viernes, 9 de diciembre de 2016

32. Descubriendo la verdad (Segunda parte).

Nota: Treintaydosavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del treintaydosavo capítulo pulse aquí:  Primera parte


Al oírle hablar de sus incoherencias sobre dioses y demás calamidades no pude evitar sentir una preocupación creciente ante nuestro destino en estos parajes.

Mi decisión de reunirme con los campesinos para negociar con ellos un acuerdo, en un intento de limitar el avance insólito de Larson, no solo no había sido como yo me lo hubiera podido esperar en un principio, sino que además la prometida curación que me acaban de exponer estaba tan lejos de resultar realista que incluso me sorprendía que a estas alturas alguien pudiera creer en una sanación tan espiritual, y de gran dudosidad. Yo como era de esperar, era totalmente reacio a esta clase de prácticas, pero la manera de expresarse de este caballero no me inspiraba mucha confianza como para exponerle mis impresiones, así que, en vez de negarme de primeras a su práctica, decidí preguntarle primero por el asunto para tener un argumento más sólido al que agarrarme a la hora de rechazar su disparatada oferta.

-“Lo siento pero a pesar de mis raíces no soy una persona especialmente creyente como para pensar que son seres sobrenaturales los que nos están haciendo todo esto. ¿La forma de curar al chico será en base a la creencia también, o se va a centrar más en algún remedio medicinal en el que podamos observar su estado objetivamente?”-

Por raro que parezca mis simples palabras tuvieron un impacto más acusado del que creí que causarían en un principio. Dejando a un lado al chico que seguía devorando la comida que tenía en el plato, nuestros dos acompañantes se quedaron súbitamente callados conteniendo casi la respiración, al oírme pronunciar mis ecos de preocupación. La mujer parecía especialmente dolida pero no dijo nada al respecto, fue una vez más el curandero, que intentando calmar a la mujer y a sí mismo, me dijo la siguiente sentencia que me daría a entender que aquí se ocultaban más cosas de las que creía en un principio.

-“Hijo, no sé qué educación habrás tenido allá por tus tierras pero has de saber que deshonrar a los dioses de esta manera trae muy mala suerte. Nosotros procuramos todos los días expresarles nuestra devoción dejando incluso que sus enviados paseen por nuestras tierras cuando se le antoje, por lo que te pedimos que si vas a estar por estos parajes hagas lo mismo si no quieres que nos vayamos de este mundo a causa de su cólera”-



Mientras le escuchaba no daba crédito a lo que me estaba diciendo ese hombre criado en el campo. Al parecer no solo creían en que unos extraños dioses a los que veneraban con fervor, sino que además se pensaban que esas horrendas criaturas venían de su mano dejándolas por ello campar a sus anchas destruyendo todo aquello que les era querido. Lo que estaba relatando era totalmente una locura. No podía comprender como esa gente había llegado a la conclusión de que tanto horror y destrucción era causado por una entidad a la que veneraban aunque creyesen que el mismo les enviaba esos terribles seres que les traían la desgracia cada día. Esto al menos para mí era inconcebible, pero sabía que no podía decir nada si no quería meterme en problemas. Ahora mismo aún no estaba recuperado del todo y tenía a Cameron a mi cargo. No podía enredarme en ese embrollo si quería salir airoso de este lugar. Tenía que arreglármelas como pudiera para parecer cordial y respetuoso, en un intento de dejar el tema en el aire y centrarnos así en lo realmente importante.

-“Siento si les he ofendido de alguna manera posible. Como bien saben yo procedo de otro lugar, por lo que estas ideas se me antojan completamente incomprensibles a mi juicio. Pero no se preocupen que de ahora en adelante intentaré no molestarles en ese aspecto tan sensible para ustedes. Ahora si pudiésemos centrarnos en el chico se lo agradecería. Lleva ya una temporada así y me tiene más que preocupado el hecho de que no llegue a recuperarse del todo nunca. Así que por favor, si usted sabe algo de cómo ayudarle dígamelo y le estaré eternamente agradecido”-

Mi importancia por el chico ya se veía completamente desesperada en estos momentos, pero estos señores o no lo querían ver, o creían que era más primordial tratar el tema de sus supersticiones ya que la abuela de Freyja al oírme me dedicó estas suaves palabras para que pudiera estar en paz con el tema de sus deidades. –“No te preocupes querido. Tú no tienes la culpa de no saber nuestras costumbres pero tranquilo que yo te las iré enseñando. Verás cómo en cuanto empieces a conocer nuestra cultura verás las cosas de otra manera. ¿Verdad Jacob?”-

Estaba claro que la mujer buscaba la aprobación de su compañero para que yo me sintiese más aliviado pero la verdad era que poco me aligeraba la carga de mis preocupaciones a la hora de saber que nos había metido dentro de un fanatismo tan exacerbado. El hombre en cuestión también debió percatarse de lo implícito en las palabras de la mujer puesto que no tardó en apresurarse a la hora de afirmar su exposición. –“Cloe tiene razón, perdónanos. Como siempre estamos rodeados de las mismas personas no nos damos cuenta de que los demás no tienen por qué conocer nuestras costumbres. Tu tranquilo. Mientras estéis aquí el chaval recibirá mi ayuda. Intentaré volver a abrir su mente de nuevo. Lo he visto más veces y sé que puedo hacerlo, pero te advierto que este proceso no depende solo de mí. La última palabra de si quiere volver a ser como antes es de él mismo. Si él no quiere volver de la oscuridad en la que está perdido yo no podré hacer nada más que intentarlo.”-.



Mientras el campesino hablaba de sus teorías de la supuesta curación de mi amigo me di cuenta de que no podía hacer nada útil por Cameron. Sus palabras vagas y llenas de misterio se me antojaban como una pantomima que seguramente relataba a todos sus pacientes para que le dejasen estar en ese puesto tan privilegiado de la aldea. Sabía de sobra que fuera lo que fuese lo que Hyter le había aplicado al chico no podría curarse de una manera autónoma sino con unos remedios igual de eficaces que, por mucho que me pesara, sabía que estos hombres no podían llevar a cabo. Solo me quedaba abortar el plan e irme en busca de Jason para que entre los tres hiciéramos algo de provecho. Este era mi plan a partir de ahora pero sabía que no podía exponerlo tan abiertamente delante de estas extrañas personas. Esperaría hasta el anochecer para intentar irme con el menor alboroto posible minimizando así el riesgo de peligro que corría sobre nuestras cabezas desde que vimos lo hostiles que podían llegar a ser las gentes del lugar.

Con todo el plan trazado en mi mente le seguí el juego al campesino diciéndole que necesitaba tiempo para hacerme a la idea, y una vez que se fue, me dediqué a preparar nuestro viaje secretamente camuflado con la excusa de limpiar la habitación en la que habíamos dormido la noche anterior.

Aunque suene malvado, he de afirmar que el que la señora fuese invidente me daba una ventaja enorme a la hora de desarrollar tranquilamente mis intenciones. Una vez instalado en el cuarto junto a Cameron, comencé a organizarlo todo mientras con la puerta abierta iba hablando con la mujer que se encontraba tranquilamente regando y arreglando como podía una maceta que tenía en el centro de la cocina.

Sin quererlo si quiera ordenamos nuestras posesiones primero de lo que me esperaba, pues no había mucho que empaquetar. Cuando nos fuimos solo nos llevamos algunas previsiones y la misteriosa carpeta de Peep junto con el diario de cuero, pero nada más en lo que reparar. Por lo cual, en el momento en que todo estuvo localizado comencé a amontonarlo tranquilamente mientras dejaba a Cameron a su aire observando la habitación con detenimiento. No fue hasta que terminé con todo, que me di cuenta de que el chico se había parado en frente del pequeño armario que había al lado de la cama, para analizar minuciosamente algo que llevaba enredado en las manos de un cierto color amarronado.

Al vérselo pensaba que sería alguna cinta que hubiera encontrado por el suelo mientras yo ordenaba las cosas, por lo que fui a quitárselo de las manos para que no se hiciera daño, pero una vez estuve a su lado pude ver como lo que se suponía que era una simple cinta, en realidad era una combinación de nudos muy elaborado que se enroscaba tirantemente en los extremos.



Este extraño objeto que jamás había visto en mi vida, lucía más valioso de lo que me parecía en un principio, así que con un escueto, -“Cam deja eso que no es nuestro”- intenté quitárselo de sus dedos para dejarlo en algún lugar de la habitación a la espera de que su dueña lo recuperase, pero por desgracia eso no fue posible. La fatalidad hizo que con el deje de nuestras manos este delicado artefacto se rompiese, haciendo que sus cuerdas se deshilaran por un extremo de su perfecta redondez.

Esto era algo que complicaba las cosas, ya que aunque no quería tener nada que ver con esas gentes, no me gustaba andar rompiendo sus cosas por muy sencillas que pareciesen. De manera que asumiendo la culpa, decidí intentar arreglarlo más tarde para que el daño fuera mínimo.

Lo retiré pues con sumo cuidado de las manos del chico y lo dejé encima de la cama mientras la señora, que ya debía haber oído mis advertencias hacia mi amigo, se acercaba tranquilamente a la habitación a la vez que decía –“¿Ocurre algo muchacho? Si necesitáis alguna cosa podéis pedírmela”-.

En cuanto me giré para mirar a la puerta la mujer ya se encontraba en el umbral esperando la respuesta. No sé por qué pero a pesar de que me recordaba a Magda en algunos aspectos no acaba de acostumbrarme a su extraña presencia. Sabía que no debía preocuparme mucho por ello, ya que nos iríamos en unas horas, pero aun así no quería ensombrecer las cosas más de lo que estaban, por lo que me dirigí hacia ella y le dije francamente. –“No es nada, lo siento. Simplemente mi amigo se ha enredado con un objeto de la sala y lo ha deshilachado un poco pero no se impaciente, yo mismo lo arreglaré en un momento. Si lo prefiere puedo pagarle el importe y que se compre uno nuevo. Eso como usted vea”-.

En cuanto le expuse los hechos la mujer pareció tomárselo con humor pues entre risas y revoloteando la mano delante de ella para quitarle importancia, me respondió de lo más despreocupadamente a mi tentativa de arreglo. –“Son cosas que pasan querido olvídate de ellas. En esta casa no hay nada nuevo desde hace mucho tiempo. Un par de hilos no nos van a hacer daño. Vamos, venid conmigo que Freyja está a punto de volver del campo y fijo que trae hambre. Pondremos la mesa y la esperaremos con un buen plato de comida. ¿Os parece?”-.

Sinceramente yo no tenía mucha hambre como para comer a esas horas tan tempranas habiendo desayunado unas pocas horas atrás, pero no iba a contrariar a la señora y a los que parecían los horarios del campo, así que afirmé a sus palabras y nos dirigimos todos hacia la diminuta cocina donde preparamos la mesa de nuevo para que la chica descansara y nos pusiera al día de las novedades que había habido fuera de la casa.

Como si se tratara de un reloj la chica entró por la puerta justo en cuanto acabamos de darle los últimos preparativos a la mesa central. Llegaba llena de tierra y con un cansancio acusado en el rostro, pero para mi sorpresa, no hizo ni el mejor gesto de queja. Tan solo saludó a su abuela antes de ir directamente al baño del que salió totalmente aseada momentos después. Me sorprendía la velocidad con la que se movía teniendo en cuenta que llevaba fuera desde el alba, pero lo que más me chocó es que al sentarnos al almuerzo, Freyja por fin me miró directamente y me habló de lo que más deseaba saber en estos momentos. De mis amigos.



-“Tengo algo para ti tío raro. Me lo ha dado uno de los nuestros de la que venía del pueblo. Al parecer tu amiguito se ha enterado de que estáis aquí y te ha hecho llegar esto”-. Mientras hablaba, Freyja sacó una bolita de papel del bolsillo y la lanzó hacia mi zona sin cuidado alguno. Yo por mi parte la recogí sorprendido pensando de quien se podía tratar, y la desenvolví con cuidado para leer la siguiente misiva.

Debí haberme imaginado que harías algo así. Solo a ti se te podía haber ocurrido irte con esos descerebrados. Ten mucho cuidado y mantente a alerta hasta que vaya a por vosotros. En estos momentos, por raro que te pueda parecer, las calles de Dunwich son más peligrosas que esos lunáticos con los que estás en estos momentos, así que ni se te ocurra irte de allí hasta que yo aparezca.

Jason

Continuará...

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