría ser incluso que llegasen a pensar que los rumores destapados por los testaferros acerca de mi desequilibrio mental eran ciertos, pero eso a mí sinceramente me daba lo mismo. Lo único que deseaba era terminar con esto cuanto antes, a poder ser sin más percances de por medio. Así que me dispuse a avanzar por mi cuenta hacia la aldea de los campesinos al ver que la perplejidad que sufrían mis acompañantes les estaba tomando más tiempo del que podía permitirme en esta aventura.

-“Si no vais a moveros dadme al chico que nos vamos adelantando nosotros y ya os esperamos allí con los demás”- Mis palabras eran un poco directas teniendo en cuenta que nos tenían amenazados. Podría ser que el desencuentro que tanto quería evitar lo incentivase yo con mis actos. Aunque realmente ese era el menor de mis problemas ahora mismo. Lo que de verdad me preocupaba en estos momentos era la criatura que nos había perseguido hace unos minutos por el bosque, por lo que no tenía alternativa de sonar algo brusco si quería evitar males innecesarios.

Al escucharme, el que me tenía encañonado me agarró del hombro con la mano que tenía libre, mostrándome con ello un atisbo de malestar que me daba cuenta de que no le había gustado mi tono empleado con anterioridad, y con desdén expuso su esclarecedor argumento hacia mi persona en un intento de lograr recuperar el control que amenazaba con perder bajo mi insubordinación. –“De eso nada. No sé qué pretendes pero no te creas que te vas a ir de aquí sin nosotros. Venga vámonos hacia la aldea”- Su compañero al oírle asintió a su sentencia, llevando en primera línea a Cameron a su lado. Yo por mi parte iba con el susodicho del arma en la retaguardia, sintiéndome completamente vigilado por su sinuosa mirada hacia mi dirección, y sabiendo muy ciertamente que no me libraría de él en el resto del camino que nos quedaba para llegar a ese lugar lleno de misterios y esperanza.



Si soy sincero no puedo decir en qué momento exacto decidí que ir al valle de los campesinos era mejor idea que quedarme resguardado en la cabaña con Magda y Peep a la espera de las noticias que fueran llegando del exterior. Supongo que el hecho de que mi compañero se comportase tan raro, llegando a ocultarnos cosas a mí y a Jason, seguido de que Freyja y su amiga nos hubieran dicho que ellos eran capaces de curar a Cam, hizo que me decantase finalmente por ir a visitarlos en vez de buscar un plan conjunto a mis amigos como cabría esperar en un principio. Aunque si he de concretar más repasando todas y cada una de las certezas que me llevaron a este momento, se podría decir que el punto de inflexión había sido la despedida que Jason me había profesado hacía tan solo unas horas en la seguridad de nuestro cobertizo.

En sus palabras había habido un mensaje implícito que de ser descifrado certeramente como creía que lo había hecho, transmitía un terror mucho más grande que cualquiera de los horrores que hubiera podido vivir en estos parajes. Jason sin dudarlo un momento me había pedido que me marchase de este lugar. Y para ello no había reparado en la seguridad de ninguno de los presentes, ni si quiera del chico que se encontraba en ese estado tan paupérrimo después de haber pasado por las inquisitivas manos de Hyter. Eso solo podía derivar en un pensamiento muy propio de su criterio, en el que su único principio estaba focalizado en salvarnos la vida en todo momento necesario.

En todo lo que llevaba en este pueblo ni una vez lo había visto dudar en quedarse atrás haciendo frente al enemigo para que el resto pudiésemos escapar con vida. Por eso tenía claro que si sus palabras se focalizaban tanto en mi huida dejando al resto desamparados, era porque nos veía a todos y cada uno de nosotros muertos. Y al único que creía tener esperanza de salvar era a mí.

Soy consciente de que mis duras palabras pueden suponer una verdadera locura para aquél que no esté acostumbrado a estos desmesurados designios, pero para mí era algo tan claro como el agua que resplandecía en un día de verano. Teniendo en cuenta que su vida y la de Jack estaban siempre pendientes de un hilo tanto por las amenazas de los testaferros como por la de los cazadores, respectivamente. Jason parecía haberse auto impuesto una coraza defensiva que le hacía no pensar en ello a no ser que fuese totalmente inevitable. Pero en estos días, después de hablar con Larson en el ayuntamiento pude ver como su armadura se resquebrajaba al palpar el peligro inminente que corría entre ellos dos como la mecha que recorre la estela de pólvora hasta la destrucción más inminente. Después de eso pude observar sin gran asombro como su aparente tranquilidad respecto al tema de los peligros familiares se rompió del todo cuando las campesinas nos expusieron la ausencia de Jack en la casa. Ese impedimento no solo daba a mi amigo un motivo para preocuparse de su hermano, sino además por todos nosotros en general, al ser los próximos a tratar por la furia de Larson al verse despojado de su hijo por nuestro grupo de amigos.



Al conocerse la noticia, cada uno tuvo instantáneamente la marca de la muerte impresa en su alma. Jack por su traición. Jason por la cuestión de que los testaferros estaban perdiendo fuerza y su cabeza era lo que más anhelaba Larson de todos nosotros para reestablecer el orden haciendo perder a los cazadores a uno de sus miembros más amenazantes en estos tiempos inciertos. Cameron por su parte lo amenazaba su propia enfermedad que lo asolaba día y noche consumiendo su cordura a cada día que pasaba implacablemente. Magda estaba claro que aunque nos tuviese un afecto avasallador tenía el corazón dividido entre nosotros y su familia instalada del lado de Larson. Peep era cuestión de tiempo que cayese también al andar confabulando con el bando rival en busca de información. Y por supuesto mi persona que parecía estar en el ojo del huracán viéndolo todo venir de una manera imparable, y sin saber que hacer al ser simplemente un extranjero venido a menos que intentaba por todos los medios adecuarse a la incordura de este lugar, mientras todos anhelaban un pedazo de su alma para fines totalmente dispares entre sí.

En definitiva, yo era el único al que objetivamente se podía salvar mandando lejos de este lugar sin lamentar males mayores por ello. Mis amigos se las habían arreglado a la perfección en todos estos años sin estar acompañados por mi presencia, por lo que sabía a ciencia cierta que dejarlos solos no iba a marcar ninguna diferencia en sus seguridades personales. Pero eso por más que Jason quisiese no pensar en ello, no quitaba que yo me sintiese francamente mal por ello. No pensaba abandonar a nadie por más que fuera totalmente prescindible en esa escena dantesca que se abría insoldable ante mí. Así que lo único que podía hacer en estos momentos era ayudarles uno a uno en sus determinados problemas para así salvarles de cualquier atrocidad que se presentase en el camino, y librarnos al fin de esta inmensa desgracia en la que estábamos totalmente consumidos.

Por eso, después de que Jason se fuera de mi habitación comencé a pensar de la manera más objetiva que mi alma pudiese profesar, sobre quién era el miembro de los cazadores que necesitaba la ayuda más inmediata para poder salvarle a él primero de las garras de la muerte. En cuanto me expuse dicho dilema dos nombres a la par me vinieron a la mente de seguido. Estos eran Cameron y Jason.  El último acababa de irse por la puerta asegurándome que no necesitaba mi respaldo en dichos momentos, y el chico no estaba en condiciones ni si quiera de poder pedírmelo si así se diese el caso, así que me encontraba en una encrucijada difícil de resolver.

Comencé pues a darle vueltas durante horas hasta que rememorando el día pasado, me di cuenta de que podía salvarles la vida a ambos. Podía llevar a Cameron a los campesinos para que le aplicasen esa curación de la que habían hablado en el interior de la cabaña, mientras yo al dejarle con ellos iba en busca de los hermanos Avery en un intento de ayudar en todo lo que pudiese a su causa.

Era una solución completamente arriesgada pero como decía el dicho, a grandes males grandes remedios. Cameron malamente podría estar peor de lo que ya estaba, y aunque me habían hablado grandes temeridades de los campesinos, había conocido el carácter de Freyja, y aunque sabía que era un torbellino de emociones, estaba convencido de que si trataba el tema con ella llegaríamos finalmente a un mutuo acuerdo en el que nos beneficiásemos ambos. Al fin y al cabo ellos también eran víctimas del alcalde y sus designios. Estábamos por tanto forzados a entendernos para abordar el tema de que un enemigo común nos amenazaba a ambos con arrebatarnos aquello que nos era amado. Solo necesitábamos darnos cuenta de ese detalle, y afanarnos a lo que nos unía para hacerle frente a ese titán que asolaba estas tierras desesperanzadas por los horrores que la amenazaban y su dictatorial conducta.

Yo por mi parte ya había comenzado mi tentativa yendo hacia ellos, lo que el resto decidiese ya no estaba en mis manos. Me encontraba por tanto, una vez más, en manos del destino despiadado que amenazaba de nuevo con arrebatarme lo poco que tenía en este pueblo maldecido por su desdicha.



Así que sin perder el ritmo avanzamos por una ladera próxima al pueblo, atravesando todos los límites de la espesura a través de un cansancio acumulado que ya iba haciendo meya en mi persona. Ahora que ya habíamos salido de la peligrosidad de la profundidad del bosque y de la búsqueda inquisitiva de Peep, mi cuerpo comenzó a reclamar otras atenciones como el poderoso descanso que me pedían las piernas a cada paso que daba en un toque lastimero de que estaba forzando mis articulaciones más de lo que debería. Necesitaba tomar descanso pronto o mi mente comenzaría a forzarme a hacerlo. Intenté no pensar en ello y centrarme en los pasos que me quedaban por delante, ya que si pedía un respiro no solo me exponía a mostrar mi debilidad ante el contrario sino que además perderíamos un tiempo glorioso que podría ser utilizado para otros fines más importantes en el conjunto de la situación.

Al virar por la centralidad del pueblo, descendimos por un caminito de tierra hasta dar con lo que parecía un pequeño poblado totalmente diferente a la arquitectura expuesta en estos parajes. Al verlo suspiré gratamente aliviado al observar las diminutas casitas de madera que nos daban la bienvenida situadas conjuntamente en los extremos de un extenso campo que parecía brillar con luz propia. No sé si fue el consuelo que me otorgó ver que al fin llegábamos a nuestro destino, o que el ambiente era de lo más tranquilizador, que no vi venir lo que tristemente ocurrió a continuación.

Continuará

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