En cuanto escuché sus intenciones no respondí nada al
respecto. Me limité a asimilar la situación, y a elaborar un plan que la
solventase. Que Hyter iba a estar en contra de todo esto convirtiéndose en un
muro difícil de salvar era algo que ya había previsto. Pero que llegase a
exponer abiertamente que todo lo que realizaría por la salud del hijo de su
compañero iba a ser una farsa me pareció ir demasiado lejos, ya que por mucho
que el chico se uniese a nuestra causa, y le provocase algún que otro problema,
su padre confiaba en él, y le estaba pidiendo ayuda para salvar lo que
consideraban su mala salud. Lo mínimo que podía hacer era intentar por algún
medio llevar ese hecho a cabo. No venir con su molesta suficiencia diciendo que
estaba todo perdido sin apenas intentarlo.
Hyter por su parte, continuó con su falsa labor analítica
hacia mi persona, mostrándome las extrañas láminas que había recogido con
anterioridad. – “Verá señor Sikorski. Este procedimiento es muy sencillo. Yo
voy a ir enseñándole unos dibujos, y usted me responde sí reconoce al ser o a
la persona que estén expuestos en ella. ¿Lo ha comprendido bien?”- Asentí al
aire, pues aunque él mismo había formulado la pregunta, esta había sido de lo
más formal. Ni si quiera me miró rápidamente para observar que mi respuesta era
afirmativa, simplemente recogió de su regazo la primera lámina y me mostró su
contenido con total tranquilidad. – “Dígame lo que ve en estos trazos”-. En
cuanto mis ojos se posaron en el papel me quedé de lo más estupefacto. No había
mucho que adivinar como para saber que lo que me mostraba en esos momentos era
una de las criaturas que residían en este pueblo. Más concretamente, era
exactamente del mismo tipo de criaturas que me habían atacado en el bosque, la
noche en que conocí a Henry. Por ello, como si de una regresión de ese mal
sabor de boca volviese a mi mente, me sentí plenamente desolado ante su
presencia, y el recuerdo de la ausencia de mi amigo.
Malogradamente intenté buscar las palabras entre tanto
agobio repentino, mientras que Hyter seguía esperando pacientemente por mi
respuesta. Sus fríos ojos se clavaban en mi rostro mientras yo luchaba por
mantenerme aparentemente sereno al menos para no demostrar el tremendo desconsuelo
que llevaba en mi interior. Finalmente opté por ser conciso al respecto para no
hablar más de la cuenta, y descubrir así mi agonía sufrida por la odiada
pérdida de mi amigo. – “Es una de las criaturas que me atacó en el bosque según
llegué a este pueblo. Está muy bien dibujada, aunque la recuerdo con los brazos
más largos, y su figura más encorvada”-. Mientras hablaba Hyter apuntaba mis
palabras en el dorso de la figura, y puso en marcha el protocolo de pasar a la
siguiente. – “Muchas gracias por el alago, señor Sikorski. Yo mismo las he
dibujado teniendo en cuenta los pensamientos del joven Larson, y los suyos
propios. Muy bien, continuemos con la siguiente”-. Hyter expuso la siguiente
cartulina y en ella se encontraba la criatura que ambos habíamos sufrido en el
último ataque al sanatorio, donde se coló por una ventana mientras Hyter y yo
discutíamos. Esto era de locos. Solo estábamos los dos en la sala y sin embargo
estaba dejando entre ver que eran alucinaciones nuestras cuando él mismo las
había sufrido en sus carnes. Volví a mi itinerario de contestar lo más
escuetamente posible, y así seguimos hasta que recorrimos unas cuantas
criaturas más con rasgos similares que habíamos encontrado en alguna que otra
ocasión. Solo hubo un par que no logré reconocer. Una especie de bestia roja, y
una figura amoratada demasiado delgada como para mantenerse en pie. En cuanto
expliqué mi falta de conocimiento tras esas monstruosidades, Hyter simplemente
se limitó a explicarme que esas parecían ser solamente obra de Cameron, y les
añadió una cruz roja en un lateral, para diferenciarlas del resto. En cuanto
acabamos, Hyter me ordenó salir de la estancia, y me acompañó a mi habitación
cerrándola con llave, sin siquiera decirme que día volvería a visitarme. Tan
solo se limitó a exponerme que tendría noticias suyas pronto, y se fue en
silencio, dejándome a solas con mis pensamientos, una vez más.
Después de ese día, la rutina del aislamiento volvió a
ponerse en marcha como en antaño, excepto por alguna diferencia. Los
trabajadores ya no se encontraban por los alrededores de la estancia excepto en
las horas de las comidas, donde por sorpresa, el café había sido eliminado de
mi dieta por órdenes del doctor. Sinceramente, sabía que el hecho de retirarme
el café había sido un aviso sobre quien mandaba en el lugar, pero si Hyter se
creía que con eso iba a dejar de hacerle preguntas impertinentes, y a
contestarle con franquedad podía esperar sentado. No iba a dejar que un tirano
con demencia me viniese a controlar mi convicción, por muchas prohibiciones que
me hiciese. Así que lo único que hice ante tal negativa, fue resignarme, y
disfrutar más adecuadamente del té que me servían en su ausencia.
Todo este proceso rutinario se alargó por dos días bañados
en calma, estirados hasta el tercero que obtuve la visita de una mujer con
aspecto de sanitaria en un horario que no estimaba comida alguna. Sin llamar si
quiera a la puerta pude observar como la mujer irrumpía en mi habitación con un
set de utensilios médicos, y se preparaba para una labor desconocida totalmente
para mi persona. – “Vengo a ponerle esta inyección por orden del médico. Así
que túmbese y levántese la camisa”-. Dicho esto, la mujer comenzó a preparar su
labor mientras yo la miraba extrañado. Nadie me había explicado nada de ninguna
inyección en dicho proceso, por lo que me aventuré a preguntar a la mujer que
en qué consistía tal prueba. – “Disculpe, pero no tenía noticia de que esto
fuese a suceder. A mí me habían comentado que debía estar limpio de cualquier
fármaco para poder proceder con las pruebas. ¿Está usted segura de que dicha
labor iba encaminada hacia mi persona?”-. Me quedé mirando como la sanitaria reaccionaba
a mis palabras de manera cansada, como si estar en este lugar fuese igual que
sufrir una tediosa tarea. Sin fijar la vista en mí, siguió con su labor en
silencio, y una vez terminada la preparación, se acercó a mi persona con la
jeringa levantada, y respondiéndome lacónicamente a mis palabras. – “El doctor
ha pedido expresamente que le de este medicamento antes de la prueba, así que
por favor, colabore”-. Sus palabras tenían un subtono cortante que daban a
entender que no daría más explicaciones al asunto por más vueltas que yo le
diese, por lo que no me quedaba más remedio que resignarme y obedecer su
mandato, sin saber bien porqué realizaba tal misión.
En cuanto terminó su labor, rápidamente recogió sus cosas y
se fue sin apenas despedirse, dejándome a solas de nuevo con mis pensamientos.
Al principio no lograba comprender para que necesitaría un fármaco para la
siguiente prueba, pero en cuanto el calor empezó a aflorar en mi pecho, me
deshice de ese pensamiento, y me centré en no enfermar más de lo que me estaba
poniendo, ya que mis sentidos comenzaban a adormecerse por momentos, llegando a
tener un penetrante mareo que me impedía permanecer erguido por menos tiempo
del que necesitaba.
Viendo mis afecciones decidí tumbarme un rato en mi lecho
para apaliar los síntomas. Nunca había sido muy aficionado a los pinchazos, y
menos por alguien tan hostil como esa enfermera, así que no era de extrañar que
mi mareo se debiese a esa causa. Era algo bastante habitual en mi persona el
venirme a bajo en tales circunstancias. Por lo que me lo tomé con serenidad,
esperando sinceramente que se me pasara lo más pronto posible, al menos antes
de que viniese Hyter a por mí, y me viese en ese estado de debilidad. Pero
desgraciadamente eso no fue lo que ocurrió, pues, dándome todo vueltas a mí
alrededor, comencé a sentirme francamente mal, hasta el punto de llegar a pedir
auxilio entre susurros. Cerré los ojos para no sentir su frenético parpadeo, e
intenté quedarme muy quieto a la espera de que el intenso sonido que se había
alojado en mis oídos, me abandonase y recuperase así un poco más de mi alma
sumergida en este tormento que solo anhelaba un poco de reposo. Un descanso que
solo llegaría minutos después con la inconsciencia de mi ser, haciendo que todo
mi cuerpo callera en un profundo sueño del que me despertaría horas después
envuelto en un interminable caos reinante en el lugar.
Cuando por fin logré abrir los ojos de nuevo, me encontraba en un cubículo nada
parecido al que me había abandonado al sueño de la inconsciencia, un rato
atrás. Lo primero que me trajo a la vida fue el intenso olor a sangre y
desinfectante que llegaba a mis sentidos, pero no fue hasta que escuché a Hyter
de primera mano dando órdenes, cuando recuperé plenamente la sensación de
viveza al completo. Todos se encontraban de lo más agitados, revoloteando a mi
alrededor. Al parecer algo no marchaba bien, y el que yo me encontrase tan
atendido me daba una pista de quien podría ser el desencadenante de todo esto.
– “Vuelva a inyectárselo para que se despierte del todo. Necesito confirmar que
se ha recuperado plenamente antes de salir ahí fuera”-. En cuanto Hyter dio el
mandato a Rose que se encontraba a su lado, este me examinó las pupilas
mientras se escuchaba un gran estruendo al otro lado de la sala, tan fuerte que
hizo temblar hasta los cimientos. – “¡Vamos, dese prisa! Tenemos que solucionar
esto antes de que esos energúmenos destruyan todo el laboratorio”-. Al oír a
Hyter tan alterado me di cuenta de que algo iba realmente mal. Sino ese hombre
de acero jamás dejaría ver su lado tan nervioso delante de alguien como yo. –
“No te preocupes. Tenemos en esta sala exactamente lo que quieren, no podrán
seguir avanzando sin antes pasar por aquí”-. Rose parecía mucho más calmada
ante lo que se les venía encima que él y yo mismo, pues en cuanto expuso sus
palabras, inmediatamente me vino la idea de que eran mis amigos los que estaban
armando todo este jaleo por salvarme la vida, y salir juntos de ese odioso
lugar.
En cuanto mi imaginación comenzó a fluir con la idea, una
alegría inmensa comenzó a aflorar en mi pecho, haciéndome ver que no todo
estaba perdido. Ya poco importaba el malestar acrecido en mi cuerpo, o lo que
me estuviesen haciendo. El hecho de que hubieran venido a por mí me había
moralizado tanto que me aventuré a decir. – “Da igual en el estado que me
encuentre. No dejaré que les hagáis nada a mis amigos”- entre pequeños
balbuceos.
Dichos mis ecos, Hyter y Rose se miraron entre sí
extrañados de mis palabras por un momento, pero las prisas les hizo continuar
con su labor ignorando mis amenazas. Tan solo Hyter se aventuró a cerrar el
tema exponiendo una terrible verdad que ahogaría en desilusión mi corazón. –
“Déjese de tonterías, señor Sikorski. Por mucho ego que tenga, ha de saber que
las cosas no siempre suceden por su causa. Esta vez vienen buscándole a él.
Usted les importa tan poco que hasta le han intentado matar para ser nuestra
carga en esta intervención, así que haga el favor de dejarnos hacer en silencio
para poder continuar con nuestros propios asuntos por nuestra cuenta”-. Al
pasar de sus palabras me fijé en la estancia de alrededor, buscando al señalado
por Hyter, el cual era el causante de todo este embrollo. Al principio he de
decir que no conseguí ver a nadie, pero en una falta de ruido momentáneo me di
cuenta de que una respiración pesada se unía al sonido de los artilugios
metálicos que estaban empleando en mi cuerpo para comprobar mi estabilidad, por
lo que girando la cabeza todo lo que podía en su dirección, localicé al
propietario del sonido delator, semi inconsciente en un recoveco de la
habitación. Se trataba de Charles, el campesino que habíamos encontrado en el
bosque unos días atrás Cameron y yo. Se encontraba mani atado, y con un
terrible aspecto. Lleno de golpes, cortes, y magulladuras. Era casi un milagro
que se encontrase vivo estando en ese estado tan terrible de salud. Por lo que
me apresuré a pedirles que le atendieran a él antes que a mí. – “Escuchad. Sé
que no estoy en condiciones de pedir nada. Pero me encuentro mucho mejor que
ese hombre. Deberíais atenderle a él, en mi lugar”-. Hyter, que ya estaba dando los últimos
retoques a mí chequeo, volvió a desbaratarme los planes una vez más, exponiendo
los siguientes argumentos moralmente cuestionables. – “Déjese de tonterías,
señor Sikorski. A mí solo me exigen mantenerle a usted con vida. Ese mediocre
no verá una ayuda de nuestra parte ni aunque nos ofreciera la más absolutas de
las glorias. Señorita Emerson, ya he terminado. Ayúdeme a atarle para que
podamos irnos tranquilos de aquí”-. Y así me dejaron bien fijado a la camilla
en la que estaba tumbado, mientras mis esfuerzos por negociar con ellos
resultaban totalmente en vano.
Al dejarme bien sujeto, no pude impedir su marcha cerrando
tras de sí, la puerta en la que Charles y yo estábamos confinados. Intenté
deshacerme de mis ataduras pero fue inútil, estábamos completamente atrapados
sin oportunidad alguna de escapar dado el caos reinante. Me dejé caer pues en
mi reposo con un suspiro, y comencé a observar el extraño habitáculo en el que
nos encontramos. Al igual que Peep, el propietario guardaba restos de las
criaturas en tarros acristalados, pero en vez de encerrarlos en un líquido
transparente como hacía el que fue mi amigo, esta persona los guardaba en su
propia sangre. Lo que hacía aún más terrorífica si se podía, la escena. Estaba
convencido de que esta sala de curación improvisada era sin duda alguna el
escenario de mi segunda prueba, ya que podía ver las carpetas de Hyter
completamente ordenadas encima de la mesa. Al pensar en ello, casi me alegraba
de que hubiera ocurrido este percance. Conociendo a Hyter no podía salir nada
bueno de esta combinación de vísceras, y sangre.
-“Gracias, por intentar ayudarme otra vez”- Una voz débil
salió del cuerpo malherido del campesino, mientras yo aún seguía ensimismado
con mis pensamientos. En cuanto oí su voz, giré la cabeza en su dirección para
captar mejor lo que me decía. –“Poca gente hay como tú. Siento que mis amigos
te utilizasen de distracción. Si llegan a saber que has sido tan altruista jamás
te hubiesen hecho nada”-. Sus escusas parecían aún más convincentes con ese
tono dolorido salido de su voz. El hombre estaba haciendo un gran esfuerzo por
comunicarse conmigo, así que procuré responderle lo más prontamente posible
para que evitara hacer esfuerzo alguno. – “No tiene importancia. Lo he hecho
porque he querido, no para que nadie sienta compasión por mí. Si he ayudado en
lo más mínimo a echar abajo esta organización con mi sufrimiento, pues bienvenido
sea. Lo acepto encantado. Así que no tienes nada de lo que disculparte por
ello”-. En cuanto mis palabras surcaron los aires, una risa pesadumbrosa sonó
de entre sus labios ensangrentados. Charlie, intentó levantar su malherida
cabeza, pero su debilidad era tal que solo podía cabecearla mientras me decía. –
“Puedes sentirte orgulloso. Debes de ser el único cazador honrado que aún queda
en el lugar. El resto no habría hecho por mí, ni la mitad de lo que tú has
intentado en estos días. Eres un gran tipo, Tomek”-. Por la desfocalización de
su mirada, me daba a entender que no podía verme muy bien, así que no sería de
extrañar que mi cara de asombro ante sus palabras, hubiese pasado desapercibida
por su falta de visión. Este extraño hombre no solo conocía mi nombre, sino que
estaba juzgando abiertamente a mis compañeros, de una manera que jamás creería
que nadie pudiese pensar nada parecido de ellos, por lo que me aventuré a
exponer mi punto de vista al respecto de sus ecos. –“Siento disentir con tus
palabras, pero es conocido por todos que mis amigos protegen a este pueblo
desde que tienen uso de razón. Si se hubiera dado el caso no solo hubieran
seguido mis pasos, sino que hubiesen conseguido mucho más de lo que he
conseguido yo con mis actos. Eso te lo puedo asegurar.”-. Creí haberles
defendido como se debiera pero el campesino debió interpretar mis palabras como
un acto de inocencia, pues sacando fuerzas de flaqueza alzó algo más la voz
para decir. –“Por favor, no me hagas reír. En el pueblo todos sabemos que ambos
bandos son la cara de la misma moneda. Los dos se cruzan acusaciones entre
ellos, peleándose en ocasiones por sus miembros, o por ver quien defiende mejor
al pueblo, cuando los que de verdad sufrimos somos nosotros. Los campesinos.
Aquellos que tienen que vivir con el miedo de ser atacados constantemente por
no tener los medios suficientes para defenderse, mientras ven como los que sí
tienen dinero y posibilidades, los ignoran metiéndose en una guerra que solo
perjudica al verdadero pueblo de Dunwich”-. En dicho momento, Charlie,
interrumpió su discurso para toser con fuerza a causa del esfuerzo expuesto en
sus palabras. Parecía increíble que una persona pudiese pensar de esa manera de
mis compañeros, pero no podía dejar que la ira siguiese circulando por ese
cuerpo tan débil, por lo que me apresuré a decir. – “Siento que pienses así,
pero míralo de este modo. Pronto vendrán tus amigos a por ti, y podrás
recuperarte para hacer frente de nuevo a todos esos tiranos. Ahora intenta no
gastar muchas energías. Las necesitarás para salir corriendo de este lugar.
¡Vamos, no desistas!”-. Mis palabras volvieron a causarle el mismo efecto pues
con una leve risa casi imperceptible acústicamente hablando, Charlie levantó lo
justo la cabeza para que pudiese observar su rostro mientras me decía. – “Yo no
tengo altos cargos que me protegen como a ti, muchacho. Yo moriré aquí de las
más horribles de las maneras. Lo tengo asumido. Solo espero que mi novia Helen
pueda ser capaz de salir de aquí con vida, sabiendo lo mucho que me he
esforzado por hacer de este sitio, un lugar mejor”-.
En esos momentos, y con la palabra aun en la boca, Charlie y
yo, nos giramos al unísono hacia la puerta para ver como el ruido de la
cerradura nos indicaba que tras ese caos constante, había alguien que venía a
por nosotros, y lo peor era que con todo el jaleo, no podíamos distinguir si
era un aliado o un enemigo el que estaba a punto de aparecer por la puerta. Así
que esperando el resultado, me tensé entre mis ataduras implorando en silencio
que fuese alguien beneficioso el que estaba a punto de irrumpir en nuestra
habitación.
Acto seguido de nuestras observaciones, la puerta se abrió
lentamente con un crujido, y como si de un milagro se tratase, Jason entró en
la habitación con aire despreocupado, como si el jaleo del fondo del pasillo no
fuese con él en absoluto. Al verle, mi corazón comenzó a palpitar a un ritmo
frenético dada la alegría que me desbordaba el verle de nuevo en mi vida. Así
que, sin importarme si quiera quien pudiese oírme, le expuse abiertamente.
–“¡Jason! Qué alegría poder verte de nuevo. Desátanos para que podamos irnos de
aquí todos juntos”-. En cuanto incluí a Charlie en la ecuación, este miró
fijamente a Jason para saber cuál iba a ser su respuesta ante mi propuesta. Tenía
claro que tenía dudas respecto al buen hacer de mi amigo, pero conociéndole
como lo hacía, estaba seguro que no dejaría a nadie atrás, por muy desconfiado
que fuese al respecto. Jason por su parte, cerró la puerta en la que nos
encontrábamos, y sin ningún titubeo expuso las cartas sobre la mesa sobre este
asunto. –“Sinceramente, no sé cómo puedes seguir confundiéndonos a estas
alturas”- sin más preámbulos el que creía que era mi amigo se arremangó las
mangas de la camisa dejando ver el horrible tatuaje que Hyter y sus secuaces
llevaban en la piel, dejando un mensaje sumamente claro. Una vez más la persona
que me estaba observando en estos instantes no era Jason, sino Jack. Intenté
retorcerme en mis ataduras para advertirle a Charlie el peligro que corría,
pero entonces Jack me interrumpió para intimidarme una vez más, con su
socarronería particular. – “Vaya Tomek, parece que hemos cambiado los papeles.
Ahora quien está atado en un oscuro sótano malherido eres tú, mientras yo soy
quien tiene la sartén por el mango esta vez. Aunque te lo advierto. Yo no soy
tan condescendiente como tú. Así que no te librarás de mi tan fácilmente”-. En
dichos momentos, Jack sacó un arma de su bolsillo mientras yo aún estaba
intentando asimilar la situación. Era mi fin, lo sabía de sobra. La última vez
que supe de Jack, así me lo hizo saber en la carta que me envió. Debía
prepararme para lo inevitable, era inútil que me resistiera. Jack alzó el arma
y yo cerré los ojos temiéndome lo peor, pero entonces una voz débil se abrió paso
en la escena para exponer. – “Eh, tu diablo. Ya le estás dejando en paz, o
tendrás que vértelas con todos nosotros.”-. Charlie había captado su atención
de manera que Jack frenó en seco su avance para mirarlo, y yo ya me temía lo
peor por lo que me apresuré a decir. –“¡No le hagas caso! Es a mí a quien
quieres. ¡Pues aquí me tienes, vamos Jack. Yo fui quien te capturó y te metió
en ese sótano. ¡Véngate de una vez!”-. Jack volvió a mirarme de reojo, y con
una voz para nada alterada, expuso algo que me dejó claramente anonadado. –“Ten
cuidado con lo que dices, Tomek. O empezaré a creer que dejarte con vida fue
claramente un error”- y antes de que dijese nada, descargó sobre el pobre
Charlie todo el cargador que llevaba instalado en el arma.
Continuará…
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