Para ir a la primera parte del treintavo capítulo pulse aquí: Primera parte
Cuando descubrieron mis intenciones se miraron entre ellos
extrañados. Estaba claro que mi cambio de humor les había parecido cuanto menos
notable en este escenario tan tirante que estábamos teniendo. Podría ser
incluso que llegasen a pensar que los rumores destapados por los testaferros
acerca de mi desequilibrio mental eran ciertos, pero eso a mí sinceramente me
daba lo mismo. Lo único que deseaba era terminar con esto cuanto antes, a poder
ser sin más percances de por medio. Así que me dispuse a avanzar por mi cuenta hacia
la aldea de los campesinos al ver que la perplejidad que sufrían mis
acompañantes les estaba tomando más tiempo del que podía permitirme en esta
aventura.
-“Si no vais a moveros dadme al chico que nos vamos
adelantando nosotros y ya os esperamos allí con los demás”- Mis palabras eran
un poco directas teniendo en cuenta que nos tenían amenazados. Podría ser que
el desencuentro que tanto quería evitar lo incentivase yo con mis actos. Aunque
realmente ese era el menor de mis problemas ahora mismo. Lo que de verdad me
preocupaba en estos momentos era la criatura que nos había perseguido hace unos
minutos por el bosque, por lo que no tenía alternativa de sonar algo brusco si
quería evitar males innecesarios.
Al escucharme, el que me tenía encañonado me agarró del
hombro con la mano que tenía libre, mostrándome con ello un atisbo de malestar
que me daba cuenta de que no le había gustado mi tono empleado con
anterioridad, y con desdén expuso su esclarecedor argumento hacia mi persona en
un intento de lograr recuperar el control que amenazaba con perder bajo mi
insubordinación. –“De eso nada. No sé qué pretendes pero no te creas que te vas
a ir de aquí sin nosotros. Venga vámonos hacia la aldea”- Su compañero al oírle
asintió a su sentencia, llevando en primera línea a Cameron a su lado. Yo por
mi parte iba con el susodicho del arma en la retaguardia, sintiéndome
completamente vigilado por su sinuosa mirada hacia mi dirección, y sabiendo muy
ciertamente que no me libraría de él en el resto del camino que nos quedaba
para llegar a ese lugar lleno de misterios y esperanza.
Si soy sincero no puedo decir en qué momento exacto decidí
que ir al valle de los campesinos era mejor idea que quedarme resguardado en la
cabaña con Magda y Peep a la espera de las noticias que fueran llegando del
exterior. Supongo que el hecho de que mi compañero se comportase tan raro,
llegando a ocultarnos cosas a mí y a Jason, seguido de que Freyja y su amiga
nos hubieran dicho que ellos eran capaces de curar a Cam, hizo que me decantase
finalmente por ir a visitarlos en vez de buscar un plan conjunto a mis amigos
como cabría esperar en un principio. Aunque si he de concretar más repasando
todas y cada una de las certezas que me llevaron a este momento, se podría
decir que el punto de inflexión había sido la despedida que Jason me había
profesado hacía tan solo unas horas en la seguridad de nuestro cobertizo.
En sus palabras había habido un mensaje implícito que de ser
descifrado certeramente como creía que lo había hecho, transmitía un terror
mucho más grande que cualquiera de los horrores que hubiera podido vivir en
estos parajes. Jason sin dudarlo un momento me había pedido que me marchase de
este lugar. Y para ello no había reparado en la seguridad de ninguno de los presentes,
ni si quiera del chico que se encontraba en ese estado tan paupérrimo después
de haber pasado por las inquisitivas manos de Hyter. Eso solo podía derivar en
un pensamiento muy propio de su criterio, en el que su único principio estaba
focalizado en salvarnos la vida en todo momento necesario.
En todo lo que llevaba en este pueblo ni una vez lo había
visto dudar en quedarse atrás haciendo frente al enemigo para que el resto
pudiésemos escapar con vida. Por eso tenía claro que si sus palabras se
focalizaban tanto en mi huida dejando al resto desamparados, era porque nos
veía a todos y cada uno de nosotros muertos. Y al único que creía tener
esperanza de salvar era a mí.
Soy consciente de que mis duras palabras pueden suponer una
verdadera locura para aquél que no esté acostumbrado a estos desmesurados
designios, pero para mí era algo tan claro como el agua que resplandecía en un
día de verano. Teniendo en cuenta que su vida y la de Jack estaban siempre
pendientes de un hilo tanto por las amenazas de los testaferros como por la de
los cazadores, respectivamente. Jason parecía haberse auto impuesto una coraza defensiva
que le hacía no pensar en ello a no ser que fuese totalmente inevitable. Pero en
estos días, después de hablar con Larson en el ayuntamiento pude ver como su
armadura se resquebrajaba al palpar el peligro inminente que corría entre ellos
dos como la mecha que recorre la estela de pólvora hasta la destrucción más
inminente. Después de eso pude observar sin gran asombro como su aparente
tranquilidad respecto al tema de los peligros familiares se rompió del todo
cuando las campesinas nos expusieron la ausencia de Jack en la casa. Ese
impedimento no solo daba a mi amigo un motivo para preocuparse de su hermano,
sino además por todos nosotros en general, al ser los próximos a tratar por la
furia de Larson al verse despojado de su hijo por nuestro grupo de amigos.
Al conocerse la noticia, cada uno tuvo instantáneamente la
marca de la muerte impresa en su alma. Jack por su traición. Jason por la
cuestión de que los testaferros estaban perdiendo fuerza y su cabeza era lo que
más anhelaba Larson de todos nosotros para reestablecer el orden haciendo
perder a los cazadores a uno de sus miembros más amenazantes en estos tiempos
inciertos. Cameron por su parte lo amenazaba su propia enfermedad que lo
asolaba día y noche consumiendo su cordura a cada día que pasaba
implacablemente. Magda estaba claro que aunque nos tuviese un afecto
avasallador tenía el corazón dividido entre nosotros y su familia instalada del
lado de Larson. Peep era cuestión de tiempo que cayese también al andar
confabulando con el bando rival en busca de información. Y por supuesto mi
persona que parecía estar en el ojo del huracán viéndolo todo venir de una
manera imparable, y sin saber que hacer al ser simplemente un extranjero venido
a menos que intentaba por todos los medios adecuarse a la incordura de este lugar,
mientras todos anhelaban un pedazo de su alma para fines totalmente dispares
entre sí.
En definitiva, yo era el único al que objetivamente se podía
salvar mandando lejos de este lugar sin lamentar males mayores por ello. Mis
amigos se las habían arreglado a la perfección en todos estos años sin estar
acompañados por mi presencia, por lo que sabía a ciencia cierta que dejarlos
solos no iba a marcar ninguna diferencia en sus seguridades personales. Pero
eso por más que Jason quisiese no pensar en ello, no quitaba que yo me sintiese
francamente mal por ello. No pensaba abandonar a nadie por más que fuera
totalmente prescindible en esa escena dantesca que se abría insoldable ante mí.
Así que lo único que podía hacer en estos momentos era ayudarles uno a uno en
sus determinados problemas para así salvarles de cualquier atrocidad que se
presentase en el camino, y librarnos al fin de esta inmensa desgracia en la que
estábamos totalmente consumidos.
Por eso, después de que Jason se fuera de mi habitación
comencé a pensar de la manera más objetiva que mi alma pudiese profesar, sobre
quién era el miembro de los cazadores que necesitaba la ayuda más inmediata
para poder salvarle a él primero de las garras de la muerte. En cuanto me
expuse dicho dilema dos nombres a la par me vinieron a la mente de seguido.
Estos eran Cameron y Jason. El último
acababa de irse por la puerta asegurándome que no necesitaba mi respaldo en
dichos momentos, y el chico no estaba en condiciones ni si quiera de poder
pedírmelo si así se diese el caso, así que me encontraba en una encrucijada
difícil de resolver.
Comencé pues a darle vueltas durante horas hasta que
rememorando el día pasado, me di cuenta de que podía salvarles la vida a ambos.
Podía llevar a Cameron a los campesinos para que le aplicasen esa curación de
la que habían hablado en el interior de la cabaña, mientras yo al dejarle con
ellos iba en busca de los hermanos Avery en un intento de ayudar en todo lo que
pudiese a su causa.
Era una solución completamente arriesgada pero como decía el
dicho, a grandes males grandes remedios. Cameron malamente podría estar peor de
lo que ya estaba, y aunque me habían hablado grandes temeridades de los
campesinos, había conocido el carácter de Freyja, y aunque sabía que era un
torbellino de emociones, estaba convencido de que si trataba el tema con ella
llegaríamos finalmente a un mutuo acuerdo en el que nos beneficiásemos ambos.
Al fin y al cabo ellos también eran víctimas del alcalde y sus designios.
Estábamos por tanto forzados a entendernos para abordar el tema de que un
enemigo común nos amenazaba a ambos con arrebatarnos aquello que nos era amado.
Solo necesitábamos darnos cuenta de ese detalle, y afanarnos a lo que nos unía
para hacerle frente a ese titán que asolaba estas tierras desesperanzadas por
los horrores que la amenazaban y su dictatorial conducta.
Yo por mi parte ya había comenzado mi tentativa yendo hacia
ellos, lo que el resto decidiese ya no estaba en mis manos. Me encontraba por
tanto, una vez más, en manos del destino despiadado que amenazaba de nuevo con
arrebatarme lo poco que tenía en este pueblo maldecido por su desdicha.
Así que sin perder el ritmo avanzamos por una ladera próxima al
pueblo, atravesando todos los límites de la espesura a través de un cansancio
acumulado que ya iba haciendo meya en mi persona. Ahora que ya habíamos salido
de la peligrosidad de la profundidad del bosque y de la búsqueda inquisitiva de
Peep, mi cuerpo comenzó a reclamar otras atenciones como el poderoso descanso
que me pedían las piernas a cada paso que daba en un toque lastimero de que
estaba forzando mis articulaciones más de lo que debería. Necesitaba tomar
descanso pronto o mi mente comenzaría a forzarme a hacerlo. Intenté no pensar
en ello y centrarme en los pasos que me quedaban por delante, ya que si pedía
un respiro no solo me exponía a mostrar mi debilidad ante el contrario sino que
además perderíamos un tiempo glorioso que podría ser utilizado para otros fines
más importantes en el conjunto de la situación.
Al virar por la centralidad del pueblo, descendimos por un
caminito de tierra hasta dar con lo que parecía un pequeño poblado totalmente
diferente a la arquitectura expuesta en estos parajes. Al verlo suspiré
gratamente aliviado al observar las diminutas casitas de madera que nos daban
la bienvenida situadas conjuntamente en los extremos de un extenso campo que
parecía brillar con luz propia. No sé si fue el consuelo que me otorgó ver que
al fin llegábamos a nuestro destino, o que el ambiente era de lo más
tranquilizador, que no vi venir lo que tristemente ocurrió a continuación.
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario