viernes, 16 de diciembre de 2016

32. Descubriendo la verdad (Tercera parte).

Nota: Treintaydosavo capítulo del relato, para ir al primer capítulo pulse aquí:  Capítulo 1

Para ir a la primera parte del treintaydosavo capítulo pulse aquí:  Primera parte


-“Vaya, esto sí que no me lo esperaba”- Fue lo que logré decir ante la sorpresa y la emoción de saber que Jason estaba bien mientras Freyja prácticamente contestaba envenenadamente a mi lectura. –“¡Es un imbécil! ¡Encima que os tenemos aquí va y nos insulta! Ojala Jack o alguno de esos tipos de Larson le den una paliza”- Mientras escuchaba a la muchacha quejarse no dejaba de pensar en la misiva de mi amigo. Había sido escueto. Demasiado. Debía de saber que iban a leer la nota antes que yo, y decidió con ello en mente no arriesgarse a contar nada más por miedo a que no me la diesen, o algo peor.

Sabía que su actuación había sido la más lógica pero me hubiera gustado saber más sobre lo que había pasado con Jack o con el pueblo. Por suerte, Freyja no dejó de hablar durante su cabreo, por lo que pude enterarme de alguna cosa más que me concernía. –“El grupo de la mañana han ido a por unas balas y fue cuando se lo han encontrado. Por lo me han dicho hay rumores de que este forastero lo ha puesto todo patas arriba, abuela. Menuda has hecho metiéndolo en casa. El cazador ese tan vivaracho que siempre se entera de todo estaba al parecer preguntando por las tiendas si habían visto a estos dos. Se lo contó John a David en cuanto entró por la tienda. Menos mal que no le dio mucha importancia y no le preguntó. Sino ya tendríamos al cazador por aquí”-.

Al oír el relato de Freyja me di cuenta de que con nuestra huida no solo habíamos implicado a nuestros amigos, sino que también todo el pueblo, incluida esta gente, estaba sufriendo las consecuencias de mi decisión. Seguramente Jason me subrayó el “mucho” de su escueta misiva por ello. Debía de tener cuidado con lo que hacía y esperar a que la tempestad amainase un poco para poder proceder con el plan con algún tipo de garantía para nuestra seguridad. Sabía que por más que me pesase debíamos de quedarnos en este lugar sino queríamos padecer más infortunios innecesarios, al menos hasta que los refuerzos llegasen y pudiésemos irnos seguramente. 


Si soy sincero esta no era una idea que me entusiasmase de sobremanera en estos momentos, pero debía de pensar también en la parte positiva de tener un cobijo tan seguro después de todo lo vivido. Ante todo esta gente me había acogido de una manera muy generosa sin pedir particularmente nada a cambio. No me quedaba más remedio que intentar al menos, mediar en el problema para darles a entender mi pesar ante los cambios avecinados para con sus personas.

-“Siento mucho los problemas causados de verdad. Creí que las cosas irían con diferente rumbo. Si no les importa esperaremos un poco a que amainen los problemas de nuestro encuentro para poder irnos. No creo que ese curandero pueda ayudar al chico, pero aun así os ayudaremos en todo lo que podamos para que podáis vivir cómodamente en paz. Contribuiremos monetariamente si hiciese falta, y molestaremos lo menos posible. Freyja, a ti te doy las gracias especialmente por dejarme ver que mis amigos están bien y por ser tan generosa al dejarnos tu cuarto. Cameron no se encuentra muy bien como bien sabes así que ha deshilachado un objeto que ha encontrado en tu habitación. Siento mucho que haya ocurrido tal desgracia, pero como ya le he dicho a tu abuela no tienes por qué preocuparte. Intentaré arreglarlo por todos los medios, y si hace falta hasta te compraré uno nuevo para que no sufras la pérdida del mismo. Eso como tu prefieras”-

En cuanto expuse las palabras la chica me miró como se mira a un enemigo deshonroso, y se fue corriendo a su habitación a comprobar lo ocurrido mientras sentía a su abuela decirme. –“Tranquilo muchacho cuando dije que podíais quedaros lo dije desde el corazón. Estad aquí todo el tiempo que creáis conveniente, que nos encantará teneros con nosotras ¿a que sí Freyja?”-.


Estaba claro que la mujer buscaba un poco de cordialidad entre todos nosotros pero esta vez no lo consiguió pues, Freyja al darse cuenta de cuál era el objeto que había roto Cameron pegó un chillido que nos heló hasta los huesos a todos.

Al oírla me levanté seguida de Cloe para ver qué pasaba, pero ella misma ya se acercaba a nosotros gritando. –“¡Lo ha roto! ¡Abuela, ha roto el talismán!”- Yo aún no comprendía que significaba haber estropeado ese montón de hilo enroscado pero la mujer sí, ya que con una voz totalmente fuera de sí expuso. –“¡¿¡El talismán dices!?! ¡Como se explica tan fino creí que se trataría de una manta! Freyja cielo, ve a avisar a los demás. ¡Corre! No quiero que estés fuera para cuando oscurezca”-

La niña al oírla le hizo caso en el acto, y se fue corriendo hacia la puerta mientras la anciana se llevaba las manos al pecho para calmar sus acrecientes nervios. Yo por mi parte me quedé parado en medio de la estancia sin saber que hacer. Aún no comprendía nada de lo que pasaba y me daba reparo preguntar tal y como estaban las cosas, pero si había sido yo el causante de algún mal de seguro debía saberlo. 

Me decidí pues a lanzarme en pos de conocer los detalles exponiendo con sumo respeto la pregunta determinante a la afligida señora –“Disculpe, me imagino que es un momento duro para usted y lo que menos querrá es que la importunen, pero es que no estoy entendiendo nada de lo que está sucediendo en estos momentos. ¿Tan malo ha sido que el chico haya roto ese enredo de cuerdas?”-

Mis palabras sonaban algo directas pero no sabía cómo hacer sino para enfrentar el supuesto problema que teníamos entre manos. Por suerte la mujer no pareció tomárselo a mal, ella simplemente seguía con su apenamiento interno mientras me explicaba la siguiente situación que me hizo cuestionarme alguna que otra superstición dada en esta aldea. –“Ay querido, ese talismán es el que aleja a los mandados de los dioses de esta casa. Ahora con el roto estamos completamente desprotegidos”-.

Esto ha sido todo por hoy. Si se cruzan con la aldea de camino a estas tierras recuerden que no deben tocar nada. Hasta el más mínimo detalle podría acabar por consumir a estas gentes que han vivido siempre del lado más fanático dado en el caos y la destrucción primitiva.
Con afecto.
Tomek Sikorski




No hay comentarios:

Publicar un comentario