viernes, 15 de julio de 2016

22. Confinado en el infierno (Segunda parte).

Nota: Segunda parte del veintidosavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del veintidosavo capítulo pulse aquí:  Primera parte

En cuanto escuché sus intenciones no respondí nada al respecto. Me limité a asimilar la situación, y a elaborar un plan que la solventase. Que Hyter iba a estar en contra de todo esto convirtiéndose en un muro difícil de salvar era algo que ya había previsto. Pero que llegase a exponer abiertamente que todo lo que realizaría por la salud del hijo de su compañero iba a ser una farsa me pareció ir demasiado lejos, ya que por mucho que el chico se uniese a nuestra causa, y le provocase algún que otro problema, su padre confiaba en él, y le estaba pidiendo ayuda para salvar lo que consideraban su mala salud. Lo mínimo que podía hacer era intentar por algún medio llevar ese hecho a cabo. No venir con su molesta suficiencia diciendo que estaba todo perdido sin apenas intentarlo.

Hyter por su parte, continuó con su falsa labor analítica hacia mi persona, mostrándome las extrañas láminas que había recogido con anterioridad. – “Verá señor Sikorski. Este procedimiento es muy sencillo. Yo voy a ir enseñándole unos dibujos, y usted me responde sí reconoce al ser o a la persona que estén expuestos en ella. ¿Lo ha comprendido bien?”- Asentí al aire, pues aunque él mismo había formulado la pregunta, esta había sido de lo más formal. Ni si quiera me miró rápidamente para observar que mi respuesta era afirmativa, simplemente recogió de su regazo la primera lámina y me mostró su contenido con total tranquilidad. – “Dígame lo que ve en estos trazos”-. En cuanto mis ojos se posaron en el papel me quedé de lo más estupefacto. No había mucho que adivinar como para saber que lo que me mostraba en esos momentos era una de las criaturas que residían en este pueblo. Más concretamente, era exactamente del mismo tipo de criaturas que me habían atacado en el bosque, la noche en que conocí a Henry. Por ello, como si de una regresión de ese mal sabor de boca volviese a mi mente, me sentí plenamente desolado ante su presencia, y el recuerdo de la ausencia de mi amigo.



Malogradamente intenté buscar las palabras entre tanto agobio repentino, mientras que Hyter seguía esperando pacientemente por mi respuesta. Sus fríos ojos se clavaban en mi rostro mientras yo luchaba por mantenerme aparentemente sereno al menos para no demostrar el tremendo desconsuelo que llevaba en mi interior. Finalmente opté por ser conciso al respecto para no hablar más de la cuenta, y descubrir así mi agonía sufrida por la odiada pérdida de mi amigo. – “Es una de las criaturas que me atacó en el bosque según llegué a este pueblo. Está muy bien dibujada, aunque la recuerdo con los brazos más largos, y su figura más encorvada”-. Mientras hablaba Hyter apuntaba mis palabras en el dorso de la figura, y puso en marcha el protocolo de pasar a la siguiente. – “Muchas gracias por el alago, señor Sikorski. Yo mismo las he dibujado teniendo en cuenta los pensamientos del joven Larson, y los suyos propios. Muy bien, continuemos con la siguiente”-. Hyter expuso la siguiente cartulina y en ella se encontraba la criatura que ambos habíamos sufrido en el último ataque al sanatorio, donde se coló por una ventana mientras Hyter y yo discutíamos. Esto era de locos. Solo estábamos los dos en la sala y sin embargo estaba dejando entre ver que eran alucinaciones nuestras cuando él mismo las había sufrido en sus carnes. Volví a mi itinerario de contestar lo más escuetamente posible, y así seguimos hasta que recorrimos unas cuantas criaturas más con rasgos similares que habíamos encontrado en alguna que otra ocasión. Solo hubo un par que no logré reconocer. Una especie de bestia roja, y una figura amoratada demasiado delgada como para mantenerse en pie. En cuanto expliqué mi falta de conocimiento tras esas monstruosidades, Hyter simplemente se limitó a explicarme que esas parecían ser solamente obra de Cameron, y les añadió una cruz roja en un lateral, para diferenciarlas del resto. En cuanto acabamos, Hyter me ordenó salir de la estancia, y me acompañó a mi habitación cerrándola con llave, sin siquiera decirme que día volvería a visitarme. Tan solo se limitó a exponerme que tendría noticias suyas pronto, y se fue en silencio, dejándome a solas con mis pensamientos, una vez más.


Después de ese día, la rutina del aislamiento volvió a ponerse en marcha como en antaño, excepto por alguna diferencia. Los trabajadores ya no se encontraban por los alrededores de la estancia excepto en las horas de las comidas, donde por sorpresa, el café había sido eliminado de mi dieta por órdenes del doctor. Sinceramente, sabía que el hecho de retirarme el café había sido un aviso sobre quien mandaba en el lugar, pero si Hyter se creía que con eso iba a dejar de hacerle preguntas impertinentes, y a contestarle con franquedad podía esperar sentado. No iba a dejar que un tirano con demencia me viniese a controlar mi convicción, por muchas prohibiciones que me hiciese. Así que lo único que hice ante tal negativa, fue resignarme, y disfrutar más adecuadamente del té que me servían en su ausencia.


Todo este proceso rutinario se alargó por dos días bañados en calma, estirados hasta el tercero que obtuve la visita de una mujer con aspecto de sanitaria en un horario que no estimaba comida alguna. Sin llamar si quiera a la puerta pude observar como la mujer irrumpía en mi habitación con un set de utensilios médicos, y se preparaba para una labor desconocida totalmente para mi persona. – “Vengo a ponerle esta inyección por orden del médico. Así que túmbese y levántese la camisa”-. Dicho esto, la mujer comenzó a preparar su labor mientras yo la miraba extrañado. Nadie me había explicado nada de ninguna inyección en dicho proceso, por lo que me aventuré a preguntar a la mujer que en qué consistía tal prueba. – “Disculpe, pero no tenía noticia de que esto fuese a suceder. A mí me habían comentado que debía estar limpio de cualquier fármaco para poder proceder con las pruebas. ¿Está usted segura de que dicha labor iba encaminada hacia mi persona?”-. Me quedé mirando como la sanitaria reaccionaba a mis palabras de manera cansada, como si estar en este lugar fuese igual que sufrir una tediosa tarea. Sin fijar la vista en mí, siguió con su labor en silencio, y una vez terminada la preparación, se acercó a mi persona con la jeringa levantada, y respondiéndome lacónicamente a mis palabras. – “El doctor ha pedido expresamente que le de este medicamento antes de la prueba, así que por favor, colabore”-. Sus palabras tenían un subtono cortante que daban a entender que no daría más explicaciones al asunto por más vueltas que yo le diese, por lo que no me quedaba más remedio que resignarme y obedecer su mandato, sin saber bien porqué realizaba tal misión.

En cuanto terminó su labor, rápidamente recogió sus cosas y se fue sin apenas despedirse, dejándome a solas de nuevo con mis pensamientos. Al principio no lograba comprender para que necesitaría un fármaco para la siguiente prueba, pero en cuanto el calor empezó a aflorar en mi pecho, me deshice de ese pensamiento, y me centré en no enfermar más de lo que me estaba poniendo, ya que mis sentidos comenzaban a adormecerse por momentos, llegando a tener un penetrante mareo que me impedía permanecer erguido por menos tiempo del que necesitaba.

Viendo mis afecciones decidí tumbarme un rato en mi lecho para apaliar los síntomas. Nunca había sido muy aficionado a los pinchazos, y menos por alguien tan hostil como esa enfermera, así que no era de extrañar que mi mareo se debiese a esa causa. Era algo bastante habitual en mi persona el venirme a bajo en tales circunstancias. Por lo que me lo tomé con serenidad, esperando sinceramente que se me pasara lo más pronto posible, al menos antes de que viniese Hyter a por mí, y me viese en ese estado de debilidad. Pero desgraciadamente eso no fue lo que ocurrió, pues, dándome todo vueltas a mí alrededor, comencé a sentirme francamente mal, hasta el punto de llegar a pedir auxilio entre susurros. Cerré los ojos para no sentir su frenético parpadeo, e intenté quedarme muy quieto a la espera de que el intenso sonido que se había alojado en mis oídos, me abandonase y recuperase así un poco más de mi alma sumergida en este tormento que solo anhelaba un poco de reposo. Un descanso que solo llegaría minutos después con la inconsciencia de mi ser, haciendo que todo mi cuerpo callera en un profundo sueño del que me despertaría horas después envuelto en un interminable caos reinante en el lugar.


Cuando por fin logré abrir los ojos de nuevo, me encontraba en un cubículo nada parecido al que me había abandonado al sueño de la inconsciencia, un rato atrás. Lo primero que me trajo a la vida fue el intenso olor a sangre y desinfectante que llegaba a mis sentidos, pero no fue hasta que escuché a Hyter de primera mano dando órdenes, cuando recuperé plenamente la sensación de viveza al completo. Todos se encontraban de lo más agitados, revoloteando a mi alrededor. Al parecer algo no marchaba bien, y el que yo me encontrase tan atendido me daba una pista de quien podría ser el desencadenante de todo esto. – “Vuelva a inyectárselo para que se despierte del todo. Necesito confirmar que se ha recuperado plenamente antes de salir ahí fuera”-. En cuanto Hyter dio el mandato a Rose que se encontraba a su lado, este me examinó las pupilas mientras se escuchaba un gran estruendo al otro lado de la sala, tan fuerte que hizo temblar hasta los cimientos. – “¡Vamos, dese prisa! Tenemos que solucionar esto antes de que esos energúmenos destruyan todo el laboratorio”-. Al oír a Hyter tan alterado me di cuenta de que algo iba realmente mal. Sino ese hombre de acero jamás dejaría ver su lado tan nervioso delante de alguien como yo. – “No te preocupes. Tenemos en esta sala exactamente lo que quieren, no podrán seguir avanzando sin antes pasar por aquí”-. Rose parecía mucho más calmada ante lo que se les venía encima que él y yo mismo, pues en cuanto expuso sus palabras, inmediatamente me vino la idea de que eran mis amigos los que estaban armando todo este jaleo por salvarme la vida, y salir juntos de ese odioso lugar.

En cuanto mi imaginación comenzó a fluir con la idea, una alegría inmensa comenzó a aflorar en mi pecho, haciéndome ver que no todo estaba perdido. Ya poco importaba el malestar acrecido en mi cuerpo, o lo que me estuviesen haciendo. El hecho de que hubieran venido a por mí me había moralizado tanto que me aventuré a decir. – “Da igual en el estado que me encuentre. No dejaré que les hagáis nada a mis amigos”- entre pequeños balbuceos.

Dichos mis ecos, Hyter y Rose se miraron entre sí extrañados de mis palabras por un momento, pero las prisas les hizo continuar con su labor ignorando mis amenazas. Tan solo Hyter se aventuró a cerrar el tema exponiendo una terrible verdad que ahogaría en desilusión mi corazón. – “Déjese de tonterías, señor Sikorski. Por mucho ego que tenga, ha de saber que las cosas no siempre suceden por su causa. Esta vez vienen buscándole a él. Usted les importa tan poco que hasta le han intentado matar para ser nuestra carga en esta intervención, así que haga el favor de dejarnos hacer en silencio para poder continuar con nuestros propios asuntos por nuestra cuenta”-. Al pasar de sus palabras me fijé en la estancia de alrededor, buscando al señalado por Hyter, el cual era el causante de todo este embrollo. Al principio he de decir que no conseguí ver a nadie, pero en una falta de ruido momentáneo me di cuenta de que una respiración pesada se unía al sonido de los artilugios metálicos que estaban empleando en mi cuerpo para comprobar mi estabilidad, por lo que girando la cabeza todo lo que podía en su dirección, localicé al propietario del sonido delator, semi inconsciente en un recoveco de la habitación. Se trataba de Charles, el campesino que habíamos encontrado en el bosque unos días atrás Cameron y yo. Se encontraba mani atado, y con un terrible aspecto. Lleno de golpes, cortes, y magulladuras. Era casi un milagro que se encontrase vivo estando en ese estado tan terrible de salud. Por lo que me apresuré a pedirles que le atendieran a él antes que a mí. – “Escuchad. Sé que no estoy en condiciones de pedir nada. Pero me encuentro mucho mejor que ese hombre. Deberíais atenderle a él, en mi lugar”-.  Hyter, que ya estaba dando los últimos retoques a mí chequeo, volvió a desbaratarme los planes una vez más, exponiendo los siguientes argumentos moralmente cuestionables. – “Déjese de tonterías, señor Sikorski. A mí solo me exigen mantenerle a usted con vida. Ese mediocre no verá una ayuda de nuestra parte ni aunque nos ofreciera la más absolutas de las glorias. Señorita Emerson, ya he terminado. Ayúdeme a atarle para que podamos irnos tranquilos de aquí”-. Y así me dejaron bien fijado a la camilla en la que estaba tumbado, mientras mis esfuerzos por negociar con ellos resultaban totalmente en vano.


Al dejarme bien sujeto, no pude impedir su marcha cerrando tras de sí, la puerta en la que Charles y yo estábamos confinados. Intenté deshacerme de mis ataduras pero fue inútil, estábamos completamente atrapados sin oportunidad alguna de escapar dado el caos reinante. Me dejé caer pues en mi reposo con un suspiro, y comencé a observar el extraño habitáculo en el que nos encontramos. Al igual que Peep, el propietario guardaba restos de las criaturas en tarros acristalados, pero en vez de encerrarlos en un líquido transparente como hacía el que fue mi amigo, esta persona los guardaba en su propia sangre. Lo que hacía aún más terrorífica si se podía, la escena. Estaba convencido de que esta sala de curación improvisada era sin duda alguna el escenario de mi segunda prueba, ya que podía ver las carpetas de Hyter completamente ordenadas encima de la mesa. Al pensar en ello, casi me alegraba de que hubiera ocurrido este percance. Conociendo a Hyter no podía salir nada bueno de esta combinación de vísceras, y sangre.

-“Gracias, por intentar ayudarme otra vez”- Una voz débil salió del cuerpo malherido del campesino, mientras yo aún seguía ensimismado con mis pensamientos. En cuanto oí su voz, giré la cabeza en su dirección para captar mejor lo que me decía. –“Poca gente hay como tú. Siento que mis amigos te utilizasen de distracción. Si llegan a saber que has sido tan altruista jamás te hubiesen hecho nada”-. Sus escusas parecían aún más convincentes con ese tono dolorido salido de su voz. El hombre estaba haciendo un gran esfuerzo por comunicarse conmigo, así que procuré responderle lo más prontamente posible para que evitara hacer esfuerzo alguno. – “No tiene importancia. Lo he hecho porque he querido, no para que nadie sienta compasión por mí. Si he ayudado en lo más mínimo a echar abajo esta organización con mi sufrimiento, pues bienvenido sea. Lo acepto encantado. Así que no tienes nada de lo que disculparte por ello”-. En cuanto mis palabras surcaron los aires, una risa pesadumbrosa sonó de entre sus labios ensangrentados. Charlie, intentó levantar su malherida cabeza, pero su debilidad era tal que solo podía cabecearla mientras me decía. – “Puedes sentirte orgulloso. Debes de ser el único cazador honrado que aún queda en el lugar. El resto no habría hecho por mí, ni la mitad de lo que tú has intentado en estos días. Eres un gran tipo, Tomek”-. Por la desfocalización de su mirada, me daba a entender que no podía verme muy bien, así que no sería de extrañar que mi cara de asombro ante sus palabras, hubiese pasado desapercibida por su falta de visión. Este extraño hombre no solo conocía mi nombre, sino que estaba juzgando abiertamente a mis compañeros, de una manera que jamás creería que nadie pudiese pensar nada parecido de ellos, por lo que me aventuré a exponer mi punto de vista al respecto de sus ecos. –“Siento disentir con tus palabras, pero es conocido por todos que mis amigos protegen a este pueblo desde que tienen uso de razón. Si se hubiera dado el caso no solo hubieran seguido mis pasos, sino que hubiesen conseguido mucho más de lo que he conseguido yo con mis actos. Eso te lo puedo asegurar.”-. Creí haberles defendido como se debiera pero el campesino debió interpretar mis palabras como un acto de inocencia, pues sacando fuerzas de flaqueza alzó algo más la voz para decir. –“Por favor, no me hagas reír. En el pueblo todos sabemos que ambos bandos son la cara de la misma moneda. Los dos se cruzan acusaciones entre ellos, peleándose en ocasiones por sus miembros, o por ver quien defiende mejor al pueblo, cuando los que de verdad sufrimos somos nosotros. Los campesinos. Aquellos que tienen que vivir con el miedo de ser atacados constantemente por no tener los medios suficientes para defenderse, mientras ven como los que sí tienen dinero y posibilidades, los ignoran metiéndose en una guerra que solo perjudica al verdadero pueblo de Dunwich”-. En dicho momento, Charlie, interrumpió su discurso para toser con fuerza a causa del esfuerzo expuesto en sus palabras. Parecía increíble que una persona pudiese pensar de esa manera de mis compañeros, pero no podía dejar que la ira siguiese circulando por ese cuerpo tan débil, por lo que me apresuré a decir. – “Siento que pienses así, pero míralo de este modo. Pronto vendrán tus amigos a por ti, y podrás recuperarte para hacer frente de nuevo a todos esos tiranos. Ahora intenta no gastar muchas energías. Las necesitarás para salir corriendo de este lugar. ¡Vamos, no desistas!”-. Mis palabras volvieron a causarle el mismo efecto pues con una leve risa casi imperceptible acústicamente hablando, Charlie levantó lo justo la cabeza para que pudiese observar su rostro mientras me decía. – “Yo no tengo altos cargos que me protegen como a ti, muchacho. Yo moriré aquí de las más horribles de las maneras. Lo tengo asumido. Solo espero que mi novia Helen pueda ser capaz de salir de aquí con vida, sabiendo lo mucho que me he esforzado por hacer de este sitio, un lugar mejor”-.

En esos momentos, y con la palabra aun en la boca, Charlie y yo, nos giramos al unísono hacia la puerta para ver como el ruido de la cerradura nos indicaba que tras ese caos constante, había alguien que venía a por nosotros, y lo peor era que con todo el jaleo, no podíamos distinguir si era un aliado o un enemigo el que estaba a punto de aparecer por la puerta. Así que esperando el resultado, me tensé entre mis ataduras implorando en silencio que fuese alguien beneficioso el que estaba a punto de irrumpir en nuestra habitación.


Acto seguido de nuestras observaciones, la puerta se abrió lentamente con un crujido, y como si de un milagro se tratase, Jason entró en la habitación con aire despreocupado, como si el jaleo del fondo del pasillo no fuese con él en absoluto. Al verle, mi corazón comenzó a palpitar a un ritmo frenético dada la alegría que me desbordaba el verle de nuevo en mi vida. Así que, sin importarme si quiera quien pudiese oírme, le expuse abiertamente. –“¡Jason! Qué alegría poder verte de nuevo. Desátanos para que podamos irnos de aquí todos juntos”-. En cuanto incluí a Charlie en la ecuación, este miró fijamente a Jason para saber cuál iba a ser su respuesta ante mi propuesta. Tenía claro que tenía dudas respecto al buen hacer de mi amigo, pero conociéndole como lo hacía, estaba seguro que no dejaría a nadie atrás, por muy desconfiado que fuese al respecto. Jason por su parte, cerró la puerta en la que nos encontrábamos, y sin ningún titubeo expuso las cartas sobre la mesa sobre este asunto. –“Sinceramente, no sé cómo puedes seguir confundiéndonos a estas alturas”- sin más preámbulos el que creía que era mi amigo se arremangó las mangas de la camisa dejando ver el horrible tatuaje que Hyter y sus secuaces llevaban en la piel, dejando un mensaje sumamente claro. Una vez más la persona que me estaba observando en estos instantes no era Jason, sino Jack. Intenté retorcerme en mis ataduras para advertirle a Charlie el peligro que corría, pero entonces Jack me interrumpió para intimidarme una vez más, con su socarronería particular. – “Vaya Tomek, parece que hemos cambiado los papeles. Ahora quien está atado en un oscuro sótano malherido eres tú, mientras yo soy quien tiene la sartén por el mango esta vez. Aunque te lo advierto. Yo no soy tan condescendiente como tú. Así que no te librarás de mi tan fácilmente”-. En dichos momentos, Jack sacó un arma de su bolsillo mientras yo aún estaba intentando asimilar la situación. Era mi fin, lo sabía de sobra. La última vez que supe de Jack, así me lo hizo saber en la carta que me envió. Debía prepararme para lo inevitable, era inútil que me resistiera. Jack alzó el arma y yo cerré los ojos temiéndome lo peor, pero entonces una voz débil se abrió paso en la escena para exponer. – “Eh, tu diablo. Ya le estás dejando en paz, o tendrás que vértelas con todos nosotros.”-. Charlie había captado su atención de manera que Jack frenó en seco su avance para mirarlo, y yo ya me temía lo peor por lo que me apresuré a decir. –“¡No le hagas caso! Es a mí a quien quieres. ¡Pues aquí me tienes, vamos Jack. Yo fui quien te capturó y te metió en ese sótano. ¡Véngate de una vez!”-. Jack volvió a mirarme de reojo, y con una voz para nada alterada, expuso algo que me dejó claramente anonadado. –“Ten cuidado con lo que dices, Tomek. O empezaré a creer que dejarte con vida fue claramente un error”- y antes de que dijese nada, descargó sobre el pobre Charlie todo el cargador que llevaba instalado en el arma.

Continuará…

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